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Me acosté con el novio de mi abuela… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 22/11/2014. Lecturas: 21736

etiquetas relato Me acosté con el novio de mi abuela… ( CON fotos)   Maduros .
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Resumen


No se crean, que por ser mi abuela debería ser vieja. Aunque ya tiene más de cincuenta años, quizás por su esbelta figura, y bien formadas carnes, cualquiera que no la conozca, diría que tenía mucho menos de cuarenta. Por lo que cuando comenzó a salir con su actual novio, un poco más joven que ella, a nadie le extraño.



Relato


Un fin de semana que me quedé en casa de mi abuela, me sorprendí cuando su novio no tan solo vino a cenar, sino que se quedó a dormir en el cuarto con ella. Yo de curiosa, apenas ellos dos entraron en la habitación de mi abuela, Salí de mi recamara, y sigilosamente me paré en la puerta de la habitación de mi abuela. Fue cuando comencé a escuchar cómo se besaban, y como mi abuela le fue diciendo que cosas le gustaría a ella, que él le hiciera. Fue cuando me di cuenta de que por medio de la vieja cerradura, podía ver claramente la cama de mi abuela, y por lo tanto a ellos dos. Ya para cuando me puse a ver, los dos ya se encontraban completamente desnudos, besándose y acariciándose como locos.

Yo no podía creer lo que estaba viendo, como mi abuela, movía su cuerpo, a medida que su novio le enterraba toda su verga. Gimiendo, y suspirando profundamente, ella le pedía más, y más. Lo que desde luego Gilberto su novio, al parecer, y por lo que yo podía apreciar desde mi lugar de observación, la satisfacía plenamente. Si ver como su novio le enterraba toda su verga me impresionó, más me impresioné cuando después de un buen rato, y de que mi abuela disfrutó de un lujurioso orgasmo. Ella sin perdida de tiempo se dedicó a mamar el miembro de su novio, quien también por lo visto, lo disfrutaba muchísimo. Yo a todas estas, a medida que los fui viendo tener sexo, en un sin número de posiciones, y de distintas formas y maneras, mientras yo estaba pegada al ojo de la vieja cerradura, observando todo sin perder detalle alguno, metí una de mis manos dentro de mis pantis, y a medida que los estaba viendo, y escuchando. Comencé acariciar mi clítoris apretándolo con mis dedos pulgar e índice.

Realmente mi abuela, y su novio me dejaron sorprendida esa noche, no tanto por todas las cosas que hicieron sobre la cama, sino más bien con la energía con que las hacían. En cierto momento en que mi abuela fue a su baño para asearse, vi que se tendió sobre su cama, abrió al máximo sus piernas, y de inmediato vi como Gilberto, enterró su cara dentro del coño de mi abuela, la que por un largo rato disfrutó de todo aquello, que su novio le estuviera haciendo con su boca, lengua, y de seguro hasta con sus dientes, ya que en ciertos momentos, ella mientras sujetaba la cabeza de él contra su coño, no dejaba de decirle. Si sigue así cométela, muérdemela, que rico. Yo a todas estas, mientras los estuve observando, no dejé de acariciar mi clítoris, logrando autosatisfacerme un sin número de veces. Cosa por la que al siguiente día, prácticamente me vine levantando de mi cama, casi a eso de las once de la mañana.

Yo pensaba esa noche regresar a casa de mis padres, y desde luego contarle a mi mamá, lo que mi abuela o sea su suegra hacía con su novio, claro sin decirle que yo me estuve apretando mi clítoris toda la noche, mientras que ellos estuvieron revolcándose en la cama. Pero antes de comunicarle a mi abuela, que regresaba a casa, ella y Gilberto su novio, me invitaron a que saliera a bailar, esa noche con ellos.

Bueno yo por aquello de que mi abuela, y su novio no se fueran a sentir mal, acepté. Me vestí con lo único que había llevado, para en caso de que fuera a salir. Una mini fada, plisada, a cuadros, roja y negra, tipo escocesa. Además una ajustada blusa blanca, de mangas largas, adornada con una fina pechera de hilo, la que por lo ajustada que me queda, no uso los botones de arriba, por lo que a su vez mis senos, como que se tornan más llamativos, de lo que comúnmente son.

Por lo ajustado de la blusa, decidí no ponerme sostén esa noche, y por aquello de andar un poquito más fresca, en lugar del pequeño pantaloncito que hace juego con la falda, nada más usé unas pantis tipo hilo dental. Desde luego que cuando mi abuela, y yo terminamos de vestirnos, peinarnos, y maquillarnos. Ya Gilberto nos estaba esperando en la puerta de la casa.

Esa noche subimos al pueblo de Cayey, y el novio de mi abuelo nos llevó a una de las mejores lechoneras del área de Guabate, Los Pinos, en la que además de muy buena comida, tiene música típica en vivo. Desde que llegamos nos pusimos a comer lechón, morcilla, cuajo, pasteles, arroz con gandules, en fin de todo, pero además constantemente en nuestra mesa no bien terminábamos de tomarnos una cerveza, cuando nos volvían a servir la siguiente.

Pero además de estar comiendo, y bebiendo, Gilberto nos fue sacando a bailar a mi abuela y a mí. Lo que si me di cuenta fue que como que mi abuela bebió demasiado, ya que de momento vi que se quedó completamente dormida, mientras que su novio y yo seguimos disfrutando del baile. Yo no le comenté nada Gilberto, pero en ciertos momentos, sentí como su mano me acariciaba de manera descarada mis nalgas, y por la manera de hacerlo, metiendo su mano por debajo de mi corta mini falda, llamaba la atención de todo el mundo. Menos de mi abuela, que dormía plácidamente en la mesa nuestra.

Yo en ese momento, quizás por lo mucho que había bebido, en lugar de molestarme con Gilberto, y acordándome de lo que había visto la noche anterior, le dirigí una seductora sonrisa. Eso bastó para que él, se sintiera mucho más en confianza, y que de momento me besara, no tan solo uniendo nuestros labios, sino que también, introduciendo su lengua dentro de mi boca. Así estuvimos baila que baila, hasta que de momento me comentó, sino no sería bueno que nos marchásemos, yo como al fin, y al cabo nada más era invitada, le dije que estaba bien. Así que después de pagar, recogimos a mi abuela, la sentamos en el asiento trasero del auto de su novio, y nos marchamos de la lechonera.

La cosa es que yo pensaba que nos íbamos a ir para la casa de mi abuela, pero cuando veo que Gilberto se detiene en uno de los moteles de la carretera, la verdad es que no me sorprendí mucho. A mi abuela después de estacionar el auto, la dejamos durmiendo en el asiento trasero. Mientras que su novio y yo entramos a la habitación del motel. En la que de inmediato seguimos besándonos, y acariciándonos, a medida que él me fue desnudando completamente.

En cosa de pocos minutos, ya ambos completamente desnudos, estábamos en la cama, donde seguimos besándonos. Hasta que de momento Gilberto, comenzó a besar, a lamer y chupar los pezones de mis senos, lo que me excitó mucho más todavía, pero no conforme con eso, a pesar de que ya yo deseaba que me penetrase, él continuó besando, y lamiendo toda mi piel, pasando por mi vientre, enterrando su lengua dentro de mi ombligo, y luego continuar bajando hasta mi vulva, al tiempo que me separó las piernas. En mi vida, ninguno de mis novios, jamás me había hecho algo similar.

Gilberto, no tan solo besó, lamió, y chupo todo mi coño, con su boca y lengua, sino que de manera increíble mordisqueó todo mi clítoris con sus dientes. Lo que provocó que disfrutase de un orgasmo como nunca antes lo había disfrutado. Yo estaba como loca, pidiéndole más y más de eso. Esa noche el novio de mi abuela, no tan solo me dio, no una sino que varias mamadas de coño, además de que también en varias y repetidas ocasiones me enterró toda su sabrosa, verga. Dejándome loca, y sin idea, de lo mucho que yo había disfrutado.

Yo finalmente también le mamé su verga él, antes de marcharnos. Cuando llegamos a casa, mi abuela aun seguía durmiendo la gran borrachera que había agarrado. Por lo que entre Gilberto, y yo la conducimos a su cuarto. Luego él se marchó no sin antes decirme, que lo nuestro esa noche nada más fue por pasar el rato. Cosa que lejos de molestarme, me alegró mucho, ya que yo no quería quitarle su marido, a mi abuela…



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