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Fantasia: Quien puede mas

Relato enviado por : jasom1962 el 16/01/2009. Lecturas: 2795

etiquetas relato Fantasia: Quien puede mas .
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Resumen
Quiero dejar claro que estoy en contra de todo tipo de violencia tanto para las personas como para los animales.
Esta fantasía es un juego, donde el juego está en que el hombre tiene que hacerle el amor a la mujer y esta tiene por todos los medios, intentar evitarlo.



Relato
Nos encontramos tu y yo sentados en la cafetería que está bajo el hotel donde nos hospedamos y con una conversación que nos tiene los dos muy atentos el uno del otro. En nuestra conversación, hablamos de nuestras fantasías que queremos practicar y que nos hacía sentirnos como amantes sin prejuicios y que nos motivaba rompiendo rutinas para que cada vez que hiciéramos el amor, fuera una experiencia inolvidable.

Sentíamos deseos. Teníamos ganas de hacer el amor y de hacer que nuestros cuerpos llegaran a la culminación, donde tu vagina y mi pene dejaran de tener el latido que nos ardía y que nos impulsaba a desear, desear, desear, desear el entregarnos el uno al otro.
Tú me dijiste que sería divertido crear una fantasía que nos hiciera estar en movimiento y que nos costara trabajo el hacer el amor, por lo que me proponías que jugáramos a las violaciones y que mi papel sería el de violarte y el tuyo poniendo todas tus ganas, el que yo no te follara, lo que nos daría para ocupar buena parte de la tarde en nuestros juegos eróticos y calmar el ansia de placer que teníamos constantemente.

Decididos a jugar a ese juego. Tú te marchaste a la habitación del hotel y dejaste la puerta entre abierta. Yo llegaría unos minutos más tarde entrando como si violara la intimidad de tu hogar y sorprendiéndote, trataría de tomarte para mi placer personal.

Entré despacio en la habitación y cerré la puerta con llave. Tu te encontrabas en el cuarto de baño, peinándote y arreglándote por lo que no pudiste notar que invadía tu espacio.
Cuando me acerqué al cuarto de baño, abrí la puerta y puse un pie en el marco de ella para que no pudieras cerrarla y te dije que no gritaras que no te serviría de nada y que sería mejor para ti el que no gritaras porque no había nadie en un kilómetro a la redonda que pudieran socorrerte.

Cuando me acercaba a ti, te arrinconaste cerca de la bañera y viéndote cercada, me dijiste que me partearías los huevos si intentaba tocarte, por lo que viendo que ponías resistencia y viendo que un forcejeo en el cuarto de baño, donde hay tantos salientes podría provocarnos un accidente y ya que yo quería follarte, pero no abrirme la cabeza por una caída en tu resistencia, fui acercándome hacia ti pero dejándote la puerta del cuarto de baño libre para que intentaras huir y así acorralarte en la habitación y poder reducirte en la cama de colchón blando y que amortiguaría cualquier caída.

Cuando viste que la puerta del cuarto de baño quedaba a tu paso y libre de mi presencia, corriste hacia ella para intentar salir de la habitación, pero cuando llegaste a la puerta que daba al exterior y quisiste abrirla para escapar, notaste que estaba cerrada con llave y que te encontrabas totalmente encerrada conmigo y sin poder escapar.

Me acerqué a ti y sin miramientos te cogí de las manos para que no pudieras golpearme y de un movimiento rápido te coloqué de espaldas para así también evitar tus patadas. Pero eras fuerte y con el azoramiento te resistías como una posesa y hasta poder tumbarte en la cama, me costó tanto, que antes de echarte encima del lecho, rodamos por el suelo, hasta debajo de la cama, y recorrimos toda la habitación dando tumbos, yo tratando de sujetarte y tú por todos los medios intentabas deshacerte de mi acoso. Hiciste que nuestros cuerpos en esa pelea llegáramos a tirar al suelo tanto sillas, como lo que había por medio de la habitación. Se desparramaron por todos lados en el caos de esa lucha cuerpo a cuerpo que batallábamos.

Cuando pude y no después de tenerte ya agotada por los esfuerzos de resistencia, que fueron de tanta energía que no había modo de reducirte, conseguí medianamente apoderarme de ti.
Ya en el suelo pude ponerte boca abajo y echar mi peso en tu cuerpo para inmovilizarte y llevarte las manos a la espalda, y atándote manos y pies con la funda de la almohada que era lo que más cercano tenía para dejarte inmóvil, te dejé por fin inactiva y con ello a entera disposición mía.

Tomándote por las asilas te elevé y te llevé a la cama. Querías resistirte aún más, pero al estar inmovilizada de pies y de manos, aunque te movieras como serpiente que corre buscando su presa, no pudiste ya evitar que te posara en el lecho.

Tomé las sábanas para hacer una nueva atadura y así poder colocarte mirando hacia arriba y te até los pies a los pies de la cama y las manos a la cabecera, por lo que desde ese momento ya por mucho que quisieras rechazarme tu cuerpo estaba a total disposición mía.

Seguías vestida y empecé a desnudarte. Te desabroché botones y cremalleras y como tu vestuario no tiene la culpa de estar cubriendo tu cuerpo, no te lo quité rompiéndolo, sino que la blusa que cubría tu parte de arriba te la quité sacándola por tus brazos, al igual que tus pantalones y braguitas, por tus pies. Difícil me lo ponías amor, porque en ningún momento dejabas de retorcerte, moverte intentando por todos los medios que no llevara a cabo mi intención de follarte y por eso, me costó sudores desnudarte, pero lo conseguí con paciencia, desatándote una mano y sacándote la blusa y el sujetador de ese lado, atándotela de nuevo, y desatándote la otra para terminar sacándote la otra parte. Igualmente te retiré los pantalones y las braguitas, primero por una pierna y después por la otra, y por mucho que lo intentaste, que fue mucho ya que en ningún momento dejaste de revolcarte de un lado para otro, pude al fin dejarte desnuda con las piernas y brazos abiertos y bien sujetos a la cama.

Como estaba extenuado del esfuerzo que me hiciste hacer y viéndote que sudabas a raudales por la energía que habías puesto en evitar que te dejara a mi merced, me levanté y fui al lavabo donde mojé una toalla con agua fresca y fui refrescando tu cuerpo para que te sintieras relajada del calor que prendía tu cuerpo con tanto ejercicio. Te dejé un momento a solas, lo justo para quitarme la ropa que estaba ya pegada a mi cuerpo, ir a la ducha y darme un agua rápida y volver a ti.
Con mi cuerpo mojado, me posicioné encima de ti y moviendo mi cuerpo encima del tuyo, pecho con pecho, piernas con piernas, sexo con sexo, de arriba hacia abajo fui dejando que tu piel sintiera la mía para que se hiciera la cuenta que por mucho intentaras que no te poseyera, tu cuerpo sería mío hasta que el éxtasis rindiera mi deseo por tu maravilloso cuerpo. Aunque hasta ahora no había podido tocar tu vagina ni su interior, tal y como estabas atada, ya te tenía para hacer cuanto deseara sin que pudieras evitarlo.

Miré tu boca y desee besarte, pero con miedo a que pudieras arrancarme la lengua de un mordisco, tomé unos pañuelos de papel e hice un cilindro lo bastante grueso para que no pudieras obstruir la boca y no lo suficiente gordo para que tu boca pudiera cerrarse hasta un punto que no me lesionaras y en cuanto pude te lo puse entre tus dientes para que estuviera lista para recibir mis besos.
Metí mi lengua en tu boca. Te saboree y te incitaba a que tu lengua se moviera, bien porque querías retirarla o porque esa lengua también buscaba la mía, pero tuvimos un beso muy largo y húmedo, donde bebía tu saliva tanto como tu bebías de la mía, aunque seguías resistiéndote moviendo tu cabeza de un lado hacia otro, pero sin lograr retirarte ya que mis manos sujetaban tu cara permitiendo entrar en tu boca y saciarme de ella.

Como tu cuerpo es tan bello, te fui recorriendo con mi lengua todo tu cuerpo, acariciando, lamiendo, besando y aunque seguías resistiéndote, notaba que tus pezones respondían a mis caricias, y que se ponían duros, que sobresalían de tus tetas tanto que marcaban caminos para seguir deseándote.

Cuando llegué a la altura de tu vagina, y sabiendo que te iba a buscar con mi lengua tu rajita, quisiste de nuevo girarte y evitar mi acercamiento, pero ya te era imposible evitar, ya que podía más que tú, y atada de pies y manos con las piernas bien abiertas, no tuviste opción de evitar el que mi lengua entrara en tu coño que a pesar de tu resistencia, estaba muy mojado.

Al notar que mi lengua se introducía en tu vagina, hiciste fuerza para vaciar la vejiga y measte con fuerza para que al notar tu orina, retirara de tu coño mi lengua, pero el resultado fue el contrario al que tu esperabas, porque en vez de sentir asco, el notar como salía de ti agujerito y con esa fuerza, me provocabas y me hacías excitarme mucho más de lo que estaba. Cuando ya no te quedó ni una gota de orina que echar en mi boca, te dije que donde las dan se toman y que si tu me quieres obligar a saborear tu orina con intenciones de que me retirase de ti, ahora serías tu la que te verías obligada a recibir lo mismo que tu me dabas, por lo que tomando de nuevo el cilindro de papel que hice para besarte, lo volví de nuevo a introducir entre tus dientes y cuando me aseguré que no me arrancabas la polla de un bocado, te la metí en la boca haciendo que tu lengua la rozara y la estimulara con su suavidad y humedad, y fui yo el que empezó a soltar orina en tu boca que permitiendo tuvieras la cabeza de medio lado para que no te vieras obligada a tragar la meada, si te obligué a que tu boca se llenara de ese sabor que tú me habías dado anteriormente con tu orina.

No meé del todo. Me guardé ganas de mear para otra diablura y me dispuse a hacértela.

Desaté tus piernas de los pies de la cama y te las até al cabecero, por lo que tus piernas quedaron abiertas y hacia arriba dándome tus agujeros de la vagina y el culo la mejor posición para poder jugar con ellos.

Puse mi lengua en el agujero de tu culo y lo humedecí tanto como pude para que se lubricara y presionaba con ella hacia adentro para que se relajara tu esfínter y me dejara penetrar en él. Cuando estaba bien húmedo, jugueteé con mis dedos introduciéndotelos poco a poco, primero uno, después dos y así hasta lograr que se dilatara lo suficiente para que mi polla entrara sin dificultad. La verdad es que según manipulaba tu agujero, veía como la vagina se humedecía de tal manera, que me dio a entender que a pesar de los esfuerzos que hacías por que no te hiciera nada, el resultado era que tu cuerpo reaccionaba a la sexualidad y te estabas poniendo cachonda.

Te introduje mi pene en tu culo y con suaves meneos intenté provocarte una estimulación. Quería gozarte pero que tú también, aunque no quisieras, me gozaras, pero antes de ello, busqué la travesura que se me había ocurrido.

Estando el pene dentro de tu culo, oriné dentro de él, no una cantidad grande para evitar que pudiera dolerte la tripa, pero si lo suficiente para que tuvieras líquido suficiente para provocarte las ganas de evacuar, y te follaba el culo a sabiendas de que no podrías cagarte ya que te taponaba, pero sí, para que sintieras estimulaciones que se alejaban de la normalidad.

Tras hacerte sentir esas rarezas, te dije que si no te revolvías contra mí, te dejaba fueras al baño para evacuar y te sintieras bien, porque tanto movimiento en tu culo te produciría deseos de hacerlo.
Me dijiste que si, que no querías cagarte en la cama y que serías buena.

Te llevé al water y aunque ibas atada con las manos atras, te senté en el baño y te dije que cagaras tranquila, pero, te producía un sentido de vergüenza, que dijiste que estando yo allí no podías hacerlo. Entonces me arrodillé delante de ti, y entre tus piernas metí la mano y busqué tu culo. Introduje un dedo y empecé a moverlo para que aunque no quisieras, pudieras evacuar y por mucho que intentaste no cagar, al final tu cuerpo se relajó y limpió todo lo que tenías dentro de ti.

Me sentía como que teníamos los dos la confianza más grane del mundo, aunque te hubiera provocado ello y nuevas formas de excitación surgían de ese juego al que estábamos jugando.

Cuando ya terminaste de limpiar tu cuerpo por dentro, te dije que si no peleabas conmigo te dejaba ducharte para que te sintieras limpia. Ya más calmada accediste y me prometiste que no provocarías lucha conmigo y que habías comprendido que no podías hacer nada contra mí porque te sentías inferior en fuerzas a mí y que ya cedía a lo que quisiera hacerte ya que te lo haría de igual manera.

Te ayudé a ir a la ducha y te asee todo el cuerpo. En ese aseo, mis manos te acariciaban con ese jabón espumoso y te sentías cada vez más excitada. Ya no tenías esa repulsión sino que dentro de nuestra violación, juego en realidad, estabas tan estimulada que te sentías con todos los sentidos a flor de piel. Cuando mis manos lavaron tu culete y tu vagina notaba que tu rostro ya no mantenía resistencia y que te dejabas llevar, y aunque limpié tu interior vaginal secándolo para que estuvieras fresca y limpia, con cada caricia, volvía a mojarse más y más.

Tras ducharte, y seguías con las manos atadas, te llevé a la cama y retirando las prendas mojadas por el juego de lluvia dorada, cambiándolas por otras limpias secas, volví a atarte las manos a la cama pero ya no las piernas y te prometí que si no te revolvías y te dejabas llevar no volvería a atarte y que simplemente dejaras que tu cuerpo hablara por ti y que no te resistieras.

De nuevo volví a acariciarte toda y ahora ya sin ponerte nada en la boca y confiando en que no me harías daño, te besé y tú no solo te dejaste besar sino que también me besabas. Cuando te besaba el cuello, los oídos, los pechos, toda tu piel, en ti ya aparecía tal estimulación que jadeos sensibles iban saliendo de tu boca. Cuando volví a chupar tu vagina, tu clítoris que junto a la introducción de mi dedo en tu culete, la estimulación iba tan alta que ya permitiste que mi pene estuviera en tu boca y lo chupabas con deleite mientras yo hacía lo que acabo de contar.

Estábamos en los límites de llegar al orgasmo, y en ese momento levanté tus piernas e introduje mi polla en tu coño y follamos con movimientos de baile que no siendo bruscos para que el placer fuera paulatino, sí iba marcado con un ritmo que ya creaba momentos de querer llegar al orgasmo. Mientras entraba y salía mi pene, mis dedos acariciaban tu clítoris y según notaba tu reacción, aceleraba o desaceleraba para que no te quedaras atrás a mí y cuando ya veía que te agitabas con tal frenesí que estabas al borde del orgasmo, entonces aceleraba mis movimientos en tu vagina y en tu clítoris para que cuando ya no pudieras aguantar más, vaciar todo mi esperma en tu coño a la vez que los espasmos del placer te recorrían toda.

Ya estando relajados, te desaté y te abracé para que pudieras abrazarme. Ahora tú necesitabas dar esos mimos que atada no podías dar y te entregaste a darlos porque a la vez que la pasión del deseo, también necesitabas y dejándome en quietud total, me buscabas para expandirte en tus deseos de besarme, acariciarme.
Tomaste una pausa y me pediste que nos ducháramos juntos para que nuestro cuerpo volviera a crea vigor, y en esa ducha, ya eras tú la que fuiste activa para que a la vez que me aseabas, creabas de nuevo una excitación que poco a poco sería un nuevo paso a volver a hacer el amor. Pero esto ya es otra historia. El juego de la violación quedo terminado con el resultado de una compenetración en el juego que pasábamos de una fantasía a una perenne realidad.

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Si te ha gustado Fantasia: Quien puede mas vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Fantasia: Quien puede mas. jasom1962 te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

coronelwinston (15 de June de 2009 a las 19:12) dice: Jasom1962 te felicto de verdad. Me gustó tu relato. Una fantasía contada con claridad y con su morbo correspondiente. Perfecto. Un saludo. Y un excelente.


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