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Mi primera mamada

Relato enviado por : Anonymous el 23/02/2006. Lecturas: 14630

etiquetas relato Mi primera mamada .
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Resumen
No voy a negarlo, hace mucho tiempo de esto, pero guardo de ello un recuerdo imborrable. Cierto que siempre me gustó tener una buena polla en mi boca, saborearla largamente, sentir gemir de placer


Relato
No voy a negarlo, hace mucho tiempo de esto, pero guardo de ello un recuerdo imborrable. Cierto que siempre me gustó tener una buena polla en mi boca, saborearla largamente, sentir gemir de placer a mi compañero. Esto me excitaba enormemente. Notar como sus jugos y los míos me resbalaban por la barbilla y luego algunas gotitas se deslizaban por mis senos me ponían a cien.

Pero, aunque me encantaban estos trabajos, y saborear los jugos era una verdadera delicia para el paladar, lo que temía era estropear el momento sintiendo en mi boca una enorme corrida. Para nada me disgustaba su sabor ni su olor, temía que su consistencia me desagradara. Tampoco tenía muy clara la sensación de notar su presencia en mi garganta.

Fue Sergio en concreto quien tuvo la fortuna de iniciarme en este arte. Le estoy muy agradecida dado que desde entonces lo practico muy a menudo, con enorme éxito por cierto. Ciertamente, ahora no sólo me encanta tener en la boca una buena polla, sino también saborearla, estrujarla, secarla. Sergio sólo fue un "rollete" de verano. Era encantador el hombre, aunque un poco niñato para mi gusto. Su físico era impresionante, pero como digo, creo que en algunos aspectos era realmente inmaduro. Jamás le pude hacer comprender que lo nuestro era simplemente una aventura, que no esperara nada más; que la fidelidad entre nosotros duraría lo que durara el verano. A continuación, seríamos buenos amigos, amigos que quizás con el tiempo se volvieran a encontrar.

Es posible que Sergio no quisiera de ninguna forma renunciar a los magníficos polvos que varios días a la semana tenía o teníamos ocasión de hacer memorables. Quizás, se enamoró; no lo sé. Al margen de todo esto, Sergio era encantador, estaba muy bueno el tío, educado, tierno, sensible y buen amante. Algo que le encantaba a Sergio especialmente era el sexo oral. No sólo le gustaba que yo le comiera la polla, también tengo que reconocer que él mismo se tomaba muchísimas molestias. Nadie como él me ha encontrado que supiera tan bien comer un buen coño. Con el paso de los días, yo me sentía un poco culpable por no hacerle disfrutar al máximo en aquellas ocasiones en que una buena mamada ponía punto final a la correspondiente "orgía". Cuando eso sucedía, yo me apartaba y con su ayuda, terminábamos manualmente la faena. Temía que me resultara tan desagradable tragarme su semen o notarlo todo en mi boca que estropeara esa práctica que a ambos nos gustaba por igual y que tanto placer nos proporcionara. Quizás a partir de entonces nada volviera a ser igual en ese aspecto, era un enorme riesgo.

Sopesando los pros y los contras, llegué a la determinación de no intentarlo, por lo que pudiera pasar. A él le encantaba y era una pena que por lo menos no siguiera disfrutando de ello como hasta entonces. Sin embargo, sucedió algo que no estaba en mis planes y que nunca creí que fuera capaz de hacer. Aquella tarde Sergio estaba muy cachondo, mucho más que cualquier otro día. Quizás algo que le había ocurrido, algo que había visto le había puesto de aquella manera. Jamás le había visto tan salido. No obstante, su comportamiento fue el de siempre. Comenzó a besarme tiernamente recorriendo con su lengua mis labios, mordiéndolos hasta que su lengua se perdió en mi boca y fue recorriendo cada laberinto, cada rincón. Sus manos se posaban en mi cuello, levantándome con dulzura el cabello y acariciándome con la punta de sus dedos la nuca y el cuello. El inicio de sus preludios amorosos era el de siempre; como continuaría era siempre una agradable sorpresa.

Mientras me besaba el cuello y los hombros, sus manos se perdieron suavemente por mi espalda resbalando por ella con suaves movimientos. Buscó mi sujetador y me lo desabrochó, sin llegar a notar el contacto directo de sus manos con mi piel. A continuación, comenzó a tocarme las tetas por encima de la ropa. Yo notaba como mis pezones crecían y crecían, Sergio, consciente de ello, los acarició con los dedos, estrujándolos suavemente. Seguía besándome los labios, los hombros, el lóbulo de la oreja. Para entonces yo ya sentía empapadas mis braguitas. No sé muy bien cómo ya que apenas me di cuenta de ello, pero de repente, fui consciente de que Sergio estaba completamente desnudo. Al notarlo, mi primera reacción fue cogerle el pene y masturbarle. Primero con un dedo le acaricié el capullo, extendiendo los jugos que salían de su polla por toda ella con suaves movimientos circulares. Cuando ya no había rincón por descubrir, tomé su polla en mi mano y le fui masturbando lentamente, extendiéndole de vez en cuando sus jugos por toda la polla.

Uno a uno los botones de mi blusa fueron dejando al descubierto mis tetas y mis pezones, totalmente erectos y dispuestos a nuevas caricias. Sergio fue consciente de ello. Me las sobó las dos a un tiempo, una con cada mano, hasta que decidió por cual empezar a recorrer su lengua. Fue despacio recorriendo mi pecho, pasando la lengua por toda ella y mordisqueándola hasta llegar a mi pezón. En él se detuvo largamente haciéndolo moverse de un lado a otro cientos de veces con su lengua, metiéndolo en su boca, subcionándolo. Yo ya sentía una enorme excitación y de mi boca salieron los primeros gemidos de placer. Al cabo de unos minutos, Sergio ya tenía su cabeza entre mis piernas. Su lengua recorrió de arriba a abajo mi chochito, casi rozándolo, moviendo mis jugos de un lado a otro. Poco a poco los movimientos se fueron haciendo un poco más rápidos y su lengua penetró aún más en su objetivo.

Poco después, su lengua buscó mi clítoris y durante largo tiempo jugó con él, moviéndolo de un lado a otro, consiguiendo que creciera y creciera y yo fuera notando cada vez más unas sensaciones indescriptibles. Estaba a punto de correrme y creo que Sergio fue consciente de ello. Durante unos momentos levantó su cabeza para tomar aliento, dejando que sus manos se encargaran de mi cuerpo. Me fueron sobando de arriba a abajo prestando una especial atención a mis pechos, estrujando nuevamente mis pezones para luego finalmente perderse en mis muslos, las piernas. Para entonces ya su lengua estaba en mi culito haciéndome verdaderas maravillas, para luego continuar otra vez comiéndome el chochito. Yo me sentía estallar de placer. De mi boca se escapaban verdaderos gemidos de placer y desde mi clítoris sentía que una corriente de placer fuera inundando mi cuerpo, haciendo que todo él se moviera. Tal era mi excitación que Sergio se vio sorprendido cuando me incorporé de inmediato. No hubo tiempo para más. Fue un abrir y cerrar de ojos puesto que enseguida notó su polla en mi boca.

Al principio fui brusca, llevada por mi excitación, pero consciente de ello, tomé aliento, medité unos instantes e intenté hacer las cosas bien. Más calmada, con la punta de la lengua le recorrí la polla de arriba a abajo mientras una de mis manos les masturbaba suavemente, con un movimiento rítmico y acompasado. A continuación, le fui mordisqueando con los labios todo el pene, introduciéndolo de vez en cuando en mi boca durante unos instantes para después comerle los huevos; primero el uno y después el otro. Consideré que el camino estaba preparado, así que me dispuse a que Sergio gozará como nunca de uno de los trabajos que yo le hacía habitualmente y que a él más le gustaba. De los huevos, mi lengua fue ascendiendo lentamente hasta la punta de su polla; una vez allí, la introduje un poco en la boca y se la comí suavemente. Su polla entraba y salía de mi boca mientras con mi lengua le lamía la puntita y todo el capullo. Luego, con los labios la fui apretando todo cuanto me fue posible pretendiendo que me resultara dificultoso casi introducirla en la boca. Aquello le encantaba, seguidamente y mientras con una mano le masturbaba, le apretaba el capullo con mis labios, mi lengua seguía haciendo de las suyas y movía la cabeza de un lado hacia otro al mismo tiempo que la boca y los labios, realizando un movimiento giratorio sobre su capullo. Finalmente, seguí con un ritmo más acelerado introduciendo una y otra vez su polla en mi boca.

Sergio estaba gozando, no cabe duda. Podía percibir claramente sus gemidos a pesar de estar prestando toda mi atención a su polla y a mis trabajitos. Sin embargo, él también deseaba que yo gozara aún más si cabe. Empecé a notar sus dedos en mi chochito, acariciándome toda la zona de arriba a abajo con suavidad. Luego, uno de sus dedos se introdujo en mi chocho y empezó a moverlo de un lado hacia otro; después, a meterlo y sacarlo. Cuando se cansó de aquello, buscó mi culito y fue llevando hacia él todos los jugos que salían de mi chochito hasta que consideró que estaba bien lubricado. A continuación, introdujo uno de sus dedos, moviéndolo dentro con lentos movimientos. Nuevamente buscó los jugos que salían de mi chochito y volví a lubricar mi trasero, introduciendo dos de sus dedos en él.

Al rato, uno de sus dedos salía y entraba de mi chochito y otro de mi trasero; se las ingeniaba para, al mismo tiempo, conseguir que otro me rozara de vez en cuando el clítoris al introducir ambos dedos uno en cada agujero. Me estaba corriendo de gusto. Era tal mi excitación y el placer que Sergio me estaba proporcionando que yo me volví loca. Comencé a comerle la polla con todas las ganas, trasladando a ella todo el placer que estaba sintiendo en aquel momento. Estaba a punto de correrme cuando Sergio me dio a entender que se corría. Yo estaba haciendo lo propio, lo cual hacía que me comiera la polla como una posesa. Para nada me importó que Sergio se corriera en mi boca. Sentí en ella un gran chorro de semen que dejé deslizarse por mi boca hasta su pene, llenando de mi mano de un líquido calentito y de un olor agradable para mí. Un gran chorro llegó hasta mi garganta. Esta vez lo saboreé con ganas, permitiendo que parte volviera a deslizarse por su polla, camino a bajo, y parte por mi garganta. Seguí comiéndole la polla, notando mi boca llena de jugos, saliva, semen que saboreé con ganas.

Realmente estaba equivocada. Me encantaba aquella sensación, su textura, su sabor, su olor y sobre todo, lo que había hecho disfrutar a Sergio. Ya hacía tiempo que Sergio me había quitado las manos de mi cabeza y había dejado caer mis cabellos sobre la cara, casi rozando su polla. Yo seguía comiéndole la polla sin descanso, sintiendo como él de vez en cuando movía su cuerpo. Realmente había conseguido que tuviera un gran orgasmo pero también que tuviera ya la polla realmente escocida. No me importaba, yo seguía a lo mío pretendiendo quizás volver a repetir la experiencia. Siendo compasiva y considerando que aquel día Sergio no estaba para más (más que nada por lo sensible que tenía la zona) decidí dejarlo para otro día.

Aún tenía en mi boca el sabor de su semen, me incorporé y le besé apasionadamente en labios. Después le miré a los ojos y le sonreí. Fue entonces cuando Sergio se dio cuenta de que me había encantado la experiencia. El sonrió también, no sé si como gesto inequívoco de lo bien que lo había pasado o considerando que en breve se repetiría tan logrado "trabajito" en su miembro.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:49) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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