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Marlene 08

Relato enviado por : ivloguer el 15/05/2013. Lecturas: 4719

etiquetas relato Marlene 08   Jovenes .
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Resumen
Me encontraba en el hangar de experimentos militares secretos con una nenita sentada en la falda



Relato
Marlene 08

Me encontraba en el hangar de experimentos militares secretos con una nenita sentada en la falda, delante de toda la gente presente no parecía extraño que tuviese la mano bajo su pollerita acariciándole el imberbe tajito.
De no ser que éramos fantasmas observando pero sin ser vistos, con cierto apuro porque necesitaba el cuerpo recién abandonado y debía despedirme debidamente de mi amiguita especial, aquella que recibió mi esencia en su recto inanimado y luego en su forma etérica, le había tomado especial cariño al ser la primera contactada en el mundo astral.

Como ahora tendría ropa de militar, me quité tranquilamente el pantalón para que mi pequeña pudiese sentir bien la piel contra la piel, esa sensación tan codiciada al no poseer un cuerpo físico. Mientras le quitaba la respiración besándola la fui sentando despacito sobre el monstruo erguido, deseaba aspirar sus gemidos mientras la penetraba lentamente, milímetro a milímetro estaba entrando en su joven humanidad y debí acelerar los movimientos para eyacular rápidamente dentro de su panochita y sacarla estando aún dura.
La chiquita se acomodaba la pollerita mientras nos dirigíamos hacia el aparato donde estaba conectado el militar, dándole un último y apasionado beso procedí a meterme dentro del cuerpo inerte.

Lo primero que vi fue un grupo de gente tratando de reanimarme y con cara de alegría por verme mover, casi me daban por muerto ya que no registraba signos vitales. Uno de ellos se sonrió diciendo que la pastilla infame debía contener un afrodisíaco dado un bulto que desfiguraba mi pantalón.
Estaba realmente mareado pero fingí un desconcierto total para no responder a las preguntas de rigor, no tenía idea acerca del experimento y unas palabras equivocadas podrían delatarme.

Farfullando les pedí que me llevasen a casa por sentirme muy mal, no quería revisación médica solamente descansar y tomarme unas merecidas vacaciones. Pasé por el baño antes de irme y de paso manoteé el frasco de pastillas misteriosas, me metieron en una camioneta militar y partimos raudamente.
Llegamos a una bonita casa en las afueras de la ciudad y un militar mayor que sería el jefe me pidió total discreción y que descanse el tiempo que deseara, a esto se acerca una señora secándose las manos en el delantal con rostro preocupado preguntando si me había pasado algo malo. --todo bien, su hijo solamente está cansado por muchas horas de guardia-- fue la respuesta que indicaba que aquella mujer debía ser mi madre.

Nuevamente estaba en territorio ignoto con una familia desconocida, tuve que tomarme del brazo de ella para que me guiase fingiendo gran cansancio, al menos el tiempo que requiriese reconocer aquel entorno y comportarme normalmente.
Apenas entramos a la casa salió corriendo una nenita para colgarse de mi cuello, no sabía que decirle hasta que la mujer pidió --Mónica, no molestes a tu hermano que está cansado--. Linda forma de enterarme que tenía más familia..., la chiquita estaba preciosa pero era mi hermanita, intocable.

No sabía donde era mi dormitorio por lo que le pedí que llevase mi bolso mientras iba al baño, no sería tan difícil ubicar por mi cuenta un cuarto con inodoro. Me dediqué a hacer un pis y al manotear mi nuevo monstruo pude constatar que los militares están bien armados. El espejo devolvió una imagen reconfortante, tendría unos veintitantos años y un cuerpo muy ejercitado, ahora debería cuidarlo bien y no cometer errores ya que en este mundo físico hay reglas absurdas y jueces que creen conocer la verdad absoluta.

Moni estaba en la puerta de mi cuarto esperándome y me tiré en la cama para descansar un poco, la chiquita no paraba de hablar pidiendo que la llevase al circo y a comprar golosinas más cosas así. Me llamaba Vlad por lo que ese sería mi nombre ahora, debería interrogarla pero le pedí que me dejase dormir un rato y con carita triste preguntó porque estaba enojado con ella, claro que no estaba enojado pero ella insistía en que no jugaba con ella como otras veces. Me dormí pensando en que consistirían aquellos jueguitos, podría equivocarme con un comportamiento indebido.
Al despertar me puse a revisar las pertenencias del soldado de prueba, tenía trofeos deportivos y otras pavadas, pero lo más importante era el apellido: Nabokov. Parece que mi familia era rusa o algo así y mi nombre era Vladimir, no Vlad como me llamaba mi hermanita.

Sentía mucha hambre, tal vez por estar tanto tiempo sin comer o tal vez este cuerpo joven necesitaba muchos alimentos. Decidí bajar y antes me cambié de ropas, me estaba poniendo el pantalón cuando entra Moni hablando como ametralladora y sin inmutarse que tenía los pantalones abajo.
Dijo que me estaban esperando para almorzar y mejor usase el short verde dado el calor de ese día. Supongo que conocía el color de mis prendas y como no acertaba a abrir el cajón adecuado me lo alcanzó ella misma, me daba algo de vergüenza estar en paños menores ante mi hermanita pero supongo que era natural, crecimos juntos. Antes de bajar recomendó que acomode mi "coso" hacia el otro lado para que no se note tanto, la chiquilla era un diablito...

La mesa estaba servida para nosotros, me dispuse a tragar un suculento guisado y hasta me serví una segunda porción, estaba muy sabroso y la sensación de tragar comida era placentera. Realmente todo era placentero en este cuerpo, una sensación de vida y energía que tenía olvidadas de mis tiempos de juventud. Cuando terminamos la dejé paradita a mi lado y tomándola por la carita le confesé que me había golpeado la cabeza haciendo gimnasia y mi memoria era algo borrosa, pidiéndole que me ayudase sin comentarlo con mamá evitando preocuparla inútilmente.
Ella estaba en la cocina preparando el postre y Moni se trepó a mi falda para que degustemos eso, tenía varias frutas abrillantadas y parece que una no le agradaba, poniendo carita de asco giró su cabecita para pasarme la golosina boca a boca, si no fuese mi hermanita diría que casi nos besamos.

Cuando se bajó de mis piernas tenía el monstruo rabiosamente inflamado, con carita pícara lo apretó un poco susurrando --Quieres el pañuelo ahora o más tarde ?--
No salía de mi asombro con las actitudes de la criatura y sus frases crípticas, por suerte vivíamos en la misma casa y ya aprendería las cosas...
Vino mamá recordándole que debería descansar más por órdenes del médico, eso me asustó un poco hasta que explicase que era un virus poco maligno pero debería reposar y tomarse la temperatura cada pocas horas confeccionando una tabla. Me entregó un termómetro explicando que la temperatura se tomaba vía rectal y que ella debía partir rauda hacia el trabajo, puse cara de fastidio para disimular pero vaticinando que podría verle eso escondido bajo la pollerita.

Fuimos a mi habitación y me pasó un papel con la dichosa tabla, debía anotar la hora y los grados medidos. Luego de tenderse de lado en la cama preguntó nuevamente si tenía el pañuelo a mano y dobló la cintura sacando bien el traserito. Mi imaginación volaba a mil pero debía guardar la compostura delante de mi hermanita, levanté un poco la suave pollerita dejando a la vista una colita hermosa enfundada en una infantil bombachita. Me temblaba la mano por la emoción al correr un poco esa prendita para descubrir la hendidura del potito y otros dedos para abrir esa canaletita dejando indefenso el centro fruncido. Humedeciendo un poco el termómetro procedí a insertarlo suavemente en el anito de mi hermanita, esperando un poco para medir correctamente hablaba pavadas acerca del almuerzo pero no podía quitar la vista de esa colita. Al final extraje el instrumento de su culito para anotar la lectura.

Moni se dio vuelta y percibiendo mi ostentosa excitación estiró la mano hacia un cajón pasándome un pañuelo, le dije que estaba algo cansado para jugar esperando que explicase la naturaleza del jueguito. Con total naturalidad me apretó la hinchazón diciendo que no podía andar así por la casa y que me aliviase mirando su traserito como siempre. Quedé petrificado pensando que éramos una familia muy especial, le recordé que me había golpeado la cabeza y olvidado muchas cosas pidiendo que me contase desde cuándo hacíamos eso.

Nuevamente acostada de lado, relató que desde muy chiquita se venía a mi cama para no estar solita en su cuarto por las noches y que en posición de cucharita nos dormíamos mientras le acariciaba todo el cuerpito. Como algunas mañanas despertaba sintiendo algo pegajoso en la colita le respondí que eran emanaciones naturales masculinas y necesitaba largarlas a diario, el mejor modo para lograrlo era pasándole mi coso por detrás mientras ella fingía dormir y eyaculaba en un pañuelo para no ensuciarla.
A todo esto ya me había sacado el coso del encierro y lo sacudía admirando el potito de mi hermanita, con la otra mano le acariciaba las nalguitas y un sonido de ronquidos me hizo saber que el juego había iniciado, luego de unas pocas fricciones enchastré el pañuelo.
Esta vez dormimos un rato mientras la abrazaba por detrás aspirando el aroma de sus cabellos y acariciando su pancita algo gordita.

Al quedar nuevamente sólo en mi habitación me dediqué a revisar bien, había un escondrijo con una gran cantidad de dinero y unas revistas pornográficas, estaba hojeando las mismas cuando entra el diablito nuevamente reclamando que le preparase la merienda, parece que mis nuevas obligaciones eran variadas...
Me arrodillé a su lado diciéndole que haría eso con la condición que me pasase pedacitos de torta boca a boca, a estas alturas ya no dudaba en acariciarle las piernitas y subir lentamente hasta dejar un dedo sobre su ranurita. Primero me miró con asombro agradeciendo que fuese tan amable con ella, parece que el hermano la usaba solamente para vaciarse y luego ni la miraba, no pude esperar el pedacito de torta boca a boca y la besé dulcemente.
Es increíble como una nenita de tan corta edad sabía responder a esas demostraciones y le dije bajito que un día de éstos le daría besitos allí abajo para hacerla sentir bien.

Mientras tomábamos la merienda dije al pasar que la manteca que estaba aplicando a mi tostada sería un buen lubricante para el termómetro y de paso que me contase si le metía algo en la colita, con una sonrisa me recordó que recién le había metido algo por el culito pero estaba frío. Levantándose un poco la pollerita apareció un tajito imberbe, la cochina se había quitado la bombachita para tomar el té.
Pidiéndole que se apoye con la pancita sobre una silla levanté aquel minúsculo vestido para dejar sus nalguitas al aire, mi hermanita tenía una colita preciosa y no pude evitar besar un rato sus cachetitos. Estaba embadurnando un dedo con manteca dispuesto a metérselo en el culito cuando sonó la campanilla de la puerta, era una compañerita que le traía la tarea.

Me despedí alegando tener trabajo pendiente y mis pies llevaron este nuevo cuerpo hacia la casa de Alicia, no tenia esperanzas de verla pero al menos estar cerca.
Llevaba un rato sentado en la entrada cavilando y trazando planes para mi nueva vida cuando una sombra me hizo levantar la vista, allí estaba radiante mi hijita del alma, deseaba saltar a sus brazos y gritarle que todo este tiempo solamente pensaba en ella pero debía asumir mi nueva identidad.
Dije que venía a buscar unos papeles de su padre ya que éramos familiares lejanos; luego de contarle algunas cositas que solamente alguien cercano podría conocer me hizo pasar a la casa.

Allí estábamos en el sofá con tantas historias ocultas y no podía siquiera abrazarla, menos decirle que la amaba con locura, solamente conversación de primos lejanos. Pensando que debería rehacer la vida anterior, le comenté que recién había llegado del exterior buscando un alojamiento y empleo. Dijo conocer alguien que alquilaba habitaciones, podría servir de modo transitorio hasta hallar mejor vivienda, revisando su agenda para buscar un teléfono quedé helado al reconocer la dirección de Martita.
Nos encaminamos hasta su casa y escuché por tercera vez las campanillas de esa puerta, una vez en cada cuerpo....

Nos esperaba la rubiecita infernal y nos saludamos formalmente como desconocidos pero en la conversación siguiente se mostraba coqueta e insinuante, habráse visto comportarse así con un muchacho que le doblaba la edad. Con cualquier pretexto me tocaba el brazo o la mano ante la mirada reprobadora de Alicia, mi nena se sentía dueña de su primo y no dejaría que cualquiera lo manosease.
Cuando entró corriendo la hermanita la alcé saludándola por su nombre, aunque no me lo habían dicho antes el hecho pasó desapercibido. Recordaba aquella colita miniatura despertándome pensamientos inadecuados, una colita muy similar a la de la hermana que había conocido en profundidad.

Para instalarme debí retirar algunos trastos viejos de la habitación y limpiar a fondo, estaba sin camisa y transpirado cuando Martita me trajo un vaso de limonada y una toalla, muy solícita estaba por secarme la espalda pero me hice el interesante apartándola. Alicia muy contenta observaba que su amiga no me había pescado tan fácilmente pero al despedirse la carita triunfante era de Martita, me tenía solito para ella...

Deseaba saltarle encima, desnudarla y metérsela salvajemente, pero debía jugar el papel de jovencito inocente y deseable. Al rato abrió la puerta de mi habitación trayendo la comida, había dos platos y la clara intención de que cenaríamos juntos. Le volví a explicar la historia del primo lejano requiriendo detalles sobre la vida de Alicia, dijo que tuvo un amorío poco aclarado pero ahora estaba solita como ella, haciendo incapié que ella misma no tenia noviecito alguno porque aun no se le notaban las tetitas y Alicia ya tenía unos incipientes bultitos.
A regañadientes le aclaré que esos atributos no eran necesarios, que una chica hermosa como ella tendría muchos pretendientes y muchos hombres las prefieren planas por delante. Al pasar le comenté que tenía hermosas y fuertes piernas, dando pié a que relate sus cursos de danza, hasta pidió que le apretase los muslos para comprobar su fortaleza.
Luego de tocarla por aquellos lados le dije que esos ejercicios también fortalecían el trasero y muy coqueta se dio vuelta para mostrarme que tenía razón, la condenada tenía una colita infernal y daban ganas de tocarla allí también pero eso no lo pidió.
En eso entró la hermanita reclamando que estaba aburrida, tomándola por la ingle la subí a mi falda mientras alababa su cabello diciendo que era tan hermosa como su hermana mayor. Como nos tapaba la mesa, dejé la mano en su entrepierna comparando edades con la de mi propia hermanita, ahora tenía varias nenas para mi solaz.

La muy pícara creo que entendía que esos toqueteos eran travesuras indebidas, con sonrisita cómplice dijo que la hermana me había ofrecido el trasero para que se lo tocase, palabras que encendieron de rojo las mejillas de Martita.
Al despedirme para ir a dormir, me plantaron sendos besos, la mayor movió la cabeza a último momento y mis labios terminaron sobre su boquita.
Esa noche me dormí pensando en mi adorada Alicia, en la tibieza de sus manitas que pude volver a estrechar, en su mirada algo tristona que me decía que en su vida faltaban alegrías.

(continuará)

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Si te ha gustado Marlene 08 vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:28) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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