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LA MADRE SOLTERA

Relato enviado por : Anonymous el 19/09/2007. Lecturas: 22342

etiquetas relato LA MADRE SOLTERA .
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Resumen
Silvana vivía en un edificio de departamentos de alquiler con su hija de 2 años. Trabajaba en un videoclub, pero no siempre su sueldo le alcanzaba para cubrir los gastos del mes. Tenía unos 23 años, era morocha, divina, se la notaba una mujer fuerte y decidida. Tenía unos ojazos celestes y un físico espectacular.
Ese mes, el día 5 cayó un jueves, y como era de esperarse, el Gordo González, pasó a cobrarle la renta. Sin embargo ese mes había sido muy difícil, había tenido muchos gastos imprevistos Y NO TENÍA EL DINERO PARA PAGAR ...



Relato
LA MADRE SOLTERA

Silvana vivía en un edificio de departamentos de alquiler con su hija de 2 años. Trabajaba en un videoclub, pero no siempre su sueldo le alcanzaba para cubrir los gastos del mes. Algunas veces incluso, cuando podía, tomaba un segundo trabajo, pero el mismo era temporal. Tenía unos 23 años y era toda una luchadora. Desde siempre había trabajado, y aunque terminó con muy buenas calificaciones sus estudios secundarios, luego su temprano embarazó le impidió terminar una carrera universitaria. Ella era morocha, divina, se la notaba una mujer fuerte y decidida. Tenía unos ojazos celestes y un físico espectacular. Una cola firme, paradita, durita. Y dos senos hermosos, grandes, interesantes y turgentes.

Ese mes, el día 5 cayó un jueves, y como era de esperarse, el Gordo González, pasó a cobrarle la renta. Sin embargo ese mes había sido muy difícil, había tenido muchos gastos imprevistos (en los que no vale la pena entrar en detalles) y verdaderamente no tenía para pagar el alquiler.
Por más que tuviera razones, por las que no había podido juntar el dinero, el Gordo González era un ser despreciable y sin corazón. O por lo menos así era como lo veía Silvana. No obstante, el alquiler que le cobraba era menor a otros departamentos de similar nivel de la zona.
Silvana, estaba casi convencida de que el Gordo González le cobraba algo menos de la tarifa promedio que indicaba el mercado porque era bonita. Cada vez que se cruzaban, ya sea en la calle, en el ascensor o cuando el pasaba a cobrarle la renta, este la miraba de una forma muy obscena. Lo mínimo que puede decirse es que la “desnudaba” con la mirada, más bien le arrancaba la ropa con la mirada y luego le hacía “otras cosas”, también con la mirada claro.

Ese mes como ya les comenté antes, Silvana no tenía, no había podido juntar el dinero para pagar el alquiler. “RING!” sonó repentinamente el timbre. “¿Quién es?” preguntó Silvana.
González: - “Soy yo Sil, venía a cobrarte el alquiler”. Ya su voz, pensaba Silvana, sonaba desagradable.
Silvana abrió la puerta. En ese momento estaba vestida de entrecasa con una remera cortita y unos minishorts tipo calza ajustados al cuerpo (al culo, que se le marcaba de una manera hermosa). El Gordo González agradecido, y disfrutando del espectáculo visual que se le ofrecía. Con cualquier excusa, ya sea pidiéndole una bebida o que le mostrara algo, el Gordo intentaba mirarle el culo a Sil por un rato. Esta vez el pretexto era si le podía traer algo fresco para beber.

Tomó su bebida, le dio un largo trago y luego dijo:
González: - “Bueno a ver, pagame los U$S 500, así me voy”.
Silvana vaciló un poco y le dijo casi avergonzada: - “Este mes no tengo para pagar el alquiler, te pido que me aguantes hasta el mes que viene”.
El Gordo González empezó a los gritos y armó un escándalo, cuando se calmó un poco, dijo:
González: - “Bueno, mirá. Si vos no tenés plata, de alguna forma esto lo podemos arreglar. Me podés ayudar con algunas cosas”.
Silvana: - “Seguro, lo que vos digas”.
González: - “Bueno. Vamos a hacer lo siguiente. Veníte el viernes a mi casa. Yo me reúno con unos amigos y tal vez me puedas dar una manito”.

Todos los viernes había Noche de Póker en la casa del Gordo González. Ese día se reunía con sus amigotes. Los mismos ya estaban alrededor de la mesa jugando cartas, cuando Silvana tocó el timbre. Ring, Ring! sonó la campanilla. El Gordo González abrió la puerta. “Hola” saludó Silvana, con su mejor cara. “Hola” le contestó el Gordo ya con aliento a alcohol y la hizo pasar. La entrada de la casa daba directo a la cocina. Era un piso entero en uno de los edificios en los que el Gordo González poseía algunos otros departamentos.
Gordo González:- “Bueno, vos hoy vas a ser la camarera en este viernes de póker con mis amigos. Y si no conseguís dinero para pagarme el alquiler, en unos cuantos más también”. Silvana:- “OK. Lo que vos digas, ¿Querés que les lleve unas cervezas? ¿Qué les cocine algo?”.
A lo que el Gordo González responde: “Sí, traénos una cervezas”. En la heladera había una gran cantidad de cervezas, todas marca Budweiser.
González: - “Traénos un par, somos cinco”.
Silvana se disponía a agarrar los cinco porrones (botellitas chicas) de Budweiser, cuando González le dijo: “¿Qué color de ropa interior tenés puesta?”.
“¿Qué?” re-preguntó Silvana extrañada.
González: -“Te pregunté ¿Qué color de ropa interior traes puesta?”
Silvana: - “¿Y para que quiere saber eso?”
González: - “Sólo contesta la pregunta”.
Silvana no recordaba con seguridad, entonces tomó uno de los elásticos de su tanga, lo sacó fuera de su jean azul y le contestó: -“Negra”.
González: - “Me gusta. Perfecto. Sacate la ropita y te podés quedar en bombacha y corpiño ... Por ahora”.
Silvana (pregunta sorprendida): -“¿Cómo?!”.
González: - “Sí, nena. Dale, que no tengo toda la noche para perder. O te pensabas que te voy a perdonar el alquiler sólo por alcanzarnos un par de cervezas de la heladera. Está bien que estoy gordo, pero puedo levantarme de mi sillón y caminar dos metros hasta la cocina”.
Silvana, dudó un instante, dos instantes, tres instantes. Primero miró el suelo mientras pensaba y luego miró al Gordo González, que tipo desagradable y que mirada lasciva. Encima, aún no sabía como eran sus amigos, mas si eran como él que larga noche le esperaba ...
Luego de pensar un rato prolongado en silencio, pensó “Que más da. Necesito pagar el alquiler. Por mi hija. No tengo la plata, ni otro lugar adónde ir. Haré de cuenta que estoy en bikini en la playa. Después de todo, no es la primera vez que un hombre me ve en bikini o ropa interior”. Silvana se sacó la remera primero quedando en corpiño. El Gordo quedó maravillado con lo que veía, con esos hermosos pechos. Luego, Silvana junto un poco más de coraje para el paso siguiente y se bajó el jean quedando completamente en ropa interior ante el desagradable Gordo González. “Que empiece el show” dijo este. Y el show habría de empezar ...

Silvana tomó las cervezas y así como estaba se acercó a la mesa. Saludó a todos los muchachos con un sensual y fresco: “Hola” al que los amigos de González respondieron tomándose el tiempo necesario para contemplar la belleza de Silvana. La miraron de arriba abajo, como corresponde a una mujer de semejante hermosura.
Julián, el mejor amigo de González sacó un billete de U$S 10,00 y se lo puso en el elástico de la bombacha y luego le dio una palmada fuerte en la nalga. Silvana lo miró sorprendido. “Es por los U$S 10,00” aclaró el Gordo.

Silvana, se disponía a irse para la cocina. De atrás escucha al Gordo González que le ordena: “Nena, cocinanos algo, que sea rico y que sea rápido, que los muchachos tienen hambre”. Silvana fue para la cocina, con intención de cocinar, tras de sí, la seguían las miradas de los hombres.
Silvana, tardó unos 20 minutos en cocinar unos exquisitos platos, con lo poco que encontró en la desordenada cocina del Gordo González. A los 20 minutos volvió a entrar en escena acercándoles los platos a la mesa. Esta vez no sólo Julián le tocó el culo, sino que a medida que iba sirviendo a cada uno todos le agradecían con una cariñosa “palmadita” en la cola. La fina tanga, la dejaba más que expuesta para este proceder por parte de los amigos del Gordo.

Los muchachos se tomaron un recreo, mientras comían y dejaron de jugar Póker, se pusieron a charlar. Silvana, una vez servida la comida, fue a buscar refugio temporal en la cocina, pero el Gordo González, le dijo que se sentara con ellos a charlar. Así semi-desnuda como estaba se sentó a charlar con los muchachos. Sin embargo, no le trajeron una silla, sino que tenía que irse sentando alternativamente en cada uno de ellos. Con su cola, notó y le hicieron sentir las erecciones de cada uno de ellos.
Hablaron de la vida en general y contaron muchas anécdotas. Muchas de ellas, tal vez motivados por la presencia de una mujer, de índole sexual.
Después de finalizada la comida, los muchachos siguieron jugando en una larga noche de póker. Jugaron durante más de dos horas, después de la comida, y ya el Gordo González que no había tenido una buena noche, estaba casi sin plata. Cuando se quedó en cero, y tenía una buena mano como para seguir jugando, dijo a uno de sus amigos: “Te apuesto el corpiño de Silvana”.
Marcelo, el amigo en cuestión, le contestó enseguida: “Apuesta aceptada”.
Silvana, estaba en la cocina, no había escuchado en que consistía la apuesta. Marcelo que tenía póker de ases ganó la mano. Entonces el Gordo González la llamó con un grito y cuando esta se acercó al living le dijo:
“Sil quítate el corpiño por favor y entregáselo a Marce”. Silvana, demoró un instante ya que era la primera que se exhibía así en público ante varios hombres, pero luego obedeció y mostró sus tetas a los jugadores, entregándole el corpiño a Marcelo.
Otro de los amigos, Damián, dijo: “La verdad que sos hermosa nena”.
Silvana se sonrojo un poco y le dijo un tímido “Gracias”.
Nuevamente todos los amigotes y el Gordo González aprovecharon para contemplar su belleza.

Los 4 amigos, que ya estaban más que excitados y calientes, Julián, Marcelo, Damián y Roberto le pedían al Gordo lo siguiente: “Dale Gordo, por un strip-tease, si lo hace bien de verdad. Perdonále el alquiler de todo el mes a la piba”.
Gordo González: - “Bueno déjenme pensarlo. Aparte hay que ver si Silvana quiere”.
Julián: “Cómo no va a querer, si igual ya está en tetas. Mucho no le costó desnudarse a la putita esta” comentó Julián, con Silvana allí presente.

A Silvana, por un momento se le iluminó la cara. Total ya estaba en el baile, en el medio del río. Con un poco más de audacia y coraje, tal vez se ahorraría el alquiler del mes, y la verdad que ese dinero no le vendría nada mal. Lo necesitaba. Sin que el Gordo, tomara su decisión y sin dejarlo pensar, Silvana empezó a bailar de la manera más sexy y erótica que jamás haya hecho. Y lo hizo bien, casi como una verdadera profesional de cabaret.
El Gordo González, eufórico, excitado, parte por la excitación sexual y parte por la provocada por el alcohol dijo: “Está bien, por esto te perdono el alquiler de este mes completo”.

Silvana continuó con su show, pero más motivada. Tenía un motivo, y estaba dispuesta a llegar hasta el final. Siguió bailando por un largo tiempo de manera sexy. Se acerca a los hombres, se frota con ellos, los excita, se les sienta encima. Sumerge sus caras en sus senos, se agacha delante de ellos, se deja tocar toda, en fin, hace todo lo que se hacen en los nightclubs de cualquier lugar del mundo. Y va repitiendo el circuito una y otra vez, haciendo que todos los muchachos tengan oportunidad de sentir, tocar y jugar con sus partes más sexuales. Es toqueteada, apoyada, lamida y demás.
Luego de un largo tiempo bailando de manera erótica, se acerca al Gordo González, se le para al lado, ya que era a quien le debía el alquiler, para darle el privilegio de sacarle su bombachita. Tomó con sus manos las dos manos del Gordo y las puso sobre los elásticos de su tanguita, dejando muy claro todo. El Gordo, se toma un segundo y luego la deja completamente desnudita. Ahí la excitación es total y los hombres se le abalanzan como salvajes para toquetearla. La manosean un buen rato, por el lapso de 30 minutos, pero sin llegar a penetrarla.

Cuando Silvana termina de hacer su baile erótico y de ser manoseada por los muchachos, intenta agarrar su ropa para vestirse pero estos no la dejan. Le esconden primero la ropa y luego no se la quieran dar. Se la pasan de uno a otro, mientras Silvana intenta agarrarla. Finalmente se aburren de verla moverse y bambolear sus pechos y su cola de un lado para otro y le entregan su ropa. Así la noche casi estaba llegando a su fin. Con lo cuál la mayor parte de los amigos del Gordo González comienzan a irse, pero se queda él con uno para charlar sobre un negocio que tenían pendiente.
Los otros van hacia la puerta junto con González que los acompaña y los despide. Alguno de ellos comenta “Linda la piba”, otro “Que venga más seguido” y no faltaron las expresiones del tipo “Está bárbara”, “Me la cojo toda” y demás.
El Gordo y un amigo se quedan.
Gordo González: “Sil, traénos dos cafés por favor”.
Silvana: “Enseguida”

Silvana va a la cocina, nuevamente vestida, prepara los dos cafés y los alcanza a la mesa. Los dos hombres, conversan y luego de una media hora, terminan de cerrar el negocio en cuestión. El amigo, Julián, le dice en voz baja y con una mirada cómplice: “¿Gordo, no vamos a terminar la noche acá, no?”
Gordo: “Cómo te conozco, yo sabía que me ibas a decir esto”.
Gordo (hablándole a Silvana ahora): “A ver Silvana, vení. ¿Te querés ahorrar el alquiler del mes que viene también?”.
Silvana que ya estaba en el baile preguntó con una mirada excitante que indicaba en parte que ya estaba dispuesta a todo: “¿Y que tendría que hacer?” al tiempo que se ponía un dedo en la boca como haciéndose la inocente y la que no entendía. Pero en realidad entendía perfectamente.
Gordo González: “Y mira, tendrías que usar tus dotes y habilidades de mujer como mejor sabés. Y cuánto más placer nos des, más plata te voy a compensar yo del alquiler”. Por si quedaban dudas, le aclaró: “Placer sexual, se entiende, no”.

Silvana, que por un lado era una chica grande y entendía perfectamente lo que le querían decir y por otro, realmente necesitaba el dinero, se acercó a ellos dos entregándose. Pronto la comenzaron a manosear y a desnudar. Le sacaron su ropita como desesperados. Casi a los tirones y pronto la dejaron nuevamente en bombacha y corpiño como cuando estaba haciendo el baile sensual. El Gordo González, estaba delante de ella y la tocaba por todos lados e incluso la besaba, con su aliento desagradable. El otro iba por atrás, y le hacía sentir bien su miembro, entre sus nalgas. Luego Julián, que estaba detrás, le sacó el corpiño. Ella instintivamente se cubrió los senos, pero luego el Gordo González le apartó las manos y le dijo: “Compartí, dejate ver, que sos linda”. Ella dejó sus manos a los costados del cuerpo pasiva mientras la seguían tocando. Una vez tetas que sus tetas estaban al aire, nuevamente Julián, le bajó la tanguita de dejándola desnudita, mientras ellos estaban casi vestidos por completo. Simultáneamente el Gordo le chupaba los pezones y le llevaba una de sus manos a su bragueta.
Gordo González: “Dale sacala que te gusta”.
Ahí Silvana, tuvo que bajarle el cierre del pantalón, meter su mano dentro del mismo y sacar el pene del Gordo González, fuera del pantalón. Mientras tanto Julián le chupaba el culo, le colaba los dedos y también le metía mano en la vagina.

De a poco los dos hombres comenzaron a desvestirse, el Gordo desagradable se sacó la remera, quedando con el torso desnudo. El otro hizo lo mismo. Y acto seguido ambos se bajaron los pantalones para estar listos para la acción. Silvana, terminó recibiendo penes por ambos frentes. El Gordo González por delante al cuál tuvo que hacerle un largo y prolongado “pete” hasta que este acabara en su boca. Tragó el semen como le ordenó el Gordo. El otro la penetró por la cola sin pedirle permiso y sin lubricarla adecuadamente, lo cuál le dolió demasiado. Sin bien no era la primera vez, para ella la cola era algo que no se la “entregaba” a cualquiera, pero aquí no tuvo más remedio. Sentía como en su boca debía entrar una y otra vez el desagradable pene del desagradable Gordo González. Mientras que también recibía el pene de Julián por su colita, casi sin lubricación alguna. A medida que la penetraba Julián le daba palmadas en la nalga, fuerte que le enrojecían un poco las mimas y le decía alternadamente cosas como: “Dale movete”; “Dale que te encanta”; “¿Te gusta que te coja?”. Cada tanto Silvana le contestaba un “Sí, me encanta” y esto así excitar más a un Julián que le daba con todo, a un ritmo frenético. El Gordo González más tranquilo, disfrutaba y dejaba hacer a Silvana. Se relajaba y gozaba de la felación que estaba recibiendo. Sin embargo, cuando Sil dejaba de chupar por instante o intentaba ayudarse con las manos, masturbándolo por un instante, enseguida el Gordo, le quitaba las manos, le agarraba fuertemente la cabeza y le metía su pija hasta el fondo de la boca, tan adentro que casi al punto de provocarle arcadas. Y así Silvana recibía simultáneamente de un lado y de otro una buena cogida. Mejor dicho, dos buenas cogidas. Los dos terminaron como mejor quisieron. El Gordo, no tuvo ningún reparo ni respeto en acabarle primero en la boca, una parte, semen que tuvo que tragarse, y luego en la cara. El otro acabó algo después y no sacó su miembro al eyacular. Descargó todos sus fluidos en el culito tierno y suavecito de Silvana.

Por suerte para ella los muchachos estaban algo cansados, sino la noche hubiera sido aún más larga. Pero cuando se estaba cambiando para irse el Gordo le dijo:
González: -“Dale, uno último rápido para cada uno y no te jodemos más e incluso por el mes que viene y el otro no me debes el alquiler”.
Silvana, no tenía más ganas de ser penetrada, estaba ya bastante cansada. Pero ahorrarse otro alquiler y visto el punto hasta dónde ya había llegado era algo importante para ella.
Lo que hace entonces, es ir delante de ellos, arrodillarse y hacerles un fellatio doble. Por momentos chupaba el pene de uno y masturbaba al otro e iba alternando. Lo hizo con mucha energía, con mucha fuerza, para que ambos acabaran rápido y pudiera irse a su casa. Ya estaba bastante cansada. Succiona los penes muy rápido, como una estrella de película porno, pareciendo sedienta de sexo y en el punto máximo de la lujuria, aunque lo que en realidad le pasaba era que quería que los hombres acabaran rápido para poder irse a su casa.
Ambos terminan casi simultáneamente en su cara. Estaba vez no tuvo que tragar, pero recibió leche en su cara y en las tetas. Se limpió un poco rápidamente y para evitar que los hombres se recompusieran y tuvieran diera ganas de más acción se fue velozmente y a medio vestir.

Cuando llega a su departamento, a las 4 de la mañana aproximadamente, entra y antes de irse a dormir va al cuarto de su hija, le da un gran beso, la mira con una tierna mirada maternal y luego se va a dormir.


Por favor envíen sus comentarios a: julieta_s24@hotmail.com


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:51) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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