Hermana ebria y follada

Hola, soy Carlos. Tengo 26 años y les voy a relatar la historia de cómo me follé a mi hermana.



Ella se llama Teresa, tiene 35, mide alrededor de 1.55, pese a su edad y reducido tamaño, debo

agregar que tiene una cara angelical de niña, un cuerpo espectacular, un culo respingón, redondo

y firme, unas tetas de encanto, de aquellas en las que te pierdes nada más verlas y desearías

que fueran tuyas para tenerlas en un museo. Todo esto aderezado por unos ojos color miel y una

sonrisa llena de picardía y lujuria.



Teresa y yo vivimos juntos hasta más o menos mis 20 años, como hermanos que éramos, teníamos una

relación cercana, confiaba en ella más que en el resto de las personas, una temporada vivimos

solos en la mansión familiar dado que estaba desocupada, ella sabía al detalle mis aventuras y

mis excesos, yo sabía también de sus amantes y sufrimientos. Alguna vez fuimos juntos a buscar

lencería para ella y sus noches calientes. Fué ahí realmente que me percaté de la tremenda

y hermosa mujer, que llevando parte de mis genes, tenía frente a mí.



Para que tengan una levísima idea de cómo solía vestir para sus sementales.

Llevaba unas medias de encaje color negro que prácticamente rozaban su jugoso chocho. Se había

puesto unas bragas tipo hilo dental que no dejaban nada a la imaginación, color rojo carmesí

como para esa época no se había depilado con frecuencia, los pelitos de su monte de venus

sobresalían por sobre la tela de las bragas, dando la impresión de tener una fiera delante.

Debido a su extenuante jornada en el gimnasio, todos los músculos de su cuerpo estaban

perfectamente contorneados. Su abdomen plano, daba la sensación de ser una paleta de helado

lista para ser lamida y degustada. Llegando un poco más arriba, se había puesto un sujetador de

seda transparente color rojo y negro que hacía juego con las bragas y las medias. Los pezones

sobresalían por sobre la tela como dos cerezas. Le pedí que se diera vuelta para así poder

mirar al detalles sus firmes y grandes nalgas. Luego de eso, corrí al vestidor que estaba a su

lado y me dí una paja memorable.



Con el tiempo nos separamos, ella se fué a vivir con su amante de temporada, yo viajé al exterior,

no supimos mucho el uno del otro. Nuestra separación duró alrededor de 2 años, durante los cuales

apenas tuvimos noticias.



Cuando regresé, se armó una juerga legendaria. Pude reunir a todos mis amigos y amigas en mi

casa. Teresa había llegado y no con cara de estar muy divertida me dijo que no tendría tiempo

para pasar conmigo, pero que quería que conversemos sobre algo que la tenía a mal traer.

Salimos juntos al patio con una cerveza y unas lines de cocaína. Me contó que se había separado

de su pareja hace apenas dos semanas. Que él le había sido infiel con casi todas sus compañeras

de trabajo y que si no lo descubre en la entrada de un hotel cercano, no se habría dado cuenta

nunca. Estaba muy triste y para confortarla nos dimos un abrazo gigante, tanto que la alcé

y junto con ella el vestido que llevaba también, dejando por unos breves segundos, a la vista de

todos su maravilloso culo.



Al final termino yéndose con sus amigas a un conocido bar de la ciudad. La juerga en mi casa

también terminó por diluirse pero yo me sentía como una moto en autopista y no quería parar.

Así que con un par de amigos tomamos un taxi y nos dirigimos al mismo bar que mi hermana. Cuál

fué mi sorpresa al encontrar que mi hermana se encontraba en estado semi-inconsciente en la barra

del bar rodeada de media docena de pendejos tratando de cortejarla. Me acerqué a ella, y aunque

a primera vista no me reconoció se abrazó de mi y me pidió que la llevara donde estaban sus amigas.

Recorrí con la vista el bar y encontré un grupo de damas que me reconocieron al instante. Llevé

a Teresa donde ellas estaban y la dejé junto con el grupo. Fuí de regreso con mi grupo y al cabo

unas 3 horas, casi a las 5 am, el grupo de mi hermana había desaparecido. Cada una de ellas con

su respectivo ligue se había separado una a una, dejando a Teresa bebiendo sola en una mesilla.

Si cuando llegué ella estaba borracha, ahora estaba mucho mucho peor.



En su nariz se veía claramente cómo había seguido inhalando cocaína y en la mesa estaba una

botella a medio terminar de tequila y algunos vasos de lo que intuí era vodka de mala calidad.

Para que se enfocara en la realidad tuve que tomar su cara entre mis manos y agitarla con fuerza,

tras unos momentos me vió y sonrió. Decidí que la llevaría a su casa de inmediato, así que tomé

su cartera y de ahí cayeron algunos preservativos. Regresé a ver y ella se había recostado sobre

el sofá del bar, ví con sopor y lujuria sus nalgas al desnudo y adiviné de inmediato que las

supuestas amigas, la habían dejado a la voluntadde quién sabe cuántos pendejos que se

la habrían follado uno tras otro, dado que sus bragas estaban de lado y su chocho escurría jugos.



La levanté y en el taxi se recostó sobre mis piernas, su cabeza terminó sobre mi pene que casi

de inmediato se puso duro como una piedra. Afortunadamente, pensé, que estaba dormida así que dejé

que su cabeza se frotara contra mi polla erecta a través de mis pantalones. Cuando llegamos, a mi

pesar, a su casa, estaba amaneciendo. La cargué sobre mí hombro como un fardo de azúcar, abrí la

puerta y la llevé directo a su pieza. Para poder disipar mi mente me fuí a su cocina y tomé un

vaso helado de limonada, al que agregué algo de vodka de su reserva en casa.



Debí quedarme dormido un rato, por que cuando abrí los ojos, el sol rojizo se filtraba por la

mirilla de la ventana de su cocina. Decidí levantarme y tomar una ducha antes de ir a ver cómo

se encontraba Teresa. Sin embargo, al poco de estar en la ducha, noté cómo se abría la puerta

lentamente y ella entraba como una tromba directo al inodoro a vomitar todo lo que llevaba dentro.

No pareció percatarse de mi presencia ahí. Tenía en la mano la botella que yo había destapado, así

que asumí que mientras yo dormía, ella la había tomado y estaba ya casi por la mitad. Es decir

mi hermana teresa estaba más ebria y drogada que el mismo Bukowvski en plena forma.



Salí del baño con una bata en la cintura y ví que ella se había recostado sobre la alfombra.

La botella estaba virada y se regaba el licor. Tome a ambas. A Teresa había que despertarla de

alguna forma, así que pensé que lo mejor sería preparar café y meterla a la ducha también. Una

vez listo el café empecé a desnudar poco a poco a mi hermanita teresa. Ella, ahora sí inconsciente

totalmente me dejó hacer todo lo que quería. Me entró el demonio de la lujuria y el desenfreno.

Empecé por quitarle el saco y desabrochar la blusa, aunque fué inútil por que alguien ya se había

adelantado. El brassier color violeta saltó cómo una tapa de champaña apenas lo toqué y sus senos

empezaron a bailar frente a mis hojos. Tome uno de ellos en mis manos, ella debía ser quizás 95

o 98. Mientras con una mano sostenía una de sus grandiosas tetas, me acerqué al pezón de la otra

y empecé a lamer y chupar frenéticamente, inmediatamente su pezón se puso duro como una piedra

entre mis labios. Debí estar hipnotizado quizás unos 5 minutos en sus tetas cuando escuché un

leve, casi impercetible gemido. Asorado, bajé mi vista hacia sus bragas y parte de su falda

hace ya tiempo levantada y noté que Teresa despedía jugos en cantidades industriales. Mi

pícara hermana estaba disfrutando como una zorra en celo que un desconocido la violara mientras

ella dormía. Tomé sus bragas en mis manos y se las quité de un tirón. Así, ahora tenía a mi

hermana frente a mí totalmente desnuda, inconsciente y disfrutando un evento del que no

recordaría nada en pocas horas.



Era tal mi calentura, que empecé a frotarme mi polla erecta. Me acerqué a su angelical

rostro y no ví señal alguna de consciencia. Puse mi glande entre sus labios y con una mano

abrí su boca de forma que pudiera entrar. No podía creerlo, mi hermana me estaba haciendo una

mamada de diosa en estado inconsciente y yo disfrutaba como chancho la situación. Bajé hasta

su cintura y sin poderlo aguantar más, metí mi polla entera en su estrecha y delicada vagina,

en este punto totalmente lubricada por ella y por quién sabe cuántos cabrones más esa noche.

En este punto, no sabía si estaba soñando o si era verdad aquella noche de éxtasis, lujuria,

drogas e incesto. La follé de frente, de lado, volví a su boca deliciosa, me corrí sobre su cara

sus tetas, terminé dentro de ella una vez más. Cuando totalmente cansado me recosté, ví con

asombro que ella me estaba mirando con esos ojos color miel y sonreía.



- Hola hermanito, ¿me disfrutaste?- preguntó



Yo no atiné respuesta, apenas pude tragar saliva del tremendo susto que me llevé.



-Yo sí, hace tiempo que quería que alguien me follara como tú lo acabas de hacer. Me gustó mucho.



Sin responder aún, Teresa seguía sonriendo, sólo que esta vez tomó ella la iniciativa tomó mi polla

entre sus manos y empezó a masturbarme. No sé cómo, se me paró de nuevo.



De pronto Teresa, se levantó, cayó una vez, y se dirigió al baño. Escuché el sonido de la ducha

y el de un cuerpo caer estrellándose contra el piso. Cuando ingresé la ví tratando de levantarse.

La ayudé y juntos entramos. Bajo el agua tibia el sabor de su cuerpo se hizo miles de veces más

intenso, la sensación de sus senos bajo mis manos, su culo pegado a mi entrepierna, sus brazos que

me agarraban con fuerza para no caerse, sus labios que besaban y chupaban mis dedos, mi pene erecto

que se frotaba con intensidad en su vagina llena de jugos. Esa noche olvidé que estaba con Teresa,

mi hermana mayor y me dediqué a disfrutar del exquisito cuerpo de Teresa la mujer.



Mientras sentía ese torbellino de placeres acumularse, me percaté de que aparentemente se había

quedado nuevamnete dormida en mis brazos. Ingenuo de mí, pero ese momento así lo pensé. En los

vapores del alcohol, el agua tibia, la cocaína consumida, me incliné en el piso de la ducha, con ella

delante mío. La puse en posición de perrito y la cojí con mucho placer. En ese momento ella volvió a

gemir. Saqué mi pene de su vagina y lo empecé a frotar contra su ano. De pronto ella empezó a moverse

a mi propio ritmo, de forma que mi glande ingresó en su culo con una facilidad pasmosa. Empecé a

bombear tratando de no pensar en nada más que no fuera en mirar, encular y disfrutar de ese

culo maravilloso y angelical que tenía delante mío. En un momento determinado Teresa empezó también a

gemir con mucha fuerza, se había incorporado un poco, de forma que mi penetración era así más profunda.

Terminé luego de alrededor 15 minutos por correrme en su ano. Fué una sensación magnífica, diría

idílica.



De igual forma, tuve que llevarla a la cama, ahora en cambio por el agotamiento tremendo que tenía.

Nos quedamos dormidos así como estábamos. Desperté con la agradable sensación de que alguien me chupaba

la polla, era nada menos que ahora sí, Teresa mi hermana mayor. Me corrí dentro de ella, se tragó todo mi

semen. Me vestí y me fuí de esa casa con mucha alegría, cargo de conciencia y muy buenos recuerdos.



A partir de ahí las historias con Teresa han sido intensas y divertidas.