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Era hacer eso, o volverme loca…

Relato enviado por : Narrador el 20/05/2012. Lecturas: 7413

etiquetas relato Era hacer eso, o volverme loca…   Infidelidades .
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Resumen
Por eso de ser una mujer sumamente discreta, no escribo mi nombre, como acostumbran hacerlo otras personas. Ya que de pensar nada más, que alguien que me conozca, me pudiera identificar, me da un miedo tremendo.


Relato


Mi esposo y yo somos dueños de un negocio, en el cual hemos invertido mucho tiempo y dinero. Pero yo a diferencia de él, una vez que regreso a nuestra casa, me olvido del inventario, de las cuentas por cobrar, así como de los muchos clientes a los que les prestamos servicio. Pero a diferencia mía, mi esposo es un adicto al trabajo, en su computadora portátil, tiene una copia fiel y exacta de todo lo que sucede en la tienda, y para colmo de males, no la suelta ni aun cuando está cenando, ya que si no está preparando una cotización, evalúa alguna de las propuestas que nos presentan.
Yo al principio procuraba no molestarme por eso, me decía a mí misma, eso es parte del negocio, pero cuando nuestra vida sexual comenzó a deteriorarse de manera significativa. Yo me comencé afectar, no es que yo sea una ninfómana, o una enferma sexual, que nada más piensa en eso, no que va. Pero como mujer tengo algunas necesidades propias de mi sexo, y de mi edad. Digo, me encanta que me tengan una que otra atención hacia mi persona, que ocasionalmente mi esposo me robe un beso, o me dé una sencilla caricia. Pero en mi caso, mi marido solo tiene ojos y atenciones para el negocio, y de eso estoy bien segura, ya que durante un tiempo sospeché, que podía tener una novia o amiga con la que se conectaba por internet, y creo que de haber sido eso no me hubiera sentido tan mal. Ya que al revisar su computadora, minuciosamente me di cuenta o mejor dicho comprobé que únicamente eran cosas del negocio las que él trabajaba.

En mi desesperación por tener su atención, en ocasiones, me le insinuaba de manera tan y tan evidente, que cualquiera que nos viera pensaría o que él es maricón, o que yo soy una ninfómana. No era tan solo el andar semidesnuda por toda la casa, sino que además de eso llegué al colmo de decírselo de manera clara y precisa, y no importaba si le mostraba las nalgas, o le pidiera a gritos que se acostase conmigo, el resultado por lo general la mayor parte de las veces era siempre el mismo. Una total indiferencia, yo sé que mi marido me ama, pero se ha envuelto tanto en lo del negocio, que como que no tiene cerebro para pensar en otras cosas.

Yo en medio de mi desesperación, pensé en dedicándome a otras actividades, que me ocupasen mi tiempo en algo productivo. Pero me era casi imposible, me di cuenta de que llegó un momento en que únicamente pensaba en sexo, sin importar de qué forma o manera fuera, al principio cuando no soñaba despierta, con que estaba teniendo sexo al principio soñaba que lo hacía con mi esposo, pero un día comencé a soñar despierta en tener sexo con otro hombre, que me tomaba entre sus brazos y a medida que me acariciaba y besaba me decía lo mucho que yo le hacía falta. Pensaba tímidamente en serle infiel a mi esposo, pero con el pasar de los días y las semanas, sin que él se ocupase de mi persona, como yo quería que lo hiciera.

Por lo que cuando me llamaron de la Fondita del Buen Samaritano, para preguntarme si estaba dispuesta a prestar el servicio voluntario que le había ofrecido a una muy buena amiga. Estuve a punto de decirles que no estaba disponible, pero pensé que eso de ayudar a los desamparados, me ayudaría a distraerme. Así que al siguiente día pasé por la Fondita, en donde tras una corta orientación por parte de mi amiga sobre los servicios que se prestan, me puso a trabajar en el área de la ropa. Mi labor era exclusivamente, después de que se bañaban, era entregarle ropa limpia a los deambulantes que acostumbraban a ir a solicitar los diferentes servicios que en la Fondita, y recibir la ropa que estaban usando para ser lavada.

Al principio me sentí algo incomoda, ya que aunque el lugar que me habían puesto a trabajar tenía aire acondicionado, se trataba del local más retirado de la Fondita. Pero después de atender a unos cuantos necesitados, descubrí que tenía tiempo hasta para leer, el detalle fue que únicamente tenía novelitas rosas para leer, y en ocasiones que estaba leyendo mi imaginación corría. Por lo que la mayor parte de las ocasiones de lo que yo leía a lo que me imaginaba distaba mucho, y para colmo al principio de manera tímida me autosatisfacía introduciéndome mis dedos dentro de mi vulva y acariciando o apretando mi clítoris con mis dedos.

Si llegaba alguno de los deambulantes a solicitar ropa, dejaba la lectura y procuraba despacharlo lo más rápidamente que podía, con el fin de seguir leyendo y acariciando mi coño por dentro. Pero además de eso buscando una mayor comodidad, comencé a usar faldas más y más cortas, y en ocasiones ni tan siquiera ropa intima me ponía. Al fin y al cabo estaba sola la mayor parte del tiempo, así que pensaba que nadie se daría cuenta de esos detalles. Pero de la misma forma o manera que me acariciaba el coño discretamente mientras leía, ocasionalmente también me gustaba acariciar mis parados pezones, por lo que para simplificar me ponía blusas que me lo permitieran hacer con facilidad.

Así pasé varias semanas, la mayor parte de las ocasiones cerraba por dentro y mientras leía me daba un banquete acariciándome yo misma. Lo único que apenas terminaba me lavaba las manos y rociaba algún tipo de ambientador, para ocultar cualquier aroma de mi propio cuerpo que me pudiera delatar. Un día al pasar frente a las duchas, sin querer me di cuenta de que la puerta la habían quitado, para que entrase algo de luz según me comentó alguien, ya que el sistema eléctrico de las duchas se había dañado y no había dinero para repararlo de manera inmediata. Por lo que claramente pude ver en más de una ocasión a más de uno de los deambulantes enjabonándose, de lo más tranquilos.

Algunos, los pobres y apenas se les notaba que tenían algo entre sus piernas, pero hubo unos cuantos de ellos, que a pesar de que yo me encontraba como a unos 25 metros, me di cuenta de que estaban muy bien repartidos. Claro que discretamente seguí caminando a mi lugar de trabajo, y fue cuando me di cuenta de que una de las ventanas de ese local, quedaba frente a las duchas.

Así que ocasionalmente, yo oculta tras la cortina, observaba como se bañaban. Los podía ver enjabonándose todo su cuerpo, como se agarraban sus miembros, las bromas que se hacían entre ellos, como también vi a uno que otro dejándose mamar su miembro y hasta manteniendo relaciones anales. Un día estaba tan y tan deseosa de ponerme a ver por la ventana, que no me di cuenta de que no había cerrado la puerta por dentro, así que a medida que le daba un vistazo a los hombres que se estaban bañando, automáticamente comencé acariciar mi coño, sin apartar mi atención de la ventana. Ese fue uno de esos días que ni ropa intima me puse, por lo que simplemente levanté la corta falda que estaba usando, y a medida que de manera discreta observaba por la ventana, comencé a introducir mis dedos dentro de mi ya mojado coño.

Cerraba mis ojos y soñaba despierta, mientras moviendo mis caderas e introduciendo mis dedos pensaba que uno de esos tantos hombres me introducía su erecto miembro. Pero al momento en que abrí mis ojos me encontré a esté único hombre parado frente a mí, un negro de gran cuerpo, que en su mano sostenía su erecto miembro, apuntando hacia mi persona. Yo no sé en que estaba pensando yo, pero al verme en esa situación en lugar de levantarme y salir corriendo, como si lo conociera de toda la vida, abrí mis piernas, y moviendo mi mano izquierda mientras que la derecha aun la mantenía dentro de mi coño, le hice señas de que se acercase. Él se encontraba como a menos de dos metros de mí, y tras dar un par de pasos, aparte de prácticamente pegarse a mi cuerpo, dejó sus pantalones en el piso. A medida que él me fue penetrando sentí una especie de avalancha de placer dentro de mi cuerpo, su caliente miembro lo sentía con cada intima fibra de mi vulva, y una vez que nuestros dos cuerpos estuvieron bien juntos, yo comencé a mover mis caderas, mientras que él metía y sacaba una y otra vez su verga de mi caliente y bien lubricado coño.

Por un largo rato entre profundos gemidos de placer, y hasta acortados gritos de felicidad, nos besamos intensamente, me mamó las tetas, al momento en que yo me quité la blusa, lo que me excitó muchísimo más todavía. Yo miraba extasiada como su verga entraba y salía una y otra vez de mi coño. Era tanta la excitación que yo tenía en esos instantes, que cuando me propuso con su ronca voz que le diera el culo, ni tan siquiera pensé en el dolor que eso me podía provocar, así que retirando su verga de mi coño, yo misma le di la espada y de inmediato sentí como ese grueso, largo y venoso pedazo de carne, me penetraba por detrás.

Esa tarde ese hombre hizo conmigo y yo con él lo que él quiso, con decirles que una cosa que nunca le había hecho a mi esposo es mamarle su verga, y después de que este tipo se vino dentro de mi culo, yo misma sin que él me lo pidiera me agaché frente a él, y agarrando su verga comencé a lamerla y chuparla intensamente. Al grado que una vez que volvió a estar bien dura, sin perder tiempo me la volvió a enterrar dentro de mi coño, colocándose tras de mí.

Cuando ambos quedamos totalmente exhaustos, tras él salir del local, entré al baño me asee, y rápidamente me fui para mi casa, les digo que estuve a punto de contarle a mi marido lo sucedido, y pedirle perdón, pero al verlo llegar colocar su computadora frente a él, pensé, lo que no sabes no te hace daño, cabrón. Al día siguiente dude mucho en regresar al Fondita, pero finalmente lo hice, y nada raro pasó. Durante varios días, procuré controlarme, pero no había terminado de pasar la semana cuando ya había vuelto a ponerme a leer, y a estar observando a los hombres desnudos por la ventana, y supongo que eventualmente poco a poco se fue corriendo la voz entre los participantes, de que yo ocasionalmente les podía brindar mis favores a uno que otro.

Lo cierto es que hay días en que me he acostado con dos de estos deambulantes al mismo tiempo, y lo mejor de todo es que la administración, me ha dado un reconocimiento por el excelente y desinteresado servicio que le brindo a nuestra clientela, desde luego que de seguro ignoran, todos los detalles.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:53) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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