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El viejo verde - sombrero

Relato enviado por : sombrero el 27/09/2004. Lecturas: 18442

etiquetas relato El viejo verde - sombrero .
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Resumen
En todas las ciudades hay un viejo así en el parque.


Relato
-Don Julián, como los puros. Así se llama nuestro protagonista. Para comenzar les voy a hacer un ligero pérfil de nuestro pervertido de turno; vive en una linda casita, en un lindo bosque... ja ja ja ja. No, no, seamos realistas. Vive en Madrid (la selva donde todo tipo de razas conviven) en un apartamento de alquiler de renta antigua hasta que la muerte le separe de él. Porque de su mujer ya lo separó esta hace unos añitos. Después de una descansada vida de funcionario, ahora tiene un descansado retiro pagado también por la seguridad social. Que no ha olvidado sus 50 años de productivo servicio a la comunidad.

Don Julián ha perdido, o ha tenido que perder muchas cosas; su afición al tabaco, a la bebida, al café, a las tragaperras. Pero no ha perdido su afición a las mujeres. Le siguen gustando como el día que se le empalmó el ciruelo por primera vez siendo muy chico. Viendo como se le levantaba la falda por descuido a su vieja asistenta. Don Julián no ha cesado de admirar las femeninas curvas y muchas de las mujeres a las que clava los ojos, ni tan solo llegan a sospechar los caldeados pensamientos que pasan por la mente de ese aparentemente santo abuelito que las observa.

A muchas de las mujeres cercanas a su vida diaria, le encantaría darles un buen repaso. Pero su técnica de cortejo, como su pelo, ha ido cayendo con los años. Quedando olvidada como quedó olvidada la lista de los reyes godos. Aún así no decae, ni quizá decaerá nunca, su animo por retozar con las féminas. Pues como ha estado acostumbrado toda su vida a trabajar, comer, dormir y retozar con las mujeres. Pues eso no se puede borrar como con una goma de borrar.

De vez en cuando don Julián apaga su tele y se va a dar un paseo por el parque. A contemplar la linda cascada de la fuente y contemplar también las niñas que juegan en el cesped cercano a la fuente, con sus hermanitos, o sus mascotitas. La furia viril de Don no se apagado con el pasar de los años. Pero eso solo lo sabe él, pues es el único que nota como su pantalón impide que su instrumento se desplegue en su máximo esplendor, estirado. Tan excitado se pone Don viendo las niñas jugar en el parque, que cuando regresa a su casa sus calzonzillos suelen estar manchados de sabo. Como que esto de ir al parque es una costumbre frecuente y está Don muy atento. Se sabe de memoria los nombres de muchas de las niñas que a menudo son llamadas a gritos por sus madres o sus niñeras.



Le gustan muchas de ellas, pero hay una que hace engordar especialmente la poronga de don Julián. Se llama Cáliz; debe tener unos 10 años y no tardará mucho en abandonar los juegos del parque, pues son estas las más grandes que un día dejan de aparecer. Cáliz es una chava bonita. Cara bonita como raro sería no tenerla a su edad. Un traserito inchadito que revela que por su sangre corren hormonas femeninas y no masculinas. Y un torso que si bien aún no está tetudo, su oronda forma augura un buen par de melones cuando crezca. Cáliz, al ser la mayor, suele ser la que lleva el bastón de mando en los juegos del parque. Y alguna vez la madre la abandona al cuidado del resto de tropa mientras se va a algún quehacer. En una de estas cesiones de mando es cuando toma sitio nuestro cuento.

Susana la oronda niñera, deja a Calíz al cuidado de tan solo un chavalín mientras ella va a hacer un par de compras. Cáliz juega un poco con Tomás a chutarle penaltis y que Tomás se los pare. Pero al cabo de un ratito llega la supuesta madre de Tomás que lo recoge para llevárselo a casa. Cáliz se queda entonces sola, y sola se queda sentada en un banco quizá esperando que venga alguno de sus amigos. Don Julián siente la llamada de la selva al ver su ídolo sentada sola en un banco, y se acerca para "echar la caña"

-Julián: hola bonita.

-Cáliz: hola señor.

-Julián: te veo muy sola, ¿qué te han abandonado tus amigos?

-Cáliz: sí, ya no queda nadie, si en un ratito no viene nadie, regresaré a casa.

-Julián: ¡uy! que pena, tener que acabar la tarde tan temprano. Si no son ni las 6.

-Cáliz: sí pero que le voy a hacer, si no viene nadie, no tengo con quien jugar.

-Julián: je je, qué mal que lo ves. Qué te parece si subíamos aquí a mi casa, que está al lado y jugábamos al parchís?



-Cáliz: ¡uy! pues, pues sí, ¿porqué no? ¿Podemos ir?

-Julián: sí claro, venga, cógete de mi mano que en un momento estarémos sentados dándole a los dados.

Y como dice don Julián, en un momento están en su apartamento con vistas al parque.

-Julián: toma el tablero de parchís que está en ese cajón, mientras yo cojo un par de bebidas de la cocina.

Así lo hace Cáliz, que despliega el tablero encima la alfombra y se sienta en el suelo esperando a Julián. Cuando llega este sirve las naranjadas en la mesa pero le dice:

-Julián: ¿donde vas en el suelo, esperas que yo me siente ahí? Quita chica, coge el tablero y despliégalo aquí que jugaremos sentados en la mesa.

Así lo hace Cáliz que redespliega el parchís en la mesa ansiosa para empezar la partida.

-Julián: venga, primero tiramos los dados para ver quien empieza.

Julián saca un 4 y Cáliz un 3, por lo que empieza Julián. Las fichas y los dados transitan un rato encima del tablero, mientras ambos "pelean" para ser el ganador del juego. En un momento dado, una ficha de Julián tiene el turno de mover, saca un 3 y es precisamente ese numero el que le da la opción de comer una de las fichas de Cáliz. Julián mueve la ficha y la pone encima de la ficha roja de Calíz. Y haciéndole una broma, toma las dos fichas y con ellas en la mano le hace cosquillas a Cáliz en la barriga diciendo:

-Julián: ¡que te como, que te como!

-Cáliz: ¡ja ja ja ja! ¡ay para! ¡ja ja ja ja!

Pero don Julián no para de hacerle cosquillas. Es más, se levanta para tenerla más a mano y entre risas y cosquillas, Cáliz cae al suelo sin para de carcajear.

-Cáliz: ¡ay para, por favor! ¡ja ja ja ja! ¡que me vas a matar de risa! ¡ja ja ja ja!

Don Julián se ha tomado las cosas bien a mano. Y se ha sentado de rodillas inmovilizando con ellas a Cáliz para tratar de hacerla llorar de risa. Sus manos se han metido dentro de la blusita de Cáliz y de pronto Julián detiene su vigoroso cosquilleo convirtiendo en una caricia lo que hacen sus manos.

Julián: bien, ¿cálmate vale?

-Cáliz: claro, claro, ha ha, lo que tú digas.

Las manos de Julián prosiguen su caricia, sobando los planos pechos de Cáliz y despertando en esta una sensación hasta entonces nunca conocida.

-Cáliz: ¿? ¿Qué pasa?¿Qué haces?



-Julián: ¿te gusta lo que te hago?

-Cáliz: mmm sí, mucho, ¿qué es?

Ante tal afirmación, Julián no contesta. Solo acerca su boca a la de Cáliz y le entrega un húmedo beso francés que Cáliz recibe como la mayor sorpresa que ha tenido en la vida. Nota ella como una lengua se mete dentro de su boca, y le encanta tocarla con su propia lengua y jugar con ella como cachorros. Las manos de Julián continúan aún acariciando el torso de Cáliz. La blusita está levantada mostrando un bellísimo cuerpo de 10 años, acariciado por una cuidadosa mano de más de 60. Julián pega sus labios a la barriguita de Cáliz y chupala toda como si estuviera cubierta de nata. También sorbe con cuidado los primerizos pezones, exalando Cáliz con ello, los primeros gemidos sexuales de su vida.

-Cáliz: ooooh, ooooh, Juliánnnn, mmmm, ¿como se llama esto? mmmmm.

-Julián: no tiene nombre hijita, ni falta que le hace.

Están los dos tumbados en la alfombra mientras Julián pasa alternativamente, de besar a la francesa, a chuparle los pechitos. Mientras a la vez sus manos estimulan las inchadas caderas, preparándola al contacto con el chochito. El estímulo de las manos de Julián en los laterales de las caderas de Cáliz, hace surgir en esta un reflejo instintivo surgido de su propia alma, que ni tan solo ella sabe por qué lo hace. Y es que sin hacer nada ella, sus piernas se abren y cierran con vigor, como tratando de cazar un pajarito juguetón.

Pero no es un pajarito lo que, sintiendo la llamada de las piernas, se mete entre ellas para estimular lo pedido inconscientemente. El dedo de Julián recorre lentamente la rajita haciendo que Cáliz ya grite de placer, pues no sintió hasta el momento nunca nada similar. Las vozes de esta son acalladas por el francés beso. Que traga todos los gritos que exala ella, mientras a la vez explora la pequeña boquita con su gran lengua. Entre una cosa y otra, el pijote de Julián está ya a la vista. Está gordo e inchado y casi que tiembla de excitación. Él pone la mano de Cáliz encima de su miembro para que se vaya acostumbrando a lo que va a ser el fruto más preciado de su vida. Siguiendo la indicación de la mano de Julián, su propia mano sube y baja la piel del miembro. Logrando que este casi que estalle de lo gordo que se pone.

Julián no piensa dejar que acabe estallando su miembro y procura por ello; con Cáliz tumbada ante él, la orienta en su misma vertical para alinearla a lo que será un rítmico mete-saca. Le apunta el capullo en la entrada de la concha, y preveyendo una un poco traumática penetración, le hace olvidar todo lo concerniente a sus entrepiernas y la besa con renovada pasión mientras sus manos hacen todo el cariñoso recorrido entre su pecho y sus caderas.

Quizá no pensaba ya en ello Cáliz cuando llega la primera acometida de Julían. Pero sin duda recibe una sorpresa mezcla entre placer y dolor, que expulsa desde su boca una también mezcla entre gemido y grito. Pero que resulta de nuevo tragada por el pecho de Julián, que puede tragar gritos como este y más grandes. Acomete de nuevo Julián y nuevamente se queja mudamente Cáliz. Aunque sabiendo del resultado del anterior, no es este gemido/grito tan fuerte, o quizá es que la máxima punzada de dolor ya se ha dado/roto con la primera. Es entonces cuando Julián, seguro de lo que está haciendo, decide proseguir su follar como es debido. Inserta su pene al máximo y esta vez ya no es una mezcla sino un verdadero gemido de placer lo que sale de Cáliz.

-Cáliz: ooooooh, ¡señor!

Ante tal celebración de placer, Julián da por consentido su coger y prosigue su follar pero con el ritmo debido.

-Cáliz: oooooh, oooooh, señor Julián!!! oooyyh, ooyyyh, oooomm, mmmm.

-Julián: ¿a qué hora tienes que volver a casa?

-Cáliz: ooooh, ooooh, a las 8, mmmm, ooooh.

-Julián: bien, tenemos un buen rato, prepárate porque no olvidarás este día nunca.

-Cáliz: ooooh, ¿qué me va a hacer? No sea malo-oooooh, oooooh.

Julián prosigue su coger todo el tiempo que le da el reloj para ello. Cáliz acaba llorando y temblando de placer. Mientras con Julián todo encima, soporta ella a todo un toro encima suyo. Cuando él mira su reloj y ve que faltan 10 minutos para las 8, se decide a correrse. Se nota claramente que se está corriendo porque del chochito sale un liquido blanco que salpica a cada una de sus finales acometidas. Cuando ha terminado su sentir, Julián se retira de encima de su amada. La alfombra está un poco manchada de rojo y Julián maldice su falta de predicción por no haber puesto una toalla debajo. Ayuda a vestir a Cáliz que un poco escozía (patiabierta) se acaba marchando con prisas a su casa, para que no le pregunten donde estuvo.

-Julián: ¿mañana irás a jugar al parque?

-Cáliz: sí, a jugar, sí, a jugar.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:34) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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