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Me dejé follar por el tío de mi esposo.

Relato enviado por : Jessie el 02/06/2010. Lecturas: 126633

etiquetas relato Me dejé follar por el tío de mi esposo.   Infidelidades .
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Resumen
Esta es mi primera y única infidelidad…hasta ahora. Él no lo sabe ni lo sabrá.
Me dejé follar por el tío de mi esposo.
Luis muy inspirado (por no decir caliente) intenta encontrar la entrada a mi interior, pasando varias veces por él sin acertar, o tal vez estaba jugando. Lo cierto era que se me despertó la curiosidad, y porque no decirlo, las ganas por probar otras experiencias, otra forma de tener sexo, otras caricias, otra persona y, lo que lleva todo esto a una sola cosa… otro pene.



Relato
Esta es mi primera y única infidelidad…hasta ahora. Él no lo sabe ni lo sabrá.
Me dejé follar por el tío de mi esposo.

Trabajo para el estado en la oficina de la ciudad donde vivo. Pero por mi trabajo, no más de 3 veces al año, me toca viajar a otras ciudades por más de un día.
Todo esto ocurrió en la primavera del 2009, a 120 kms de mi ciudad.

Yo conozco a mi esposo hace más de 15 años, pero hace solo 5 que nos casamos y vivimos solos. Andrés, mi esposo, tiene 3 años más que yo, y es muy caliente, deportista, en general nos llevamos bien, las únicas riñas que tenemos son debido a que me exige tener sexo más seguido, pero ese lado de mi cerebro lo tengo defectuoso. No soy muy adicta al sexo, más bien floja, muy tradicional y conservadora, tímida y con poca iniciativa (es lo que me dice Andrés). He ido en descenso, por el trabajo y lo reconozco, menos tiempo para el deporte, para el baile, etc.
Andrés siempre se queja del poco interés que tengo en el plano sexual, tampoco soy una momia en la cama.
Él trata de expandir mi horizonte sexual invitándome a ver películas pornos que en realidad sí las disfruto –cuando tengo ganas-. También ha intentado introducirme en las redes sociales para chatear con otros hombres, claro con falsos seudónimos y sin buenos resultados. Lo más lejos que he aceptado fue fantasear que nos estaban observando a escondidas mientras teníamos sexo.
En algún momento me pilló algo caliente –raro en mi-, y me empezó a susurrar al oído si me gustaría estar con otro hombre. A su primer intento me quedé en silencio, al segundo le dije que no sabía y al tercero después de tanta insistencia –mi gran error- le dije que sí. Eso llevó a muchas otras preguntas más, de las que rescato para esta historia fue “con quien sería”, y empezó a nombrar; amigos, hermanos, compañeros de trabajos míos y de él, tíos o alguien desconocido, y dentro de todos los nombrados, dije el primero que se me vino a la mente, “Luis”. Fatal error.
Siguió susurrándome, pero ahora la fantasía (para él) tenía sentido. Inventaba historias con aquel nombre dictado por mí sin mucho pensar. Cuando teníamos sexo nuevamente (después de algunas semanas), no perdía momento para invocar el nombre de su tío, acompañadas de nuevas historias. Hasta que un día me enojé de verdad y lo obligué a borrar ese pasaje que nunca debí recorrer.

Yo, a mis 31 años, soy atractiva a la mayoría de los hombres, mediana estatura, bellas piernas, cabello ondulado y castaño, algo rellenita pero apretada y curvilínea, y lo más atractivo son mis senos, redondos, algo voluptuosos pero bien situadas. Por cierto, me llamo Jessie.

Andrés tiene un tío (hermano menor de su madre) de su misma edad, siempre fueron desde pequeños buenos partners, compinches, casi hermanos. Hacían y deshacían en todos lados, se contaban todo y de todo.

Cuando estábamos las mujeres presentes, nuestras intimidades se reservaban. Nunca hemos pensado en cosas eróticas o fantasías en y para parejas. Solo vivíamos y compartíamos normalmente. Ahora entre ellos (Andrés y Luis), como todos los hombres, se contaban casi todo, hasta me atrevería a decir TODO.

Luis se separó, y hace 4 años vive con su pareja Nelly. Muchas veces hemos estado juntos en reuniones familiares, fiestas, vacaciones, etc. Siempre lo pasamos súper bien. Nunca hubo alguna discusión, una mala cara. Luis siempre se jactaba de ser superdotado, no por su tamaño, si no por su resistencia y duración en la cama. De tamaño se reían ambos porque Andrés era el Nº 1.

Por mi trabajo ya había viajado antes a la ciudad de Luis y Nelly, y me había quedado a dormir en su casa. Siempre me han ofrecido quedarme las veces que quisiera y cuando quisiera, y sin necesidad de avisar, solo llegar. Pero yo nunca tan patuda y fresca, avisaba de mis viajes, de eso se encargaba Andrés.

Volviendo a la historia, Andrés nunca más tocó el tema de la fantasía, por lo menos ese.

Aquella semana de primavera, de mi oficina me programaron la salida a Los Angeles, ciudad donde viven Luis y Nelly, avisé a mi esposo para que se contacte con Luis y avisarle de mi viaje para que me reciban, como siempre lo hago. Lo que Andrés me confirmó que estaba todo bien, solo tenía que llegar.

Mi trabajo en esa ciudad comienza a penas pise esas tierras. Y ese día viernes comenzó a las 9 de la mañana. Se camina todo el día, solo se detiene a la hora del almuerzo, y luego en la tarde seguimos con las andanzas.
Eran ya cerca de las 10 de la noche, y nuestro trabajo del día había terminado, por ese día. Luego a descansar para el siguiente. Entonces llamo a mi esposo para que le avise a su tío que ya me voy a su casa.
Mi esposo lo llama, conversan un poco de cosas cotidianas y le avisa que yo voy en camino, él le dice que no me preocupara y que me iban a estar esperando.
En seguida me llama mi esposo y confirma que esta todo ok.

Ese día, había un día esplendoroso, mucho sol, mucho calor, excelente para mí ya que soy muy friolenta. Andaba vestida con la tenida beige de la oficina; chaqueta manga corta, abotonada, que dejaba ver algo de mi ranura de mis senos y encajes, una camiseta de panty color beige, mi sostén de encajes de color café claro falda hasta arriba de las rodillas, pantys color carne y zapatos de tacos cortos con pulseras al tobillo.

Muy cansada llego a casa y me recibe Luis, besos y abrazos de saludos, luego pasamos al living para que descansara y me ofrece jugo para refrescarme, que gustosa acepto. Después de conversar un poco y de dejar mis cosas en la habitación de huésped, pregunto por Nelly y me dicen que está en un curso de capacitación en otra ciudad, y que llega al día siguiente, por lo tanto ella no iba a llegar a dormir acá. Lo que me puso en un grave problema y de muy mal humor.
Me retiro un poco de Luis para llamar a mi esposo y contarle lo ocurrido, pero luego reaccioné y solo quedé en el intento. Recordé la última discusión que tuvimos y no quise hondar más.
Muy incómoda quedé, pero a esa hora no podía recurrir a nada más. Solo me quedaba aceptar y confiar de la buena disposición y amabilidad de Luis, que siempre la han tenido con nosotros, así como nosotros a ellos. Nunca hemos tenido problemas de ningún tipo, solo que esta era la primera vez que uno de nosotros se quedaba con el otro bajo el mismo techo y a pasar una noche.
Me fui tranquilizando de a poco al recordar las tantas veces que Andrés me decía los amables, respetuosos y gentiles que eran ellos.

Para seguir calmándome, fuimos a terminar de cocinar lo que Nelly había dejado para preparar, una exquisita lasaña con espinacas.

Luis notaba aún mi preocupación por la ausencia de Nelly y me ofreció algo de beber, un pisco sour, y que él sabe bien que con Nelly lo devoramos. Pero mi respuesta fue negativa, no quise por nada del mundo que el alcohol influenciara en nuestras personalidades. Luis se tomó un whisky, lo convencí que le echara jugo de naranja y harto hielo.
En realidad, todas las veces que he compartido con él han sido gratos momentos, lo pasamos muy bien, es agradable conversar con él, pero el miedo no quería abandonarme, era mi primera vez que me quedaba sola a dormir con un hombre bajo el mismo techo que no fuera mi esposo. Solo quería cenar e irme a dormir, y terminar rápido este agotado día.

Ya situados en la cocina, ayudo a Luis con los pocos preparativos, puse la mesa y luego nos sentamos a comer, estira un brazo y saca de un mueble una botella de vino, para acompañar las pastas.
Nuevamente rechazo el alcohol, y él se ríe y me comenta que nunca me había visto así, y yo le respondo que nunca me había quedado sola con él, y que me sentía mal por Nelly, a mi no me gustaría que me hicieran eso.
Luis, muy caballerosamente me aclara que Nelly sabía que venías pero no podía quedarse. Y para seguir con las gentilezas (que me ayudaban bastante a estar más tranquila), toma su teléfono y hace una llamada, habla con Nelly y le explica lo nerviosa que estaba en su casa sin ella. Y luego me pasa el teléfono y deja que yo misma le explique.
Al hablar con ella me deja muy conforme y tranquila, sabiendo que Nelly estará al tanto de lo que pasa en su casa en su ausencia.
Fue un gran descanso que me ayudó a relajarme bastante.

Me preguntan si ya estaba más tranquila ahora, para saborear la lasaña que nos estaba esperando. Tanto fue mi descarga emocional que acepté una copa de vino, y agradecí nuevamente todas las atenciones.

Estuvimos de cena alrededor de una hora, muy exquisita la comida y muy agradable la compañía.
Enseguida de pararnos y ayudarle a lavar la loza sucia, nos fumamos unos cigarrillos en el patio, acompañados del vino que nos quedó.

Luego de esta tertulia, me avisa que va a buscar unos papeles donde un vecino a 3 casas de la suya y que no tarda, y que no me preocupara, que yo estaba en mi casa. Aprovechando esa disposición, le pido permiso para ver la televisión y ver algo de noticias antes de irme a dormir. Lo malo que el único televisor está en el dormitorio de ellos. Alcancé a ver algo de noticias y se me cerraron los ojos. Al abrirlos por el ruido de las llaves, Luis ya estaba en la puerta del dormitorio, no se si se dio cuenta que estaba dormitando, pero yo fingí que no lo estaba.
Se integró también a ver las noticias en un sillón de la habitación que estaba al otro lado de la cama donde estaba yo sentada con los pies en el suelo. Luego de unos minutos, me observa que me tocaba mucho los pies, y me invita a dejarlos sobre la cama para que descansaran mientras veíamos TV. Sin ser mala idea, acepté la invitación. Entre los comerciales, me comenta su nueva adquisición de pack de canales de televisión, contando más de 100, de todo tipo de género, me fue mostrando rápidamente uno en uno, pasando fugazmente por uno completamente erótico y porno, y que no hizo alarde de él. Pero debo confesar que algo afectó en mí, no lo quise analizar y rápidamente dí vuelta la hoja.

Muy atento Luis, se acerca a mis pies, los toma y levanta y pone una almohada debajo, para mejorar la circulación. Sentí un gran alivio y frescura, entre la almohada y las frías manos de él. No pude resistir y dejé salir un gemido de alivio, que me hizo sentir algo de vergüenza. Para justificar y disfrazar un poco mi gemido, comenté lo adolorido que tenía mis pobres pies, que no tenía nada de mentira.
Y reaccionando de inmediato, sin preguntarme, vuelve a tomar mis pies, pero esta vez para sacar mis zapatos. Tomándome de las pantorrillas y tobillos, levanta un poco cada pie y desabrocha la pulsera de mis zapatos. Yo atiné solo a cuidarme la falda para que no se me subiera o no se me viera algo de mis intimidades.
Sus manos heladas en mis plantas de los pies ayudaron a refrescarme y darme alivio, que luego se convertirían en exquisitos y excitantes masajes. Sus manos recorrían todo mi pies, lentamente fue subiendo hasta la rodilla, y luego bajando nuevamente. Y así fueron unos 10 minutos de puro éxtasis. Los masajes o caricias que me hagan sobre pantys me ponen muy hot, pero aquí debía sobreponerme a cualquier emoción. Pero eran demasiados exquisitos para desperdiciarlos, no solo los pies me lo pedían, sino todo mi cuerpo. Pero de vuelta a la realidad, me siento en la cama para terminar con la sesión y Luis me detiene y me dice que solo 3 minutos más y estaré lista y me empuja hacia atrás y me pone una almohada sobre la cara. Ya a oscuras, solo me dejo sentir por las suaves manos de Luis, que no pasaban de mis rodillas. Al estar con mi vista a oscuras, las imágenes que se me proyectaban en mi traicionero cerebro, eran los cortos flash del canal porno.

Mis pantys ya estaban mojadas y al moverme las piernas se escuchaba un ruido jugoso, no se si era mi imaginación o de verdad.
Luis tomaba una pierna y luego la otra, flectándolas. No se si él habrá alcanzado a mirar mi entrepiernas, no habrá sido la única vez, pero solos?, eso era lo complicado. Mi cuerpo, más bien mis piernas, solo querían abrirse, las ganas eran enormes, pero me resistí, me paré y di las gracias por tan amables masajes.
Tomé mis zapatos y me fui a la habitación. Con mi pequeño bolso, fui al baño, me miré al espejo y me pregunté muchas cosas. Pensé en mi esposo, en mi amiga Nelly, el tiempo de conocernos, etc. Pero me sentí que hice bien.

Ya más tranquila, hice todo lo que se hace en los baños y retorné a mi habitación, que está al final del pasillo, pasando por la de Luis y la cocina. Donde él se asoma y me da las buenas noches, y aprovecha de preguntarme a que hora me iba a levantar para preparar el desayuno.

Yo aún descalza, pero con toda la ropa, parada en frente de él, le llegaba a su cuello. Me veía tan pequeña, y él con su torso velludo y descubierto, con sus jeans, se veía imponente, en algún tiempo hizo bastante deporte, algunos indicios le afloraban.
Nos despedimos y cada uno a su habitación. Ya adentro, puerta cerrada, me despojo de algunas cosas; chaqueta, sostén y joyas, quedando con mi falda, pantys y camiseta de pantys. Ordené la ropa para el día siguiente y me tiro sobre la cama con mi maletín a ordenar los papeles del ajetreado día.
No se cuanto tiempo habría pasado, desperté asustada entremedio de los papeles. Los tomé a la rápida y los dejé en el piso, me saqué solo la falda y me acosté completamente vestida solo con mis dos prendas de pantys, no se si fue para sentirme algo protegida de algo o alguien o era mucho el cansancio. Apagué la luz y rápidamente me quedé dormida.

En mis sueños se proyectaban eróticas imágenes, eran verdaderos relámpagos de cuerpos enredados, no lograba distinguir rostros, pero la mujer era yo, en distintos roles, hasta con uniforme de sirvienta. Estas imágenes revoloteaban mis sueños sin intenciones de retirarse. Logré humedecer nuevamente mis pantys, despertando con mi mano en mi vagina.
En los sueños no hay tiempo real, pero hubo un sueño que tomó toda mi atención, sentía manos que tomaban mis caderas y brazos muy suavemente, me acariciaban las nalga y yo las respondía acomodándome de lado para sentir esas caricias en mi espalda, me tomaban el cuello rodeándome con unos suaves dedos, que luego recorrían mi espalda hasta llegar a los muslos. Mi entrepierna ya estaba bien mojada, traspasaba toda mis pantys, y estos mágicos dedos también la recorrieron, forzándome a separar levemente mis piernas, al principio eran toques suaves, como de reconocimiento, que luego se convirtieron más rudos, tratando de traspasar las pantys. Un brazo pasaba sobre mi cadera tocando mi vagina, la otra me tocaba por atrás y yo ayudando a abrir un poco más mis piernas para sentir empapar bien esos dedos. Yo solo me dejaba llevar, no quería que terminara este sueño. Las caricias se fueron acrecentando cada vez más, luego sentí algo muy caliente penetrar mi entrepierna, rozando mis viscosos jugos que brotaban entre las pantys. Mi vagina delataba el pálpito de este nuevo invasor, que empieza a tomar vida, moviéndose muy despacio.
Una de las manos, la que fue desplazada, se va a mis senos, queriendo alcanzarlas y apoderarse de ellas, pero uno de mis brazos entorpecía la labor. Para abrirse camino lo toma y lo desplaza. Pero esto cuartó mi sueño, haciendo que me despertara y me diera cuenta de la fatal pero excitante realidad. Abrí totalmente los ojos, muy asombrada y asustada, no sabía en que mundo estaba, esperaba que todo fuera parte del sueño. Totalmente inmóvil me quedé, esperando aclararme y orientarme en que situación estaba. Por otra parte, las caricias no paraban de alentar mi lado oscuro.
Ya de vuelta en el mundo real, aterrada de que Luis era quien estaba detrás de mí, apoderándose de algunas propiedades de su sobrino, continué con mi sueño, pero esta vez conciente y bien despierta de lo que estaba pasando, pero no de lo que podía pasar después.
Sin dar señales de vida, quieta como una muñeca, al igual que en el sueño, me dejo llevar, pero esta vez tenía un plus muy excitante que me aceleraba a mil.
Casi sin respirar, para no delatar mi estado, Luis continúa con la violación a la propiedad de su sobrino, ahora ya encima de mis senos que no ocultaban mis erectos pezones tras la camiseta de panty. Mi respiración podía ser controlada, no así mis latidos. Al cabo de unos minutos con su mano en mis pechos, Luis se da cuenta de mi acelerado ritmo y se va con algo de rudeza a mi cintura, tratando de meter sus manos bajo mis pantys y empezar a bajarlas, sin nada de delicadeza logra bajarlas hasta las rodillas y empezar a frotarse con mi mojada vagina. Con sus ambas manos en mis caderas trata de echarme para atrás, a la vez embistiéndome suavemente. Sentí por primera vez, un pene tocar mis carnes de mi vagina que no fuese el de mi marido. Aún estaba a tiempo de parar esta atrocidad, pero cualquier mujer por muy fiel que fuese, a esta altura era imposible. Nunca sentí algún tipo de atracción por Luis, no por que no fuera atractivo, sino por mi naturaleza, mi lealtad y mis principios, que ahora serían cuestionables y quebrantados.

Luis muy inspirado (por no decir caliente) intenta encontrar la entrada a mi interior, pasando varias veces por él sin acertar, o tal vez estaba jugando. Lo cierto era que se me despertó la curiosidad, y porque no decirlo, las ganas por probar otras experiencias, otra forma de tener sexo, otras caricias, otra persona y, lo que lleva todo esto a una sola cosa… otro pene.
Con mis amigas teníamos conversaciones al respecto, la mayoría tenía una sucursal (un patas negras), y me comentaban que nosotras podíamos notar y diferenciar los tamaños, no así los hombres. Este era la oportunidad de aprender una de las lecciones.

Luis, algo exasperado, baja mis pantys hasta liberar una pierna, y la levanta dejando libre el acceso a mi semi rasurada y rosada conchita, la toca una vez más, la recorre toda con sus cuatro dedos sin meterlos, y roza mi clítoris haciendo que haga un movimiento de cadera, una y otra vez, deja sus dedos en toda mi entrada y vuelve a probar puntería, esta vez logra meter toda su cabeza, empujándome hacia delante acompañado de un gemido muy reprimido, mi mano en su cadera frenó la siguiente embestida, que de seguro iba a hacer hasta el fondo, pero mi mano era señal de algún grado de dolor. Nos quedamos inmóviles por algunos segundo, descifrando lo ocurrido o, él pensando si todo de una vez o de a poco. Luis muy astuto y demostrando que era un maestro en estos menesteres, vuelve a tocar mi clítoris con mucha delicadeza pero impaciente, he intenta meter algún centímetro más de su abultada herramienta. Mi mano fue perdiendo fuerza y Luis la fue aprovechando, avanzando de apoco en mi tímida conchita, hasta que mete todo.

Aquí debo aclarar algo, sé que no es bueno hacer comparaciones, pero aquí se permite todo. Luis, con respecto a mi marido (su sobrino), la gran diferencia sería su glande, no así el largo. A mi marido no lo dejo meter toda su verga porque él llega hasta mi fondo y me hace daño, hemos probado de distintas formas y siempre es igual. Pero con Luis fueron muchas sensaciones nuevas y exquisitas, a parte de esa que se siente cuando se le es, por primera vez, infiel a su pareja, y fue la de sentir toda una verga dentro de mi (mi segunda verga en mi vida) y sin sentir el molesto dolor. También sentir su ingle pegada en mis nalgas y el sonido del choque y del despegue de nuestras pieles.

Puso una mano en mi vientre y la aplastó suavemente, no se si empujándome hacia él o tratando de buscar algo perdido en mis entrañas. A mi, cualquier cosa que me hicieran era nuevo y rico, me sentía muy deseada y caliente, pero no me atrevía a hablar y menos moverme, solo estaba quieta, asustada pero disfrutando.

Luis se movía siempre suave, hacia delante y hacia atrás, a veces tenía que volverlo a meter, dando un concierto de sonidos de fluidos y de algún perceptivo gemido mío.

Con gran parte de Luis dentro mío, me vuelve a tomar de mis caderas y se asegura que entre todo, y yo, al no sentir la molestia en mi interior, tomo a Luis de una de sus nalgas y lo empujo hacia mí, y a la vez, le pongo una mano en mi vientre para volver a buscar su quinta extremidad perdida.
Con este movimiento me delato lo caliente y ansiada que estaba por probar de una vez esta nueva carne. Luis sabía muy bien que yo solo era de Andrés.

Ya nos movíamos al unísono, Luis quebró sus suaves movimientos por unos más acelerados y más profundos. Yo no saqué mi mano de su nalga, la tenía incrustada, ayudando empujar y no perder el ritmo.
Tan extasiada estaba con todas estas nuevas experiencias, que se me alumbraba un gigante orgasmo, lo que me llevó a pensar que no iba a ser el único, y rápidamente me recorrió un frío por todo el cuerpo aterrándome, y era si Luis estaba usando preservativo, porque yo no tomo nada ni ando preparada para estos eventos.
Sin pensarlo más, saco mi mano de la nalga de él y la llevo directamente a su pene que no paraba de moverse, para verificar mi duda. Otro escalofrío me recorrió al sentir que no llevaba nada. Yo me detuve de inmediato y puse mi mano entre él y yo para frenar las enérgicas embestidas de Luis. Pero él me toma fuertemente con un brazo, rodeando mi cintura por debajo mío, y su otra mano atrás de mis muslos y los empuja hacia mi pecho, casi quedando en posición fetal, clavándome fuerte toda su hinchada verga en cortas y cada vez más profundas embestidas. Mi mano atrapada entre nuestros cuerpos sin opción a frenar esta casi violación que, en un modo difícil de explicar, me tenía más caliente y más cerca del umbral del sexo.
Intenté dar un último esfuerzo para zafarme del peligroso riesgo de un embarazo y siento un apretón más en mi cintura, seguido me toman mi mano atrapada y la llevan entre mi conchita y su verga, obligándome a sentir como entraba y salía toda esa carne de mi interior, motivo suficiente para dejar de lado el tan temido riesgo y dar espacio, gran espacio a lo que viniera.
La respiración de Luis ya era arrítmica, podía sentir como su pene palpitaba descoordinado dentro mío, quise empujarlo más cuando siento unos gorgotones pasar, mi interior sintió un abundante calor, seguido de unas lentas y cortas embestidas. Era todo su flujo seminal que invadió mis entrañas. Toda esa mezcla de miedo, terror, calentura, excitación, infidelidad, semen, me llevó hasta el umbral más alto. Un orgasmo que, como dirían los españoles, “de puta madre”.
Luis hacía algunas pausas en sus embestidas quedándose quieto y clavado en mi y dejaba que su pene palpitase dentro de mi y botara uno y otro chorro más.
Yo no lo dejaba despejarse, solo quería que siguiera moviéndose para no dejar de sentir este extenuado y más rico orgasmo.

No se cuanto tiempo nos quedamos así, pero me despertaron de nuevo y continuamos, esta vez hubieron besos, los traté de evitar para no vernos las caras y sentir algún grado de vergüenza, pero fue inútil. Ya estaba entregada por completa, me había dejado tocar, acariciar, manosear, penetrar y hasta dejarlo acabar dentro.
Para mi los besos le dieron otro matiz a este encuentro, no había sentido o no me acordaba lo excitante que son cuando se tiene sexo. Con mi esposo son muy escasos los besos, solo nos tocamos y nos concentramos, o más bien, Andrés se concentra en lo suyo y yo en lo mío.

Todos los orgasmos que sentí esa noche no fueron más de 3, pero fueron los mejores. Debo agregar además que, el preámbulo de cada uno de ellos fueron tan o más ricos que los propios orgasmos. Fueron pasajes muy agradables y calientes que no daban cabida a otra cosa que no fuera el sexo.

Estuvimos casi toda la noche dándole, solo descansábamos algunos minutos, muy pegados unos del otro, casi sin salirse.
Luis en realidad es una máquina sexual, en el sentido completo de la palabra, a parte de preocuparse de que sintiera mis orgasmos, y de vaciar siempre una buena porción de su leche, no repetimos ni una posición. Él no tenía para que decirme que o como ponerme, solo me tomaba y me forzaba.

En uno de los tantos descansos, me despertó mi alarma, era hora de levantarse, miro hacia el lado y no había nadie. Un gran susto me dio ver el lado vacío, me llevó a pensar por un momento que todo había sido un sueño. Pero aquello era imposible, sus marcas estaban por todos lados, su perfume, su semen, su olor a macho. Todo mi cuerpo olía a él, y supongo que el suyo al mío.

Al salir de la ducha, veo la mesa puesta para dos personas, supuse que Luis estaba en la cocina, bajé la vista y pasé rápido a mi habitación a terminar de vestirme.

Con mucha vergüenza decidí presentarme a la mesa, donde ya estaba Luis sentado. De un principio me conversó de otras cosas que no fuesen de lo ocurrido entre nosotros. No tocamos en ningún momento aquel tema. Desayunamos como si nada hubiese sucedido.

Me despedí de él y de esa casa, que hermética y celosamente guardará este cruel secreto, pero muy apasionado.

Que si volví a ver Luis???, así es, hasta salimos de vacaciones juntos todos, pero eso es otra historia.

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Si te ha gustado Me dejé follar por el tío de mi esposo. vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

Por eso dedica 30 segundos a valorar Me dejé follar por el tío de mi esposo.. Jessie te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
alexcarac2009 (8 de June de 2010 a las 01:58) dice: me gusto tu relato estuvo excitante, por un momento me deje llevar.

dr.medico (7 de June de 2010 a las 05:24) dice: es bueno este relato

abeltecsi (5 de August de 2010 a las 08:41) dice: muy bueno el relato lleno de erotismo, y muy apacionado, y naturalidad

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:19) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

tachito 482 (16 de September de 2010 a las 19:24) dice: esta bueno el relato espero elsiguiente

fefito (1 de July de 2010 a las 16:29) dice: Excelente relato, muy preciso y muy excitante, felicitaciones y espero el relato de esas vacaciones!!


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