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Mi hijo me droga…

Relato enviado por : Narrador el 13/05/2014. Lecturas: 34620

etiquetas relato Mi hijo me droga…   Amor filial .
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Resumen

Ya no puedo aguantar más en silencio, y de alguna manera debo sacarme del sistema lo que me está sucediendo. Mi hijo que ya comenzó a estudiar en la Universidad, como cosa sumamente rara, hace casi un año, mi hijo, me pidió que le ayudase a limpiar su dormitorio. Por lo que cuando lo estaba ayudando, encontré un pequeño pero llamativo envase metálico, mi innata curiosidad me llevó abrirlo de inmediato, encontrando dentro unas pequeñas pastillas de color naranja. Cuando le pregunté, más que todo por curiosidad, ¿Qué eran?, Mi Ignacio de inmediato, prácticamente arrancándome la pequeña caja de la mano, me dijo son vitaminas. Yo desde luego le pregunté de ¿Qué tipo? Y de inmediato me dijo, de ¿cuáles van hacer mamá? De las que dan energía. Pero al mismo tiempo sacó una de la pequeña caja, y prácticamente me la puso en la boca.




Relato

Sin pensarlo mucho me la tragué, y seguí ayudándolo a limpiar su habitación, ya que yo por ser verano me encontraba de vacaciones. No tenía ningún plan especial para ese día, mi esposo como de costumbre había salido atender su negocio de venta, instalación, y reparación de aires acondicionados. Que por ser verano es la época del año que mayor demanda tienen sus servicios. Ya que por lo general se va muy temprano y regresa bien tarde, completamente agotado, como que prácticamente es un adicto al trabajo.

Yo seguí limpia que limpia, cuando comencé a sentir algo de calor por todo mi cuerpo. Realmente no le di importancia, y continué, y al rato me dio una sed tremenda, por lo que fui a la cocina, y yo sola prácticamente me he tomado todo un litro de agua. De inmediato regresé a la habitación de Ignacio, muy llena de energía, y con muchas ganas de seguir limpiando. Pero el calor que sentía me estaba matando, y eso que únicamente cargaba puesta mi bata casera, con apenas mis pantis y sostén abajo.

Yo seguí haciendo lo mío, o sea limpiando, cuando mi hijo me comentó que iba a salir al supermercado cercano a casa, para comprar algo. Yo seguí mapeando, su dormitorio, cuando al pasar el trapeador bajo su cama, saqué varias revistas. Nada más de ver las portadas supe que eran revistas porno. En principio pensé en colocarlas en su mesa de noche, cosa que hice casi de inmediato, pero al volverlas a ver, me dio curiosidad por ver qué era lo que tenían dentro. Así que me senté en su cama, y con toda mi calma agarré la primera, y me puse a ojearla. Bueno que se puede esperar ver en una revista de ese tipo, bueno chicas desnudas, teniendo sexo con tíos que parecen fenómenos de circo, por lo largo y grueso de sus miembros. Cosa que de por si no dejó de asombrarme y llamar mi atención al punto que de momento comencé a imaginarme, como sería tener una cosa de esas dentro de vulva.

A medida que continué ojeando esa y otras revistas, fui sintiendo un calor más insoportable, y ya saben lo que dicen, casa de herrero cuchillos de palo. Y si no me entienden les diré, que a pesar de que mi esposo vende instala y repara aires acondicionados, ha sido incapaz de arreglar los aires de casa, por lo que el calor se hace mucho más presente. Al punto que a medida que fui ojeando las revistas, de momento me provocó quitarme mi bata, quedándome en pantis y sostén únicamente. Yo me había olvidado de Ignacio, por lo que llena de curiosidad continué viendo otras revistas.

Pero al agarrar la tercera revista, me llevé una tremenda sorpresa, no tan solo también era porno, sino que además era de fotos de lindas chicas manteniendo sexo con un sin número de perros, caballos, ovejas, y hasta cerdos. Yo no lo podía creer, que a mi hijo le gustase ver tales cosas. Y aunque en principio me desagradó el tema, reconozco que la curiosidad, hizo que continuase viendo las fotos, y leyendo los relatos que en ella estaban escritos.

Pero a medida que fui leyendo, en particular la historia de una chica rubia, pienso que más o menos como yo, comencé a imaginarme como sería eso de permitir que un perro o un caballo, me penetrase. Y quizás de manera instintiva, a medida que fui leyendo y viendo las provocativas fotos, me llevé los dedos de la mano derecha justo dentro de mis pantis, y comencé acariciar todo mi coño. Olvidándome por completo, donde estaba y que mi hijo regresaría en cualquier momento.

No sé que me sucedía, pero a medida que fui leyendo y observando las fotos, con más gusto y placer, yo misma me agarraba mi coño, como cuando era adolescente, y de eso ya había pasado algún tiempo. Yo no podía dejar de mirar esas descriptivas fotos, en las que claramente podía ver, ya fuera un gran perro, o algún caballo, clavando sus respectivos miembros, dentro del coño, la boca, o el culo de alguna de las modelos.

Yo estaba tan, y tan concentrada en lo que estaba viendo, que ni cuenta me di cuando mi hijo regresó a la casa, y mucho menos a su habitación, en la que yo me encontraba sentada en su propia cama, con mis pantis a la altura de mis rodillas, dándome sabrosamente dedos, dentro de mi húmedo y caliente coño, como hacía tanto tiempo que no lo hacía, como ya les dije. De momento al ver a mi lado, encontré a mi hijo, sentado justo al lado mío. Observando todo lo que yo estaba haciendo.

De golpe sentí por una parte una gran vergüenza, al ser vista por mi propio hijo, haciendo eso, y en su propia cama. Pero por otra parte, ese sabroso calor que sentía dentro de mi coño, como que se expandió por todo mi cuerpo, y el que mi hijo me estuviera viendo, además de que yo ojeaba una de sus revistas, descaradamente continué acariciando mi coño frente a él. Eso me hizo sentir bien diferente, por lo que cuando él colocó su mano sobre mi vulva, en lugar de apartarla, como debí haberlo hecho, y salir de su habitación tras ponerme mi bata. Separé ligeramente más mis pernas, permitiendo que la mano de mi hijo, entrase en mayor contacto con mi caliente coño.

Yo que estaba casi del todo desnuda, no me inmuté, es más lo miré a los ojos de la manera más seductora que pude hacerlo, al tiempo que comencé a sentir como los dedos de su mano, comenzaron a explorar mi vulva. Lo que me produjo una gran satisfacción y placer. Al grado que yo misma sin que él me dijera nada, terminé de quitarme las pantis, y el sostén, para rápidamente acostarme con mis piernas bien abiertas sobre su cama.                    

Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo, sabía de sobra que se trataba de mi propio hijo, y aun y así deseaba intensamente que Ignacio me penetrase. Seductoramente lo continué viendo a los ojos a medida que tanto su boca como la mía se fueron acercando, hasta que los dos nos encontramos besándonos intensamente. Sentí como su lengua jugaba con la mía dentro de mi boca, sus manos recorriendo toda mi piel, en especial mi coño y mis tetas,  al tiempo que yo comencé a ir soltando los botones de su camisa, la hebilla de su correa, el broche de la cintura, y bajando la cremallera de su pantalón. En cosa de pocos segundos o minutos Ignacio y yo nos encontrábamos completamente desnudos sobre su cama. Aun en esos instantes, dentro de mi cabeza, sentía una especie de tenue voz que me decía que eso no estaba bien, pero de la misma manera que comencé a escucharla, a medida que mi hijo me continuaba besando, y acariciando por todas partes, desapareció.     

Yo me volví a recostar sobre su cama, separando mis piernas, deseosa de sentir su parada verga penetrando mi coño. Pero de momento Ignacio, dejó de versarme en la boca y colocó sus labios, y lengua sobre mí coño. Yo creo que me quedé con los ojos en blanco cuando comencé a sentir la lengua de mi propio hijo, lamiendo y chupando con su boca, toda mi vulva, de manera tan divina.

En cosa de pocos segundos, comencé a sentir un divino y rico orgasmo, como hacía mucho tiempo que no lo sentía. Coloqué mis propias manos sobre su cabeza, y con fuera restregué su rostro una, y otra vez contra mi deseoso coño.

Ya el aire como que me faltaba, y aun y así yo continué haciendo todo eso. Hasta que un gran, y fuerte chorro de mis fluidos vaginales salió de mi caliente coño. Yo me quedé tendida sobre su cama, mientras se me normalizaba mi respiración, cuando lo sentí moverse sobre mi cuerpo, y como divinamente fue enterrando toda su verga dentro de mi mojado y caliente coño. Yo por mi parte no sé ni de donde saqué fuerzas para comenzar a menear mis caderas, queriendo sentir más y más dentro de mí la parada y caliente verga de mi propio hijo.

Tanto Ignacio como yo seguimos disfrutando el uno del otro, cambiamos de posición en varias ocasiones, y no hubo que entre los dos no hiciéramos. Yo había perdido por completo la noción del tiempo, cuando él finalmente después de que le di una buena mamada a su verga, se retiró a su baño. Yo al poco rato, casi dando tumbos, me fui a darme una ducha. Tras la cual tal y como me encontraba me tiré en mi cama. Hasta que a la noche, sentí a mi marido acariciando mi cuerpo.

Yo aun no entendía que me había pasado, y ni estúpida que fuera para decirle a mi esposo lo sucedido. Esa noche mi esposo, y yo tuvimos relaciones. Pero al siguiente día, después de que mi marido se marchó a su negocio, entré en la habitación de mi hijo, y directamente le pregunté qué había pasado entre nosotros. Al principio Ignacio se quedó callado, pero tras tanto insistir comenzó hablar diciéndome que la pastillita que yo agarré de aquella cajita, realmente no era vitamina, y que en realidad se trataba de la droga éxtasis. Yo no lo podía creer que mi  hijo me hubiera drogado, y aprovechado de mí de la manera en que lo hizo. Desde luego llegamos a al acuerdo de que eso no iba a volver a suceder, y que su padre jamás se enteraría. Hasta que pasadas unas dos o tres semanas, yo me encontraba algo ansiosa, y así se lo saber a mi hijo, cuando él sacó su cajita metálica, y extrajo de ella otra pastillita color naranja….    

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Si te ha gustado Mi hijo me droga… vótalo y deja tus comentarios ya que esto anima a los escritores a seguir publicando sus obras.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:11) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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