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Mónica 26

Relato enviado por : ivloguer el 18/06/2013. Lecturas: 5765

etiquetas relato Mónica 26   Jovenes .
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Resumen
Al final no resistí quitarle la prendita íntima a Mary y devorarle la puchita mientras le metía lentamente el dedo por el culito


Relato
Mónica 26

Al final no resistí quitarle la prendita íntima a Mary y devorarle la puchita mientras le metía lentamente el dedo por el culito, al darla vuelta para pasar el miembro por su traserito planeaba obligarle a hacer caquita hacia adentro y de tanto pasarle el glande entre las resbalosas nalguitas se le metió un poquito de glande en su tajito.
Un fuerte pero ahogado suspiro de la pequeña durmiente demostraba su deseo de seguir fingiendo dormir pero la sensación de tener la puchita invadida era nueva para ella, le dije al oído que no había sido mi intención metérsela por allí y respondió casi sollozando que le había dolido un poquito al entrarle la punta del glande pero que ya no era molesto pidiendo que se la meta un poquito más adentro.

En esa posición apenas lograba besarle la cabecita, las diferencias de estatura no permitían mucho más pero separándome de su espalda podía ver el gusano carnoso incrustado entre sus nalguitas y muy lentamente fui bombeando para metérsela algo más profundo en la conchita, claro que no la desvirgaría solamente deseaba sentir ese minúsculo agujerito adaptarse lentamente al invasor. A pesar de la extrema lentitud con que invadía su infantil puchita no pude retrasar el orgasmo llenándola de amorosa leche.
Luego de limpiarla cuidadosamente procedí a lamerle el tajito con velocidad creciente hasta que pegó un gritito diciendo que se hacía pis encima, con muchísima alegría le comuniqué que había experimentado un placer llamado orgasmo agradeciendo que me dignase el honor de obsequiarme el primero.
Esta vez dormimos otro ratito mientras la estrujaba entre mis brazos hasta hacerle sonar los huesitos y le quedó la boquita irritada de tanto comerme sus dulces y tiernos labiecitos.

Preparamos un desayuno-almuerzo con ella en mis brazos, no podía bajarla al suelo mientras lograba manejar los utensilios de cocina con una sola mano. Mientras comíamos le pasaba los labios por su boquita tras cada bocado, la pobre me quería decir algo pero le sellaba los labios apenas tragaba un bocado, al final dijo extrañar a su madre y le prometí llevarla a la noche.


Debía atender una clase particular y había conseguido material didáctico para ciegos, luego de telefonear a Angie y decirle a la madre que salía a verlas llegué a la hora del almuerzo debiendo sentarme a la mesa familiar. La señora tenía prisa para salir recomendando a su hija que levantase los platos al terminar, apenas sonaba la puerta de calle y ya tenía a la cieguita pegada a mi asiento y pasando su manita por mi cara, era su forma de reconocer y "ver".
Debo reconocer que se me ponían los pelos de punta al sentir sus tibios deditos y le pedí que ya no me tocase que no podría responder de mí.

Riendo me tocaba aún más descaradamente zonas que se supone que no debería "ver" una nenita pidiendo que subamos a su habitación y me daba permiso para espiarle bajo el vestidito mientras subíamos la escalera.
A mitad de la misma tenía una mano alzándole la pollerita para verle la cola y antes de llegar le tomé las piernitas paralizándole la subida, estando un par de escalones más abajo me quedaba la cabeza a la altura de su potito enfundado y enterré la cara allí. Luego de besarle mucho la colita la alcé en brazos hasta la habitación mientras le taponaba la boquita con mis labios, apenas bajarla le dije que deseaba chuparle la conchita mientras le acariciaba el bultito.

La cieguita se retorcía entre la vergüenza y el placer mientras la recostaba en su camita besándola y bajándole la bombachita. Su pelada puchita lucía tentadora pero le hice los honores a sus rodillas y subiendo lentamente, no podía atacar directamente su entrepierna sin besar los muslos y acercar lentamente los labios a su centro de placer, a la primer lamida que le pasé por el tajito se le dobló la espalda emitiendo un gemido, esta nena estaba a punto caramelo...
No quería hacerla llegar al orgasmo demasiado velozmente, la cieguita estaba para degustarla lentamente por lo que alcé sus piernitas sobre mis hombros para dejar todo su trasero expuesto a mi traviesa lengua. Ahora le podía chupar entre las nalguitas hasta el clítoris miniatura, era asombroso como se le aflojaba el esfínter anal al contacto con la lengua que pugnaba por entrarle en el culito, procediendo a intentar con un dedo.

Apenas sintió el índice entrándole por el culito se desarmó entre estertores y gemidos, yo deseaba seguir dedeándole el trasero pero lo tuve que desenterrar del oscuro agujerito posterior mientras ella recuperaba la respiración. Se giró y quedó dormitando panza abajo, con la pollerita algo tapando su desnuda colita lucía demasiado tentadora para no amasarle las nalguitas y pasear el enhiesto miembro en el centro.
De no ser tan chica se la metía de una, ese tentador culito era para enterrarle la batata por horas, cuando sentía el hormigueo previo a la eyaculación dejé el glande quieto en su puertita trasera, ella farfullaba que no se la meta que podría quedar embarazada y riendo le dije que por ese huequito era imposible además de su reducida edad, por las carcajadas y lo hilarante de sus palabras empujé sin querer metiéndole el glande por el culito. Debía ser muy suave y le pedí disculpas por el accidente pero ya la tenía adentro, el trozo de carne enterrado había cumplido de ariete al abrirle el anito y el resto entraría sin dolerle tanto.
Con mucho trabajo coloqué la almohada debajo de su pancita para levantarle el trasero y cuidando de que no se le escape el bicho enterrado, Angie imploraba que no sea bruto haciéndole doler y le hice caso bombeando con mucha suavidad mientras se la metía un poco más adentro en cada estocada, creo que exageré al observar que tenía más de media pinga enterrada en el anito, la pobre era demasiado pequeña para encularla completamente.
Al largarle una feroz lechada en el intestino suspiró con alivio por la lubricación seguida de la reducción del tamaño que le rellenaba el dolorido culito.

Al sacársela lentamente su anito parecía enorme pero fue adquiriendo el aspecto normal entre peditos y gotitas de semen que iba expulsando, la tuve que limpiar cuidadosamente con mi pañuelo y chuparle desde el culito hasta la conchita hasta hacerla acabar nuevamente.
Seguimos las clases con ella sentada en mis piernas, pero casi no estudiaba de tanto que la besuqueaba, nos tuvimos que separar al escuchar el timbre de la puerta, era mi noviecita secreta visitando a su amiga.

Rocío se sorprendió de hallarme allí sin avisarle a ella, le dije que planeaba cruzar la calle para una visita sorpresa. La rubiecita infernal ya lucía unos incipientes pechitos y no pude evitar apretarle las tetitas al saludarnos, Angie caminaba raro y su amiga preguntó que le pasaba, inocentemente dijo se había metido un lápiz por el culito y aún le dolía un poco.
Mi novia le recriminó que no debería comentar esas cosas delante mío pero Angie dijo que tenía ganas de aprender cosas nuevas, hacíamos un trencito con Angie sentadita ante la computadora, Rocío de pié tras ella y yo detrás de la rubiecita.

El saber que la dueña de casa no podía vernos me produjo un morbo especial que se transmitió al gusano recién vencido trayéndolo nuevamente a la vida.
Apoyando la erección en la cola de Rocío le amasaba las tetitas susurrándole al oído que tenía un potito hermoso y daban ganas de metérsela ahí nomas.
Ella no contestaba por estar cerquita de la amiga pero también le excitaba la situación meneando el trasero contra la dureza que la azotaba, pasando la mano bajo su vestidito le acariciaba la puchita enfundada mientras le decía bajito que se la metería ahora mismo, tampoco respondió pero al quitarse la bombachita sobraban las palabras. Aún estaba levantando una pierna para sacarse la prenda íntima y yo estaba pasándole el glande baboso entre las nalguitas, cuando lo apoyé en su puertita posterior se removía nerviosa demostrando que la quería por delante.

Haciéndome el tonto que no entendía seguí empujando el garrote hasta ensartarla por el culito, la pobre ponía caras raras pero no podía decir que estaba recibiendo carne por la popa, tuve que ensalivar un poco el miembro para poder metérsela y esta vez su anito parecía aceptar mejor el intruso de carne. Muy lentamente le fue entrando y esta vez estaba sin la desesperación que me haría eyacular pronto, mientras Angie explicaba las cosas de su PC creo que Rocío no prestaba atención con los ojitos cerrados y doblando la cintura que le atenazaba con ambas manos mientras la enculaba lentamente pero sin pausa. Esta vez se la metí entera por el culito y no podía creerlo cuando mi pelvis chocaba contra sus nalguitas, la tenía enculada a fondo y creo que el bicho le llegaba hasta la pancita.

La apretada funda que me oprimía el miembro parecía tener vida propia por las contracciones de Rocío que ni se podía mover sintiendo el intestino rellenado hasta el fondo, cuando le apliqué el enema blanquecino no fue tan copioso como recién pero los empujones cada vez eran más violentos mientras la enculaba a fondo.
Me senté rendido mientras la rubiecita pasaba al baño para largar la leche recién inyectada, yo aún tenía el pantalón abierto y el pito afuera pero Angie no podría ver eso.

Telefoneé a la concesionaria para comunicarle a Moni que llevaría a su sobrinita al campo para visitar a su madre, milagrosamente se me paró al escuchar su voz mientras las dulces palabras se vertían en mi oído.
Ayudándole a Mary a preparar un bolso con ropa, me recorría un escalofrío cuando se cambió las prendas quedando en bombachita, yo pensaba que por unos días no tendría deseos carnales pero su pielcita desnuda llenó de sangre al dormido gusano, tuve que abrazarla y llenarla de besitos recordando que hace unas horas se la había metido por el tajito, pero ella me había regalado su primer orgasmo y eso tenía un valor incalculable.

Apenas llegar se abalanzó a los brazos de su mamita pero al sentarnos eligió mi regazo como asiento, me sentía muy agradecido y privilegiado por su preferencia abrazándola y dándole muchos besos en la carita mientras acariciaba su piernitas.

(continuará)

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