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Me cansé de ser buena…

Relato enviado por : narrador el 29/01/2014. Lecturas: 12476

etiquetas relato Me cansé de ser buena…   Maduras .
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Resumen

Si como lo pueden leer, me cansé de ser una buena esposa. Después de más de veinte años de estar casada, y no llegar nunca a serle infiel, me cansé. Pero eso no es que una mañana me levanté y dije desde hoy voy a serle infiel a Ramiro, no que va. Lo nuestro lleva un montón de años, él por su parte, siempre fue putañero, y debido a eso agarró una fuerte infección, que posteriormente se le complicó con un cáncer de próstata, resultado final, lo operaron. Gracias a la operación sigue vivo, pero ya no puede hacer nada de nada.




Relato

Bueno después de los cuarenta, como que algo dentro de mí, también cambió. Apenas Ramiro salió de la sala de operaciones, y regresó a casa, yo me puse a dieta, perdí unos cuantos kilos, y sin falsa modestia puedo decir que me puse más buena, o por lo menos eso dicen nuestras amistades. Mientras que mi esposo se fue haciendo cada vez más, y más viejo, convirtiéndose en un adicto al trabajo. Ya ni tan siquiera le gustaba sacarme a bailar, hasta que un día me cansé, y le dije que si no quería acompañarme me iría sola a bailar con nuestras amistades, como regularmente lo hacíamos, antes de que lo operasen de la próstata.

 

Ramiro solo se limitó a decirme. Diviértete, y no me despiertes cuando llegues, acuérdate que debo levantarme bien temprano para abrir el negocio. Yo la verdad es que no pensaba salir, aunque ya me había puesto de acuerdo con mis amigas. Pero al ver la actitud de mi esposo, me dio rabia, y finalmente salí. Como de costumbre mis dos amigas, y yo junto a sus respectivos esposos, nos encontramos en el salón de baile del hotel. Bailamos, pero ya a eso de las doce, mis amigas, y sus esposos se retiraron, cosa que yo también pensaba hacer. Pero antes de salir del salón de baile, me dirigí al baño. Al regresar mis amigas y sus esposos, todos se habían marchado, dejándome sola. Fue cuando estando aun en la mesa, se me acercaron tres chicos, como de unos veinte años, mucho más jóvenes que mis hijos, preguntándome si podían tomar asiento. Yo como ya estaba por irme, les dije que sí. Fue cuando uno de ellos, dijo que en agradecimiento, y si yo así lo aceptaba, me invitaba un trago.    

 

Lo cierto es que después de ese primer trago, vino un segundo trago y luego un tercero. Y a medida que fuimos bebiendo, uno de ellos me invitó a bailar, y luego al terminar esa pieza, me invitó otro de los chicos, así que el resto de la noche lo pasamos bailando. Pero a medida que fuimos bailando, y continuamos bebiendo, y charlando. Cuando uno de ellos comenzó a pasar sus manos sobre mis nalgas, sentí por todo mi cuerpo una excitación como hacía mucho tiempo que no sentía.      

 

De la misma manera, sus compañeros a medida que me sacaban a bailar, fueron poco a poco, ganando confianza, y acariciando todo mi cuerpo, mientras que yo indistintamente, fui sintiendo sus calientes y duros miembros, por encima de la tela de sus pantalones y mi vestido. Así que cuando el primero de ellos comenzó a tratar de besarme, y yo no tuve ningún reparo en que hiciera, al rato los otros dos también lo hicieron mientras bailábamos. Yo había tenido la necesidad de ir al baño, cuando al regresar encuentro que los tres, discutían por saber cuál de ellos, supuestamente me llevaría a mi casa.

 

Yo quizás por ser mujer, de mayor experiencia que los tres chicos, y muy mal pensada por cierto, intuí que la realidad era que los tres deseaban, tener la oportunidad de acostarse conmigo. Quizás en otro momento de mi vida, lo más que eso me pudo haber causado algo gracia. Pero en mi actual situación, en que el viejo prematuro de mi marido, aunque quisiera ya no podía satisfacerme. Se me ocurrió, que de manera indistinta, a medida que siguiéramos bailando ir provocando a los tres chicos, ya que estaba más que segura, que de no hacerlo, ninguno de los tres se atrevería ni tan siquiera insinuarme algo.

 

Por lo que a medida que fui bailando con cada uno de ellos, restregaba mi cuerpo contra el de ellos, sintiendo una y otra vez, aparte de sus manos acariciando todo mi cuerpo, sus bocas besándome de manera insistente. Fue cuando noté que los tres chicos, se encontraban bastante excitados, que se me ocurrió pedirle a los tres, que me hicieran el favor de llevarme a casa. Al principio, parecieron no estar de acuerdo, pero ya de camino a mi casa, les indiqué que tomasen la carretera de la playa, no bien comenzamos a transitar por ella, cuando les pedí que se detuvieran, supuestamente porque tenía muchísimas ganas de orinar. Así que detuvieron el auto, y nos bajamos los cuatro.

 

Yo me adelanté a ellos tres, que me seguían bien de cerca, y tras encontrar un sitio que consideré apropiado, me detuve en el acto, y tras subir la falda de mi vestido, y bajarme las pantis. Frente a los tres sin vergüenza alguna, me puse a mear. Ellos no dejaban de verme, con cierto asombro, y alegría dibujada en sus rostros. Apenas terminé de orinar, en lugar de ponerme de pie, y arreglar el vestido, frente a ellos me lo terminé de quitar, diciéndoles, no se ustedes, pero me han entrado unas ganas locas de bañarme en la playa, ¿se atreven a meterse conmigo? Y al tiempo que fui diciendo eso, no tan solo ya me había despojado de mi vestido, sino que terminé de quitarme las pantis, y el sostén.

 

Quedando toda y completamente desnuda, frente a los tres chicos. Yo me encaminé a la orilla de la playa, y tal y como me encontraba, comencé a meterme al agua. De momento voltee a ver que estaban haciendo los tres, y en un abrir y cerrar de ojos, ya se habían quitado, toda su ropa, incluso hasta los interiores. En muy poco tiempo me dieron alcance, y juntos los cuatro nos metimos al agua. Ya dentro del agua comenzamos a jugar de manos, ellos me agarraban de manera descarada por todas las partes de mi cuerpo que se les antojaba, sentí algunas de sus manos sobre mis senos, mis muslos, mis nalgas, y desde luego que hasta dentro y fuera de mi coño, mientras que yo de igual manera, echaba mano de sus parados, viriles, y calientes miembros.

 

Ese jueguito realmente no duró mucho tiempo, ya que en la misma orilla, entre besos, agarrones, y caricias, yo me fui recostando sobre la arena, dejando mis piernas bien abiertas, hasta que para mi mayor sorpresa, el más joven de los tres fue el primero en penetrar divinamente mi caliente coño, con su caliente verga. Así que mientras comencé a sentir su parada verga entrando y saliendo de mi coño, sus amigos, no dejaron de acariciar mis senos, y mis muslos, por lo que nada más me bastó medio abrir mi boca, aunque sin llegar a decir nada, para que otro de los chicos, la llenase con su parada verga. Así que mientras, uno me deba sabrosa y juvenilmente por mi coño, a otro de ellos yo le mamaba su verga. Mientras que el tercero, se las agenció para sin demora alguna comenzar a darme por el culo.

 

El reto de la madrugada, me la pasé de verga en verga, mamando, y dejando que me penetrasen una y otra vez, hasta que ya agotados los cuatro, llenos de arena por todas partes, recogimos nuestras ropas, y tras medio vestirnos, retornamos a su auto. Los chicos me dejaron frente casa, en donde entré procurando no hacer ruido alguno, tras entrar, me di una buena ducha en la que aparte de sacarme toda la arena, que tenía por todo mi cuerpo, en particular entre de mis nalgas, tetas, cabello y coño. Por lo que después de que terminé, muy feliz, y contenta me fui acostar. A todas estas, el pobre de Ramiro, como se toma unas pastillas para dormir,  las que no permiten que él se levante, ni tan siquiera a orinar. Por lo que ni cuenta se dio de la hora en que llegué, ni en la manera que lo hice, medio borracha, y llena de arena, y semen por todo mi cuerpo.

 

Después de esa loca experiencia, al siguiente día cuando me levanté con un ligero dolor de cabeza y en mi culo, me dije a mi misma que nunca más volvería hacer otra locura como esas, de bailar, emborracharme, y finalmente acostarme con tres chicos, completamente desconocidos para mí. Pero fue en vano que lo que me dije esa mañana, ya que a la semana siguiente, mientras me preparaba para salir de compras, vi a Eduardo, el hijo de mi vecina, un jovencito de unos diecinueve años. No sé que me pasó que tanto mi coño como mi boca se me hicieron agua, pensando en lo bien que lo podía llegar a pasar si me acostaba con él. Por lo que después de que me aseguré que mi amiga y vecina no se encontraba en su casa, lo llamé por teléfono para pedirle que me ayudase en el patio. Y de qué manera lo hizo.     

 

Pero antes de hablar con él, me dirigí a mi dormitorio para cambiarme de ropa, y ponerme algo más apropiado. Finalmente me puse una corta falda, tipo overol, una ajustada camiseta, sin sostén. Apenas salí de la casa y entré al patio, Eduardo me estaba esperando. Desde que lo conozco, y de eso varios años, siempre me he dado cuenta, de que el chico siempre me miraba de manera muy especial, sobre todo la forma como me veía mis nalgas. Aun en la época en que yo tenía unos kilitos de más.

 

Con la escusa de que deseaba hacerle varios cambios al jardín, nos pusimos a trabajar. Lo cierto es que yo no perdía ocasión u oportunidad, de dejar que Eduardo me viera el culo. Cuando no era que me inclinaba hacia adelante distraídamente a recoger, alguna mata. Era que de igual forma, es decir distraída, y supuestamente sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, con la misma falda me abanica mi coño, diciendo que hacía muchísimo calor, que si por mí fuera andaría completamente desnuda. Desde luego que Eduardo me seguía por todo el patio como si fuera un perrito faldero.

 

Después de un buen rato dejando que Eduardo, viera tanto mi coño, como mis nalgas. Me le quedé viendo, fijamente, en especial el grueso bulto que se había formado entre sus piernas. Y le pregunté que le parecía mi cuerpo, el chico medio tartamudeó, diciéndome que estaba muy bien, inclusive me dijo que mucho mejor que su mamá, por lo menos físicamente hablando. Yo le invité un refresco por lo que le dije que entrase a casa, que mi esposo no regresaría por lo menos hasta las diez de la noche, ya que estaba haciendo un inventario de todos los productos que vende.

 

Al yo decir eso, y Eduardo escucharlo, me di cuenta de que su manera de mirarme, se hizo muchísimo más insistente. Como se habrán dado cuenta, Eduardo no es idiota, ni nada parecido. Ya que apenas entramos a casa, acercándoseme por la espalda me abrazó. Cosa que me sorprendió, ya que no esperaba que el chico fuera tan adelantado. Yo me di vuelta, y a medida que comenzamos a besarnos, fui sintiendo sus fuertes, y jóvenes manos por todo mi cuerpo, como poco a poco, sin prisa me fue quitando mi ropa, hasta dejarme totalmente desnuda frente a él. En esos momentos, coloco sus manos sobre mis hombros, y ejerciendo una suave presión, hizo que yo me arrodillase frente a él, hasta que mi rostro quedó a la altura de su oculto miembro.

 

En ese momento no estaba borracha, ni había fumado mis cigarrillitos importados, así que no puedo venirles con el cuento de que por eso fue que lo hice, la realidad, es que deseaba sentir su viril miembro dentro de mí, aunque fuera dentro de mi boca, por lo que yo misma lo saqué del pantalón, y al tenerlo frente a mis ojos, sin consideración alguna me dediqué a mamárselo, por un buen rato, hasta que el mismo Eduardo me pidió detenerme. Yo saqué su miembro de mi boca, y me recosté sobre la alfombra de la sala, separando mis piernas, agarrándome el coño, con ambas manos, y separando los labios de mi vagina, en broma  lo invité a que me la besara.

 

 La que se llevó una grata sorpresa, fui yo. Ya que Eduardo arrodillándose ante mí, separó mis rodillas, y dirigió su rostro directo a mi peludo coño. Cuando comencé a sentir sus labios, lengua, y hasta sus dientes, a medida que no dejaba de besar, lamer, y chupar todo mi coño, me excité tremendamente, por un largo y buen rato, mi joven vecinito, me produjo una de las sensaciones más placenteras que jamás yo haya sentido. Tan excitada me puso, que hasta disfruté de múltiples húmedos orgasmos de manera seguida, a medida que él continuaba chupaba y mordisqueaba todo mi clítoris.

 

Yo no pensé que algo así me fuera a causar tanto placer, y a los pocos minutos para rematar, sentí como enterraba dentro de mi coño toda su caliente  y joven verga, al tiempo que yo movía mis caderas, de manera desesperada, y le pedía a gritos, que siguiera metiéndomela toda, una y otra vez. Yo estaba tan, y tan feliz que lloré de la alegría, a medida que mi vecinito continuó haciéndome la mujer más feliz del mundo,  por lo menos en esos momentos.

 

Después de estar disfrutando mutuamente el uno del otro, tanto él como yo quedamos temporalmente agotados. Yo tal y como me encontraba, aunque algo extenuada, volví a tomar su flácido miembro entre mis dedos, y sin perder tiempo acerqué mi boca a su verga, dedicándome nuevamente a chupársela. En cosa de pocos segundos, Eduardo volvió a tener su miembro lo suficientemente preparado como para penetrarme, pero en lugar de dejar que me volviera a dar por el coño, como cosa rara, voluntariamente le presenté mis nalgas.

 

Quizás fue la falta de práctica, y el mucho tiempo que no mantenía relaciones anales, por lo que sentí al principio que me dolió mucho. Pero una vez que su gruesa verga atravesó mi esfínter, y se ajustó completamente dentro de mi culo, yo continué moviendo mis caderas, al tiempo que Eduardito, con una de sus manos agarró mi coño, apretándolo entre sus fuertes dedos, una y otra vez, al mismo tiempo que no dejaba de meter y sacar su parada verga de mi culo.

 

Esa tarde después de que Eduardo se retiró, yo me di una buena ducha, y el resto del día lo pasé acostada. Mi relación con Eduardo duró algún tiempo, en ocasiones lo invitaba a que me acompañase a la casa que tenemos en la playa, sin que ni mi marido, ni la madre de Eduardo sospechasen nada. Por lo general nos presentábamos como madre e hijo, lo que tanto a él como a mí nos encantaba.

 

Pero si les digo que con el único que llegué a tener sexo fue con mi vecinito, les estaría mintiendo. Ya que apenas conozco algún chico joven, que sea de mi agrado, y que desde luego yo le llame la atención, hago lo indecible por acostarme con él. Lo que la mayor parte de las veces, he disfrutado al máximo. Pero hasta ahora, una sola vez en parte me he arrepentido de las cosas que echo, por lo que me ha pasado. Como me sucedió hace más de un año.

 

Ya había dejado de salir con Eduardito, ya que él comenzó a salir con una novia, y eso lo entendí. Por lo que con cuando le dije a mi esposo que me llevase a la casa que tenemos en la playa, y él lo que hizo fue decirme que me fuera sola, no lo pensé dos veces. Así que tomé mi auto y arranqué. Ya estaba a medio camino, cando vi a un par de chicos, y una chica pidiendo que los llevasen.

 

Bueno, me detuve y les ofrecí llevarlos, y a medida que fui conduciendo, comenzamos a charlar. La chica resultó ser la novia de uno de los chicos, y hermana del otro. Y entre charla y charla, llegamos a la casa de la playa, como el novio de la chica, me llamó la atención, los invité a que se quedasen conmigo. Al fin y al cabo la casa tiene varias habitaciones, con cama. Además de eso les preparé un suculento almuerzo, mientras los tres se encontraban disfrutando de la cercana playa.

 

Antes de que regresasen metí varias cervezas en la nevera, así que cuando los tres regresaron, yo me había puesto un apretado traje de baño, y a medida que fuimos almorzando, comenzamos a beber. Y seguimos bebiendo, bailando, y alborotando dentro de la casa, hasta que a uno de ellos se le ocurrió que jugásemos una partida de cartas. Yo seguí bebiendo, jugando, y  por lo tanto perdiendo. Y no me acuerdo como fue precisamente, que yo terminé apostando mi traje de baño, por lo que al poco rato quedé completamente desnuda. El juego continuó, y a medida que seguimos jugando, yo seguí bebiendo, y dejándome tocar por los tres, inclusive me llegué a besar con la chica en varias ocasiones.

 

Hasta que ellos también se quitaron toda su ropa, y en el medio de la sala, me pidieron que me pusiera a mamarles las vergas a los dos chicos, así como el coño a la chica. Después de eso, ya no hubo cosa que entre los tres no me hicieran, y yo no sé los impidiera. Esa noche, no se cansaron de darme por el culo, los dos chicos, al tiempo que una y otra vez, me vi obligada a seguir mamando el coño de la chica. Cuando desperté al siguiente día, me di cuenta de que me había robado, no tan solo mi cartera y el dinero, sino que también se han llevado toda mi ropa, el televisor, así como el equipo de sonido, y el horno microonda, junto con mi auto.

 

Al principio me fue algo embarazoso explicar la sucedido, hasta que llegó un joven policía, que antes de que dijera nada, más que preguntarme, me fue diciendo, que yo había sido asaltada y violada, por una banda de cuatro tipos, a los que la policía está por echarles el guante en cualquier momento. Bueno de eso ya ha pasado un año, como les dije, y de los asaltantes, y de los artículos que me robaron, incluyendo el auto, no he sabido nada. Pero adivinen con quien comencé a acostarme a los pocos días….

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Si te ha gustado Me cansé de ser buena… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Me cansé de ser buena…. narrador te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
Asdc (2 de February de 2014 a las 01:15) dice: Que enfiestada te mandaste

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:35) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:16) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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