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Los Amigos de Candela (II)

Relato enviado por : la gatita interior el 27/02/2012. Lecturas: 7358

etiquetas relato Los Amigos de Candela (II)   Maduros .
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Resumen
Ella necesitaba un pene, y no importaba si no era de Leandro.


Relato
Mi madre tenía 50 cuando yo contaba los 15 años, era madre soltera y me había tenido de grande, ya cuando sus amigas enviaban a sus hijos a la escuela. Yo poco sabía de su vida entes de tenerme pero aparentemente jamás tuvo novios y, según sus amigas, era muy ubicada ¡jamás cometía locuras! Quizás mi deseo de descubrirme sexualmente se debía a que ella no había experimentado ese tipo de amor en la pubertad.
Mi madre tenía amigos de la secundaria, de la facultad, del trabajo, y amigos que conocía cuando salía con las chicas a pasear. Era muy amistosa y no dejaba de invitarlos a casa desde que tengo uso de memoria. Veían películas, jugaban Scrabble y Pictionary. Yo los acompañaba hasta que el agotamiento me vencía.
Mis 20 minutos de amor con Leandro de camino al colegio continuaban cuando mamá organizó una reunión en casa. Yo, como siempre, participaba pero al estar más grandecita debía ayudar con las fuentes con bocados y los vasos con bebidas. La juntada transcurría sin nada que llamase la atención, yo miraba más que nunca a Leandro que a veces me dirigía sonrisas y miradas picaras. El sueño empezaba a atraparme y yo luchaba con todas mis fuerzas para mantenerme de pie. Finalmente me ofrecí a ordenar la cocina para despabilarme un poco.
No estuve más de dos minutos en la cocina cuando entró Leandro que traía unos vasos para lavar. Estaba de espaldas a él cuando sentí que sus brazos cariñosos me abrazaban.
- Te extrañé, odio los feriados…
Nos fundimos en un ardiente beso que llevó a un manoseo muy inapropiado. El me abrazó con fuerza apretando mi estómago contra su pene erecto. Sus manos se perdían bajó mis calzas y masajeaban mi carne. Con un limpio movimiento me levantó y llevó a la mesada, hundiendo su cara entre mis senos que esperaban los mimos de sus labios. Lentamente me quitó la calza y apartó una tanguita roja que me había puesto a pedido de él. Estaba muy mojada, él me olía, y se abría paso entre mis piernas para beber mi sabroso néctar. Yo contenía mis gemidos, había pasado mucho tiempo desde nuestros primeros besos y él aun no había penetrado a mi caverna amorosa. No podía evitar que el clímax llegara pronto, tiraba de su cabello en un intento loco de detenerle ya que temía que nos descubrieran y al mismo tiempo dejaba que su lengua me recorriera toda mi cosita queriendo disminuir el calor de mi cuerpo. Finalmente entré al orgasmo justo cuando él me obligaba a morder un pedazo de pan para ahogar mis fuertes gemidos.
Luego de saciar su sed sexual Leandro se separó y se fue por la puerta a la sala de estar con su cara sucia de mí como estaba. Me bajé de la mesada muy caliente y en parte decepcionada puesto que había imaginado que esa noche me penetraría mi ranurita y apagaría las brazas que iniciaban un incendio en mi entrepierna cada vez que lo veía.
Estaba de espaldas a la puerta lavando pensando en los ataques que le agarraban a Leandro, como describí anteriormente, cuando oí que alguien entraba. Sonreí para mí misma. Volví a sentir sus manos que sujetaban mi cadera, acariciaban mis nalgas y pretendían caer por el abismo que representaba mi ingle. Unos labios besaron mi nuca mientras una mano recogía mi rubio y ensortijado cabello. Pero mi sonrisa se esfumó al sentir no solo unos labios diferentes sino unos tupidos bigotes. Me di vuelta al instante y me encontré entre los brazos de José, otro amigo de mama.
José es compañero de trabajo de mama, es un buen abogado, dice ella. Tiene unos 60 años era petizo, algo gordito y tenía una importante pelada. En fin, él no era exactamente una belleza pero no desistía a pedirme que lo abrace. Atrapada como me tenía contra la piletita de la cocina manoseaba mi cola y pellizcaba mis pechos. Lo cierto es que Leandro me había dejado muy caliente y yo tenía la intención de apagar el fuego con cualquier manguera.
Este extraño hombre no dejaba un sitio de mi cuerpo sin que lo recorrieran sus hábiles manos y terminé por imitarlo y frotar sus pezones y su ingle. Descubrí que tras su apariencia de maduro destruido se ocultaba un vigoroso miembro deseoso de abrirse paso entre mis muslos. Me agaché y comencé a sorber de aquel pene tan grueso que crecía ante mí. Aunque no era tan largo, juzgué que era mejor eso a pasar otra noche deseando que se apareciera un africano por la ventana. Recorrí con mi lengua cada cm2 de su pene y cuando lo encontré en el máximo esplendor me incorporé y le rogué a José que me la pusiera contra la piletita.
- Aaahhh… José… Siii… Que gruesa… ¡Está tan rica!
- Oohh aahh… Mi vida… Dame tu conchita… Que apretadita estas, putitaaaahh…
Por un momento se me cruzó por la cabeza que alguien me descubriera en aquella posición también consideré el hecho que estaba teniendo sexo y no era con Leandro. Pero al sentir las duras embestidas de aquel hombrecito olvidé todo y me abandoné al placer.
José apretaba y masajeaba mis senos cuando se le ocurrió verter una jarra de agua sobre mí, afortunadamente el agua escurrió por la pileta sin ensuciar todo. Él siguió mojando mi espalda y me dio vuelta para mojar mis senos que en reacción al agua helada se endurecieron y pararon logrando que el hombre los deseara. Comenzó a morderlos mientras seguía bombeándome sujetando una de mis piernas bien arriba.
Se acostó en el suelo de la cocina dejando su pene parado muy tentador, no pude resistirme. Me saqué finalmente las calzas y la tanguita que ya estaban solo en mi pierna derecha y me senté lentamente sobre esa estaca de carne. Por unos minutos me sentaba repetidamente sobre ese miembro durísimo para poder sentir cada una de sus venas. Luego de asegurarme de que José se había calmado un poco y que faltaba tiempo para el orgasmo empecé a menearme sobre él. Sus gemidos se unían a los míos, me asombraba el hecho que nadie nos escuchase, pero ya nada de eso me importaba. Deseaba que nos descubran pues me excitaba el hecho que alguien me observara con la remera mojada y siendo atravesada por un pene.
Mis movimientos se fueron haciendo cada vez más bruscos, José me tomo de la cadera y empezó a cogerme con fuerza. Los dos nos movíamos rápido y unos gritos de placer brotaron de nuestros labios cuando terminamos juntos. Sentí su leche recorrer el interior de mi cuerpo y luego caer por mi vagina y por mis muslos cuando el retiraba su ya flácido miembro. Me senté en el suelo frio y disfruté sintiendo como se helaba mi colita. Pensé en todo lo sucedido, en que lo más probable era que el resto de la gente se hallaba jugando un juego de mesa en la sala de estar. Me levante sintiéndome culpable de no haber reservado mi cuerpo para Leandro pero aliviada de quitarme la necesidad de encima. Así, desastrosa como estaba, salí por la otra puerta y me fui a dormir.
Me desperté al día siguiente muy temprano acosada por la necesidad de decirle a mamá lo que había hecho con su compañero de trabajo y que sentía haberme comportado como una puta. Me levanté de la cama con ese propósito y estaba en el pasillo cuando oí unos sonidos extraños en la habitación de mi madre.
La puerta estaba entornada y pude ver por la rendija una escena que volcó a mi corazón. En la cama, enlazado a mi mamá, se hallaba Leandro. Pude distinguirlo por la luz del alba que entraba por la mañana y que alumbraba sus caras. Mi madre, con su pelo castaño recogido, se encontraba sentada sobre el dándole la espalda y con una expresión de placer que me excitaba. Era un sentimiento extraño, en parte mis celos me pedían que me aleje de allí y me olvide de Leandro; por otro lado deseaba entrar a la habitación y compartir aquel miembro que todavía mi vagina no había saboreado. Me quedé plantada frente a la puerta, observando, llevé mi mano a mi intimidad y me encontré mojada.
En ese momento cambiaban de posición y Leandro se ubicaba detrás de mi madre. Logré distinguir como su cara se transformaba a la de aquel diablo loco de sexo y adrenalina, penetró con fuerza a mi madre que ahogó el grito con su cara en la almohada, comenzó a pegarle en las nalgas, le pellizcaba la espalda y los muslos.
- Ohh… Mi putita… Que perra que estas… ¿Te gusta que te coja?
- Aaahhhnff... Aaahh… Hhhmmm… - Leandro mantenía la cabeza de mi madre contra la almohada, por lo que solo se oían de ella sonidos guturales.
- Siii… si te gusta… ¿Cuándo me vas a dar la conchita de tu hija? ¡¡Quiero cogérmela toda!! ¿Qué? ¿Te ponés celosa, puta?
- Aaahhhh… - él seguía bombeándola con rudeza y no le daba lugar a responderle.
- Sos una mala mujer por eso te hago doler – le pellizcaba los senos- me hiciste calentar a la putita junior para que el pajero de José se la cogiera por 300 pesos… Ahhh… si, perreame… ¡Que mala sos! Aahh… ¿Cuando me la vas a dar a mi? Oouuhmm… Me cansé de violarle la boquitaaah… Me acabo putaaahh… sí… que ricaaah conchaaah…
Estaba sorprendida de todo lo que había oído, aunque me seguía tocando decidí volver a mi cama. Me caían lágrimas silenciosas a causa de la impresión. ¿Leandro teniendo sexo con mamá? ¿Yo disfrutando de verlos? ¿José le dio dinero a mamá para acostarse conmigo? ¿Por eso nadie nos oyó? ¿Mi mamá era capaz de prostituirme? ¿Leandro no me amaba? Me daba cachetadas en la cara frente al espejo, refregaba los ojos esperando despertar de esa pesadilla, los abría y veía ahí mi reflejo pálido con aire abatido. Admití que me veía hermosa, la tristeza me daba un aspecto indefenso muy sensual. Acaricié mi cabellera dorada que descendía por mis hombros y llegaba a mi cintura. Mis labios se veían más rojos, mis ojos verdes tenían un color de la esmeralda gracias al efecto de las lágrimas, mis senos firmes subían y bajaban por el llanto.
Me sequé la cara, miré mi reflejo y tomé la decisión de averiguar todo lo que sucedía. Mi amor por Leandro se había esfumado y en su lugar se encontraba un odio más intenso que el que tuviera una chica si encuentra a su amado con otra. Estaba resuelta a comprender porque mi madre me vendió, resuelta a averiguar si me seguiría vendiendo, resuelta a hacer lo que sea para llegar al fondo de la situación y en ese momento planear mi venganza.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:29) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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