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Mi nueva escuela

Relato enviado por : Sereja el 13/11/2009. Lecturas: 10762

etiquetas relato Mi nueva escuela   Gay   escuela .
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Resumen
Me decían que la prepa sería diferente… y tenían razón


Relato
Acababa de terminar la secundaria y tenía cierto miedo de entrar a la prepa. No era porque no fuera inteligente, sino porque no estaba desarrollado como mis demás compañeros. Esperaba que al terminar las vacaciones hubiera crecido al menos diez centímetros más, pero no era así. Seguía pareciendo un niño, y cuando me miraba al espejo no tenían ni un solo pelo. En parte era porque mi papá era muy lampiño, así que yo creo que también heredé esa característica.

En parte por esa razón no socializaba mucho con mis amigos de la secundaria. Ellos constantemente se iban de fiestas y en luego en las noches y las mañanas se pajeaban viendo pornos, pero a mí me daba pena que me vieran. No quería que se burlaran de mí, y por esa razón aún ni sabía cómo masturbarme.

Mis papás me sobreprotegían mucho y prefería ni siquiera pedirles permiso para evitar sus interrogatorios de con quién iba y a donde iba. Por eso prefería quedarme en casa jugando videojuegos o ir con mis primos más pequeños a jugar al parque o andar en bicicleta. Se podría decir que era muy bien portado, casi como cualquier mamá pudiera pedir, pero yo creo que a mi padre no le gustaba ya que en constantemente me preguntaba si ya tenía amigas o si ya tenía novias. ¿Pero cómo? Si sabía que siempre me la pasaba en casa y no salía en las noches con los amigos de la escuela.

Claro que todo eso no impedía que ya hubiera visto revistas y sus imágenes me las llevaba en mi imaginación para poder recrear mis propias fantasías en las noches, en donde mi pene se quedaba en erección total sin yo saber cómo sacarle placer a mi miembro.

En fin, al entrar a la prepa me di cuenta que no era de los más chaparros, pero sí era el menos desarrollado, lo cual generó burlas desde el primer día. Afortunadamente no tendríamos deportes la primera semana, así que como pude sobreviví los primeros días. Era una escuela de varones, así que no había oportunidad de socializar con el sexo opuesto. Tonto de mi papá, me pedía que tuviera novia y me metía a una escuela de hombres.

Como era de esperarse, al entregar las tareas y al hacer lo que los maestros me pedían me acarreó problemas con los compañeros. Sin duda no molestarían a alguien que fuera más grande, pero se desquitaban conmigo y eso me entristecía. Intenté de varias formas no ser molestado, pero ni aunque no entregara las tareas o sacara cero en los exámenes las burlas disminuían.

No fue hasta la clase de Física que la maestra nos dijo:

-Van a hacer equipos para su proyecto de física, pero yo les voy a decir cómo se van a juntar.

Entonces de su lista numeró nuestros nombres y empezó a dar los integrantes de los equipos.

-Gabriel González –ese era yo-, con Héctor Lavin y José Cervantes.

Para mi mala suerte ellos eran dos burros que no hacían nada más que burlarse de los maestros, pero a mí de alguna manera a mí siempre me habían dejado tranquilo. Ellos dos ya se conocían, pues venían de la misma secundaria y parecía ser que eran buenos amigos. Ni modo, a mi me tocaría trabajar.

La maestra nos dio tiempo para que nos pusiéramos de acuerdo en el proyecto que habríamos de entregar y después siguió el descanso de veinte minutos. Debido a que estaba solo, pensé que sería buena idea socializar con mis compañeros de equipo, que se habían portado amistosos.

Me sorprendió que fueran tan amigables y me aceptaron en su grupo. Me hizo sentir bien ya que tal vez no tendría que pasar solo los tres años de la prepa, y tal vez me presentarían a sus amigas, ya que ellos dos eran bien parecidos. Hablamos de cosas tontas, como videojuegos, revistas, comics, películas y un poco de sexo.

Notaron ellos dos que yo me incomodé y me dijo Héctor:

-No te preocupes, mañana viernes que hagamos el trabajo te voy a mostrar una verdadera película.

-Te va a gustar Gabriel –lo secundó José.

En parte yo lo deseaba, pues quería ver mi primera película porno y el pretexto sería bueno para que mis padres no preguntaran de más.

Así llegó el viernes y a la salida nos fuimos a casa de Héctor, quien vivía no muy lejos de ahí. Su casa era grande, con un gran patio, pero lo que más me gustó es que su habitación era grande y tenía televisión con baño propio. Sin duda debía ser rico, y no solo era por el tamaño de su casa, sino porque la sirvienta era la que nos atendía y sus papás no estaban.

-Pónganse cómodos –nos dijo Héctor mientras se quitaba los zapatos y calcetines.

José hizo lo mismo, y yo también. Nos trajeron refrescos y papas y nos dispusimos a trabajar a sugerencia mía.

-Si acabamos rápido, podremos hacer lo que queramos en la tarde.

-Está bien, ¿hacemos entonces el cronometro del plano inclinado? –preguntó José

-Es lo más fácil, para demostrar la fórmula de la aceleración –les dije yo.

-Si lo que sea.

Entonces Héctor abrió su armario y sacó cinco tramos de su pista de carros Hot Wheels, y los colocó sobre un pedazo de madera. Tomó una canica y después tomó uno de sus relojes y lo puso al final de la pista.

-Cuando la canica caiga, va a detener el cronómetro.

-¿Y cómo lo va a activar? –preguntó José.

-Le ponemos una palanca que lo active cuando apretemos el botón -les sugerí y con un alambre hicimos un mecanismo para que cada vez que activáramos el cronómetro y cuando cayera la canica se parara el tiempo. Después en cinco minutos hice la formula y terminamos el proyecto.

No nos llevó más de hora y media, pero poco antes de terminar el reporte, Héctor sacó del fondo de su armario revistas pornográficas de estilos que yo no sabía que existían. A pesar de que tenía Play Boy, había otras con sexo más explícito. También sacó películas y las comenzó a poner en su dvd.

-Mira Gabriel –me dijo señalando la doble penetración a la que era sometida una modelo con pechos que parecían iban a explotar.

Tomé la revista entre mis manos y la comencé a hojear, y a cada página que le daba vueltas me ponía más dura mi pistola. Era impactante para mí ver esos miembros tan grandes y ver cómo llenaban de esperma las caras de las putas.

Entonces Héctor puso la película, en la cual dos hombres penetrarían a una mujer, pero a los cinco minutos, los dos hombres se estaban besando mientras la puta les hacía sexo oral. Eso me prendió como nunca antes y mi pantalón se notaba bastante abultado.

Mis amigos también estaban sufriendo incomodidades debajo de sus pantalones, pero inmediatamente se notaba que sus miembros eran más grandes. Descubrieron que yo les miraba y me preguntó Héctor:

-¿Quieres ver mi pene?

-N… no –le contesté dudando.

La erección me estaba matando. El calzón me estaba estrangulando a mi cosita, así que la tenía que liberar. José se tocaba su pene metiendo sus manos debajo del pantalón, así que no me importó tocarme para colocar mi miembro en una posición cómoda, la cual era hacia arriba.

Entonces, uno de los actores eyacula en la cara de la puta y esas grandes cantidades de esperma me prendieron de más, sobre todo por los jadeos de la vieja, y por si fuera poco, fue penetrada en el ano por el otro actor.

Mis ojos no lo podían creer, estaba completamente embobado viendo esa escena que no me percaté que mi pene estaba comenzando a escurrir líquido pre seminal y mi pantalón de mezclilla azul claro dejaba ver una gota de humedad.

-¡Mira! –le dijo Héctor a José-, Gaby se está viniendo.

-No –les contesté cubriéndome.

-¿Apoco ya te sale leche? –contestó José.

-Déjame ver –me pidió Héctor-, no se lo vamos a decir a nadie.

-No –les volví a contestar.

-Está bien, primero me quito los pantalones yo y después tú.

Entonces, en un segundo Héctor se bajó los pantalones con todo y calzón para exponer su miembro enorme y palpitante, cubierto con pelo negro pero no abundante. Los ojos se me fueron encima de él, y como estaba frente a mí y yo estaba sentado al frente de la cama, en un acto de lujuria, tomé ese miembro con mis dos manos y lo comencé a acariciar como en la película.

-¡Oh Gaby! –exclamó Héctor.

José se acercó y al ver esa acción dijo:

-Vamos a tener sexo.

Solo asentí con la cabeza y José me desabrochó el pantalón y lo deslizó hasta sacarlo completamente y expuso mi pene, el cual apuntaba hacia arriba.

-Gaby, estás grande.

Eso fue un cumplido para mí, y después sentí la boca de José que estaba succionando mi pedazo de carne y me acariciaba los muslos y metía sus manos debajo de mi playera para acariciar mis pechos.

Yo hice lo mismo con Héctor, me metí su miembro a la boca y acaricié sus nalgas. Poco a poco me acostaba en la cama hasta que quedé desnudo y Héctor se quitó la playera para besarme ardientemente.

Era mi primer beso, demasiado erótico e irreal, mientras dejaba que José hiciera lo que quisiera conmigo. Me masturbaba y me levantaba las piernas. Entonces sentí que me estaba untando crema en mi sexo, pero no solamente ahí, sino también en el ano, pero Héctor me tenía aprisionado. Me metía la lengua hasta adentro y después con sus labios acariciaba mi lengua. Yo intentaba hacer lo mismo, pero solo podía acariciarle la espalda y dejarme llevar por él.

Entonces tomé su rabo y comencé a jalarlo cuan largo era hasta que sentí que me estaban metiendo un dedo, y después dos. Entonces Héctor se detuvo y me preguntó:

-Te vamos a coger ¿está bien?

-Métemela –les dije implorándoles sentirlos adentro.

Aún no se la había visto a José, pero debía ser tan grande como su amigo, y no quería ver, pero entonces José pidió una almohada para ponérmela en las nalgas para alzarme un poco más y ahí vi ese miembro largo y delgado, sin mucho pelo y dijo:

-Relájate y no aprietes que si no te va a doler.

Mis fantasías más sucias se estaban haciendo realidad, pero no como yo esperaba. Yo deseaba cogerme a una niña, pero al parecer yo sería cogido como una niña.

Con gentileza, José empezó a deslizar su cabeza en mi entrada y me empezó a masturbar. Héctor se colocó a mi lado y mientras acariciaba mis pechos, besaba mi cuello y metía a continuación su lengua en mi boca. Poco a poco sentía como mis entrañas se abrían hasta que entró completamente su miembro y con su mano izquierda sostenía mis piernas y con la derecha mi pene.

Empezó a meterlo y sacarlo hasta que sin querer, comencé a eyacular descontroladamente y mojé a Héctor, pero este agarró, se puso en cuatro y dejó que yo lo ordeñara. No tardó en eyacular su espesa leche en mi cara y José gimió de placer al sentir que sus huevos entregaban su preciosa carga. Sentía su calor y al terminar, se reclinó sobre mí sin sacar su miembro y me besó sin importar que estuviera todo embarrado.

Héctor se metió al baño y mientras probé los labios de José, los cuales me parecieron más dulces que los de Héctor, yo creo que era porque no se veía tan mayor como su amigo. Entonces me di cuenta que desde un principio ellos dos me gustaron, por eso no puse ninguna objeción en conocerles.

Sentía el calor de José y su fuerza mientras me besaba y me seguía haciendo el amor hasta que llegó Héctor y empezó a untarle a su amigo la misma crema y en dos movimientos, le ensartó su miembro sin que éste protestara.

Me estaban aplastando, pero no me importaba, me estaban llevando al cielo y ya ni de la película me acordaba, estaba completamente entregado a mis dos amantes hasta que se cansaron de la posición y entones Héctor se recostó en la cama y José me dejó libre.

-Eres hermoso Gaby –me dijo Héctor-. Ven, deja te enseñamos esta posición.

Entonces me guió a que me sentara frente a él y me metí su miembro, obviamente tomando más crema y con la ayuda de José. Comencé a dar pequeños saltitos y José comenzó a besarme nuevamente y Héctor tomaba mi pene y lo acariciaba con dulzura. Otra vez estaba erecto y sin ganas de descansar hasta que la estimulación hizo que nuevamente me salieran chorros potentes directo al pecho de Héctor.

José no perdió el tiempo y los probó para después dirigirse a los labios de su amigo y perderse en un largo y efusivo beso. Con más fuerza saltaba y me ensartaba su falo hasta que comenzó a eyacular sin control. Sus líquidos me salían por las nalgas y otros más manchaban mis huevos hasta que lo dejé sin fuerzas y me recosté en la cama boca abajo.

Las caricias de José no se hicieron esperar, y sin dudar, me ensartó su miembro y me hizo el amor durante diez minutos antes de acabar adentro y afuera. Yo estaba completamente embarrado, pero el saber que la estaba pasando muy bien con mis amigos y que yo era el objeto de su deseo me hacía sentir importante y que podríamos perpetuar estos momentos al menos durante toda la prepa.

Ya había anochecido, y ni me acordé de avisarle a mis padres que pasaran por mí en la tarde.

-Quédate a dormir Gaby –me pidió Héctor-. Diles a tus papás que no has terminado el proyecto. Mañana sábado yo te llevo.

Y así lo hice, mentí y dije que el sábado en la noche regresaría. No me cuestionaron, me dieron permiso y hasta me desearon buenas noches.

Y vaya que sería una noche muy larga, intensa y caliente, pues entre los dos me dieron un baño en la bañera y nos tomamos varios tragos de whisky. Durante toda la noche fui suyo y si no fuera por el alcohol que tomé, no hubiera podido dormir, y aunque al día siguiente amanecí siendo ensartado por Héctor, fue la noche más sensacional de toda mi vida.

Mandé al diablo a mis padres y ahora cada que puedo me voy con mis nuevos amigos a fornicar en donde sea y cuando se pueda. Con el tiempo me volví en un penetrador, pero me quedé con la debilidad de buscar a los muchachitos inexpertos y sobreprotegidos por mamá para enseñarles los placeres del sexo.

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Comentarios enviados para este relato
adolescente15 (3 de October de 2010 a las 20:31) dice: buenisima historia!!

adolescente15 (3 de October de 2010 a las 20:31) dice: buenisima historia!!

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:18) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

virtualkids (17 de August de 2010 a las 10:22) dice: ufff super tu historia man me chorrie kon el pajaso ke me ise leyendola

farachimbank (11 de January de 2011 a las 01:25) dice: tengo hormigas en el culo,solo pensando en las buenas cogidas de esos amigos

linkxx03 (10 de January de 2010 a las 08:49) dice: Orales es una buena historia Hasta tierna en algunos momentos


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