Le puse el cuerno a mi marido con el vecino

Omitiré nombres por la privacidad de todos los involucrados incluyéndome a mí, así que sólo me describiré brevemente para así tampoco hacer tan larga esta historia. Soy una mujer de treinta y seis años de edad, soy de piel blanca, cabello castaño, mis ojos son negros, además me gusta remangarme las pestañas al igual que maquillarme, también poseo unos labios carnosos los cuales siempre los decoro con labial rosa.

Aunque soy casada aun no tengo hijos y además me cuido, por esto me conservo en línea y con un cuerpo respetable, luzco senos grandecitos, mis piernas son muy bellas y sensuales, además de que poseo un culo apetecible por cualquier hombre. Me case hace unos cuatro años, mi esposo sólo es obrero de fabrica y por ello no tenemos mucho dinero, así que únicamente estamos viviendo en un departamento de una unidad habitacional urbana en la ciudad de México, aun así les diré que no soy una mujer ambiciosa pues comprendo muy bien que el dinero no es la felicidad y por ello me he conformado con lo que mi esposo puede darme modestamente. También declararé que nunca le había sido infiel a mi esposo durante el tiempo que llevamos de casados, mi marido es el único hombre con quien he tenido sexo durante estos últimos años que claro si debo aclarar que soy un poco golosa de sexo y por ello mi marido me hace el amor por lo menos tres veces por semana, incluso hasta cuando llega cansado yo misma lo excito hasta que se anima a hacerme el amor. De esta manera habíamos continuado hasta que yo conocí a este hombre que despertó en mí la tentación de infidelidad, el era nuestro vecino desde hace algunos meses, mi esposo no se llevaba del todo con el pero si se saludaban de vecinos al igual que yo pero desde que me empezó a gustar yo hacia cualquier cosa para verlo e incluso con pretextos iba hasta su casa para conversar, claro me tenía que cuidar que nadie me viera con él para no levantar sospechas.

Cada día me la insinuaba más y más hasta que por fin llegaron los momentos en que él se atrevió a manosearme y en varias ocasiones nos besuqueamos bien rico, pero aun no llegaba el gran momento en que me hiciera suya. Esto por fin pudimos lograrlo una excitante tarde de lunes, esa tarde mi esposo estaba en el trabajo por lo que yo tenía aun varias horas libres para lograr mi sueño de fornicar con él, debo confesar que sentía remordimiento de conciencia por lo que iba a hacer pero sin duda la tentación y el deseo fueron más poderosos. En esa ocasión yo me puse un suéter blanco cuello de tortuga, igual me puse una falda ajustada color beige, me puse también unas zapatillas alta y me puse igual una de las pocas gargantillas que mi esposo me había comprado. En fin yo cuidándome de no ser vista por ningún otro vecino o vecina fui cuidadosamente hasta su departamento, no habíamos quedado pero de alguna manera el predigo que lo iba a ver pues sólo toque una sola vez y en menos de un minuto me abrió su puerta, al instante pase dentro para no ser vista, al principio intentamos ser naturales pero sin duda la calentura nos invadió al instante y mientras hablábamos de otras cosas ambos nos fuimos acercando lentamente hasta que por fin comenzamos a besarnos apasionadamente como locos.

Sin duda la calentura ya nos había entrado a los dos, el mientras continuaba besándome comenzó a tocarme las nalgas sobre mi falda, esto ocasiono que mi excitación aumentara un más. Ambos no quisimos perder más el tiempo el tomo mi suéter quitándome por completo y lo mismo hizo con mi sostén por esto mis senos quedaron a su vista por completo, el inicio a mamármelos con delicadeza mis pezones ya estaban bien duros. Poco después fue donde yo tome acción, me aleje un poco de él y así tome mi falda la cual muy lentamente me la iba subiendo, a cada momento que quedaban a su vista mis deliciosas piernas yo vi como su paquete comenzó a crecer dentro su pantalón, al terminar de esto yo misma igual tome mis calzones y me los quite por completo. Para este entonces el ya se había bajo su pantalón también y yo pude verle su rico pene ya bien erecto, el se acerco nuevamente a mí besándome otra vez en la boca y mientras me besaba inicio a tocarme entre mis piernas directamente mi vagina ya bien húmeda. En ese instante fue donde me dijo al oído ¡Quiero metértela por el culo puta! Dicho esto el me tomo y me puso de perrito en el piso, el me monto y fue donde sentí como inicio a penetrarme mi culo muy delicadamente, yo centímetro a centímetro sentía como esa verga iba entrando entre mis nalgas y el placer que sentía era enorme, yo sentía que tocaba el cielo de placer. Cuando al fin entro todo su pene en mi culo se quedo quieto unos segundos y luego comenzó a metérmela y sacármela con un poco de rapidez, ¡Ay, ay! Yo gemía como una puta de tanto placer y en ese instante no pude evitar pensar en lo que haría mi maridito si supiera que su amada esposa se le estaban metiendo por el cuelo y que lo estaba gozando como nunca, continuo penetrándome por aproximadamente veinte minutos o más hasta que tenso su pene y soltó todo su semen dentro mi culo, al instante perdió erección pues ya había terminado y lo retiro de mi culo. Yo había quedada más que satisfecha, sin limpiarme me puse mis calzones, me acomode mi falda al igual que mi suéter y me retiré sin palabras de su departamento, una vez llegando al mío yo misma me lave mi culo perfectamente para que nunca se enterara mi esposo de esto y así fue nunca se entero hasta el día de hoy.