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Mónica 06

Relato enviado por : ivloguer el 29/05/2013. Lecturas: 7119

etiquetas relato Mónica 06   Jovenes .
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Resumen
Al acompañarla hasta la puerta dio un permiso tácito para que jugase con su hija pero cuidando de no lastimarla, ese "no lastimarla" me causaba escalofríos al implicar que aceptaba todo lo demás.


Relato
Mónica 06

Estando en casa, mi vecina con los codos apoyados en la mesa miraba el cómic que estaba leyendo su hijita. Lo morboso de la situación es que su mirada apenas denotaba que se la estaba metiendo desde atrás.

Al acompañarla hasta la puerta dio un permiso tácito para que jugase con su hija pero cuidando de no lastimarla, ese "no lastimarla" me causaba escalofríos al implicar que aceptaba todo lo demás.
Al volver junto a Vero le expliqué que la mamita se sentía muy sola y necesitaba algunas demostraciones de cariño cada tanto, traté de suavizar la expresión para no decirle que buscaba que le metiesen una barra de carne.

Yendo al baño para lavarme el gusano, la nena me siguió maravillada al ver el garrote en todo su esplendor, tal vez pensando que eso recién estuvo dentro de su mamita.
Una vez limpito estaba por guardarla pero Vero tenía los ojos clavados en el bicho palpitante, al preguntarle si deseaba tocarlo un poco no llegué a terminar la frase y ya tenía ambas manitas asiendo la herramienta de placer. No digo que era grandota, pero en proporción a los deditos de la nena parecía enorme, le expliqué que los hombres adultos buscaban insertarlo en la vagina de su pareja, explicación algo superflua ya que a los diez añitos conocería el método de reproducción.
Preguntando si a la mujer no le dolía que le metiesen algo tan grandote, lo guardé nuevamente en el short y llevándola de la mano hasta el sillón trataba de explicarle que a su edad sería doloroso pero más adelante le encantaría que le introdujesen el miembro por la puchita.

Sabía que no podría desvirgarla pero sí hacerle sentir cositas, sentándola en la falda con las piernitas entre abiertas le fui acariciando las rodillas para subir lentamente hasta su bombachita, esta vez le tocaba descaradamente el tajito sin disimular accidentes mientras aspiraba su cabello percibiendo ese olorcito a nena.
Vero cerraba los ojitos sintiendo el dedo travieso que le arrancaba suspiros de placer, seguro ella ya se pasaba el dedito en los momentos de soledad y conocía lo que era llegar al orgasmo masturbándose.

Su bombachita no era tan flojita como la anterior, pero lo bastante para desplazar la tela y tocarle la puchita en directo. Eso la enloqueció y le informé que besándola allí abajo lograría un placer aun mayor, arrodillándome en el suelo y bajando la prendita lentamente quedó el conejito pelado ante mis ojos procediendo zambullir mi cabeza allí.
El sabor de su chuchita era agridulce, un poquito de pis y juguitos de excitación que enloquecieron a mi lengua al chuparle la conchita con denuedo.
Vero llegaba al clímax con estertores crecientes explotando bajo mi desesperada boca, esta vez no había testigos y dejó escapar un delicioso y largo suspiro.

Sentándola en la falda, esta vez estaba sin bombachita sintiendo la barra de carne en vivo, la punta ya se había asomado solita del short y el babeante gusano mezclaba la saliva que recién dejé en su conchita con sus propias secreciones. Resbalaba entre sus cachetitos hasta la entrada de su puchita al ritmo del vaivén que imprimían mis manos al tomarla por la cinturita.
Temía penetrarla por accidente al dejar la punta del glande a la entrada de su lampiña puchita, por suerte eyaculé antes de metérsela un poco más adentro.

La llevé al baño mientras le chorreaba el semen por las piernitas, cuando la lavaba decía sonriente que ahora era mucho más suave que al bañarla antes. No pude resistir en comerme sus labiecitos preciosos mientras le secaba el conejito y las piernas.
Mientras le colocaba nuevamente la bombachita me demoraba acariciándole la colita mientras le susurraba que tenía ganas de morderle esas nalguitas pronunciadas.

Al atender el repiqueteante teléfono tenía una mano bajo el vestidito de Vero asombrado al reconocer la voz de Rocío, pensé que buscaba guerra pero llamaba para anunciarme que una compañerita necesitaba clases particulares. Temí que le contase de lo nuestro pero aseguró que era una nena ricachona pero tonta, solamente quería que hiciese unos dineros extra al ayudarle con la materia.
Mientras la voz de mi noviecita secreta fluía dulcemente por el auricular, mis dedos traviesos no podían contenerse en esa colita enfundada pasando un dedo entre sus nalguitas para percibir su hoyito fruncido.
Lamentando que ahora debería dar una clase particular la despedí en la puerta con un besito casi apasionado, su boquita era para besarla durante horas.

Apenas hice tiempo para acomodar un poco las cosas ocultando los signos de la reciente batalla y el timbre anunciaba la llegada de mi noviecita acompañando a su amiga.
La presentó como Lucrecia y me apenó que los padres le pusiesen semejante nombre, llevaba el guardapolvo en la mano luciendo unas ropitas muy elegantes y caras, todos sus modales demostraban que la nena estaba en otro nivel.
Mientras pasaba a mi humilde departamentito miraba hacia todos lados, parece que esperaba encontrarse con la biblioteca nacional, por suerte nos daba la espalda y nos dimos un besito disimulado.

Sentándonos los tres ante la mesa fui evaluando su nivel, la pobrecita era un desastre pero pensando que le sobrarían billetes inicié la clase. Rocío escuchaba con carita aburrida los conceptos que para ella eran claros hace mucho, Lucrecia sacó unos anteojos para leer demostrando que era chicata pero coqueta, no los llevaba por la calle.
Levantándose, Rocío se quedó de pie a mi espalda, como la amiguita no veía aprovechó para acariciarme el cabello, me recorrían escalofríos pensando que la otra pudiese percibir algo raro y fui a la cocina para preparar algo de café. Rocío me siguió disimuladamente y sin ojos indiscretos observándonos la pude abrazar y besarnos tiernamente, decía extrañar los momentos de estar un rato juntos y temí que al estar en la escuela se le escapase algún gesto sospechoso durante mi clase.
Llevando la bandeja con los pocillos, le pasé uno atisbando por arriba el escote de su blusita, se adivinaban unos minúsculos pechitos y creo que dejé la vista demasiado tiempo al sentir un carraspeo de Rocío. La chicata bebía sorbitos de café estirando el dedo meñique como las chicas finolis y por tonta derramó un poco sobre su blusa. Diciendo que iba al baño para lavar la mancha, mi noviecita demostraba estar celosa al preguntar porque le espiaba las tetitas a la amiga, con voz socarrona aconsejaba que fuese al baño para verle bien los pechos ya que estaría lavando la prenda.

Esta vez me paré detrás de ella aflojando un par de botones de su blusita diciendo que no existían tetitas tan hermosas como las de ella, retrocediendo la cabecita halagada por el piropo me ofreció su boquita en son de paz. Estaba besando a Rocío mientras le amasaba los pechitos al escuchar la puerta del baño, espero que hayamos disimulado bastante bien mientras le explicaba una tontería de informática.
La pobre chicata venía con la blusa bastante mojada marcando esos pechitos que recién le espiase, indicando hacia el dormitorio le dije que se buscase una camisa mía mientras poníamos su prenda en la secadora.
Lucrecia no se animaba hasta que Rocío la llevó de la mano mientras yo permanecía sentado degustando el café, realmente deseaba degustar esas juveniles carnecitas pero debería seguir en el papel de docente seriote.

Las chicas se tardaban cuando llamando a la puerta les pregunté si habían hallado la prenda justa, por delante salió Rocío con la cara demudada y atrás venía su amiga abrochándose la camisa que le quedaba enorme. Metí la prenda mojada a la secadora tratando de adivinar si se habrían peleado o la razón de la cara larga que traía mi noviecita secreta.
Terminada la clase le cobré y devolviéndole la blusa seca se quitó la camisa delante mío para cambiarse, estaba por darme vuelta para no verle el cuerpito pero tranquilamente se puso la prenda despidiéndose, Rocío dejó su cartera sobre la silla en clara alusión que volvería a buscarla enseguida.

Esta vez me quité el molesto pantalón para usar un short, había dejado la puerta entreabierta en espera de Rocío y la cretina había entrado silenciosamente espiándome mientras me cambiaba, esta vez la pude abrazar con total tranquilidad alabando su hermoso cabello rubio y besando su boquita de un modo que un maestro común no haría con su alumna.
Al preguntarle si se habían peleado, contó que al cambiarse la blusa mojada dirigía miraditas sugestivas para al final tocarle los pechitos pidiendo que se quitase la prenda para estar iguales por un ratito, era evidente que le gustaban las mujeres y debo admitir que mi Rocío era hermosa, hasta yo me hubiese hecho lesbiano por ella.

Sacudiendo la cabecita, comentaba su repulsión por la gente degenerada y tuve que abrazarla comprendiendo que a su edad los conceptos de diversidad no son del todo claros. Riendo comentó que ahora no tendría problemas para quitarse la blusita delante mío, pidiéndole que se sentase para jugar a algo nuevo, me paré tras ella espiando su escote y acariciando sus hombros hasta llegar a los botones de su prenda. Ella temblaba por la emoción mientras iba descubriendo lentamente sus pechitos hasta tenerla toda desabotonada y oprimiéndole las incipientes carnecitas, cuando no aguantaba más pidió con voz trémula que vayamos al sofá sentándose en mis piernas sintiendo el contacto pleno de mi piel velluda.

Recostada en mi pecho suspiraba mientras le acariciaba la pancita bajando hasta las piernas, lo más emocionante era volver a trepar por el mismo camino pero esta vez por debajo de la pollerita, apenas rozándole el tajito recorría el elástico de su bombachita susurrándole al oído que deseaba besarla allí abajo. Se notaba un poco de humedad en el chochito cuando sumergí la cara entre sus piernas, bajándole lentamente la prendita. Luego de subir sus piernas en mis hombros quedaban plenamente al alcance su puchita y un fruncido anito que palpitaba de emoción.
Las primeras pasadas de mi lengua le provocaban temblores fuertes, parecía convulsionar mientras le chupaba la conchita con ahínco creciente explotando rápidamente, no pensé que llegaría al orgasmo con tan poco.
Tenía la cara mojada por sus juguitos y me besó apasionadamente para probar el gusto de sus propios efluvios, con carita compungida preguntó como debía ponerse para que la desvirgase, creo que la pobre se imaginaba que ahora saldría un animal oculto en mi persona para hacerle doler.

La tuve que besar dulcemente mientras la tranquilizaba que esas cosas las haríamos recién cuando ella estuviese preparada, que ahora lo que deseaba era darle todo el placer posible.
Rocío suspiró aliviada mientras me apretaba el miembro que pugnaba escapar del pantaloncito corto, tímidamente relató haber visto revistas donde las chicas se metían eso en la boca y le gustaría probar. Sacando al gusano de su guarida lo fue acercando a sus labios y luego de lamer un poco el glande abrió grande la la boquita para que le entrase el monstruo, al ser la primera vez que comía un pene de verdad usaba mal los dientes haciéndome doler, le tuve que sugerir que usase solamente los labios y moviese la pielcita al unísono.

(continuará)

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