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Mi mujer está más buena que la de ustedes… ( CON fotos)

Relato enviado por : narrador el 12/12/2014. Lecturas: 11097

etiquetas relato Mi mujer está más buena que la de ustedes… ( CON fotos)   Confesiones .
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Resumen


Cuando escuché decir eso a Francisco mi esposo, me sorprendí, pero al mismo tiempo me sentí sumamente orgullosa, de que mi marido hablase de mí, de esa manera a sus amigos…



Relato


Nos encontrábamos cenando en nuestra casa, con dos amigos que mi esposo había invitado, no tan solo a cenar, sino que a ver el último partido del Mundial de Futbol, el que ganó Alemania. Pero además de cenar, y de ver el partido, Francisco también compró varias cajas de cerveza, como él me dijo, para amenizar el encuentro. La cosa es que apenas terminamos de cenar, tanto mi esposo como sus dos amigos, Raúl y Gerardo, parecían que no paraban de beber. Así que a medida que el partido se fue desarrollando, y que ya no quedaba la menor duda, de quiénes lo iban a ganar. Tanto Francisco, como Raúl y Gerardo, mientras que yo recogía el pequeño desorden de botellas, que los tres tenían en la sala. Comenzaron a hablar de otras cosas, y uno de los temas, que por cierto quien lo trajo fue el tal Raúl, fue el de sus respectivas mujeres. Lo que me llamó la atención, fue que ninguno de ellos tres hablaba mal de sus esposas. Es más aunque yo conocía a la esposa de Gerardo, cuando él se expreso sobre ella, de no ser porque la conozco. Me hubiera comido el cuento, de que casi es la mujer perfecta. Solo que no cocina, no trabaja, se la pasa en gimnasio, y en ocasiones he tenido la impresión de que es medio putona. Razón por la cual casi no me relacionaba con ella muy a menudo.

En cuanto a Raúl, ignoraba que estuviera casado, pero al escucharlo hablar de su mujer, me quedé pensando si todo eso es cierto, que hace aquí, y no está en su casa compartiendo con ella. Pero cuando Francisco, comenzó hablar sobre mí, como ya dije, me sorprendió, y a la vez me sentí sumamente orgullosa de todas las cosas lindas que mi esposo decía de mí. Pero lo que más me llamó la atención fue que después de un buen rato, los tres en medio de su conversación, entraron en detalles íntimos, en cuanto a sus respectivas esposas.

Y a medida que haciéndome la desentendida, mientras seguía recogiendo la sala, me ruboricé al escuchar como los tres alababan, y alardeaban, sin pudor alguno, no tan solo los cuerpos de sus respectivas esposas, sino que hasta la manera en que nosotras nos comportábamos en la cama. Yo a petición de Francisco, también me había tomado, unas cuantas cervezas, las que él cortésmente siempre personalmente me daba, y me servía. Cuando Francisco, comenzó a contar detalles extremadamente íntimos de nosotros dos, sentí que me moría de vergüenza. Pero al ver los rostros de sus dos invitados, me sentí tan deseada por ellos, que la verdad es que no se, que le pasó a mi vergüenza.

Yo entendí que Francisco se había extralimitado al hablar, en cuanto a todo lo que dijo de mí, pero aun y así, no me sentí tan mal, como pienso que debí haberlo estado. Quizás por las muchas cervezas que me sirvió mi esposo, y que gustosamente me bebí, o más bien, porque lo que estuve escuchando, me hizo sentir extremadamente deseada. Fue cuando de momento mi esposo me llamó a su lado, aunque me encontraba muy mareada, una vez que me paré al lado de él, les preguntó a sus amigos ¿Quieren comprobar que lo que les digo es del todo cierto? Yo me quedé como paralizada, al escucharlo preguntarle eso a Raúl y a Gerardo. En cosa de segundos, que me parecieron una eternidad, ambos tipos, se vieron mutuamente, como preguntándose si era cierto lo que habían escuchado.

Tras lo cual mi esposo volvió a hacerles la misma pregunta. ¿Quieren o no, comprobar que lo que les digo es del todo cierto? En mi cabeza me preguntaba a mí misma, bueno y ¿Cómo lo podrían comprobar? Y como si fuese un eco escuché la voz de Raúl, haciéndole a mi esposo, más o menos la misma pregunta. Francisco amorosamente, me pasó su brazo derecho sobre mi hombro izquierdo, al mismo tiempo que dijo. Sencillamente se acuestan con ella. Yo de inmediato aun sin darle crédito a lo que terminaba de escuchar a mi esposo decir, voltee a verlo a la cara, como preguntándole que si se había vuelto loco, pero sin poder decir una sola palabra. Mi esposo se me quedó viendo, directo a mis ojos, al tiempo que me dijo. Gabriela no te preocupes por nada, solo haz lo que yo te diga. Es verdad que yo me sentía tan mareada por las cervezas, que lo cierto es que estaba bien asustada, y muy confundida, al mismo tiempo que algo excitada.

Sin quitarme su brazo derecho sobre mi hombro, frente a ellos dos con su mano izquierda, hábilmente me soltó todos los botones del vestido que estaba usando en esos momentos. Mientras que yo seguía viéndolo a su cara, sin poder reaccionar, ni comprender que era lo que mi esposo deseaba, realmente. A pesar de su estado de ebriedad, me desabotonó todo el vestido, y casi de inmediato me lo ha quitado sin que yo pudiera decir, o hacer algo por evitarlo. Por lo que me quedé en pantis, sostén, liguero, y las medias que estaba usando. Aparte de mi calzado.

Raúl y Gerardo, se volvieron a ver entre sí, como no pudiendo darle crédito a lo que los dos veían. En cierto momento quizás de manera instintiva, hice el amague de tratar de cubrirme, con mis propios brazos. Pero fue algo completamente inútil, como que tampoco mis brazos me respondían. Raúl y Gerardo se me acercaron, al tiempo que Francisco, retiraba su brazo derecho de mis hombros. Y agarrándome por la cara de manera tierna pero firme, les preguntó a sus dos amigos, ¿han visto un rostro tan lindo, y angelical como el de Gabriela? A pasos de nosotros dos, tanto Raúl como Gerardo, respondieron casi al unisonó que no. Pero de inmediato Francisco bajando su mano hasta mis senos, agarrándolos de manera provocativa se los mostraba a sus dos amigos, continuó diciendo. Además se han fijado en el par de hermosas tetas que tiene mi mujer, y al decir esas palabras, colocó su otra mano en mi espalda, y con un rápido movimiento de sus dedos, prácticamente me arrancó el sostén dejando mis senos al aire.

Yo no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo, mi propio esposo me estaba desnudando frente a sus dos amigos, mostrándoles mis senos, diciendo. Ven no son pequeños, ni caídos, tienen una buena forma, y sus pezones son magníficos. Pero no conforme con eso, su mano derecha continuó deslizándose sobre mi vientre, exaltando lo plano que es, y sin detenerse, bajó hasta mis pantis, las que frente a ellos dos bajó sin detenerse, hasta llegar al piso. Dejando mi coño por completo desnudo ante la vista de Raúl y Gerardo, quienes daban la impresión de que sus ojos se saldrían de sus orbitas.

Yo me sentía del todo confundida, mi cuerpo no me respondía como yo hubiera querido que lo hiciera, aparte de que también me sentía sumamente avergonzada, y por qué no también les diré que también excitada. Al ver que mi marido, me desnudó frente a sus dos amigos, como si fuera la cosa más normal del mundo. Raúl y Gerardo continuaron avanzando, sin decir palabra alguna. En ese momento Francisco me colocó sobre el sofá de nuestra sala, y separando mis piernas, se dirigió a sus amigos, preguntándoles ¿Acaso han visto un coño más llamativo que el de Gabriela? A lo que nuevamente sus dos amigos repitieron al unisonó, que no. Ya yo iba a pedirle que parase de estar mostrándome a sus amigos, cuando Francisco enterró su mano dentro de mi coño, diciéndoles. Vean esto sí es un buen coño. Pero al enterrarme sus dedos dentro de mi coño, toda mi cabeza como que comenzó a dar vueltas, la excitación que todo eso me produjo fue tremenda, tan excitada, y deseosa me encontraba de ser penetrada por quien fuera que fuera. Que como una verdadera loca, comencé a pedirlo a gritos.

En ese instante, Francisco se retiró sentándose en uno de las otras sillas de la sala, y dirigiéndose a Raúl y Gerardo les dijo. Bueno ¿quieren o no comprobar, que mi mujer está más buena que las suyas? Como que esas palabras bastaron para que los dos amigos de mi marido se me tirasen encima.

Yo no podía dar crédito a lo que me estaba sucediendo, mi propio esposo me estaba entregando, en bandeja de plata a sus amigos, sin que yo al parecer pudiera hacer algo por evitarlo. Es más todo lo contrario, aunque mi vergüenza fue desapareciendo, mi completa confusión fue en aumento. En su lugar, a medida que Raúl y Gerardo tomaron asiento a mi lado en el sofá de la sala. Prácticamente, de inmediato me les ofrecía a los dos, sin poderme controlar, lo que deseaba era sentirlos dentro de mí. Por una parte Raúl comenzó a besarme intensamente frente a mi esposo, sentí su lengua dentro de mi boca, sus manos acariciando mis parados senos, al tiempo que Gerardo, sin mucho esfuerzo de su parte, separó mis piernas, y sus manos comenzaron acariciar mi coño, y hasta mi culo. Luego se colocó frente a mí, y separando mis piernas, dirigió su boca a mi coño. y comenzó de manera bien deliciosa a mamar, lamer y mordisquear toda mi vulva, por dentro y por fuera.

Yo perdí la noción del tiempo, lo que sé, es que mientras me besaban, y acariciaban todo mi cuerpo, me pareció ver a mi marido, masturbándose lentamente. Yo mantuve mis piernas bien abiertas a medida que Gerardo, se dedicó a darme una tremenda mamada de coño, chupando y mordisqueando todo mi clítoris, arrancándome profundos gemidos de placer. Pero a medida que me fueron besando y acariciando toda, no sé cómo se las arreglaron, para irse a su vez quitándose toda su ropa. Ante la tranquila mirada de Francisco. Quien en cierto momento me pareció ver como que mi esposo, introducía algo así como una capsula, o pastilla dentro de la botella de cerveza que de inmediato me dio a beber.

Lo único que sé, es que hacía rato que había perdido todo el pudor, o recato. Y que en esos instantes, lo que deseaba era tener una verga dentro de mi coño, y así se lo hice saber tanto a Raúl como a Gerardo, que al parecer no se ponían de acuerdo, en quien iba a ser el primero, en enterrarme su verga. Hasta que francisco sacó una moneda, y tras tirarla al aire, preguntó quién era cara, y quien era cruz. Raúl pidió cara, y Gerardo cruz o sello, saliendo él ganador.

Así que mientras Gerardo comenzó a enterrarme sabrosamente toda su verga, Raúl no se conformó del todo, por lo que colocando su verga frente a mi boca, sin que él sin tan siquiera dijera algo, yo de lo caliente y excitada que me encontraba, me dediqué a mamársela, por un rato. Hasta que de momento, yo misma le dije, que me diera por el culo. Idea que por lo visto, le encantó a Raúl. Ya que de inmediato, a medida que Gerardo divinamente me seguía penetrando una, y otra vez con su sabrosa verga, frente a mi marido. Raúl se las arregló para irse colocando tras de mí, y a los pocos segundos comencé a sentir como su verga, penetraba mi culo.

Yo en todo momento, no dejaba de gemir de placer, y de pedir que me dieran más, y más duro. Además del hecho que estuviera haciéndolo frente a Francisco, y él a medida que sus amigos me estaban penetrando, Francisco sin quitarnos los ojos de encima, se masturbaba lentamente. Todo eso me causaba una gracia tremenda, a pesar de que en ciertos momentos me preguntaba a mi misma como era posible que Francisco permitiera eso, con lo celoso que era.

Gerardo me hizo disfrutar de un sinfín de orgasmos, y cuando sentí el calor de su semen dentro de mi coño, lo disfruté intensamente. Luego Raúl, me apretó con fuerza, y supe que también se estaba viniendo pero dentro de mis nalgas. Yo me quedé por un rato, como súper agotada, Pero cuando, siguiendo una sugerencia de Francisco me llevaron a nuestra cama, no sé si fue Gerardo o Raúl, o los dos al mismo tiempo, me pusieron nuevamente a mamar, al sentir como esas vergas volvían a tonificarse dentro de mi boca, sin perder tiempo, me volvieron a penetrar, tanto por el coño, como por mi culo.

Eso fue algo que se repitió varias veces, mientras que Francisco, no dejaba de observarnos, y de cuando en cuando me volvía a dar otra cerveza, al mismo tiempo que sus amigos no paraban de meter, y sacar sus respectivas vergas, ya fuera de mi coño, de mi culo, o de mi boca. Fueron tantas, y tantas veces que sentí sus ricas vergas dentro de mi cuerpo, que perdí la cuenta del número de veces que, gustosamente dejé que me las metieran.

En cierto momento me debí quedar dormida, quizás por lo mucho que mi esposo me había dejado beber, o quizás por el mucho esfuerzo físico que realicé durante toda la noche, y gran parte de la madrugada. La cosa que cuando desperté, aparte de que tenía un fuerte dolor de cabeza, me encontré en nuestra cama, y al ponerme de pie, a penas y di unos cuantos pasos me encontré a Francisco, que al verme me preguntó, bien serio, cómo me sentía. Lo único que se me ocurrió decirle, fue que necesitaba algo para el dolor de cabeza, y si me podía decir, con cara de yo no fui, que me había sucedido, ya que se me ocurrió decirle que lo último que recordaba fue cuando él me llamó a su lado. Al escucharme decir eso, Francisco, el serio rostro de mi esposo, como que se alegró. Luego me dijo que yo había bebido un poquito de más, y que luego él me llevó hasta la cama, en donde, me confesó con algo de vergüenza en sus palabras, y cara. Que se había aprovechado, de que yo estaba bien dormida, para hacerme de todo.


Yo desde luego, que seguí haciéndome la pendeja. Ni tan siquiera le pregunté por sus amigos. Ni de que eran las pastillas, o capsulas que le ponía a las cervezas que me daba para que yo bebiera. Como al mes de eso, me dijo, Gabriela esta noche vienen unos amigos míos, a jugar cartas aquí en la casa, así que prepárate algo de comer, que yo voy a comprar algunas cervezas. En realidad a esos amigos ni los conocía, pero cuando Francisco insistió en que yo también bebiera, supe de inmediato, que al transcurrir la noche, lo volvería a escuchar decirle a los presentes. Mi mujer está más buena que la tuya…



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 22:32) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:03) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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