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LA VERDULERIA DE DON JULIO II

Relato enviado por : jrodri el 21/11/2014. Lecturas: 7273

etiquetas relato LA VERDULERIA DE DON JULIO II   Amor filial .
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Resumen
Segunda y última parte


Relato
Continúo el relato de los hechos ocurridos entre Don Julio, el verdulero, y Susana, mi hermana.

Durante todo el verano, las visitas al negocio de Don Julio continuaron, y lo que llamaba mi atención, es que muchas veces, lo hacíamos a escondidas de nuestra madre.
Como siempre, me ponían a “custodiar” la entrada del local, mientras Julio y Susana iban al depósito, y salvo en la primera oportunidad, nunca más volvió, Julio, a cerrarlo con llaves; quizás, confiando en que yo no me movía del puesto que me había asignado, aunque desconociendo que lo abandonaba para escuchar lo que ellos hacían allí dentro.
Cada vez que entraban al cuartucho, escuchaba la voz de don Julio, pidiéndole a mi hermana que se desnudara y le hiciera una felación, suponía yo que no quería tener sexo con penetración con ella, porque físicamente era el triple de grande que ella.

Pero las cosas se salieron del cauce normal, cuando en una de las últimas ocasiones, mientras ellos estaban dentro del depósito, llegó la mujer de don Julio.

Se trataba de Marta, una mujer robusta, quien apenas entró al local me intimidó con su presencia, no solo por haberme tomado distraído y fuera de mi posición de vigilante, sino porque, con cara de enojo, no dudó en avanzar hacia dentro del cuartucho; y allí se desató la tormenta.

Al abrir la puerta, la primera visión que tuve fue la del culo desnudo de mi hermana, quien estaba de rodillas frente a Don Julio, quien no pudo evitar mostrarse sorprendido al ser atrapado por su esposa.

- Así te quería encontrar pedazo de hijo de putas!!!!!!!!!! Me habían comentado de las visitas de la mocosa esta, y ahora entiendo porque el negocio está más cerrado que abierto.

A pesar de estar a pocos metros, y en la misma habitación no pude entender lo que Don Julio apenas si balbuceaba.

- ¡¡¡Y vos, pendeja de mierda!!! ¡¿Qué pretendes ganar haciendo esto con mi marido?!

La puerta del depósito quedó abierta, y yo me asomé para ver lo que ocurría con mi hermana, quien se sabía en infracción y temía a las consecuencias, así que tímidamente fue acercándose hacia donde estaban sus ropas, pero Marta le cortó el pasó y se despachó a gusto con ella:

- ¡¿Querías que te rompa el culo?! ¿Eeehh? ¡¿Eso querías?! ¡Porque seguramente ya te lo habrá roto! ¡¿No es así putita?!

Allí fue cuando se escucharon unas palabras de don Julio:

- No querida, por favor… No le hice nada, las veces que vino me la chupó y se pajeó para mí.
- No mientas, no es necesario que defiendas a esta puta. Le dijo Marta a su esposo, mientras tomaba a Susana de un brazo y la dejó parada en medio del sucio cuartucho.
- Voy a dejar que te despidas de esta pendeja, porque después de hoy, no quiero verla más en el negocio. Hoy vas a romperle el culo, para que ella no se olvide más de vos.

Tomó por el cabello a mi hermana, y le ordenó que se pusiera de rodillas; su culo quedó expuesto ante mis ojos.

- Vos, pedazo de hijo de puta, parate atrás de ella, y ya sabés… Dejale el culo abierto; se lo merece por puta buscona.

Tanto Don Julio como yo, nos percatamos que su pija no iba a pasar fácilmente por el agujero cerrado del culo de mi hermana, le respondió a su esposa:

- Lo tiene muy cerrado, la voy a lastimar.

Marta volvió a cambiar su tono de voz:

- ¡¡¡¿¿¿Qué te dije???!!! ¡¡¡Rompele el culo de una buena vez a esta puta!!!

Luego de esas palabras, Don Julio apoyó su verga entre las nalgas de Susana, quien alcanzó decir:

- No… No, por favor… No, me duele.

Palabras que fueron interrumpidas por Marta

- Tomá, ponete esto en la boca y mordelo fuerte.

No alcancé a ver qué era, pero mi hermana ya no emitía palabras, solo sonidos guturales, mezclados con llanto.
- ¿Entró? – pareció preguntarle a su esposo - Que entre toda ¿Escuchaste bien?

Don Julio, una vez que su verga entró en el culo de Susana, empezó a darle nalgadas mientras iniciaba su bombeo; a la vez que Marta se ponía de frente a Susana y le decía:

- ¿Esto es lo que querías, puta? – le interrogaba Marta

Susana ya no pudo sostenerse en cuatro patas, su cuerpo lo apoyó en el piso sucio, y el verdulero se acomodó mejor para seguir bombeando el culo de mi hermana.

Mientras Don Julio seguía bobeando, Marta vino hacia la puerta del depósito; temeroso, me volví hacia el negocio, y al salir del cuartucho, cerró la puerta, por lo que no pude ver el final de la sodomización a Susana, aunque escuché el grito de placer orgásmico que desprendió Julio, tras eyacular en el interior de mi hermana:

- ¡¡¡¡Aaaaaaaaaahhhhhh!!!

Después de unos minutos, la puerta se volvió a abrir… Susana se asomaba desnuda, llevando su vestido en una de sus manos. Marta la detuvo, le puso el vestido de mala manera, y empujándola hacia la calle le ordenó que nunca más volviera al negocio.

Con sus ojos llenos de lágrimas y los brazos, rodillas y el mismo vestido, estaban con polvo, a paso, lento, nos dirigimos a casa.

Al llegar a nuestro hogar, nuestra madre la miró horrorizada… Pero Susana apenas si la saludó y como pudo corrió al baño.




Mi madre, Josefina, me interrogó sobre lo ocurrido, y le transmití en pocas palabras lo mismo que expuse hasta aquí.
Llena de furia, entiendo que, por defender el honor de su hija, me tomó del brazo y me llevó casi corriendo hasta la verdulería; en donde se encontró cara a cara con Marta, mi madre le preguntó:

- ¿Y su marido?

A lo que la esposa de don Julio le contestó:

- Está en el depósito, acomodando mercadería ¿Quiere pasar a verlo?

Mi madre contestó afirmativamente, y avanzaron hasta el fondo del local; Marta abrió la puerta del depósito y, dirigiéndose a su marido dijo:

- Vino la mamá de la putita….

Josefina la miró con odio, pero marchó hacia don Julio, y detrás de ella fue Marta, quien cerró la puerta del cuartucho, dejándome afuera.

De inmediato se escucharon gritos, primero de mi madre reprochando el accionar de don Julio, luego se mezclaron con insultos que le propinaba Marta a mi madre, y que fueron reemplazados por el sonido de cosas que se golpeaban, incluyendo la puerta.

En un momento, la puerta se abrió, y se asomó Josefina, quien no tenía su vestido puesto, su intención era la de huir del lugar, pero un par de manos, la sujetaron primero de un brazo, y luego del cabello para meterla dentro del depósito, y la puerta se volvió a cerrar.

Continuaron los ruidos a cosas que se caían, a golpes entre personas; y de pronto… El silencio.
Por un largo rato no se escuchó sonido alguno, hasta que nuevamente se abrió la puerta del cuartucho, y salió Marta, acomodándose el cabello; me miró y me dijo:

- Llevate a tu mamá a tu casa, y no vuelvan nunca más.

Entré al depósito, vi a don Julio subiéndose los pantalones y a mi madre, totalmente desnuda, tirada boca abajo con las piernas abiertas, su espalda mostraba signos de haber sido golpeada, su ropa estaba hecha harapos, y le faltaban varios mechones de cabello, los que estaban esparcidos en el suelo; y pude ver que en su cara también había rastros de golpes, ya que su ojo derecho se estaba cerrando, producto de un hematoma, sus grandes tetas tenían rasguños, y como en el caso de Susana, también había polvo en partes de su cuerpo.
Don Julio me ayudó a ponerla de pie, y mientras lo hacía, le tocaba el culo y las tetas.

Así me la llevé a casa, caminando cinco calles, mostrándole a todo aquel que nos cruzaba la desnudez de mi madre.

No faltó quien la insultara, tratándola de puta, ni quien se riera al ver el triste espectáculo que estaba dando, pero no pasó a mayores y llegamos a casa.

Tras cerrar la puerta de nuestro hogar, Josefina, tal como lo había hecho mi hermana una media hora atrás, se dirigió al baño, mientras yo fui a ver a Susana, quien estaba desnuda, tirada en su cama, llorando y acariciándose las nalgas, que estaban plagadas de moretones.
Cuando sentí que mi madre salió del baño, fui a verla… Ella no se encerró en su habitación, desnuda como había llegado a casa, pero recién bañada, estaba llamando por teléfono a mi padre, sosteniendo en una de sus manos un pepino que no supe, hasta tiempo después, cómo había llegado con él.

Al anochecer, y con apenas lo justo y necesario, abandonamos nuestra casa, para mudarnos de ciudad.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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