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Fantasias eroticas de ayer y hoy

Relato enviado por : Anonymous el 01/07/2013. Lecturas: 2332

etiquetas relato Fantasias eroticas de ayer y hoy   Fantasías .
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Resumen
Esta es una historia inventada. Aunque pudo ser real. No digo mas.


Relato
Esta historia, sucedió hace muchos años, en un pueblecito muy lejano. En un día hermosos y lleno de calma.

-Como se me antoja disfrutar de un buen vaso de vino- dijo Don Aurelio de 57 años, campesino, al tiempo que se empinaba un vaso grande de vino.
Una hora más tarde, a este anciano al parecer se le había pasado la mano con el vino.
-Creo que bebí demasiado, ya me dio sueño- balbuceo Don Aurelio -Pero aun no ha preparado el almuerzo mi mujer... ¿Dónde estará esa vieja?- agrego, al tiempo que se ponía de pie, y salía hacia el patio trasero de su casa.
Pero justo en ese momento, su sobrina Rosario de 18 años, regresaba del campo...
-Corrí mucho, estoy empapada de sudor. Me daré un baño- dijo Rosario, al tiempo que se encaminaba hacia donde estaba un viejo lavadero.
-¿Eh? ¿Quién es esa?- exclamo Don Aurelio, parado a un lado de la puerta de su casa -¡Aaahh, es mi pequeña sobrina Rosario! Pero ¿Qué hace?
La muchachita, pensado que se encontraba sola, empezó a desnudarse sin pudor. Se saco su camisa empapada de sudor, y sus firmes y suculentos pechos quedaron al iré, con los pezones firmes y erguidos. Don Aurelio, vio con sus ojos de lujuria, como Rosario se desnudaba hasta quedar desnuda totalmente. Mientras Rosario se agachaba para recoger sus ropas, Don Aurelio vio ese hermoso, firme y paradito trasero bien formado y su vagina hinchada. Pero debido al alto grado de ebriedad que tenía, no se acerco a ella y siguió observándola.
-Oye, ven para acá, báñate conmigo- dijo la muchachita, aun pequeño perro que se encontraba parado frente a ella -Tu también debes estar acalorado.
-Ja, ja, ja, ja, que tonto soy- exclamo sonrojado Don Aurelio -Por un momento pensé que me lo pedía a mí.
-Esta tan tica el agua- dijo alegre la muchachita, al caerle la cubetada de agua fría en su cuerpo.
-... pero, al parecer ni siquiera me ha visto- exclamo Don Aurelio, sin perder detalle alguno -¡Dios mío! Pero que par de tetas tiene esa muchachita. ¡Y que nalgas! Ya no queda nada de la niña que fue.
Rosario era una de las tantas muchachita que vivían en ese pueblo; pero la diferencia era, que Rosario era una muchachita de 18 años, muy bonita. Su colita paradita, sus piernitas excitantes de jovencita, sus senos perfectamente desarrollados, su tez apiñonada, su carita de ángel, su cabello negro que le llegaba un poco más abajo de los codos. Ella era toda una preciosura.
Justo cuando se encontraba a la mitad de su baño, sintió el cuerpo caliente. Se había excitado, y empezó a acariciar su vagina.
-¿Eh? ¿Qué es lo que va hacer?- balbuceo Don Aurelio.
-Uumm. Pero esto más rico que al agua, ¡Ah!- exclamo Rosario excitada.
-Dios mío, no puede ser. Nada de esto está bien- exclamo sorprendido Don Aurelio -Sera mejor que me vaya a la cocina.
Ya en la cocina, Don Aurelio tomo un vaso grande de vino para relajarse.
-Todo esto es una locura- exclamo Don Aurelio -Debo olvidar lo que vi, o me volveré loco.
Sin embargo, Don Aurelio no pudo olvidarse de todo lo que había visto. Mas al contrario, su excitación había aumentado más. Tras ponerse de pie nuevamente, se encamino hacia el patio trasero, para seguir observando a su sobrina. Sin embargo, al llegar, ella ya no se encontraba. Sin duda se había ido ya a su casa. Don Aurelio estaba a punto de volver a entrar a su casa, cuando una idea lo asalto de repente.
-¿Y si voy a preguntarle si no sabe a dónde está su tía?
Poniéndose en marcha, Don Aurelio llego hasta la casa de Rosario, y empujando levente la puerta, entro en ella sin hacer ruido. Camino lentamente por toda la casa, hasta llegar a la recamara de Rosario. Y haciendo a un lado la cortina que fungía como puerta, entro en el.
-Se ha dormido. Como no, después de lo que hizo... se ve tan hermosa- exclamo Don Aurelio, al verla recostada sobre la cama, solo con una playerita de tirantes y su calzoncito -Chayo, hija ¿Estas dormida?
-No tío, solo me recosté un momento- contesto Rosario, al tiempo que se incorporaba -¿Qué se te ofrece? ¿Qué deseas?
-Ay hija, ojala pudiera decirte lo que deseo- exclamo un poco triste Don Aurelio.
-Dímelo tío, pídeme lo que quieras- contesto insistente Rosario -Lo que desees.
-¿Qué que deseo?- exclamo sorprendido Don Aurelio -¿En verdad te gustaría saber lo que deseo?
-Solo dilo y ya- contesto Rosario decidida.
-¿De verdad? Bueno, yo... ¿Cómo decirte?- exclamo Don Aurelio nervioso -Pues mira, un hombre tiene necesidades. Y yo hace tiempo que nada de nada con tu tía.
-¿Y entonces?- pregunto Rosario.
-Tu ya eres toda una mujer, Chayo- contesto Don Aurelio -Me gustaría pedirte, ojala y no lo tomes a mal, me gustaría pedirte que si...
-Ya se, ¿Quieres que te la chupe?- contesto sonriendo Rosario.
-¡No! Eso no- exclamo Don Aurelio avergonzado -Bueno, en realidad sí. Si me gustaría mucho.
-Claro, no hay problema- contesto Rosario, al tiempo que se sentaba en la orilla de la cama -Mira como lo tienes, ¿Por qué no me lo pediste desde antes?- agrego, al tiempo que le desabrochaba el pantalón a Don Aurelio.
-Es que, yo pensé que tu...- exclamo Don Aurelio.
-Shh, no digas nada- exclamo Rosario, al tiempo que salió disparada su gorda y enorme verga de Don Aurelio -ahora, déjalo todo en mis manos.
-Sera en tu boca ¿No, linda?- exclamo excitado Don Aurelio.
Rosario la tomo entre sus manos. Con su lengua, comenzó a recorrerla de arriba hacia abajo. En ese camino, Rosario como crecía aun más bajo su lengua. Como palpitaba y veía la cara de Don Aurelio, como entrecerraba sus ojos para disfrutar de aquello.
-Ummm, ummmm, mmh- gemía de placer Don Aurelio.
Rosario trato de esforzarse más en su trabajo, y le desabrocho por completo el pantalón. Se lo bajo y lo empezó a lamer desde los huevos, hasta su punta. Le lamía las paredes internas de la verga y bajaba nuevamente hacia sus huevos. Parecía, como si Rosario lo hubiese hecho toda la vida, y le encantaba.
-¡Dios mío! Creo que moriré de placer.
Rosario lo llevo a su boca y con sus labios encerró esa puntita, y le fascinó la sensación de esa verga enorme dentro de su boca. Lo calientita que estaba. Como vibraba. Parecía que tenía vida propia. Engulléndola, dejo que su lengua la lamiera allí dentro y la soltó despacio, dejando que sus labios se arrastraran sobre ella al salir. La verga de Don Aurelio entraba y salía de su boca, una y otra vez, provocando en él suspiros y gemidos casi guturales. Así, cogiéndola por la boca, Don Aurelio tuvo su primera descarga de leche en ella.
-Así, así. Échamelo todo tío- dijo Rosario excitada.
-Dios, hacia tanto tiempo que no había sentido tanto placer- exclamo Don Aurelio exhausto -gracias, linda.
-Nada de gracias, ahora tú debes darme placer a mí. Es lo justo ¿No?- dijo Rosario, con la cara y la playerita toda salpicada con semen -Cojéeme, métemela todita- agrego, al tiempo que se recostaba sobre la cama, y habría sus piernas en su totalidad.
-¿Cómo?- exclamo Don Aurelio sorprendido -Esta bien.
Don Aurelio se paró enfrente de ella, y Rosario pudo admirar esa descomunal verga, que con su único ojo, parecía verla desafiante. Lo pudo ver, tal cual era su tío. Un enorme y peludo oso, con un bate y dos pelotas de béisbol de entre sus piernas. Se le encimo y separó aun mas sus piernas. Rosario no perdía detalle de lo que le hacía. Don Aurelio, suavemente le separo las piernas. Las puso en su cadera de tal manera, que al besarle los pechos, sus nalgas quedaron exactamente a la altura de su verga, la cual ya estaba bien lubricada. Su vagina, sintió la enorme cabeza y se abrió para recibirla. Don Aurelio le chupaba los suculentos senos y mordía sus pezones. La tenia súper excitada, por lo que aflojo el cuerpo y le metió de un tirón la cabeza de su verga. Lentamente, le empezó a meter toda la verga.
-Así, que no quede nada afuera... ¡Oh!- exclamo Rosario excitada.
Rosario sintió que su vagina se habría. Sintió como le entraba centímetro a centímetro. Su cara, tenía una expresión de placer. Un placer enorme. Ardía en una fiebre de sexo. Rosario vio sus piernas en sus hombros y sus nalguitas al aire. Don Aurelio le susurro al oído:
-Uff, que rico. ¡Oh!
Rosario deseaba que eso no terminara. Su cadera se movía circularmente, haciendo más profunda y deliciosa la cogida. Sintió como le tronó la cadera. Todo su cuerpo se le puso como carne de gallina y sintió uno y mil orgasmos, al momento que sus huevos chocaban con sus nalgas.
-Así, así, que rico. Métela y sácala- exclamo Rosario excitada.
Sin poder evitarlo, Rosario rasguño la espalda de Don Aurelio, quien reaccionó con una fuerte y profunda cogida. Rosario Alcanzo a ver por un espejo, como su linda vaginita, era ultrajada por esa descomunal verga. Fueron 30 deliciosos minutos, hasta que Don Aurelio bufando, se vino en torrentes dentro de ella, que inundaron toda su vaginita, mojando sus nalgas y piernas. Sin sacársela, se recostó a un lado de ella. Ambos empapados en sudor, balbuceando, Don Aurelio le dijo:
-Esto es un sueño, nunca pensé que...
-Silencio tío, métemela ahora por acá- exclamo Rosario, al tiempo que se colocaba a cuatro patas.
Sorprendido, Don Aurelio acarició sus nalgas. Les dio un par de palmadas. Las chupó, y abriéndolas suavemente, paso su lengua por su ano. Sensación, que hizo a Rosario estremecer de placer. Con los jugos que despedía la vagina de Rosario, los untó sobre su ano. Don Aurelio se puso sobre ella, mientras le besaba el cuello y la espalda, y puso la verga en la entrada de su ano. Al principio, solo la acariciaba con la punta, preguntándole si le gustaba. A lo que Rosario contesto que sí. En realidad, le estaba encantando. Poco a poco Don Aurelio ponía más presión, y Rosario empezaba a sentir un dolor más fuerte, según iba presionando. Pero Don Aurelio se detenía un poco, y seguía besándole el cuello, a la vez que acariciaba sus pezones. Eso mantenía la excitación y deseo en Rosario. Así que, cuando por fin Don Aurelio la metió toda, el dolor fue placentero. Primero se movió muy lentamente. Rosario estaba muy excitada, ya que por fin, estaba siendo penetrada por el culo.
-¡Dios mío! Que rico lo haces a pesar de tus años- exclamo excitada Rosario.
Le estaba gustando, aunque le dolía un poco. Pero tenía un buen amante, que sabía guiar la situación. Cuando por fin notó Don Aurelio que Rosario se había acostumbrado a tenerla adentro, comenzó a moverse con mayor rapidez. Rosario escuchaba sus gemidos, y la mantenía excitada. Don Aurelio presionaba su trasero. Introduciendo una mano, Don Aurelio acariciaba suavemente su clítoris, y con la otra, apretaba uno de sus pezones. Cada vez Rosario sentía mejor. Saber que tenía una verga por atrás, y que además del mismo anciano que la había cogido recientemente, le causó tal excitación a Rosario, que tuvo un nuevo orgasmo. Igual de intenso, pero distinto del anterior. Aunque exactamente Rosario no podía explicar la diferencia. Al sentir sus contracciones, Don Aurelio también comenzó a gemir, y Rosario pronto sintió como su esperma inundaba su trasero, mientras él también se contorsionaba de placer. Don Aurelio le dijo:
-Y pensar que hace apenas 18 años te cambiaban los pañales... el tiempo sí que paso.
Don Aurelio se separo de ella lentamente, mientras trataba de recuperar el aliento. Pero justo en ese momento, escucho unos extraños ruidos en la casa.
-¡Eh! ¿Quién anda ahí?- exclamo asustado Don Aurelio.
-¡Dios mío! ¿Qué están haciendo?- exclamo sorprendida Rosaura de 20 años, hermana mayor de Rosario, al entrar al cuarto y encontrar a su hermana y a su tío desnudos.
-¡Eh! Tranquila- exclamo Don Aurelio, tratando de tranquilizarla -mira, déjame explicarte.
-Tranquilo tío, ella y yo somos amantes, ¿Verdad?- dijo Rosario tranquila.
-¡Así es!- exclamo molesta Rosaura -solo me molesta que no me hayan invitado a la fiesta.
-Bueno, nunca es tarde, ¿No crees?- contesto Rosario, al tiempo que tomaba entre sus manos la verga de Don Aurelio.
Y así siguió la fiestecita...
-Chúpame, chúpame toda...- dijo Rosaura excitada, mientras Rosario le hacia un placentero cunnilinguis -así, así, umm.
-Que espectáculo más cachondo- exclamo excitado Don Aurelio, ante lo que estaba viendo -nunca pensé ver algo así.
-¡Oh! Así- exclamo excitada Rosaura -desde que volvimos de la ciudad, no me la habías chupado. ¡Umm! Mete toda la lengua, ¡Ah!
Rosario continúo con más esmero lamiendo la vagina de su hermana.
-Así que son un par de zorras- exclamo Don Aurelio en su mente.
Durante varios minutos manos, Rosario continúo con su trabajo, hasta que Rosaura se corrió, envuelta en un fuerte e intenso orgasmo.
-Oigan chicas, me están dejando fuera de la fiesta- exclamo triste Don Aurelio -no se vale.
-Es verdad tío, lo siento- exclamo apenada Rosario -¿Quieres cogértela?
-¿Cómo?- exclamo sorprendido Don Aurelio -¿De verdad?
-Si, cójame- exclamo excitada Rosaura -hágame lo que quiera tío.
Sin perder tiempo, Don Aurelio la coloco en cuatro patas y la empezó a dar un beso negro, o mejor dicho, a lamerle el culo. Verle el culo respingón que tenía Rosaura, apiñonado también como toda su piel y el ano cafecito… que hermosa visión tenía en ese momento Don Aurelio. Colocada en esa posición, Don Aurelio hizo que levantara las caderas en su totalidad, para que parara más el culo. Entonces, coloco su verga en la entrada de su ano y empezó a empujar. No quería entrar, así que Don Aurelio tuvo que jugar primero con sus dedos, hasta que le dilato un poco el esfínter. Se lo volvió a acomodar y esta vez entro con más facilidad. Rosaura tenía su verga metida hasta el fondo. Don Aurelio hasta sentía como le tocaba los intestinos. Empezó con él mete y saca. Primero despacio y luego con más violencia.
-Uuf, que placer- exclamo Rosaura excitada -coge más rico que el padrecito de la iglesia ¿Verdad chayo? ¡Ah!
Su culo lo apretaba de maravilla. Don Aurelio le sacaba toda su verga y después se la volvía a introducir de un solo golpe. Por toda la casa se escuchaba sus jadeos y la succión de su ano cuando Don Aurelio le sacaba la verga. Don Aurelio se la estuvo cogiendo más o menos media hora, hasta que no aguanto y le descargo toda su leche en sus intestinos.
-Uuf, que rico...- exclamo Rosaura satisfecha -debemos coger más seguido... ¡Ah!
-Si, es rico- dijo Don Aurelio, al cerrar los ojos, para disfrutar mejor del inmenso placer que sentía –muy rico... ¿Eh? ¿Dónde se fue?- exclamo sorprendido Don Aurelio, al abrir los ojos, y ver que estaba totalmente vestido, y sentado en una de las sillas del comedor de su cocina.
-¿Qué era tan rico tío?- exclamo una pequeña Rosario de 10 años, al entrar a su cocina -¿Soñabas que ya cenabas? No te preocupes, mi tía ya preparo la cena.
-¿Qué? ¿Todo fue un sueño? ¡No puede ser!- dijo muy triste Don Aurelio en su mente -pero tal vez, tal vez...- agrego, al ver a la pequeña Rosario parada a su lado -Oye chayo, pensaba si tu, si tú podrías- dijo Don Aurelio muy nervioso, dirigiéndose a la niña.
-¿Qué tío?- contesto sonriendo Rosario.
-¿Chuparme la verga...?- dijo Don Aurelio nervioso.
-¿Por qué no se lo pides a tu tía, sucio viejo degenerado?- exclamo molesta Rosario -¡Toma esto!- agrego, al tiempo que le aventaba a Don Aurelio una olla vacía en la cabeza.
-Ups- exclamo Don Aurelio, al sentir el golpe -mier... da...


Fin.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:03) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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