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Le rompí el culo a mi jefa….

Relato enviado por : narrador el 22/11/2013. Lecturas: 19731

etiquetas relato Le rompí el culo a mi jefa….   No consentido .
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Resumen

Si, y eso les aseguro que es tan cierto, como que el sol sale por el Este.



Relato

Yo trabajaba para esa época, en una oficina del gobierno, no digo cual porque me jodo. Y la persona a cargo era una tipa de unos cuarenta años, quizás pudiera tener mucho menos, pero su cara aparentaba mucho más, ya que su gran nariz aguileña sobre salía de inmediato en su rostro, aparte de que al parecer en muy pocas ocasiones por no decir nunca, visitaba el salón de belleza, ya que además también tenía unos enormes ojos saltones, encima de ellos unas oscuras, gruesas, y pobladas cejas que se unían en su entrecejo. Eso sin contar el gran moño de cabellos resecos, canosos y descoloridos, que tenía por cabellera, Aparte de que seguramente, de pequeña nunca la llevaron a un ortodontista, ya que sus dientes a demás de ser bien grandes, los tenía montados unos sobre otros. Aunque por otra parte, debo decir que la jefa tenía un tremendo cuerpo, que de verdad daba gusto de ver, siempre y cuando no le vieras la cara. Además se vestía de una manera tan llamativa, que aunque uno no quisiera fijarse en sus tetas, uno terminaba clavando los ojos en ellas. Cuando no era que daba unos cruces de piernas, y sus hermosos muslos dejaban ver mucho más allá de lo que inútilmente trataba de ocultar sus pequeñas faldas.

Bueno ya se dieron una ligera idea de cómo era físicamente mi jefa, pero aparte de ser dueña de una rara belleza, por no decir que de cara era más fea, que recibir una patada en las bolas, a media noche en un callejón oscuro. Bueno aparte de eso, la señora sin temor a equivocarme, puedo decir que durante el pasado siglo, quizás fue una de las funcionarias más corruptas que gobierno alguno haya tenido, además sin importar el partido, si era verde o blanco, ella siempre estaba guisando. Y las malas lenguas decían y la mía que no es muy buena, lo repite. Que la señora no importaba el presidente que estuviera, ella a todos los tenía agarrados por las bolas, debido a que ella autorizaba un sinfín de cosas, para que los amigos de los presidentes hicieran dinero fácilmente.

Jodiendo entre los empleados decíamos que su marido, antes de acostarse con ella le colocaba una bolsa de tela sobre la cara para no verla. Pero por otra parte como él era tan y tan gordo, que decíamos que en la urbanización sabían cuando ellos dos tenían sexo, ya que alquilaban una grúa, para poder montarse sobre su mujer. Es más en una ocasión, uno de los supervisores nos contó, que un día encontró al marido de la jefa, llorando desconsoladamente frente al orinal, y al preguntarle que le pasaba, el esposo de la jefa le dijo que ese día cumplía treinta años. Cosa que le pareció muy rara al supervisor, hasta que el marido de la jefa le aclaró de inmediato. Que no veo la verga, que nada más la reconozco por el tacto.

Bueno pero no es de su esposo ni de la corrupción que quiero hablar. Aunque en parte se relaciona con lo último, ya que uno de esos amigos de uno de los presidentes, en agradecimiento no tan solo la invitó a ella, sino que a toda la oficina a una fiesta típica, para la que mataron un par de terneros, corrió el güisqui como si fuera agua, contrataron a los mejores grupos de música típica, además de traer a uno de los mejores cantantes de fama internacional que había en esos momentos.

Se pueden dar una ligera idea del tipo de fiesta que era, ya a eso de las doce de la noche, gran parte de los que no se habían marchado, se encontraban bien borrachos, y comenzó el despelote. Fue cuando buscando como salir de ese lugar, para irme a casa llevándome unas cuantas cajas de güisqui, y varias bandejas de comida, que nadie había tocado. Cuando al pasar frente a uno de los salones, vi a mi jefa recostada sobre una de las mesas. Si bien es cierto que buena y sana era bien fea, imagínensela borracha como una perra. Yo de inmediato, llevé todo a mi nuevo viejo auto, nuevo porque recién y lo había comprado, viejo porque era un Chevrolet Impala del 1972, con un tremendo motor de ocho cilindros, como me decían mis amigos, una parcela con ruedas. La cosa es que regresé a buscar más comida, y después de terminar de guardar todo, se me ocurrió antes de marcharme, por curiosidad, darle un vistazo a mi jefa.

Al entrar al salón, me di cuenta de que la muy sinvergüenza seguía durmiendo a pata suelta, con medio torso sobre la mesa, además también me di cuenta que al mismo tiempo y tirado prácticamente a sus pies su esposo, roncaba cual cerdo tirado en el suelo. Hasta ese instante, no me había pasado por la mente hacer nada con ella. Pero de momento me fije en su hermoso y llamativos par de tetas, las cuales prácticamente tenía fuera de la ajustada blusa que usaba.

Eso bastó para que a mí me diera el deseo de tocárselas, por lo que con toda mi calma, y de manera discreta, cerré las cortinas y puertas de ese salón. Luego procurando que no se fuera a despertar suavemente coloqué a mi jefa en el piso, lo más retirada que pude de su esposo, quien seguramente ni el sonido de un trueno lo iba a despertar. Después de que apagué las luces, no tanto por no verle la cara, sino más bien por no llamar la atención, me dediqué con toda mi calma y tranquilidad a ir soltando los botones de la ajustada blusa, y aunque sus tetas prácticamente las tenía por fuera del sostén. Vi mucho más práctico el soltárselo, también.

No bien la había dejado con todas sus hermosas y bien formadas tetas por fuera, al principio nada más tenía la idea de acariciárselas, pero no sé que me dio, que de estar manoseándoselas pasé a besarlas, y casi de inmediato a chupárselas. Lo que en consecuencia me excitó más, y sin demora simplemente le solté la corta falda que estaba usando. Todo esto sin que mi jefa diera el menor indicio de que fuera a despertar. Por lo que me dije a mi mismo, ya que has llegado hasta aquí, por qué no le quitas las pantaletas, al fin y al cabo ni cuenta se va a dar de eso.

Por lo que con suma facilidad le baje las pantaletas, hasta que se las quité, y fue cuando vi el hermoso tesoro de su culo completamente desnudo. Yo me sentía encabritado, tremendamente excitado, y deseoso de comerle el culo a mi jefa, sin importarme las consecuencias. De momento me acordé que había visto unos cuantos cubitos abiertos de mantequilla, en la mesa donde ella, y su marido seguramente habían comido, y agarrado esa tremenda borrachera. Más rápido que inmediatamente los busqué, y sin demora comencé a embadurnarle el hueco de su llamativo culo a mi jefa. Al terminar de ponerle la mantequilla, tras bajarme los pantalones y los interiores, lo que me sobró de la mantequilla, lo comencé a pasar por sobre la cabeza de mi verga.

Estaba tan y tan excitado, que colocándome tras ella, nada más me bastó medio presionar la cabeza de mi verga contra su culo, para que este se la tragase por completo. Una vez que sentí toda mi verga dentro del culo de mi jefa, comencé rítmicamente a moverme, su cálido culo, se ajustaba perfectamente al ancho y largo de mi parada verga, por lo que a medida que yo comencé a moverme, metiendo y sacando todo mi miembro de su apretado culito, de momento comencé a sentir, que sus caderas también, sin que yo hiciera nada, y aunque me detuviera, comenzaron a moverse de manera rítmica y deliciosa. No conforme con ello, con una de mis manos, agarré su coño, y al mismo tiempo que me la clavaba por el culo, esa mano la metía y sacaba de su peludo coño. Mi jefa sin abrir los ojos, continuaba moviendo sus caderas, y gimiendo profundamente. Y a medida que lo continuaba haciendo, yo no deje de disfrutar. Hasta que pasado un buen rato de estar haciendo todo eso, inevitablemente me vine dentro de ella.

Por lo que al terminar, me hubiera gustado tener una camarita, para tomarle unas cuantas fotos, para luego sin mucho esfuerzo, acordarme de todo eso. Yo me subí los pantalones, y de la misma manera que entré al salón salí, procurando no llamar la atención. Dejando a mi jefa con el culo al aire, y a su marido durmiendo la gran borrachera que los dos habían agarrado. Al siguiente día que llegué a la oficina, la jefa no se presentó a trabajar, y cuando regresó, a mi me dio la impresión de que caminaba de manera rara. Luego nos enteramos en la oficina, que las empleadas de la limpieza la habían encontrado a ella a y a su marido durmiendo la gran borrachera, solo que a ella la encontraron desnuda, con el culo al aire, y al despertase se quejó de que le habían dado por el culo salvajemente.

Desde luego que nadie supo quien fue el héroe de dicha proeza, y ni pendejo que fuera yo para decírselos. Aunque unos días antes de que yo cambiara de puesto trasladándome a otras oficinas, ya se había marchado todo el personal, cuando mi jefa me llamó a sus oficinas, y apenas entré me arrinconó contra los archivos, diciéndome. Piensas que te vas a ir sin pagarme la que me debes, yo me quedé como quien no sabe de lo que le hablan. Pero cuando continuó diciéndome, ahora que estoy bien despierta quiero que me hagas lo mismo, o ten por seguro que no firmo tu traslado.

Como sabrán y comprenderán, mi jefa eventualmente dos meses después, firmó mi traslado, luego del gran sacrificio que tuve que volver hacer, durante esos dos meses.

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Si te ha gustado Le rompí el culo a mi jefa…. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Le rompí el culo a mi jefa….. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
Vicioso (22 de November de 2013 a las 15:11) dice: Grande, narrador

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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