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Ella era así...

Relato enviado por : CoolVella el 09/07/2009. Lecturas: 13010

etiquetas relato Ella era así... .
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Resumen
CAPÍTULO 1
Ella era así. La gustaba sentirse observada…deseada.
Trabajaba en el mejor despacho de abogados de Madrid, vestía correcta y elegante, con un punto “sexi”…coqueta. Cuidaba su imagen…
La seguíamos desde hacía tres semanas…y hoy era el día. Queríamos disfrutarla “a tope”, sólo para nosotros…haríamos una sumisa de esa zorra engreída.
Era viernes, el viernes anterior al puente de mayo, y sabíamos que podríamos disponer de ella, sin levantar sospechas, hasta el próximo miércoles-tiempo más que suficiente para nuestros propósitos-.



Relato
CAPÍTULO 1
Ella era así. La gustaba sentirse observada…deseada.
Trabajaba en el mejor despacho de abogados de Madrid, vestía correcta y elegante, con un punto “sexi”…coqueta. Cuidaba su imagen…
La seguíamos desde hacía tres semanas…y hoy era el día. Queríamos disfrutarla “a tope”, sólo para nosotros…haríamos una sumisa de esa zorra engreída.
Era viernes, el viernes anterior al puente de mayo, y sabíamos que podríamos disponer de ella, sin levantar sospechas, hasta el próximo miércoles-tiempo más que suficiente para nuestros propósitos-.
Era metódica en sus costumbres (una ventaja) y sabíamos sobradamente lo que haría esta tarde. Después de almorzar ligeramente, los viernes siempre sola, en un restaurante de postín próximo al despacho-la llamaban doña Ana y casi tocaban el suelo con la frente ante ella-volvería al despacho para ultimar cuatro detalles, tomar notas de la semana y preparar su agenda. Esta sencilla labor la realizaría despacio, casi con parsimonia, relajada, dejando que sus socios, asociados y meritorios fueran “desfilando”, despidiéndose y deseándola el consabido “buen fin de semana doña Ana, Ana…o Anita, según las variantes”-incluso había un Aniuska…del becario más irreverente. Al fin quedaría sola, sólo acompañada por Bea, su secretaria, que maldecía en silencio y disimulaba mirando fijamente a la pantalla de su ordenador…
La hora de salida oficial eran las 19:00. A las 19:30, como todos los viernes, Bea recogería y se dirigiría al despacho de su jefa:
-Necesita algo más de mí, doña Ana…
-Ah, Bea, no sabía que aún seguías aquí (mintió con descaro)…no, no…puedes irte, ya cierro yo, tranquila…
-De verdad, doña Ana,…no me importa…
-No, no…tranquila…
-Bueno, hasta el miércoles doña Ana, buen fin de semana doña Ana…
Bea es una chica morena, espigada, de unos 25/28 años, descaradamente sexi…más apropiada como modelo de lencería de calidad que como secretaria de un despacho de abogados. Salió apresurada, con su minifalda roja, sus zapatos planos-también rojos a juego con su bolso-y su blusa blanca inmaculada a las calles madrileñas de ese final de mayo. Habría quedado con alguien…o no tardaría en que alguien se acercara a ella. Se contoneaba, de forma innata, derrochando feminidad…provocando deseos libidinosos, sin duda, en todos los mayores de diez años (en ellas también).
Bea se alejó…y nosotros quedamos expectantes. Sólo quedaba ella, Aniuska, en aquel despacho… A lo sumo en quince minutos la veríamos salir, bajaría-como siempre-al aparcamiento subterráneo donde, en una plaza nominal…
Pujalte, Matas, Nervión y Asociados
Abogados
Dña. Ana Matas Quirós
…le esperaba su BMW M3 rojo.
Ana es moderadamente alta (1,67/1,70), rubia, melena corta, ojos azules,…un cuerpo de modelo “top ten”, unos senos proporcionados…y un culo perfecto, incluso respingón…una maravilla para sus 35 años. Soltera, sin compromiso, sin novio, sin relaciones… tal vez, de vez en cuando, alguna esporádica y anónima para saciar el ansia…
19:45 y Ana, como un reloj, salió del ascensor que acababa de llegar al sótano. Traje de chaqueta beige, casi crudo, blusa verde, todo de líneas sencillas, casi fosforito y algo traslúcida-enseñando sin mostrar-, medias crudas y zapatos y bolso del mismo tono que el traje. La falda, por encima de las rodillas una cuarta…collar y pendientes de perlas…sin pulsera ni reloj,… ¿para qué?
Sentimos un latigazo en la entrepierna, respuesta automática al…”presenten…armas” que nos producía aquella mujer… Nos intercambiamos una mirada de complicidad que, en silencio, equivalía al “listos y en sus marcas”… todo estaba a punto.
Se acercó resuelta a su coche en un aparcamiento solitario y, como todos, escasamente iluminado…su plaza, en una esquina, era especialmente lóbrega…
-Hola, ¿Ana?
Se volvió sorprendida, pero segura, tranquila,… sin mostrar la menor alarma…
-Si… Ana Matas… y ¿usted?
-Juan… Juan Marcos… ¿no te acuerdas?
Pedro salió de las sombras… a su espalda…
-Y éste es Pedro, mujer… ¿no nos recuerdas?
Se volvió hacia Pedro y, esta vez, si se pudo ver un ligero brillo de alarma en sus ojos…
-Pues, la verdad, chicos… no os recuerdo… lo siento, pero prefiero no fingir…
-Ana Matas Quirós, segunda de la promoción (porque el primero era hijo del decano) de la Facultad de Derecho de la Complutense… te suena más ahora (dijo Pedro).
-Caramba chicos…han pasado doce años…
-Trece para ser exactos, maticé, pero… estás aún mejor, ¿cómo lo haces? ¿El matrimonio te sienta bien?...
-El matrimonio no, Juan, sigo soltera… ¿vosotros?
Se estaba relajando, aquella zorra-tan segura de sí misma-bajaba torpemente sus niveles de alerta… pronto sería nuestra, pronto estaría a nuestra merced… aquellos desplantes, aquellas risitas con sus amigas, en la facultad, la iban a costar caro… muy caro. Trece años de enconamiento, trece años con un odio aletargado que, casi por casualidad, despertó hace un mes. Pero, eso era otra historia… ahora había que estar atento… seguir minuciosamente, como a ella tanto le gustaba, el plan previsto…
-Yo me casé, tuve dos hijos y me separé-dije-. Pedro aún está casado con Marta Figuerola, ¿te acuerdas de Marta?
-Sí, era una de mis amigas, creo que quedó décima o decimoprimera, ¿no?
-Sí, décima, dijo Pedro.
La conversación estaba llegando a un punto muerto… poco quedaba por decir… tal vez un “me alegro de haberos visto”,”… recuerdos a Marta…”,”a ver si quedamos un día” y “ya sabéis donde trabajo, llamad a mi secretaria”… luego, se iría rápido, como siempre…
Pero esta vez, no. Esta vez… ”disfrutaría un poco más” de Pedro y Juan-los parias de la promoción del 94.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 2
-Bueno, empezó a decir Ana, me alegro un montón de haberos visto chicos. Hacía siglos que no recordaba los bonitos tiempos de la facultad, todos éramos jóvenes, alegres, despreocupados… Lo esperábamos todo de la vida que nos quedaba por recorrer, estábamos llenos de ilusión y de enormes propósitos… ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué recuerdos! … Ha sido un bello momento que creo que saborearé durante todo este fin de semana.
Sí que ha sido agradable, dijo Pedro, recordar esos momentos después de casi trece años. Aunque francamente creo que aún no recuerdas ni siquiera quiénes éramos. Es así, ¿verdad Ana?
Ana trastabilló un poco, como sorprendida por la franqueza “poco delicada” de Pedro. Parecía otra, más insegura, más vulnerable… -No, no es eso chicos… Cómo has dicho, han pasado casi trece años, y, lógicamente, no pasan en vano. Seguro que no teníais esas entradas, esa barba recia,… Esas “arruguitas” que nos salen a todos como cicatrices que va dejando el tiempo…-
(¡Por Dios! que cursi seguía siendo, era imposible que cambiara lo más mínimo, seguía siendo la “niñata” insoportable que recordaba de mis años universitarios).
-Bueno Ana, dije, y si tomamos unas copas para celebrarlo… Conozco un sitio agradable por aquí. Pedro y yo solemos encontrarnos allí para recordar viejos tiempos y hablar de los nuevos. ¿No te apetecería echar un ratito?
-Venga Ana, animó Pedro, será divertido recordar las antiguas travesuras, los viejos “motes”… Y, a lo mejor, sólo a lo mejor y después de tres o cuatro copas consigues recordar quiénes éramos Juan y yo hace más de doce años. En que puesto quedamos, como vestíamos, que coche conducíamos…
Ana dudaba, como sopesando… (En realidad no tengo ni idea de quienes son… y es curioso, a Marta sí que la recuerdo,… pero a estos dos…). Sus ojos inquietos reflejaban su ligera sorpresa, su pequeña alarma, su natural desconfianza hacia las situaciones que no controlaba de forma completa… (Por otra parte, ¡qué puede pasar!, son antiguos compañeros, uno está casado con Marta, son abogados como yo,… tal vez incluso jueces, o notarios… ¡Estoy paranoica!, tanta soledad…y, además, sería terriblemente incorrecto...). Al fin pareció decidirse.-Mirad chicos, esto está muy cerca del trabajo… y, a estas horas, todos los pub se llenan, no me lo toméis a mal, de una peculiar colección de ejecutivos “a la caza”… casi preferiría, no sé, ¿queréis venir a casa?, tengo de todo y estaré más tranquila, más a gusto,… si quieres Pedro puedes llamar a Marta para que se reúna con nosotros…
Había picado, la “lista” de Ana Matas Quirós se estaba metiendo ella solita en la boca del lobo. Era incluso mejor de lo que habíamos podido pensar. Creímos que habría que animarla con unas cuantas copas y, luego, con la excusa de que no estaba en condiciones para conducir llevarla a su casa. Nos estábamos ahorrando unas cuantas copas y hora y media o dos de prolegómenos siempre aburridos y, posiblemente, repletos de ansiedad.
-Ana, dije, no sé, tal vez sea una molestia para ti, en un pub, en una cafetería, tú no tienes que preparar nada, es más cómodo para ti.
Juan te aseguro que no es ninguna molestia, tampoco se trata de organizar el gran banquete, tomaremos unas copas, pondremos música, charlaremos… Tal vez incluso un par de chicos tan galantes y educados me echen una mano preparando las copas y los aperitivos, ¿no os parece? … Y, si se anima Marta, seremos un par de chicas.
Por supuesto que te echaremos una mano, dijo Pedro, y es muy posible que Marta se anime.
Más de una mano, pensé yo, y no creo que nos convenga que Marta esté.
Bueno, indiqué resuelto, creo que debemos organizarnos… El sitio que hemos elegido para estar de charleta es de lo más inhóspito. Como Pedro y yo hemos venido en el mismo coche, yo te acompañaré en el tuyo y Pedro nos seguirá con el suyo, ¿os parece?
Si veis que me pierdo, dijo Pedro, me puedes orientar llamándome al móvil… Soy algo torpe en esto de la conducción.
Me dirigí con Ana hacia su coche, fingiendo, lógicamente, que no sabía hacia cual de todos los que allí había nos dirigíamos. Poco a poco nos acercamos a su plaza. Su flamante coche era absolutamente adecuado y coherente con su estilo de vida. Chica triunfadora que, tras dos años de becaria en algún despacho de la ciudad, y ayudada por la influencia de la multitud de amistades, conocidos y familiares que atesoraba había conseguido hacerse un hueco en el prestigioso despacho de Pujalte y Nervión. A los tres años ya era asociada y dos años después, en una de las más fulgurantes carreras que se que recordaba en la ciudad, había adquirido la condición de socia del despacho. Sólo siete años después de acabar la carrera había conseguido ser socia de Pujalte, Matas, Nervión y asociados (lógico cambio de nombre del despacho). Muchos matarían por conseguir esto tras quince años de duro trabajo.
Caramba, dije, veo que la vida no sólo te ha tratado excelentemente en lo que se refiere a tu aspecto físico. Plaza reservada, BMW de ensueño, socio del bufete… No sé cómo has conseguido escaparte del matrimonio, me lo tienes que contar, y lo digo muy en serio Ana.
Ella esbozó una sonrisa, absolutamente hipócrita, y se limitó a recordar el tópico de algo de trabajo, mucha mucha suerte y eso de… “estar en el sitio adecuado en el momento adecuado y enterarse adecuadamente” (esto último de clara cosecha propia).
Entramos en el coche en el que empezó a sonar de forma automática música clásica, suave, un “popurrí” más bien. Encendió el contacto, maniobró con precisión y agilidad y, casi sin darnos cuenta, ya circulábamos por Castellana. Pedro nos seguía a cierta distancia en su Audi.
Ella iba atenta a la conducción, sin decir palabra. Yo aprovechaba para pegar un repaso general a su aspecto. La falda, al sentarse y por los vaivenes de las piernas en los pedales, se había subido más que generosamente y mostraba, con todo lujo de detalles, y casi hasta la parte superior de sus muslos, unas bellas y torneadas piernas. Las ligas de presión de sus medias se dejaban entrever. Más arriba, entre la chaqueta completamente abierta, asomaba la blusa algo traslúcida de un alegre verde. Uno de los botones, descontroladamente suelto sin duda, hacía el escote más amplio y mostraba la parte superior de un sujetador del mismo verde y, esta vez, prácticamente trasparente.
Esta contemplación me hizo volver a sentir aquel latigazo en la entrepierna y, sin poder controlarlo, sentí el tímido comienzo de una completa y apoteósica erección. Era preciso que distrajera mis pensamientos con alguna conversación banal (Pedro, pensé mientras le observaba a cierta distancia por el retrovisor, se lo está perdiendo pero, tampoco tiene estos problemas).
Bueno, Ana, ¿a dónde nos llevas exactamente? … No nos has dicho ni dónde vives, aunque estoy seguro que una princesa como tú tendrá un palacio a su disposición como el que se merece.
Sonrió nerviosamente y, utilizando aquella caída de ojos que ya la hizo célebre en la facultad, me dijo suavemente: no comencéis a alargarme continuamente, os aseguro que mi vida es absolutamente cotidiana y normal, llena sobre todo de trabajo, reuniones, clientes, preparaciones,… Rutinaria como la que llena la mayoría del tiempo en cualquier despacho de abogados, vosotros lo sabéis de sobra.
Luego se giró levemente y me espetó: oye, por cierto, Juan… ¿a qué os dedicáis Pedro y tú? Tampoco me habéis dicho nada…
Ah, nuestra vida sí que es absolutamente rutinaria, yo soy el juez de primera instancia en un juzgado de, como lo diría… de “mierda” y Pedro, a él le va algo mejor, trabaja como abogado en la Agencia Tributaria. Como ves nada rutilante y… casi diría que podemos dar gracias.
Tampoco es para decirlo así, son ambos trabajos muy dignos, y, al fin y al cabo, vivís ejerciendo el derecho, tal vez más tu Juan que Pedro.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 3
Con esta conversación había conseguido “distraer” mi exagerada erección y ya estábamos entrando en la lujosa urbanización en que Aniuska-ese era su nombre de guerra en la facultad-tenía su domicilio. Callejeábamos, seguidos de cerca por Pedro, por el interior de una urbanización plagada de impresionantes viviendas, todas de la más reciente arquitectura de calidad, sin exagerados esnobismos, casi sobrias… Ya eran las 20:30 pasadas y el día empezaba a despedirse. Esto acrecentaba, aún más, el aspecto solitario de las calles… ni un alma.
Nos detuvimos, finalmente, ante una puerta/cancela metálica que, ante un ligero toque del mando integrado en el volante, comenzó a deslizarse abriendo el paso a la suntuosa y, por supuesto, minimalista, vivienda de Ana. Al mismo tiempo y como por arte de magia, el alumbrado exterior se encendió, al unísono, a modo de bienvenida… no pude evitar mi gesto de sorpresa. Por el rabillo del ojo pude ver, casi intuir, la sonrisa autocomplaciente y satisfecha de Ana. Disfrutaba, sin duda, percibiendo el efecto que sus posesiones, su estilo de vida, producía en dos parias como, sin duda para ella, éramos Pedro y yo.
¡Por fin! Ya estamos chicos-dijo Ana saliendo de un brinco de su coche. Hogar, dulce hogar… Es curioso, pensé, estas urbanizaciones son como una fortaleza para los extraños (habíamos pasado, a la entrada, junto a un pequeño puesto de control con un guarda jurado que dedicó una enorme sonrisa a Ana y que, fruto del gesto que esta le hizo, no puso inconveniente alguno al Audi de Pedro), pero, si eres conocido, o entras de la mano de un conocido… estás en tu casa. El peligro se espera de fuera… jamás estará dentro y, eso, eso iba a ser otro claro error del que, sin duda, Pedro y yo esperábamos sacar provecho.
Los tres nos reunimos en un a modo de pequeño porche que marcaba la entrada a la vivienda. Ésta estaba rodeada por un cuidado jardín enmarcado por los muros de cerramiento a base de sillares de piedra y un enrejado metálico, sobrio, de cuidado diseño. En un lateral y más bien hacia el fondo de la parcela, que era generosa de sus dimensiones, se adivinaban la piscina y, cómo no, la pista de paddle. Todo el conjunto exterior se completaba con unas pequeñas edificaciones, seguramente destinadas a vestuarios, gimnasio, yakushiji… Y todas aquellas cosas que son estrictamente necesarias en este tipo de vivienda y urbanización.
Ana nos indicó someramente las instalaciones que hemos comentado y, como de golpe, nos dijo: bueno, chicos, creo que habíamos quedado en tomarnos unas copas ¿no? … Y sin más abrió la puerta para introducirnos en un impresionante salón-recibidor-pista de baile-“mil cosas más”...
-¿Os gusta? ¿Amplio y coqueto verdad?…
Pedro rompió el silencio para indicar que había hablado con Marta que seguía atrapada en una tediosa reunión de la que no sabía cuándo podría zafarse… no creía que pudiera acercarse…
-¡Vaya! ¡Qué faena!-exclamó Aniuska-me habría gustado tanto… bueno, otro día será… hoy os disfrutaré para mi sola, jejjeje…
Mi cabeza volvía a centrarse en nuestro objetivo real. En aquello que, desde casi hacía un mes nos obsesionaba a Pedro y a mí. Mientras Ana ponía el equipo, jugaba con las luces y, acompañada por Pedro, preparaba las copas y algo de picar… yo la observaba en silencio, despacio, dejando que el deseo libidinoso se apoderara de mí, consciente, consentidor… paladeando, por anticipado, las extremas y placenteras sensaciones que esperaba disfrutar en breve. ¡Qué goce el domar y humillar aquella engreída zorra! ¡Qué placer su disfrute carnal! La trataríamos como a la puta, que bajo aquella cobertura de dignidad, sin duda era…
Eh, Juan, no te quedes rezagado… sólo haré de cicerone una vez, ¡sube!-dijo Ana-mientras acompañada por Pedro ya estaba en la planta superior enseñando dormitorios, despacho, biblioteca, aseos… En la planta baja, además del inmenso salón sólo se ubicaban la cocina, también muy amplia, y un par de salitas… El servicio y las estancias dedicadas a lavado, secado y planchado se alojaban, sin duda, en el sótano como el aparcamiento.
Quería centrarme en nuestro objetivo y quería, también, que se centrara Pedro. Le notaba difuso, como distraído o… embrujado. ¡Por Dios! Acabaríamos tomando pastas y té con aquella zorra. Era inaudito…
Al fin acabó la gira y volvimos al salón… ¡Preciosa, Ana, tienes una casa, preciosa, impresionante!-exclamó Pedro-. Aún no se si sobreactuando o absolutamente “agilipollado”…
-Ana sí que está preciosa, dije, como pensando en voz demasiado alta… no te faltará quien te tenga “contenta” ¿no?
Ana se volvió hacia mí con una expresión entre halagada y ofendida, como si hubiese escuchado el piropo lejano (generalmente desde las alturas) y ordinario, chabacano, de un trabajador grosero y zafio…
-Juan, ¿tanta confianza teníamos en la facultad?... no creo que te consintiera entonces estas expresiones y, desde luego, ahora sí que no estoy dispuesta a consentírtelas… me extraña no recordarte, pero si tu comportamiento era éste, no me extrañaría haberte olvidado inconscientemente, pero a conciencia.
La situación, claramente incómoda, me venía de perlas. Si Pedro estaba “agilipollado” o embrujado, o deslumbrado, o… ¡vete tú a saber qué!... o espabilaba ahora, o mejor nos íbamos y… hasta luego Lucas…
-Ana, mujer, no es para tanto, terció Pedro, a la vez que intercambiaba conmigo una mirada en la que creí volver a descubrir cierta chispa de inteligencia.
-¡Sí!, sí lo es, ha sido un comentario grosero e impropio… ¿qué soy para él?¿un trozo de carne agradablemente dispuesta?¿un objeto para su disfrute… o el de cualquier otro piernas, cualquier paria, que se crea con derecho de pernada por llevar colgando entre sus piernas un torpe, feo y triste badajo?... ¡Hasta aquí podíamos llegar!¡Estoy harta de chulitos pretenciosos que ocultan su fracaso, su envidia y su impotencia tras un machismo light disfrazado de galantería chusca y, en el fondo, ofensiva!
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 4
Ana estaba claramente fuera de sí. Mi comentario, sino perfecto, al menos claramente no se merecía la reacción tan brutal que ella había tenido. Era ya tiempo de actuar sin ambages, disimulos, ni tonterías… O hacíamos ahora lo que habíamos venido a hacer, o estaba claro que jamás tendríamos valor para hacerlo.
Como siempre me pasaba con Pedro, tendría que ser yo el que diera el primer paso.
-Mirar Ana, dije ya algo exaltado y molesto, ¡Estamos ya hartos, lo estamos desde hace años, de tus tonterías! Eras así de estúpida en la facultad y el tiempo, si te ha cambiado, no ha sido precisamente para bien.
Mientras iba diciendo esto, podía observar a Pedro absolutamente perplejo y a Ana entre sorprendida e iracunda. Aniuska, la princesa, la niña bonita, simplemente no podía creerse que esto le estuviese pasando a ella y… ¡nada menos que en su propia casa!
-Creo Ana, le dije, que es el momento perfecto para hablar de una vez claro. El encuentro casual del aparcamiento no ha sido en absoluto casual. Sabemos tus costumbres porque te hemos estado observando desde hace tres semanas y, francamente, las varías muy muy poco.
-¡Qué es esto! Se trata de un robo, de un secuestro,… Es algo por encargo… (Mientras decía esto, Ana se iba excitando cada vez más, estaba como histérica).
-¡Tranquila, por Dios! Dijo por fin Pedro rompiendo el silencio que guardaba desde hacía varios minutos… Tranquilízate Ana, no te montes películas ni rollos raros. Como verás esto es mucho más sencillo que lo que parece. Tú procura estar relajada y todo irá bien, como en una reunión de amigos íntimos.
-Y, si hasta ahora no hemos sido íntimos y, desde luego, nunca lo fuimos… Te puedo asegurar que, quieras o no quieras, durante estos días vas a disfrutar de nuestra intimidad hasta límites que, ni siquiera ahora, eres capaz de imaginar.
-Ya que he empezado yo, Aniuska, seré yo también quien seguirá instruyéndote en el particular, formativo y excitante viaje que Pedro y yo hemos diseñado casi al milímetro para ti, a medida, durante este agradable puente de mayo.
-Como te conocemos, terció Pedro que, ¡por fin!, parecía de regreso de los oníricos lugares por los que hubiese estado vagando,… es conveniente que escuches con atención, que te enteres perfectamente del comportamiento que se espera de ti y que bajo ningún concepto, repitas las niñerías y comportamientos histéricos de los que acabas de hacer gala… Esto, sin duda, nos evitará a nosotros algunas ligeras molestias y, a ti, situaciones complicadas y enormes contrariedades…
-Como síntesis “chabacana y chusca” de lo que acaba de decir Pedro, Ana, “en caso de violación, relájate y disfruta…”
Ana estaba roja, mas de ira que de vergüenza supongo, pero, extrañamente, mostraba una absoluta frialdad y autocontrol… seguía escuchando, sin contestar, sin replicar,… tan siquiera parpadeaba.
-Eres Ana una mujer sin duda trabajadora, inteligente, brillante… lo has sido siempre, también en la facultad,… pero también te arropan el engreimiento, la soberbia, la insolidaridad, el egoísmo, el profundo desprecio y la crueldad para quien consideras inferiores a ti o, sencillamente no son de tu camada, de tu grupo, de tu secta… eres todo esto, ya lo eras en la facultad-entonces con menor disimulo- y, además, eres una “trepa” absoluta, todo, cualquier medio vale-absolutamente cualquiera-con tal que doña Ana Matas Quirós consiga su objetivo… o su capricho…
-Nosotros, añadió Pedro, podemos dar fe de todo esto entonces… y ahora. Has dejado muchos “cadáveres” a tu paso… pero, Aniuska, los cadáveres no roen sus deseos de venganza, de revancha, durante trece años… eso, como mucho, puede quedar latente, olvidado, enquistado… es preciso reanimarlo con violencia, emplear un auténtico revulsivo, como se actúa ante un fallo cardiaco, para revivirlos, resucitarlos… y eso Aniuska también supiste hacerlo con nosotros hace poco más de un mes. Despertantes nuestros fantasmas ya olvidados y ahora bailarás con ellos, con lo peor de nosotros…
-No os entiendo, ¡Esto es una locura! ¡No puede ser ni real! ¿Es una broma pesada? ¿Es eso?... ¡Dios mío, estáis absolutamente perturbados, locos de atar! ¡Dejadme de una vez cabrones e iros de mi casa a la puta calle! ¡Dejadme de una puta vez con vuestras locuras!
-Eso que estás haciendo en estos momentos, eso precisamente es lo que Pedro te acaba de decir que sólo te acarreará situaciones muy muy complicadas, enormes contrariedades, sufrimiento inútil y más dolor del estrictamente necesario. Venimos, Ana, absolutamente determinados a hacer contigo lo que queremos hacer, venimos a disfrutar de ti-quieras o no quieras-y, cuatro gritos y dos insultos de una “niñata” mimada de 35 años, no nos van a hacer cambiar de opinión.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 5
-Mira Ana, comenzó Pedro, ahora inusitadamente parlanchín y seguro, es viernes por la noche-acaba de comenzar más bien, nos hemos informado y sabemos que el servicio no volverá hasta el miércoles a media mañana. No has concertado citas con nadie, ni previsto ningún viaje, nadie te espera y nadie te va a echar de menos…contamos, para ser exactos con la noche de hoy, el sábado, el domingo, el lunes y el martes. La mañana del miércoles se nos antoja muy muy lejana ¿No te parece?
Ana estaba callada, inexpresiva, como bloqueada… parecía que ¡por fin! Se daba cuenta de que estaba encerrada en su propia casa con dos absolutos desconocidos de intenciones, como poco, nada agradables… por una vez en su vida ¡No sabía qué coño hacer! ¡Joder, que locura!...
-Pero vayamos a lo práctico y a lo concreto, Aniuska es una ejecutiva, una mujer de acción… estará ansiosa por llenar su “agenda” para este “finde”, ¿verdad Ana?... En principio no pretendemos utilizar más violencia que la estrictamente necesaria, pero eso… Ana, va a depender mucho de tu actitud.
-¡Vais a violarme! Es eso, ¿no?, ¡Guarros! ¡Maricones!...siempre es lo mismo… y lo disfrazáis de sabe Dios qué… violada por dos impotentes perdedores de mierda ¡Joder!... pues ya estáis perdiendo tiempo… ¡empezad de una puta vez MIERDAS!...
-Mira Ana, esa es una buena idea, ya tenía ganas de que lo pidieras…
Nos acercamos a ella, ya absolutamente excitados, la situación, estos últimos insultos, aún habían animado más nuestra lívido…
-Será preciso algo de coordinación, Pedro, vayamos sin prisas… eso las gusta más…
Ya estábamos junto a ella, yo de frente y Pedro por su derecha y desde atrás…
-Ana, quítate la chaqueta… estarás más cómoda. Obedeció sin protestar y dejo la chaqueta, cuidadosamente doblada, en el brazo del sillón. Ahora su blusa verde luminoso traslucía sin lugar a dudas su hermosa silueta y su sujetador casi transparente, del mismo color, mostrando casi a las claras sus bonitas tetas… el famoso latigazo se dejo sentir con inusitada violencia.
Pedro, algo más alto que yo y mucho más que Ana, resoplaba ansioso sobre su nuca a la vez que derramaba su mirada, con intensidad, por su escote.
-El primer polvo se lo echaremos vestida… me pone más, dije a Pedro, ¿te parece?
-Sin problemas, hay tiempo para darnos todos los caprichos…
Me acerqué a ella. Había adoptado una postura de pasividad extrema, imagino que pretendiendo evitar en la medida de lo posible cualquier sensación o grado de implicación, no quería ser una planta, sino una piedra… y si era posible una roca…Su expresión había desaparecido, parecía una zombi, una mueca, una máscara… pero, esa actitud la iba a resultar muy difícil de mantener…
Poco a poco empecé a soltar, ante su absoluta pasividad, uno a uno, despacio, los botones de su blusa que, una vez liberada deslizó desde sus hombros recorriendo su espalda y cayendo al suelo, hasta que se mostró espléndida ante mí… la observé con descaro,… con satisfacción… ¡Qué buena estás¡-no pude reprimir la exclamación…
Mientras, Pedro se afanaba en explorar bajo su falda… recorriendo sus muslos… ascendiendo por ellos con las dos manos, absolutamente coordinadas, centrándose ya en la cara interna de sus muslos…Estas maniobras iban esbozando una cierta inquietud en Aniuska que parecía ya no tan monolítica en la postura adoptada inicialmente… una de sus medias, sin duda debido a las intensas caricias de Pedro, ya resbalaba, arrugada, por su pierna y la falda estaba ligeramente subida…
Yo decidí centrarme en sus pechos, quería tocarlos, acariciarlos, sobarlos,… por fortuna su sujetador, última y transparente frontera, era de esos que permiten su apertura frontal… ¡zas! Y, ante mí sus dos tetas se ofrecieron espléndidas, dulces y duras al tacto… en su punto, sus pezones, rodeados de una aureola absolutamente rosa, prometían dar mucho juego. Empecé a acariciar sus copas desde abajo hacia arriba con mucha suavidad, muy despacio… entreteniéndome a ratos en sus pezones. La hice abrir la boca (lo aceptó con una sumisión sorprendente) y humedecí en ella mis yemas. Con ellas acaricié ahora con mayor detenimiento e intensidad sus pezones, a ratos y a la vez, entreteniendo en esta maniobra mis dedos índice y pulgar. Podía sentir su piel erizada, el aroma de su perfume más profundo (activado por su incipiente sudoración), sus pezones cada vez más endurecidos…
Pedro mientras se había centrado en su vulva, acariciando primero sus labios externos, luego su clítoris y ahora, sin dejar de prestar atención a aquel, jugueteaba descaradamente con sus dedos (dos o tres de ellos) en el interior de su vagina. Sus bragas-también verde vivo, de las de talle bajo y forma pantaloncito-asomaban ya por debajo de la falda.
Se notaba su transpiración, sus piernas algo entreabiertas, su piel erizada, sus pezones a punto de estallar, su inquietud, su ansiedad… su cara era un cuadro entre el gesto de indiferencia contenido y el brillo lascivo del deseo… debía de ser una auténtica tortura y ¡además! ¡Forzada! ¡Violada!...
-Pedro, dije, quiero que esta puta me la mame ya… ¿Cómo lo hacemos?...
-Apoyémosla en aquella mesa del fondo…tú te pondrás frente a ella y podrá mamártela a placer, yo, mientras la encularé como nunca se lo han hecho…jajajjaaj
-¡No, eso NOOOOOOOOO!-gritó Aniuska-mi culo es virgen. Eso no, por favor…
-Ana, zorra, creo que no te sitúas, no te centras, no estás aquí con tu novio o uno de tus admiradores… estás con dos tíos que te han tomado como su esclava sexual y que te vamos a hacer lo que queramos… te guste o no. ¿Has entendido ahora?... más vale que no te resistas, no me gusta ser violento…
De un empellón Pedro colocó a la zorrita en la postura prevista…las tetas quedaban al aire, lo que nos permitiría “jugar” con ellas alternativamente…
-¡Bájate las bragas y sube la falda hasta la cintura! Quiero ver tus caderas libres y ese culo en pompa. Ana, con la cara absolutamente roja y a punto de llorar, obedeció una vez más con absoluta sumisión. A otra orden mía deslizó el sujetador, ya sin tanto cuidado, al suelo. Adoptó la postura indicada sobre la mesa.
Yo me puse frente a su cara y solté mi pantalón, bajándolo hasta media pierna junto a los calzoncillos. Mi pene mostraba una enorme erección… me acerqué a ella y la ordené-¡Empieza puta! Ella empezó a afanarse en su tarea como una auténtica experta, casi profesional, subiendo y bajando por mi cipote con su lengua, ensalivándolo a conciencia y de vez en cuando lo acariciaba con unos toques “justos” que lo enardecían aún más. Yo mientras entretenía mis manos magreando sus tetas con intensidad creciente, pero aún sin crueldad. Ahora ya introducía la polla-enorme a este punto-en su boca, permitiéndome un paseo completo por ella… mi pene estaba cada vez más y más duro…
Pedro, agarrándola por las caderas, no se estuvo en probaturas y hundió su más que erecta tranca en el interior de Ana. Un enorme y desgarrador alarido indicó que se había producido la primera introducción. Para evitar sus gritos le dije-ahora zorra te follaré esa boca como si fuera un enorme coño-y agarrándola el pelo a la altura de la nuca empecé a bombear mi polla en su boca dentro y fuera hasta hacer chocar mi capullo en su garganta y mis huevos en sus morros. Casi no podía respirar y mezclaba sus resuellos con alguna que otra arcada.
Pedro volvió a penetrar de forma más profunda pero, esta vez el alarido fue silenciado por mi polla. Tan sólo unas lágrimas que rodaban gordas de sus ojos delataban su enorme sufrimiento. Por otra parte mi bombeo, agarrado con firmeza a sus tetas, era cada vez más intenso y rápido, más profundo y violento,… quería CORRERRRRMEEEEE, pero me esforcé en retrasar el momento.
Pedro, en un tercer impulso, había tocado fondo-si es que lo hay-y sus huevos chocaban ya en el culo de Ana. Decidí dar rienda suelta a mi deseo y agarrando aún mas fuerte sus doloridas tetas, a modo de asidero, bombeé como un poseso su boca, rápido y profundo, cada vez más y más, casi ahogándola, hasta que sentí llegar mi leche que inundó su boca, hasta casi rebosar. La saqué despacio, propiciando que tragara toda o casi toda…y me separé para observar la consumación final de Pedro.
Éste, una vez conseguido el alojamiento completo de su herramienta en las entrañas de Ana (unos hilillos de sangre salían de su forzado ano), comenzó a bombear dentro de ella, primero muy despacio, sacando y metiendo ligeramente su tranca, entre los cada vez mayores aullidos de la zorra que tampoco podía evitar los jadeos. El ritmo se fue acelerando por espacio de cinco minutos, mientras ella aullaba e intentaba inútilmente zafarse. Por fin entre un ritmo salvaje, frenético…ella sólo pudo gemir y, mientras Pedro se corría gloriosa y estruendosamente, llenándola con su leche, creí intuir en ella un a modo de orgasmo. Una vez descargado, mantuvo su tranca dentro de ella uno o dos minutos en los que Ana pareció tranquilizarse. Luego la sacó de golpe provocándola un respingo… Estaba medio tumbada sobre la mesa, visiblemente agotada, chorreando semen por boca y culo, en este último con algo de sangre. Pedro, algo cruel, la espetó, ¡Ahora arrodíllate frente a mí y límpiame con la boca esta mierda que has dejado en mi polla! Aniuska, sumisa, obedeció con diligencia, sin rechistar, y poniendo verdadero empeño, casi celo, en la labor encomendada.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 6
Ana estaba sentada en el suelo, sólo llevaba puesta la falda, una de las medias (la otra estaba arrugada en su tobillo) y los zapatos. Su cara era un poema: el rímel corrido, algo de semen reseco chorreaba de su boca, y la pintura de labios absolutamente esparcida. Se la notaba agotada, humillada, vencida… ¡Qué diferente a la orgullosa Ana Matas que vimos esta tarde! ¡Cómo pueden cambiar las situaciones!...
Aún no era medianoche… y esto no había hecho más que empezar… Ahora quería ensañarme un poco con ella. Que fuera consciente de su derrota, de su precaria situación, del calvario que, sin duda, la esperaba durante este largo, larguísimo, fin de semana. Esto la haría más sumisa, más entregada, más obediente y, por supuesto, más miedosa y temerosa del posible castigo…
-¿Cómo te sientes Ana?¿Lo estás pasando bien?-le dije con una sonrisa sarcástica iluminando mi cara-¿Imaginas las sorpresas que aún te aguardan? Me gusta que seas obediente y no haya sido preciso castigarte…
Ella levantó la mirada, su collar y pendientes de perlas como única indumentaria que cubriera su torso,… ¿Por qué os ensañáis así conmigo?¿Qué os hice?... Ni siquiera os recuerdo… Tú, un juez, haciendo esto.
-¿Descontenta la señora?, dijo Pedro que volvía de la cocina con un par de copas. ¡Levántate y ven aquí!, espetó mientras me pasaba mi copa.
Ana se incorporó como empujada por un resorte. El miedo, el pánico diría yo, se reflejaba en sus ojos ante la sola presencia de Pedro en la sala. El trabajo que había propinado a su culo-forzada, violada brutalmente-había dejado sin duda una profunda huella, psicológica más que física, en ella. Se acerco caminando algo maltrecha pero absolutamente espléndida, ¡Qué cara!¡Qué ojos!¡Qué melena!¡Qué cuerpo!¡Qué forma de caminar, de moverse! Esta mujer, aún en esta situación, parecía una diosa… una diosa caída, prisionera, sometida,… pero una diosa.
-Atiende, dijo Pedro, vamos a proseguir con tu adiestramiento y doma como puta esclava sumisa. A partir de ahora te dirigirás a Juan y a mí como “Amo”. Dirás… ¿Qué desea mi Amo?¿Le satisface a mi Amo?¿Qué puedo hacer por mi Amo?... en definitiva, considérate como una mera posesión, un objeto, a lo sumo un animal… Tu cara, tus ojos, tu boca, tus tetas, tu coño, tu culo, tu pelo,… todo tu cuerpo, toda tú-si eres algo más que cuerpo-eres nuestra. Olvida tus deseos, tu opinión, tus posesiones,… todo eso se acabó esta tarde cuando nos adueñamos de ti… Por supuesto harás lo que te digamos con nosotros o con las personas, animales o cosas que te digamos. Nada será demasiado doloroso, demasiado desagradable, demasiado obsceno o vicioso… ¿Queda claro?¿Lo has entendido puta?¡Responde!
-Sí, entiendo lo que me dices…pero no entiendo porque os empeñáis en tratarme así…
Una sonora bofetada marcó la cara de Aniuska. Pedro la había golpeado sin ninguna consideración. Su cara estaba marcada de púrpura y, sin hablar, tres gruesos lagrimones caían de sus ojos…
-Te dije claramente que te dirigieras a nosotros como Amo. ¿Qué parte no entendiste zorra?¿Es difícil para la segunda de la “promo”?¿Se necesita al primero para entender eso?
-Ahora zorra, volvió a hablar Pedro, quiero que me respondas correctamente… ¿Queda claro?¿Lo has entendido de una vez puta?
-Sí Amo, lo he entendido perfectamente Amo, respondió Ana aún temblorosa. Lo que no entiendo Amo es porqué mis dos Amos se empeñan en ensañarse de esta forma con su sumisa esclava… Soy la puta de mis Amos, me someto con gozo a sus deseos… ¿Por qué mis Amos no están contentos con su zorra?¿Qué ha hecho mal la esclava?...
Casi me daba pena escucharla… se notaba el miedo en su cuidadosa forma de hablar… el miedo y que estaba dando vueltas a su pasado universitario desde hacía bastante tiempo. Estaba claro que no sabía ni porqué, ni por dónde le venía este golpe…
-La esclava, zorra, está para esto. Eso es lo único que tienes que saber, dijo Pedro. ¡Ven! Me harás otra mamada, ¡acércate!... o mejor dicho… me follaré esa boca tan dulce y cuidada.
Ana se acercó a Pedro que estaba de pie. La quitó la media que arrastraba por el tobillo y con ella le amarró fuertemente las muñecas a la espalda. Así aún parecía más frágil, la hizo arrodillarse frente a él y sacó su polla, mansa, colgante-aún no se sentía excitado-. ¡Empieza puta!, la dijo con autoridad… Ella empezó a lamer cuidadosamente su aparato, entreteniéndose de forma eficaz en su glande. También lamía sus testículos y frotaba sus tetas, ofreciéndose entera a él. Seguía este proceso metódicamente, como era ella en todo, pero, lógicamente, sin pasión-absolutamente humillada, dolorosamente hundida (¡Tener que hacer aquello con aquel zafio, aquel guarro repugnante!, pero, ¿tenía alternativa?... era mejor consentir y esperar que todo esto cesara). Pedro empezaba a mostrar una erección considerable, más que considerable diría yo, y, de pronto agarro el pelo de Ana por la nuca, y, sin previo aviso, hundió su polla hasta el fondo… Ella sintió una enorme arcada y él, sin la más mínima compasión, empezó a bombear en su boca, con intensidad, con fuerza, con rabia… se notaba que disfrutaba enormemente humillándola así, utilizándola como un estercolero, masturbándose en su boca… ¡Juan, mira!, mira como lo hace la muy puta. ¿Dónde habrá aprendido doña Ana a mamarla así?... jejejejje… la voy a pelar las encías a la muy zorra… esto es lo que les pasa a las niñatas engreídas… jejejeje… ¡Cómo me gusta joder! Ahora se lo traga todo, ya verás,…
Llevaba ya más de diez minutos de mamada y Ana a duras penas conseguía respirar, jadeaba y en su cara no podía disimular una marcada mueca de asco… deseaba con todas sus ganas que Pedro se corriera de una vez. Al fin sucedió, acompañado de varios y sonoros, demasiado sonoros para mi gusto y la situación, alaridos, se corrió como un animal, llenando la boca de Ana con su semen que chorreaba, cayendo algunas gotas sobre sus tetas… ¡Trágatelo todo puta!¡Todo!... Ana se esforzaba, pero algunas gotas escapaban… ¿Te ha gustado?¡Responde!... Síeee, Mammo (con la polla dentro no podía hablar correctamente). Ah, te la sacaré. ¡Di!... Sí mi Amo me ha gustado enormemente. ¡Vale! Ahora limpia mi polla con cuidado y lame las gotas derramadas en tus tetas… Así, así, perfecto, zorra.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 7
Sentí pena y asco…era demasiado…¿Había creado yo aquel animal que ahora parecía Pedro?...
Pedro estaba irreconocible…¡Debía de parar aquello!... Pero, claro está, sin mostrar debilidad…
-Juan, estoy cansado, me dijo…
-No me extraña, miré de reojo a Aniuska, te has esforzado en extremo. Descansa, vete a dormir, ya me encargo yo del animal…
-Pues, te lo agradezco, estoy rendido y … ¡Las 3:00 de la madrugada!... ¡Perra!¿Dónde está el dormitorio principal?
-Mi Amo lo visitó antes conmigo. Está en la planta superior de la vivienda de su esclava. ¿Recuerda mi Amo?¿Quiere que su perra le guie?...Ana respondió, sin mirarle, postrada…
-¡Déjala, Pedro!... Yo también quiero gozarla…
-Lo entiendo, respondió…He sido un egoísta. Pero, ¡QUÉ MAMADA!... ¿Dónde aprendió?...
-Ya me lo dirá… Descansa, nos quedan cuatro largos días… y sentí estremecerse a Ana.
Pedro al fin se decidió. Subió las escaleras, le oí trastear… y luego… el silencio. Ana, en el suelo, lloraba, también en silencio…
Quería dejarla… que descansara… que se tranquilizara… mañana será otro día, pensé…
Me acerqué a ella y… otra vez ese maldito latigazo… era demasiado perfecta… estaba demasiado buena como para dejarla pasar… había que aprovecharla… sólo una vez más y… a dormir…
-Ana, Aniuska, le dije, ¡levanta!, ¡vamos arriba!
-¿Mi Amo desea algo de su puta esclava?¿Quiere follársela?...
Se incorporó, sus tetas al aire, su falda, sólo una de sus medias (la otra amarraba sus manos a la espalda), zapatos de tacón, sin bragas,…
-¡Acércate!, le dije, y ella obedeció… la acaricie la cintura, bajé a sus caderas, la olía… que buena estaba… ¿Qué te gustaría?
-Que mi Amo follara el coño de su puta esclava…
-¿Dónde aprendiste a mamarla así?
-En mi trabajo… después de la facultad, no lo es todo… pero ayuda. A Pujalte le encanta…Con él la primera vez, con él practiqué y practico… a diario…con el hijo ahora, con el padre antes…
-¿Se lo dirás a Pedro?... parecía muy interesado. Yo seguía acariciando, con suavidad, su cintura. Hacía resbalar mis manos por su costado, subiendo,… llegando al fin a sus pechos, tan perfectos, tan suaves,… Me gustaba enormemente aquella mujer… Sus manos, atadas a su espalda, la exponían más,… la hacían ofrecerse…
-¿Mi Amo complacerá a su esclava?...
-¡Sí, lo haré!... Empezamos a subir, lentamente, caminamos por el pasillo… al fondo, la habitación de invitados, magnífica.
Entramos… Ana, ¿Por qué quieres que te folle? ¿No has acabado cansada?... Contéstame con sinceridad…
-Quiero que mi Amo me posea como a una mujer… Hasta ahora, he sido la puta de mis Amos. Sólo mamadas y sodomía. Quiero un polvo normal, aunque sea sin cariño.
Yo seguía acariciando a esta bella mujer. Ella parecía agradecerlo… su piel se erizaba… sus ojos empezaban a brillar. La solté la falda que también cayó al suelo… Su sexo era precioso… completamente depilado, salvo una finísima línea, daban ganas de comerlo… La tumbé en la cama… Me desnudé despacio, tranquilo, saboreando el momento,… y me coloqué junto a ella en la cama. Mi pene aún no estaba a punto… ella se dio cuenta y decidió ponerlo a punto. Acercó su boca a mi miembro y, una vez más, inició una soberbia MAMADA… Aquello empezaba a dar sus frutos, ¡Dios mío!... La agarré por los hombros y me puse sobre ella. Abrí sus piernas… y deslicé mi polla en su vulva… cálida, húmeda,.. Oh, qué gozada. Empecé a bombear insistentemente, pero con suavidad, como acariciando su sexo, llenándola y embriagándome en ella, una y otra vez, más y más… Ella gemía, con suavidad, gozando también… sus piernas se posaron sobre mis hombros, para sentirme más, cuando yo ya embalaba mis envestidas buscando el clímax final, fundirme en ella,… ¡CORRERME!... Ella jadeaba más y más… disfrutando, feliz al fin…
Me dejé llevar… en ella, sentí cariño, me dejé ir… y me vacié en sus entrañas, cálido, suave, pero intenso, buscando el fondo, ¡Ohhhhhhh!... y ella me acompañó, fundidos en un mismo orgasmo, mientras besaba sus labios,… Se sintió mujer, por una vez en la noche…
-Mi Amo me ha follado como a una mujer, su esclava lo agradece,…
La empecé a acariciar la entrepierna, su clítoris,… rozando la liga de su media, notando sus sobresaltos, sintiéndola húmeda, tibia, cálida,… quería que volviera a llegar a su clímax, que volviera a gozar,… sus manos atadas facilitaban mis caricias, ella cerraba los ojos, se dejaba hacer, gozando y disfrutando, por fin en esta noche horrible, del sexo que la daba,…
-¡Ohhhh… mi Amo!¡Qué placer, qué gozo!¡Ohhhhhhh……..!, dijo Ana, más bella que nunca, así relajada, en pleno orgasmo,… corriéndose en mis manos… y, por fin, decidí dejarla dormir, desnuda, junto a mí…
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 8
Me despertó el insistente sonido del timbre que llegaba desde la planta de abajo. Era persistente, una y otra vez, como si se tratara de una situación de alarma.
Abrí los ojos y me encontré junto a Ana que dormía plácidamente, desnuda y relajada, junto a mí, que también estaba completamente desnudo. El timbre sonaba una y otra vez, sin pausa, sin dejar un solo respiro. Rápido me dirigí al baño, donde me cubrí someramente con un albornoz, y bajé, acuciado por los timbrazos que no cesaban, rápidamente las escaleras.
Abrí. Frente a mí una guardia jurado, uniformada como el personal que vimos a la entrada de la urbanización, no cesaba de pulsar el timbre.
-Señorita, dije, creo que sería mejor que dejara de importunarnos constantemente con esos horribles timbrazos. Ni siquiera se ha dado cuenta de que ya la hemos abierto.
-Oh, perdone, dijo algo aturdida, es que… Bueno, es que estoy francamente preocupada. Desde ayer la alarma de este chalé está desconectada. Es absolutamente inusual y nuestra obligación, en estos casos, es comprobar que no sucede nada anormal.
-Efectivamente, dije, no sucede en absoluto nada que sea preocupante. Simplemente mi amiga y yo ayer nos acostamos un poco tarde. Como es lógico pretendemos descansar todo lo que sea posible.
-Disculpe, dijo la guarda, pero la única persona autorizada para indicarnos que no sucede nada anormal es la propietaria de la vivienda y, obviamente, como queda a la vista, usted no lo es.
-La propietaria es mi amiga Ana Matas que, en estos momentos, duerme plácidamente en el piso superior. Como comprenderá, señorita, no estoy dispuesto a despertarla para que usted se quede más tranquila.
-En ese caso, caballero, no tendré más remedio que realizar una inspección ocular. Es así como lo marcan nuestros procedimientos operativos.
Se trataba de una chica joven, diecinueve o veinte años, más bien alta, espigada, pelirroja (natural o teñida era difícil de descifrar), uniformada con chaqueta y pantalón azules, camisa blanca y corbata azul. Calzaba los típicos zapatos de guarda jurado (en absoluto femeninos) y, en su cinturón, quedaban a la vista un revólver en su funda y un par de esposas. En su conjunto podía considerársela atractiva a pesar de la poco favorecedora indumentaria que, por razones de trabajo, estaba obligada a exhibir.
-Pase usted señorita y proceda a realizar su trabajo. Procure, no obstante, evitar molestias a la propietaria y sus invitados. Creo que ya se ha ensañado usted suficientemente con el timbre. Por otra parte, y espero que no le resulte molesto, procederé a acompañarla ya que no me consta, en absoluto, que sea ese el procedimiento autorizado por mi amiga.
La pelirroja entró al salón. En uno de los sillones la chaqueta de Ana y, por el suelo, desperdigadas, la camisa verde, su sujetador y sus bragas… No parecía el mejor de los comienzos.
-Vaya, parece que se trató de una fiesta animada, comentó de forma insolente la pelirroja.
Se la notaba algo tensa, nerviosa, observando por aquí y por allá, como preocupada. En mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la forma en que debía de sorprenderla. No había que olvidar que, en definitiva, y a pesar de su juventud, iba armada de revolver. Debía de aprovechar algún descuido. Para ello, era importante, sin duda, que fuera lo más próximo a ella. De esa forma, en cualquier momento, me abalanzaría sobre ella y la inutilizaría poniéndole sus propias esposas y evitando que empleara su revólver.
Después de revisar el salón, bastante a fondo, la pelirroja decidió seguir por el resto de la planta baja. Recorrió el largo pasillo que comunicaba con una pequeña salita y con el despacho de Ana. Se introdujo en la salita que revisó rápidamente y, al salir, casi tropieza conmigo.
-Perdona, le dije, mientras me apartaba ligeramente.
Ella masculló un “oh, no ha sido nada” y, rápidamente, pasó al despacho. Yo la seguí de cerca. Observó un poco por encima viendo que todo estaba o parecía en orden. Cuando vi que se disponía a salir, forcé deliberadamente el tropezón, esta vez con fuerza e intención. La chica trastabilló y perdió el equilibrio. Yo aproveché para lanzarme sobre ella y, dándole la vuelta, la sostuve las dos manos a la espalda. Saqué las esposas de su cinturón y se las puse. Después saqué el revólver de su funda y lo puse sobre la mesa del despacho.
Estaba completamente desorientada. Aún no sabía lo que le había pasado. Estaba tendida en el suelo con las manos esposadas a la espalda y sin revolver.
-Bueno, dije, levántate pelirroja. Quiero cachearte a fondo. No quiero tener sorpresas contigo.
-¿Pero, se ha vuelto loco? ¿A qué viene esto? ¿Acaso es usted un ladrón, un secuestrador, un delincuente?
-¡Levántate!... No quiero tener que repetirlo…
Estaba excitado. Quería cachearla muy muy a fondo. Bajo el albornoz mi polla decía buenos días, alzada y festiva. Tenía ganas de fiesta y aquella jovencita me venía de perlas. Empezaría con un cacheo y registro intenso y… luego… bueno, ya veríamos…
La agarré por un brazo y la hice levantar… ¿Cómo te llamas pelirroja?
-Me llamo Rosario… me contestó.
-Rosario, la dije, ponte contra la pared, de cara a la pared, voy a cachearte. ¿Sabrás como va esto, no?... Tranquilita y sin protestar, ¿de acuerdo? Ella asintió.
Empecé a subir mis manos por su pierna izquierda, lentamente, estaba muy bien hecha la cabrona. Me estaba poniendo… Nada, no tenía nada,… Ahora la derecha, también despacio, la notaba tensa.
-Creo, Rocío, que te bajaré el pantalón. No me fío un pelo de ti.
-Rosario, dijo la pelirroja, me llamo Rosario, no Rocío. Y, por favor, cachea pero no te pases un pelo, no es necesario…
-Rosario, creo que no estás en posición de exigir lo más mínimo. Voy a cachear como considere oportuno y como me apetezca. Si quiero pasarme me pasaré y tú, mientras, calladita estás mucho más mona. Por cierto, ¿qué edad tienes segurata?
-Diecinueve, en dos meses cumpliré veinte…
La solté el cinturón, la hice volverse, y solté el botón antes de bajar la cremallera. Bajé el pantalón… pero, los zapatos impedían su salida. Decidí quitárselos… cordones, y fuera uno… ahora el otro. Ahora la saqué los pantalones. Los faldones de su camisa blanca la cubrían a modo de minifalda… La quitaría los calcetines… afeaban sus piernas…
-Rocío, la dije, contra la pared, mirando a ella y… calladita, ya sabes. No quiero oír absolutamente nada, ¿de acurdo?, ¿entendido?
Ahora repetí el cacheo anterior pero llegando hasta tocar con el dorso de mis manos su tanga… que ganas tenía de seguir tocando… La hice volverse, desabroche su chaqueta, la abrí completamente, desajusté su corbata, empecé a soltar los botones de su camisa, despacio, uno a uno,… Su cara era un poema, pero estaba callada, absolutamente callada,… Solté todos los botones y comprobé que no llevaba sujetador… sus tetas me saludaban por debajo de la camisa… Y esto, ¿es reglamentario Rocío? No, creo que debes ir completamente vestida.
-Es muy incómodo, demasiada ropa, además, con la chaqueta, no se nota nada… En verano, sólo con camisa, si lo llevo. ¿Te vas a quejar a mi jefe, CABRÓN? ¿Te quejarás después del magreo?... ¡Menuda cara! Además me llamo Rosario, no Rocío, te lo he dicho dos veces HIJO DE LA GRAN PUTA…
Esto me encendió totalmente, mi polla se puso completamente dura, me la quería follar y me la iba a follar, hasta que me hartase. La iba a hacer de todo joder.
-Mira zorra, le dije, esto te va a costar una follada. Le bajé la chaqueta, le abrí la camisa, su tanga azul quedó al aire, y sus tetas también. La miré despacio, me gustó, era jovencita, tenía un tipazo,… su coño estaría estrechito… y lo demás… se lo enseñaría yo.
Empecé a sobar sus tetas, despacio, entreteniéndome en sus pezones,… primero acariciando… luego… pellizcando… se ponían duros, su mirada mostraba su excitación… Metí mis dedos en su boca, los ensalivó, seguí con sus pezones…
-¿Te gusta zorra? ¿Gozas so puta?... la oía gemir… no necesitaba su contestación… La bajé el tanga… y vi su coño depilado de forma integral… ¡Qué ganas de metérsela!...
La puse de espaldas sobre la mesa… la hice abrir las piernas (ella las cerró rodeando mi cintura), abrí mi albornoz, mi polla estaba totalmente erecta, casi me dolía,… ella estaba a punto, lo notaba,… Se la hundí hasta dentro, estaba chorreando y entro dulce, suave,… Uffff… ¡Qué rica, deliciosa! ¡Qué estrechita!... Empecé a bombear una y otra vez, cada vez con más intensidad, cada vez más profundo… Seguía sobando sus tetas… Estaba en el quinto cielo… seguí durante cinco, diez, quince minutos,… aguantando la corrida, haciendo el momento más largo, alargando el placer… Ella se corrió, mientras, dos veces… la segunda coincidió con la mía… ¡Qué gozadaaaaaa!¡Qué barbaridad!
La había llenado con mi leche, como un animal, bombeándola dentro de ella diez o doce veces, hasta que rebosó… Ahora la dejé allí dentro, calmado, tranquilo… viendo su cara de puta saciada… hasta que la saqué provocando un brinco en ella…
La dejé sobre la mesa. Pero, pensé que faltaba algo,… me volví… ¡Baja y límpiame!
-¿Cómo?, preguntó ella.
-Con la lengua, rápido… Bajó de la mesa, se arrodilló frente a mí e inició su trabajo. ¡Qué bien la maman todas ahora!... Se me volvió a poner dura… La agarré de la nuca y empecé a bombear con violencia en su boca… una y otra vez, no podía más,… me iba a correr de nuevo… Ella apenas podía respirar… Y yo seguía como un poseso… decidí correrme primero en su boca y, luego, después de los dos primeros latigazos, sobre sus tetas… ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 9
Ya descargado y relajado decidí juntar a Rosario y Ana.
Cogí a Rosario por un brazo y la hice seguirme. Subimos las escaleras hasta la habitación en la que habíamos dormido la noche anterior Ana y yo.
Al entrar vi a Ana, que parecía recién despierta, sobre la cama desnuda y relajada.
-¡Hola Ana! Te traigo una amiguita que dice que te conoce, le dije, mientras le mostraba a Rosario a la que acababa de hacer entrar.
-Sí, contestó, es una de las vigilantes de la empresa de seguridad. A menudo la veo por la urbanización. Creo que es una chica agradable y maja.
-He pensado, Ana, que podemos pasar un buen rato los tres. Creo que te gustará y, al mismo tiempo, podremos proseguir con tu entrenamiento.
Al oírme creí percibir cierto grado de intranquilidad y tensión en el rostro de Ana. Rocío, perdón, Rosario seguía con ese aspecto de zombi que había adquirido durante la sesión que habíamos tenido en el despacho.
-Bueno, Rosario, quiero que atiendas… Ahora soltaré tus esposas. No intentes ninguna tontería porque seguro que sufrirás un importante castigo por ello. ¿Queda claro?
Rosario asintió con un gesto. Me puse a su espalda y la solté las esposas. Baje su chaqueta sacándola por uno de los brazos y de repente, cuando iba a proceder a repetir la operación con el otro brazo, ella se revolvió intentando empujarme. Estuve listo y le esquivé, de forma que la que cayó al suelo de bruces fue ella. Esta acción provocó en mí un terrible enfado. Puse mi pierna sobre su espalda, saqué el otro brazo de su chaqueta, la volví a esposar y, dándole la vuelta de forma que quedará mirando hacia mí, le solté un sonoro bofetón y le dije: Te advertí claramente que no te comportaras de esta manera ¡zorra! Esto te costará bien caro.
Ana se había quedado sorprendida, como paralizada. No me había visto nunca así de enfadado… Me tranquilicé, procuré calmarme. Sería mejor para todos…
Bien… allí las tenía a las dos… Habría que disfrutar un rato… No compensaba enfadarse, dejarse llevar por la ira, mejor relajarse…Pero, esa estúpida, Rosario, debía de pagar por lo que había hecho. Si se marcaban unas reglas… había que cumplirlas…
Bueno, esta era la situación, Ana estaba desnuda, medio incorporada y con las manos atadas a la espalda, sobre la cama. La estúpida pelirroja estaba tumbada en el suelo, boca arriba, con una enorme bofetada marcada en la cara. Lloraba, absolutamente asustada, temiendo el castigo que, sin duda, muy pronto habría de soportar. Había sido una enorme estupidez, se repetía una y otra vez mentalmente,… que soberbia tontería…
-Bueno, Ana, ¿me puedo fiar de ti?¿puedo soltar tus mano?
-Mi Amo puede confiar en su sumisa esclava. Puede hacer con ella lo que crea más conveniente.
Al escuchar estas palabras de doña Ana Matas, Rosario se quedó perpleja, casi boquiabierta. No entendía nada… aquella mujer siempre tan segura de sí misma, que tenía a raya a todos, absolutamente todos por veteranos, retorcidos o prepotentes que fueran, los miembros del servicio de vigilancia, tan altiva,… hablando de forma tan extremadamente sumisa… ¡Por Dios!¿Qué había pasado allí?¿Qué le habían hecho? Y… ¿Qué le harían a ella?¿En qué lío estaba metida?...
Me acerqué a Ana y liberé sus manos… ¡Aséate! Te sentirás mejor, venga, te dejaré a tu aire.
-Como mi Amo diga. ¿Quiere asear mi Amo a su animal?
-¡No! Te dejaré sola… deposito mi confianza en ti, espero, por tu bien, que no me defraudes…
Ana se introdujo en el baño y, poco después, empezó a sonar el agua que llenaba la bañera. Algo de vapor que escapaba por la puerta un poco entreabierta confirmaba que Ana, seguramente, había optado por un baño reparador… y, al menos psicológicamente, purificador… La vendría bien, no era bueno que estuviera excesivamente tensa…
Miré a Rosario… ¡Joder!... la niñata de mierda la había liado… tenía que pensar en su castigo…
-¿Te han roto el culo ya?¿Sabes ya lo que es eso?¿Te gusta?... Espero que sí porque, tu enorme estupidez de antes, te va a proporcionar un curso de perfeccionamiento al respecto… ¿Me oyes?... Ella permanecía en silencio, ni siquiera me miraba… parecía aterrorizada.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 10
Rosario estaba realmente aterrorizada…respiraba con dificultad, fruto de la ansiedad, el pánico, que su inminente sometimiento a la más brutal sodomización le producía. ¡Me la meterá por el culo! ¡Dios mío!... ¡Qué horrible! ¡Qué dolor! ¡Qué…asco! Me va a tratar como a una puta, peor que a una puta…me va a violar…sin misericordia, con rabia… ¡Qué estúpida he sido! ¿En qué estaba pensando? ¿Qué he pretendido hacer?...
Tengo que actuar con serenidad e inteligencia, me decía yo. Al menos Pedro seguía durmiendo… Eran apenas las once y, después de la noche animada que había pasado, no creía que se despertara antes de la una. ¡Mejor!...pensé. Lo primero era saber si sus compañeros echarían de menos a Rosario…después…relajarse y disfrutar de este par de putas.
Me acerqué a ella, despacio…la miré…sólo la camisa, la corbata y las esposas. Estaba buena la jodida… la manosearía un poco, eso la debilitaría…La agarré del pelo y la hice incorporarse hasta ponerla de rodillas frente a mí, me saqué la polla soltando de nuevo el cinturón del albornoz…sin decir una sola palabra…La puta entendió rápido…empezó a comérmela… ¡Qué gusto!... Comía como una auténtica profesional, aún mejor, sin duda había comido muchas ya. Luego la preguntaría…
-Comepollas, la dije, quiero que me atiendas, quiero contestaciones escuetas y exactas, recuerda que, por ahora, eres la comepollas de la casa, una putita más junto a Aniuska, pero también tengo tu pistola y, francamente, me tienes hasta los cojones. No quiero ni media tontería más. ¿Lo has entendido?-de un tirón de pelo saqué mi polla de su boca-babeaba y la caía sobre las tetas… ¿Te echarán de menos en seguridad? ¿Tienes que reportar? ¿Tienes que volver?... ¡Contesta!
Vi en sus ojos como sopesaba las consecuencias de su respuesta… para animarla a la sinceridad volví a meter mi polla, ya más erecta, en su boca…se sentiría como una puta absolutamente a mi merced. Se la hundí hasta el fondo… hasta la arcada… ¡Vete pensándolo! Pero de prisita puta comepollas… soy impaciente.
Casi no podía respirar y sentía profundas arcadas…Rosario se sentía morir…Será mejor que diga la verdad, pensó, este tío es un animal… hace conmigo lo que quiere, mierda de formación la que nos han dado en la puta empresa…. ¡Joder, como siga así, volverá a correrse en mi boca, joder! ¿Cuándo parará?...
-Volví a sacarla…la miré, los ojos llorosos, espero tu respuesta…
-Cuando vine aquí había terminado mi turno. No he de volver al puesto de guardia…pero he de reportar sobre la incidencia. Si no lo hago…en media hora se presentará un compañero.
Le solté otra bofetada… ¿Cuándo pensabas contarlo hija de puta?...Di, zorra de mierda…. ¿Cuál es el procedimiento? ¿Cómo has de reportar?
-Lo habitual, si la incidencia es una falsa alarma, es que llame al puesto de control desde el teléfono de la casa y que, como confirmación, hable también el cliente o persona debidamente autorizada…
-Es decir, llamas tú, indicas que se trataba de una falsa alarma, y lo confirma Anita… ¿es así?
-Sí, así es exactamente. Además ya no me esperan hasta el miércoles…pedí unos días…
-Bien espero que hayas sido sincera… y volví a meter mi polla en su boca. Si vas a hablar…habrá que cuidar esa garganta…jejejjejje…
Me emplee a fondo…bombeando su boca como si fuera un enorme coño húmedo….hasta dentro una y otra vez, con una mezcla de deseo e ira… estaba gozando en el castigo, joder que si gozaba…
Arcada tras arcada-pensaba Rosario-casi no podía respirar, me sorprendí deseando que se corriera de una vez en mi boca,…lo tragaría todo, haría lo que fuese…pero, ¡por dios! Que fuera rápido…Y, al fin, noté sus espasmos, muy dentro de mí, abundantes, cálidos…dos, tres, cuatro…hasta cinco latigazos de su polla enorme me suministraron su leche que, a pesar de mis intentos, desbordó mi boca derramándose sobre mi cuello y mis tetas…Reprimí la mueca de asco y me sentí una vez más, humillada, violada,…esclavizada, completamente a merced de los deseos de aquel hombre que se comportaba como si fuera mi Amo.
…CONTINUARÁ…
CAPÍTULO 11
Ana salió del baño espléndida… parecía una mujer nueva, reinventada. Su desnudez, como siempre, provocó ese enorme latigazo en mi entrepierna… ardía de nuevo en deseos…
-Ana, le dije, es necesaria una pequeña gestión con Rosario y el servicio de vigilancia y, luego, ya tranquilos, gozaremos de la mañana… ¿Dónde está el teléfono más próximo? Aquí veo que no lo tienes…
Aniuska, sumisa, contestó:
-Espero que no disguste a mi Amo, pero, para evitar molestias, no existe instalación telefónica en los dormitorios… podemos ir al despacho. ¡Está aquí al lado!
Agarré a Rosario de la corbata y la hice levantarse (seguía de rodillas), me até el cinturón del albornoz e indiqué a Ana que nos guiara hacia el despacho.
Bajamos la escalera y llegamos al despacho. Sobre la mesa, efectivamente, el teléfono… por aquí y por allá, esparcidas por el suelo, las prendas del uniforme de Rosario que recordaban el reciente “cacheo” al que la había sometido.
-Bueno, según me ha comentado Rosario, el procedimiento, en caso de falsa alarma, es que ella lo comunique al puesto central desde tu teléfono y, a continuación, confirmes tú también la falsa alarma. ¿Es así Ana?
-Efectivamente es así mi Señor, contestó Ana.
-¡Puta!, dije dirigiéndome a Rosario, dile el número que hay que marcar a Anita. Date prisa, ya has agotado mi paciencia con tus tonterías…
-91… 235… 37… 39, respondió de inmediato Rosario, ese es el número al que hay que llamar.
-Bien, atiende mamapollas, voy a marcar. Saludaras de la forma habitual, sin tonterías, ¿queda claro?, dirás que se trata de una falsa alarma, y que lo confirma Ana. Luego, Ana, procederás a confirmarlo.
Marque el número y, sin problema alguno, sin el menor contratiempo, ambas actuaron como les había indicado. El posible contratiempo se había solucionado y, en definitiva, como premio adicional teníamos a Rosario que parecía que daría juego. Mejor aún de lo esperado inicialmente. Pedro seguía sin dar señales de vida, el asunto de seguridad resuelto y yo me iba a dedicar, relajado, a jugar con las dos putitas… ¿podía pedir algo más?
…CONTINUARÁ…???
CAPÍTULO 12… O “NO CAPÍTULO”_PLANTEAMIENTO DEL JUEGO INTERACTIVO
Como os dije al inicio del relato, los once capítulos anteriores los escribí en una tarde tonta De primavera. Después… indecisión y sequía. ¡Absolutamente frustrante!
Por eso y

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Si te ha gustado Ella era así... vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Ella era así.... CoolVella te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

Saltarin_Apasionado (13 de July de 2009 a las 22:14) dice: BUEN RELATO !! PERO MAS LARGO QUE UNA ENCICLOPEDIA. MEJOR ESCRIBI UN LIBRO.


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