Mónica 03

Mónica 03

Desperté empalmado recordando que así amanecía a los quince años, no actualmente.
Tuve que reconocer que ahora tenía pensamientos más morbosos y gustos ampliados, me excitaban situaciones y personas que antes pasaban desapercibidas.

Luego del desayuno decidí avanzar con mi vecina yendo a su departamento, me atendió Vero diciendo que la madre había salido para realizar la compra diaria invitándome que pasase para devolverme los cómic.
Cuando volvió con las revistas le pedí ver su computadora, era un modelo algo antiguo y prometí conseguirle una mejor, Verónica saltaba de alegría y me dio un piquito en la boca. Me sentí algo confundido pero ella ya estaba sobre mi falda mostrándome los programas que tenía instalados, esta vez la tomé por la cinturita mientras miraba la pantalla sobre sus hombros.

Se me estaba despertando peligrosamente el garrote y temí que lo sintiese en la cola, por suerte llegó la madre y del susto quedó muertito. Demostraba gran alegría que viniese a visitarla, antes solamente nos saludábamos en el pasillo.
Pidiendo a Vero que no me molestase más con sus games, fuimos hasta la cocina para desempaquetar la compra. Preparó café lamentándose que sus hijos no tuviesen clase hoy, en clara alusión que haríamos cositas estando solos.

En eso entra Vero pidiendo tomar la leche, estaba por estirar la mano hacia un yoghourt recién comprado pero sin inmutarse le bajó el escote a la madre para agarrarle uno de los pechos. Mi rostro demudado por el asombro recién se calmó al recordarme que los hijos aun se prendían de la teta, si bien no salía alimento les hacía sentir bien.
Creo que se sentía orgullosa al mostrarme sus carnosidades delanteras sin que la situación fuese sexual, Verónica entrecerraba los ojitos chupando el pezón materno mientras mi afiebrada imaginación hacía verla con otra cosa en la boquita.

Acariciando la espalda de su hijita y llegando hasta su pollerita, la levantó un poco diciendo: --te dije, mi nena tiene una colita hermosa--
No pude contenerme y mirar fijamente el tierno traserito, parece que la mujer sabía que me gustaban las nenas antes de enterarme yo mismo y no le molestaba usar a su propia hija como anzuelo.

Decidí que debería atender debidamente a la madre para llegar a su hijita, acariciando su mano le pregunté si había visto el nuevo espejo que tenía instalado en mi departamento. Haciéndose la tonta pidió que se lo mostrase pero Vero vino detrás nuestro.
Pensando que se me había estropeado el plan, fuimos hasta el dormitorio para mostrarle el bendito espejo, salvó la situación preguntándole si quería más teta y al acostarse en la cama con su hija prendida chupándole el pezón me acosté detrás apoyándole la enhiesta barra de carne en la cola.

La mujer pasaba la mano hacia atrás para liberar a la fiera hambrienta mientras se subía el vestido para que la ensartase. Todo muy lentamente para no alertar a la chiquita que se dormía con el pezón en la boca. Con una mano le sobaba la teta desocupada mientras con la otra apuntaba a ese culazo para metérsela por la vagina.
La cretina ya estaba mojadita allí abajo, entrando como hierro candente en manteca. Maravillaba como la mujer buscaba su placer con total disimulo ante su propia hija, mismo disimulo que yo usaba para admirar a la nena mientras se la enterraba a la madre.
Debía moverme lentamente para no acabarle dentro antes de hacerla llegar al orgasmo, unas suaves sacudidas en su cuerpo anunciaron su clímax y doblando la cabeza me besó agradeciendo el polvo tan esperado.
Yo aún no había llegado y ya me resignaba a sacársela estando dura, pero susurrando dijo que me haría un regalo de madre, tomando despacito el borde de la faldita que usaba Vero fue levantándola mientras le decía a la hija que se diese vuelta para dormir un ratito.
Quedó a la vista el traserito enfundando de la pequeña, su bombachita floja se metía entre sus nalguitas cuando me pidió que pase un brazo para arreglar la prendita de su hija. Mis dedos temblorosos no lograban bien su cometido mientras largaba ríos de leche en la concha de su madre.

Quedé frito por la reciente acabada pero no lograba quitar la vista de ese traserito, le agradecí por el hermoso regalo con un chupón que le quitó la respiración.
Nos arreglamos la ropa y como Vero seguía durmiendo me pidió que la llevase en brazos a su casa, pasarle las manos bajo su cuerpito para alzarla me causaba escalofríos, recordaba haber explotado al mirarle la colita y mis manos acariciaban sus tibias piernitas mientras la transportaba.
La acosté en su camita y con una sonrisa cómplice la madre indicó que podría darle un besito, esa boquita tentadora recibió mis labios que temblaban por la emoción de algo nuevo y riesgoso.
Sus párpados que parecían entre abrirse me hicieron temer que estuviese despierta, pero igualmente la besé con mucha ternura.

La mujer me pidió que viniese más seguido para ayudarla con las bolsas de la compra, esta vez le oprimí fuerte las tetazas mientras nos despedíamos.
Al volver a casa me puse a reflexionar sobre el colegio mixto donde impartía clases de informática una vez a la semana, había una nena en la primera fila que se sentaba con las piernitas abiertas, nunca pensé que estuviese insinuando nada al exhibir su bombachita pero debería replantearme muchas cosas este mediodía ya que me tocaba impartir el curso.

Me puse un pantalón bien holgado previendo que podría tener una erección en un lugar muy indebido, sería un escándalo que los alumnos me viesen con la pinga dura.
También me puse una colonia, quería oler bien por si lograba un acercamiento con la chiquita y montando el auto salí hacia el cole.

Estaba tratando de explicar el concepto de algoritmos mirando de reojo a la rubiecita de primera fila, su larga cabellera atada con una gomita la imaginaba suelta sobre el guardapolvo escolar, la chica me miraba embelesada prestando mucha atención a la clase mientras entreabría sus piernitas. Dejé caer la tiza para agacharme a recogerla y ver bien entre esas tiernas carnecitas. La vista de una bombachita blanca me produjo un shock de excitación, por suerte vestía un pantalón holgado y no se percibía el gusano rabioso.
Creo que no explicaba coherentemente dados los pedidos de que repitiese, realmente pensaba en los pescaditos que podría alimentar mi gusano y tanto tiempo que venía a esta aula sin percibirlo.

Al sonar el recreo le pedí a la chica que se quedase en el aula, se llamaba Rocío y ahora su nombre hasta me sonaba sensual. Haciéndome el tonto le dije que sus calificaciones eran muy buenas mientras con una mano en el bolsillo me apretaba el bicho pensando en cuántas cosas podría hacerle a la rubiecita.
Le informé que su nivel era muy bueno, y si le gustaba la materia podría darle clases particulares a un precio módico, como al pasar le dije que tenía unos ojitos preciosos y sería la informática más linda de la clase.
Rocío se ponía coloradita con los elogios y su mirada enamorada demostraba que algo podría funcionar allí, quedamos que consultaría con los padres tomar clases extra y la despedí con un beso en la mejilla. Muy mimosa informó que tener tan buenas calificaciones la hacían acreedora de un beso en cada mejilla, esta vez le tomé la carita entre las manos al darle el segundo besito.

Conducía hasta el otro colegio, el de Mary que ya estaría por salir y de paso saludar a Moni. La puerta era un hervidero de chicos y al localizarla vino corriendo para abrazarme, Mónica venía a lo lejos y nos encaminamos a su encuentro, estaba sorprendida por hallarme allí cuando le expliqué que estaba haciendo un trabajito a la vuelta, esta vez caminé hasta el auto con una mujercita de cada mano. Lástima que una era Les y la otra demasiado chica...

Mary se lamentaba tener que pasar unas horas aburrida en el empleo de la tía, cuando ofrecí llevarla al cine y de paso tomar un helado. Una retahilla de "sí sí sí" demostraba las ganas de la chiquilla y Moni preguntó si sería posible, sus ojitos demostraban un poco de culpa al reconocer que no podría pagarme el favor como novia pero ya éramos amigos o casi familia.

Paramos ante una heladería y eligió un gran cono de variados sabores, llevé el auto a la vuelta bajo unos árboles para degustar tranquilos la golosina. Tenía la boquita enchastrada con el helado e hice el amago de limpiarla con mis labios arrepintiéndome a último momento, la picarona me preguntó la razón de no seguir, si la besaba furtivamente a la tía con más razón a ella.
Le expliqué que entre adultos eso era normal pero besar a una nena quedaría como algo indecente, de todos modos moría de ganas por comerme esa boquita y terminé quitándole los restos de helado que tenía en los labios usando los míos.
Contaba que de ese mismo modo el abuelo hacía con su mamita, aprovechaba cualquier oportunidad para besarla. Esa confesión me hizo sospechar seriamente que su abuelo era también su padre y por eso no podría vivir en la misma casa, además que la madre tendría 14 añitos al parirla a ella.

Hallamos la película que Mary deseaba ver y nos sentamos bien atrás en la sala vacía, a esta hora no se para que abrían los cines. Con una bolsa de palomitas nos dedicamos a disfrutar de la cinta, no tenía gran contenido pero para su edad era adecuada, le daba palomitas en la boca y al final se las pasaba con mis labios. Eran amagos de besitos para sentir la tibieza de sus tiernos labiecitos, me apretaba la mano en las escenas de riesgo compartiendo el suspenso, la tenía abrazadita y ocultaba el rostro en mi pecho en los cuadros de alto peligro, como si los actores estuviesen más seguros así.
En el entretiempo Mary quiso saber más del tema besos en las parejas adultas, con la luz encendida no podía besarla, pero le hablaba bajito al oído rozándole la orejita con la boca, me quería comer esos labiecitos pero hubiese quedado mal...

Mientras le explicaba que las parejas de novios se tocan además de besarse las luces bajaban de intensidad y procedí a besarla de verdad mientras dejaba que nuestras manos entrelazadas resbalasen hasta sus piernitas. Eso de besarla de verdad es relativo, ella no sabía corresponder la caricia pero quería aprender rápido, cerrando los ojitos se sumergía en la sensación de su primer beso sintiendo mi mano acariciar su piernita.
La segunda parte de la peli casi ni la vimos por la cantidad de besitos que le robaba y al cerrar los ojitos mientras mis dedos reptaban por su piernas acariciando desde la rodilla hasta el inicio del calzoncito, pero no me animé a tocarle el conejito.

Cuando salimos era natural caminar tomados de la mano, la diferencia de edad era grande pero parecía natural. Llegamos un rato antes de cerrar la concesionaria y le ayudé con unos dibujos mientras la tía se cambiaba para irnos.
No sabía si dejarlas en la puerta o subir a su casa pero la chiquita me arrastró de la mano para que viese un nuevo game que había conseguido, Moni miraba resignada el modo en que la criatura me manipulaba recomendando que no malcriase a la nenita.

(continuará)