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Los vicios de Nuria (I)

Relato enviado por : NuriayPascual el 13/07/2009. Lecturas: 5449

etiquetas relato Los vicios de Nuria (I) .
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Resumen
Iniciamso una nueva serie, dond ela protagonista es Nuria y el autor Pascual en todos los relatos...


Relato
Los Vicios de Nuria

De regreso a Alicante dejamos las maletas en su casa y me marché sin muchas más despedidas que un beso apasionado. Siempre nos quedaba un sabor amargo con la despedida pero debido a mi trabajo aun no había podido establecerme en Alicante y comprar un piso para compartirlo con ella que de momento vivía con su hermana. Aunque aprovechábamos la mayor parte del tiempo disponible para estar juntos o bien en casa de su hermana o bien en nuestro pueblo en casa de nuestros padres, o viajando. Nuestro último viaje a Rumanía había sido demasiado apurado de tiempo, además de intenso, y no podía quedarme ni un día debido a mis compromisos.

Sola en el piso a Nuria la invadió una suerte de nostalgia del viaje, era un hormigueo similar al que sufrió los primeros días tras sus primeras experiencias en Rumanía, algo aproximado a la nostalgia, me echaba de menos, al tiempo que sentía cierto remordimiento por la espiral de vicio a la que se había adherido durante el viaje combinado con cierta preocupación irracional por mi lealtad y una inevitable humedad en la entrepierna y dureza en los pezones cada vez que recordaba las escenas vividas en los días anteriores.

Decidió ordenar sus maletas hasta que su hermana volviese del trabajo y tuviesen que hacer la comida, comenzó ordenadamente a desmontar, sacando primero los zapatos y botas, que sumaban media docena, sacó varios conjuntos de ropa de calle y de ropa interior que no había usado, después colgó la ropa de abrigo, sacó la ropa usada y la seleccionó con cuidado dejando algunas prendas estiradas en un galán para volverlas a usar y el resto poniéndolo en el cesto de la lavadora. La ropa interior la colocó en el cesto de la ropa delicada y reservó las prendas de cuero, charol y látex para limpiarlas con los productos adecuados. Por último, abrió la portezuela del aparador y colocó allí el enorme neceser con sus juguetes, junto al resto de la colección. Decidió tomarse una ducha antes de comer y de ponerse con la limpieza del látex y el cuero. Así que se quitó la holgada blusa que a penas alcanzaba con sus pliegues a cubrir el sostén de diseño específico para escotes agresivos, y la dejó con cuidado sobre la cama. Se libró con alivio de los empinados zapatos de tacón y bajó la cremallera de la minúscula minifalda vaquera que calló con facilidad al suelo. Enrolló la media marrón de su pierna derecha (cuya blonda dejaba entrever esa falda cuando se sentaba) y a continuación hizo lo propio con la izquierda como una actriz regalándose con su público. Echó un vistazo y a través de la persiana subida y la cortina abierta observo frente a ella otras dos ventanas en el patio de luces, entreabiertas y con la cortina a medio echar; unos días antes habría cerrado al cortina, sin embargo sus pezones volvieron a endurecerse y se excitó con la posibilidad de que alguna maruja la observase envidiosa mientras hacía la cama.

Excitada se puso en pie frente a la ventana y cerrando los ojos con la cara humillada hacia el suelo se desprendió del ajustado sostén liberando los enormes pechos que bambolearon luciendo sus arrogantes pezones. Sin abrir los ojos pero mordiéndose el labio tomo con la punta de sus dedos sus pezones clavándoles ligeramente las uñas. La piel se le erizó, a través de la ranura abierta de la ventana (aun en invierno en Alicante el interior de las casas pide el aire fresco de la calle a mediodía), escuchó el característico sonido de unas cortinas corriéndose, se quedó paralizada, dudó un segundo con la excitación creciente, conocía a sus vecinos, a aquel patio daban su habitación y la de su hermana cuya ventana no podía ver y que aun no estaba en casa y las equivalentes del 3º B donde vivían Marian, una cuarentona separada desde varios años atrás, y José Luis su hijo, un yogurín de apenas 18 años que de repente se le antojaba un David renacentista de bucles negros y cuerpo esbelto y fibroso, a la vez que curiosamente delicado. Respiró hondo y se armó de valor, pasó las yemas de sus dedos acariciando fugazmente sus pezones para certificar que parecían querer estallar y llevó las manos hacia las cuerdas del minúsculo tanga blanco a juego con el sostén. Pasó los dedos gordos por las cuerdas y comenzó a enrollar la minúscula prenda ayudándose de un vaivén de sus caderas y realizando de forma refleja la extensión de su cuello, que la llevó con los ojos entreabiertos a mirar ahora hacia el techo, en un movimiento que se le antojó evocador del que siempre realizaba cuando sentía una polla penetrar en su coño. En el tránsito pudo observar como la cortina del dormitorio de Marian, la vecina, se había corrido dejando libre una banda de unos 5 cm, tras la que se adivinaba perfectamente una figura humana. Volvió a tomar aire y dio unas vueltas más a la cuerda del tanga que acabó de revelar la minúscula mancha de pelo y finalmente unos labios vaginales rojos, inflamados y palpitantes de excitación. Volvió a tomar aire y sintiéndose llevada de una fuerza irrefrenable paso los dedos de su mano izquierda sobre el pezón mientras lamía el índice y el corazón de la derecha con la misma dedicación que si de una polla se tratase. Arrastrando un hilo de saliva se llevó después los dos dedos hasta el coño, para acariciarse con las yemas los labios vaginales, arrancándose así pequeños gemidos y espasmos que hacían cimbrear sus pechos. En ese momento se sentía ausente, en su cabeza giraba la enorme polla de Pierre y su coño chorreaba al ritmo de sus caricias, perdía la conciencia de la realidad al tiempo que sus uñas se clavaban en su pezón y sus dedos penetraban frenéticamente en su coño, en su mente se le antojaba aquel pollón a mano para poder degustarlo en su boca, al tiempo que entre las dos ventanas se tendía un puente y la simpática vecina lamía su coño; de repente en su mente la polla de Pierre ya no colgaba de la entrepierna del francés, sino de la del joven vecino y con aquella imagen se arrancó un orgasmo a base de penetración y un poco de ayuda de su dedo gordo en el clítoris. Tras el orgasmo vino el relax y con el la vergüenza, así que se giró apresurada se calzó las sandalias de tacón de andar por casa y salió casi al trote hacia el baño.

Con el chorro de la ducha se arrancó otros dos orgasmos y un tercero más mientras se masturbaba al tiempo que pasaba la crema hidratante por todo su cuerpo al ritmo de la música que sonaba en la radio del baño. Salió desnuda al pasillo solo con sus sandalias y una toalla envolviéndole el pelo y dio un respingo al chocar con su hermana.

- Tápate guarra que les vas a dar un festival a los vecinos...jajaja- su hermana tenía por costumbre andar por casa descalza y sin ropa interior, pero mantenía siempre una camiseta amplia para evitar dar espectáculos a los vecinos, Nuria habitualmente hacía lo propio o usaba su batín de seda o un albornoz de baño.
-
Nuria sonrió y se dirigió a su cuarto, donde se tumbó en la cama e ignorando la ventana, tomó el móvil y me llamó. Conduciendo contesté con el manos libres:

- Si cariño?

- Cariño estoy cahodisssima...me he hecho cuatro pajas desde que te has ido...-Nuria tumbada en al cama había empezado a acariciar de nuevo su coño mientras hablaba.

- Jajaja, pero cariño yo no puedo ayudarte, sabes que no nos veremos en más de una semana , tendrás que consolarte con lo que puedas.

- Ummm- Nuria ya se retorcía sacando y metiendo sus dedos chorreantes del coño- jooo...¿con lo que pueda cariño?

- Si cariño...jajaja...con lo que puedas- por mi mente pasó como un relámpago la imagen de Nuria gimiendo de gusto en la cama de nuestro hotel mientras Pierre la taladraba.

Nuria se arrancó un nuevo orgasmo y como si con este hubiese alcanzado el equilibrio se secó el pelo se calzó un ajustado boxer de deporte y sin nada más se dispuso a hacer la comida y comer entre las bromas de su hermana por la poca importancia que daba a que los vecinos del edifico de enfrente fuesen a disfrutar de la visita de sus pezones a través del ventanal del balcón; la respuesta estaba clara:

- Más sufrirán ellos que yo.

Después de comer la calentura la asaltó de nuevo y los pezones hinchados y duros y una hucha transpirante en el boxer la delataba, así que ante la mirada extrañada de su hermana, decidió renunciar a la siesta que las dos solían compartir en el sofá del comedor, y dirigirse a su dormitorio. Se tumbó nerviosa, tenía ganas de masturbarse, pero no sabía que hacer. Pensó en sus juguetes; echó una mirada fugaz al patio de vecinos, la ventana de Marian estaba cerrada con la persiana bajada, pero a través de los cristales de José Luis pudo ver al muchacho de espaldas estudiando en su escritorio cerca de la ventana. Se decidió y se levantó de la cama, bajó estruendosamente la persiana de tal forma que manteniéndose en esa parte de la habitación no podría ver al chico a menos que se asomara por los agujerillos de la persiana, y el chico la podría ver a ella desde la línea de debajo el coño hasta los hombros aproximadamente. Con el ruido de la persiana estaba segura de que se había girado y ahora mismo la estaba viendo. Ando contoneándose como una profesional hasta el armario donde calculaba que el chico solo vería su culo; escogió la ropa, botas con 2 cm de plataforma y al menos 13 de ancho tacón encordadas por delante, en cuero negro, medias negras altas y con una amplia blonda de encaje, culotte y sostén a juego. Todo lo completaba un vestido cerrado por delante con cremallera, muy entallado, en color negro de manga corta y por encima de medio muslo. Se vistió recreándose en cada movimiento desde una posición en la que estaba segura de que su joven vecino podría verla sin problemas; subió la cremallera del vestido hasta el centro de su pecho, al punto justo de dejar entrever el encaje negro del sostén luciendo un espectacular canalillo y se aseguró de que la blonda de sus medias no se veía al andar. Se retocó el pelo cogió un bolso y se acercó a la ventana; comprobó discretamente la casa de enfrente y vio que ya no había nadie en la ventana, aguantó unos segundos y vio que apoyado en la pared oculto estaba el chico; subió violentamente la persiana y el joven se movió azorado hasta desaparecer por completo de su ángulo de visión, Nuria se fue al baño para los últimos retoques con una maliciosa sonrisa en la cara, no había visto nada de lo que había hecho su vecino pero podía imaginárselo todo.

Se despidió con un beso de su hermana y bajó a la calle. Alicante, enero, 22 grados. A esa hora la calle estaba poco concurrida, pero Nuria necesitaba pasear y pensar. Necesitaba andar y cruzarse con extraños, sentirse sexi a la mirada de los demás, no encontraba otra forma de calmar la calentura que había traído del viaje, una calentura que no se había calmado, si no que había crecido, con las pajas y el exhibicionismo de todo el día. En su mente no dejaba de dar vueltas un remordimiento, ¿se había convertido en una puta?¿era eso malo?¿importaba?¿era lo que Pascual deseaba?¿lo deseaba ella? y su novio ¿era el mismo hombre del que se enamoró un par de años atrás?¿la juzgaría por lo que estaba haciendo?¿la deseaba más ahora?¿perjudicaría todo aquello a su relación o, por el contrario, la beneficiaría?. Las últimas palabras de Pascual resonaban en su cabeza: “Si cariño... con lo que puedas” “tendrás que consolarte con lo que puedas”. Volvía a sentirse excitada, como cada vez que se enfrentó a un nuevo reto en el viaje, como esa misma mañana al sentirse observada, como unos minutos antes exhibiéndose ante su joven vecino, pero al mismo tiempo, como en cada una de esas ocasiones las dudas y los remordimientos merodeaban su cabeza: desde que llegaron a Rumanía solo estaba segura de lo que hacía cuando tenía una polla dentro. Una idea asaltó su mente y su clítoris se inflamó, notó el culotte húmedo y los pezones duros, era como si algo la quemara por dentro.

Al final de su manzana había un 24h donde habitualmente compraban el pan y algunas cosillas que siempre hacían falta de urgencia, al pasar por el escaparate, y ver su sensual reflejo, observó a Miguel, el dependiente, ensimismado en unas facturas. Era un chico de unos veinticinco años, alto, con un perpetuo moreno playero, de evidente metrosexualidad como siempre indicaban barba, pelo, patillas y pantalones, y al que incluso el polo del trabajo sentaba bien perfilando una figura esbelta, de pecho bien formado, biceps definidos y vello depilado. Entró arrastrada por un impulso:

- Buenassss...

- ¡Hola guapa!- el joven siempre era extremadamente simpático- ¿que querías?

- Pufff...la verdad no lo se- Nuria acompañó la aparente inocencia de su respuesta con un movimiento de brazos que presionó su pecho provocando una exhibición de canalillo.

- ¡Que indecisión!-bueno echa un vistazo a ver que puedo ofrecerte...

- ¡Ummm!...¿lo tienes todo en venta?- Nuria esbozó una sonrisa pícara y atravesó los ojos del joven con su mirada.

- ¡Jajaja!- Miguel no pudo reprimir la carcajada, sin saber aun si aquello era una broma de la vecinita, o realmente aquella chica aparentemente apocada era en el fondo un auténtico zorrón- todo no, hay cosas que para las chicas guapas son gratis.

- No seas cruel...no deberías burlarte así de las mujeres mayores- Nuria se giró para arreglarse (bajarse ligeramente) la cremallera del escote mientras se reflejaba en el cristal del expositor de los helados.

- Jajaja...no seas modesta, cualquier hombre daría un brazo por tener una mujer como tú- Miguel empezaba a estar caliente y sentía como se aceleraba su pulso mientras un bulto comenzaba a aparecer en sus ajustados vaqueros.
- No exageres....-Nuria abrió el expositor y con el frío sus pezones se hicieron visibles de un respingo; tomó un “calippo”- que luego la gente se hace ilusiones y le toca irse a casa a...desahogarse.

- No me provoques...-Miguel estaba lanzado-¡que cierro la tienda y tenemos un disgusto!

- No te tires faroles que al final me vas a romper el corazón- Nuria totalmente fuera de si y con la entrepierna chorreando chupaba el helado de hielo como si de una auténtica polla se tratase, con los ojos entornados.

- Repítelo y la cierro...-Miguel salió, empalmado ya, del otro lado del mostrador y a menos de un metro de Nuria amagaba con alcanzar la puerta y cerrar el pestillo.

- No te atreves...-los labios de Nuria presionaron el extremo del helado y sus uñas descendieron por el escote acariciando el borde del sostén.

- A ver de que eres capaz....-Miguel llegó hasta la puerta, cerró y se giró hasta ponerse a escasos centímetros de Nuria.

- Lo siento, pero no llevo dinero...¿como puedo pagarte el helado?

- En el almacén hay trabajo que puedes hacer para pagar...

- Está bien- Nuria se giró y se dirigió a la puerta del almacén, al fondo de la tienda, cuyo interior tapaba una tupida cortina de plástico.

Miguel siguió a Nuria y ambos entraron en el almacén, el dependiente no se molestó en dar la luz, así que a los reflejos de la luz de la calle tomó a Nuria del brazo, la giró, la apoyó bruscamente contra una estantería y comenzó a comerle la boca como si fuese lo último que le quedaba en la tierra. Nuria respondió con pasión y con una mano se aferró a su culo mientras con la otra exploraba el enorme bulto de la entrepierna del dependiente. El tacto del gluteo proporcionado y prieto bajo el ajustado pantalón, el de la polla palpitante, sus labios, su lengua su mano apretando su teta hasta descomponerle el sostén excitaron a Nuria hasta la cima:

- Vamos joder...no hemos venido aquí a jugar- Nuria estaba fuera de sí, con lo que se desprendió del fogoso beso y bajó sin contemplaciones la bragueta del vaquero del muchacho.

- Perfecto, demuéstrame como te comes mi “calippo”- con una mano sacó del calzoncillo un pollón prácticamente erecto y con la otra empujó la nuca de Nuria hacia abajo.

- ¡Si joder...que pedazo de polla!-la exclamación de Nuria no era exagerada, casi 20 cm de un grosor descomunal y aun no en plena erección- Te voy a enseñar como se come una polla una autentica zorra y no esa niñata que te follas...

- La niñata la chupa muy bien, así que demuestra si eres tan puta como dices.

La niñata a la que se referían era una niñita rubia de 18 o 19 años, a la que Nuria se había encontrado, muy acaramelada con Miguel, en la tienda en varias ocasiones; haciendo exhibición fundamentalmente de sus juveniles piernas con microfaldas, pues (al buen entender de Nuria) a pesar de los wonder y los exagerados escotes, tenía poco que ofrecer en cuanto a tetas. Nuria comenzó con lo que mejor sabe hacer, lamer el capullo, pajear, acariciar los huevos y tragar polla, hasta conseguir que la erección se magnificase al ritmo del bombeo de su amante. El grosor era tal que casi no podía respirar y le producía arcadas, pero Nuria chupaba incansable, sin dejar de pasar sus uñas por el culo desnudo y la base de los huevos de Miguel.

- ¡Joder!..así...vamos chupa pedazo de puta...demuéstrame que eres tan zorra como dices...-Miguel tenía ya la respiración entrecortada y bombeaba con fuerza la garganta de Nuria mientras le sujetaba el pelo de la nuca.

Nuria mordía, lamía, chupaba y tragaba hasta sufrir arcadas, se agarró al culo de Miguel clavando sus uñas en los prietos glúteos para soportar las embestidas de aquel trozo de carne. De repente Miguel cesó el bombeo y apartó la cara de Nuria de su objeto de deseo.

- Calla...espera- Miguel se acerco con cuidado a la cortina de tiras de plástico.
Nuria, sujeta aun del pelo y de rodillas en el suelo, miró de reojo y observó como la muchachita rubia forcejeaba extrañada con la puerta.

- Mira zorra...hablando del rey de Roma...vamos puta ponte de pie quiero romperte el coño mientras miras a la putita que disfruta a este macho a diario, mientras me imaginas corriéndome en su boca y rompiéndole el culo como a ti te gustaría que te lo hiciese.

Miguel tiró del pelo de la nuca de Nuria y esta, obediente, se levantó y se giró de modo que quedaba frente a la pared y podía perfectamente observar a la impaciente rubita a través de la cortina. La empujó para que se agachase hasta poner sus manos y casi su cara sobre unas cajas. Subió su falda hasta la cintura hasta dejar al descubierto el culo del que brotaba un escandaloso olor a sexo.

- Ahora quiero que disfrutes en silencio...¿de acuerdo zorra?

- Siii...pero vamos ¡fóllame!-susurró Nuria fuera de sí mientras miraba el juvenil culo de la muchachita a penas cubierto por la faldita de corte irregular de su poco discreto vestido.

Miguel bajó con violencia el culotte hasta las rodillas de Nuria; pasó dos dedos por el coño y comprobó que estaba caliente, dilatado, palpitante y completamente empapado en fluidos. El espléndido pedazo de carne la traspasó sin mas.

- Ahhh...-Nuria no pudo contener un intenso gemido.

- Cállate puta y no seas desobediente- Un buen azote dejó a Nuria en su lugar.

Miguel agarró a Nuria de las tetas sobre el vestido y comenzó un rítmico y potente bombeo que arrancaba a Nuria gemidos que a duras penas podía contener para evitar que fuesen audibles desde la calle. De repente sonó un móvil en los pantalones de Miguel: la muchachita tenía su móvil puesto en la oreja mientras con una mano intentaba evitar los reflejos de la puerta de cristal para escrutar el interior, ofreciendo en esta postura semiínclinada una estupenda vista del espectacular escote de su vestido morado a Nuria, que no pudo evitar pensar que esas pequeñas tetas no eran rival para ella. Miguel dejó las tetas de Nuria por un instante y mientras con su mano izquierda la sujetaba de la cintura, sin dejar de bombear, con la derecha cogió el teléfono.

- Hola preciosa, dime...no, he salido a un recado...no tardaré mucho...nada una tontería, ya sabes como son los jefes pero es fácil de solucionar...jejeje ya sabes que cuando me pongo con algo hago las cosas bien, un beso, vuelve en diez minutos y ya estaré esperándote...jejeje, quizá incluso podamos encerrarnos en el almacén un cuarto de hora...jejeje total por un poco más que esté la tienda cerrada...adiós un beso- Miguel dio por concluida la llamada y colgó dejando el teléfono sobre las cajas para volver a ocuparse de las tetas de Nuria.

- ¡Cabrón!- susurró Nuria, para después morderse el labio, intentando contener un orgasmo, que la superó- ...ahhhh...

- ¡Ummm! Excelente olor a puta...¿ya te has corrido?...que fácil ha sido, ahora me toca a mi ya ves que tengo prisa, pero otra vez lo hacemos más tranquilamente y te rompo ese culito- la volvió a girar dejándola de frente a el con la ropa descompuesta e incómodamente apoyada en las cajas con sus piernas semiflexionadas.

Ahorcajadas bien abierto de piernas, con las de ella entre medias, comenzó a masturbarse con furia con la polla casi a la altura de sus tetas. Nuria llevó una mano a los huevos de Miguel y la otra a su entrepierna mientras abría la boca ansiosa de semen. La leche no se hizo esperar y un potente escupitajo alcanzó el cuello y el escote de Nuria que se contorsionaba en un nuevo orgasmo en ese mismo momento. Un nuevo escupitajo quedó ahora justo en su canalillo, a tiempo de que Nuria llevase la mano de los huevos de Miguel a su escote para embadurnar bien sus dedos en leche; un tercer escupitajo cayó ahora sin fuerza sobre el vestido a la altura de la barriga, mientras Nuria lamía con deleite sus dedos y se esforzaba en dejar su escote limpio. El cuarto y último lechazo fue aparar a la cara de Nuria gracias a que ambos forzaron la postura.

Nuria se relamió y limpio con su lengua, de semen y fluidos el enorme capullo y el tronco de la polla de Miguel, con sus dedos retiró la leche de su cara y su escote, para después en su boca no desperdiciar ni una gota. Limpió el vestido con un kleanex que difícilmente disimuló la corrida y lo recompuso lo mejor que pudo. Antes de salir del almacén se abrazaron y se fundieron en un húmedo beso sin que ninguno de los dos pudiera contenerse de acariciar sobre la ropa, las tetas y el paquete respectivamente del otro. Miguel recogió el helado deshecho del suelo y abrió la tienda.

- Espera un momento cariño, Rosa está a punto de llegar y no quiero perdérmelo...

- Cabrón...-Nuria no pudo acabar la frase porque por la callé llegó la rubita que entró sonriente en la tienda.

- ¡Hola!

- Hola, cariño.

- Hola- contestó Nuria, con cierto deje sensual.

- Pasa al almacén un momento, Rosa, que acabe de atender a esta chica- Miguel miró maliciosamente a Nuria.

- Ok

- Coge un “calippo” y no te preocupes ya vendrás mañana a pagármelo- al decir esto, Miguel, se pasó descaradamente la mano por la entrepierna atravesando los ojos de Nuria con su mirada.

- ¡Gracias!...claro que lo haré cuando una tiene cuenta en una tienda tiene que sacarle partido- Nuria se dirigió a la vitrina de los helados sin perder ojo del sensual contoneo de la rubia, deteniéndose ahora un momento para observar que a pesar de que la temperatura no era excesivamente alta, no usaba medias y lucía unas esplendidas piernas torneadas por unas sandalias de espectacular tacón y terminadas en un precioso culo, una cintura minúscula y una bonita espalda que lucía a la perfección con el minúsculo minivestido morado que hacía juego con sus ojos azules y su media melena rubia.

- Adiós, hasta mañana- se despidió Miguel mientras salía del mostrador para acompañar a Nuria a la puerta y cerrar tras ella.

- Hasta mañana...no lo dudes- contestó Nuria mientras salía de la tienda.

Cuando Nuria regresó a casa feliz lamiendo su “calippo”, la interrogó su hermana:

- ¡Un helado!..no está el día.

- Me apetecía...¿quieres una chupada?

- ¡Guarra!-contestó su hermana con una carcajada...siempre pensando en lo mismo...¿que es eso?

- Lo mismo no...¡lo único!...me habré manchado con el helado-contestó Nuria señalando la mancha de su barriga.

- ¿De donde vienes?

- De comprobar unas cosillas que me había dicho Pascual...

Nuria se pasó a su cuarto, se desnudó por completo, con las cortinas corridas y la persiana abierta, ignorando que en la ventana de enfrente Marian tendía la ropa, se tiró a la cama y cogió el móvil para escribir un sms:

“Te he hecho caso y me he consolado como he podido. La verdad es que ha sido sensacional, creo que me consolaré más a menudo. Besos”

Remitió el sms a mi movil y al leerlo lo entendí a la perfección. Le contesté, con toda sinceridad:

“Ok cariño. Así me gusta. Hoy me haré una paja a tu salud. Besos”

Nuria cerró los ojos y entro en un plácido sopor: le había puesto los cuernos a su novio, había disfrutado como una perra y se sentía limpia, desahogada y por fin, sin pizca de remordimiento.

Nuria y Pascual

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Comentarios enviados para este relato
Lucecita7 (30 de October de 2016 a las 18:48) dice: Me encantó leer la aventura de elloss . Como dos salvajes dandose placer y cuantos polvos se echo el? Que rico mamarsela ..jaja

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:09) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

dianita florez (14 de July de 2009 a las 00:58) dice: excelente los felicito, escriben super bacano


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