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Mónica 08

Relato enviado por : ivloguer el 30/05/2013. Lecturas: 7000

etiquetas relato Mónica 08   Jovenes .
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Resumen
No lograba soltarle las manos pensando que esa boquita de infarto sería besada por otra mujer, pero deseaba lo mejor para ella al desearle suerte mientras se me escapaba una gota rodando por la mejilla.


Relato
Mónica 08

En la puerta de la casa de Moni, la misma salía a su primer cita con mi alumna Lucrecia.
No lograba soltarle las manos pensando que esa boquita de infarto sería besada por otra mujer, pero deseaba lo mejor para ella al desearle suerte mientras se me escapaba una gota rodando por la mejilla.

Al menos me quedaba el solaz de acompañar a su sobrinita, Mary se había ganado mi afecto y la sentía como una extensión de Mónica, besar sus inexpertos labiecitos era como besarla a ella. Al alzarla en brazos advirtió cierta humedad en mis ojos preguntado --"tanto la querés y permitís que vaya ?"--
No podía explicarle que la amaba tanto que yo mismo le había presentado a la otra persona, haría cualquier cosa para que fuese feliz.

Llevándola abrazada con fuerza usé su hombro para enterrar la cabeza ocultando que ahora tenía ambas mejillas mojadas. Luego de lavarme la cara le tomé la manita para salir a comprar algo de comer, regresamos con sendas bolsas de papas fritas y muchas cosas para picar, la chiquita estaba feliz por permitirle atiborrarse de esos alimentos que en casa se evitaban.
Le sugerí que se pusiera ropita más cómoda mientras preparaba los platitos con todo eso y la gaseosa, regresó con un camisolín viejito que le quedaba chico pero le gustaba y aun más a mí.
Nos sentamos en el sofá para mirar la tele mientras nos tragábamos la cena improvisada, la tenía abrazadita y pegada mi cuerpo, ahora le podía sacar de la boquita todas las miguitas que allí quedaban sin miradas indiscretas, me sentía en el cielo estar juntitos con Mary sintiendo ese cuerpito que se pegaba al mío transmitiendo su tibieza.

Luego de la cena y algunos centenares de besitos a la chiquita se le cerraban los ojitos del sueño, le sugerí irse a dormir y la acompañaría un ratito. Al pasar al baño le parecía divertido que la siguiese y me agachase a su lado mirándola hacer pis, cuando la alzaba del inodoro me recordó que no se había lavado allí abajo al mear. Diciendo que ahora la dejaría limpita la acosté en la cama separando sus piernitas para dejarle el tajito bien limpio, su puchita tenía olor a meadita pero a mi lengua no le importaba, solamente quería chupar lentamente esa chuchita mientras la higienizaba con la lengua.
Lamenté que a esa edad no podría hacerla llegar al orgasmo, pero Mary sabía que era un demostración de cariño muy íntima y gozaba al sentirse receptora de todo eso.

Se durmió en mis brazos mientras le besaba la carita muy suavemente para no desvelarla, le pasaba todo el amor que no lograba brindarle a Moni y en la imaginación mezclaba las personas. Al rato se dio vuelta para dormir boca abajo y no pude resistir el imán de sus piernitas y su colita casi tapada por el deshabillé. Tuve que acercar la cara hasta casi besarle la piel pero sin despertarla, al levantarle suavemente la prenda tenía la bombachita enterrada en los glúteos infantiles, si bien recién le había chupado la conchita añoraba hacer lo mismo con esa colita preciosa. No podía desenterrarle la prenda entre los cachetitos pero instintivamente tomé un pañuelo para hacerme justicia por mano propia, era algo impropio de mi edad pero el espectáculo de esa colita dormida invitaba a eso.
Quedé dormido a su lado con la ropa bien puesta hasta que me despertó un leve toquecito, era Moni que volvía con una sonrisa radiante y ya se había quitado la ropa de calle, verla en ropa interior me provocó una tremenda erección pero me disponía a irme cuando pidió dormir un rato los tres juntitos.

Esta chica me quería mandar al manicomio, cómo podría dormir al lado de la mujercita que amaba y encima casi desnuda... Se acostó dándome la espalda y tomando mi mano se la pasó por la cintura para que la abrace, mi erguida humanidad seguía dentro de los pantalones y no pude sacarla mientras se la apoyaba lentamente. Al fin me dormí con el gusano rabioso pegado a ese traserito enfundado.
Nos despertamos algo tarde y le sugerí que llevaría a la nena al cole para que ella no llegase tarde a sus obligaciones, Moni se cepillaba los dientes mientras admiraba su figura casi sin ropas, recordaba que dormí abrazando ese cuerpito pero sin hacerle nada: definitivamente estaba loco.

Durante el trayecto trataba de que relatase detalles de la cita pero con sonrisa pícara contestó que de esas cosas no se hablan, la dejé en la puerta y partimos raudos al colegio de Mary, esta vez le pude dar varios besitos y antes de abrirle la puerta para que descienda, le acomodé bien la bombachita revisando que no la tuviese enterrada entre las nalguitas.
Llegando a casa me acosté un rato, estaba molido y solamente desperté con el sonido del teléfono, era Lucrecia anunciando que llegaba. No me alcanzaban las manos para peinarme y tener un aspecto decente cuando llegasen mis billetes con patitas.

Esta vez no llegó vestida como una princesita, si bien sus ropas eran de calidad lucía más sencilla. Supongo que Moni le habrá sugerido que no fuese tan presumida y venía con los anteojos puestos pero luciendo una sonrisa como si hubiese renacido de una tragedia.
Le dije que lucía preciosa con los lentes dándole un beso en la nariz, Lucrecia me miraba con ojitos dulces como tratando de decirme algo sin animarse, inicié la conversación preguntando si ayer había hallado un automóvil de su agrado y se lanzó a mi cuello abrazándome en silencio, era su forma de agradecer que propiciase el encuentro.
Esta vez la veía como una más de la familia y espiando por su escote pregunté si esa blusita era impermeable, una carcajada distendió el ambiente e iniciamos la clase. Esta vez prestaba más atención y temí que de seguir así quedarían pocas clases ergo menos billetes frescos.

Al terminar le sugerí que se quedase para almorzar algo juntos, la nena comería comida francesa importada pero llamé pidiendo que trajesen una pizza. La quería bajar de nivel y de ser posible verla embarrada, era la que se robaba el corazoncito de Mónica y me daba rabia pensar que ella podría besarla y ser correspondida.
Sentados en el sillón con platitos de madera, ella apenas terminaba su porción cuando ya me había engullido tres y con voz tímida preguntó si teníamos algo con Rocío. No sabiendo bien que responderle, repregunté que le hacía suponer eso, la chicata farfullaba que el otro día nos había visto muy pegaditos cuando fué a lavarse la camisa, traté de zafar diciendo que le espiaba dentro del escote comparando sus tetitas con las de ella.

Tuve que decirle que luego al cambiarse en mi presencia, la declaraba ganadora por tener unos pechitos más lindos. Ahora ya se sentaba descuidada con las piernas entreabiertas mostrando parte de su calzoncito, debía hacerme el tonto, además con esta chica no podría pasar nada dadas sus inclinaciones sexuales.
Se despidió con un piquito cariñoso mientras yo trataba de percibir el sabor de los labios de mi amorcito imposible, anoche habría conocido la boquita de Moni y yo acumulaba rabia por haber conquistado su corazón tan de prisa.

Quería hacer algo violento para desahogar mis penurias y nada mejor que mi vecina. Golpeando a su puerta salió secándose la manos, estaba lavando la vajilla y dijo que también me extrañaba, como si le hubiese dicho que la extrañaba a ella. Solamente deseaba encularla salvajemente para dejar de pensar en Mónica.
Reclinándola en la mesada de la cocina, ya estaba acostumbrada a que la atacase por detrás, bajándole la bombacha le pregunté si le gustaba por el chiquito, estaba dudando la respuesta cuando ensalivando un poco el glande le apunté al arrugado centro para metérsela despiadadamente. Ella jadeaba entre el placer y el dolor mientras se la enterraba entera para sacarla casi del todo y volver a metérsela, eyaculé como animal en su intestino y quedé jadeando recostado sobre su espalda.
Acomodándose la ropa sugeria si andaba tan necesitado como ella podría venir a diario, no pude contestarle al ver a su hija con los ojos desorbitados que había sido testigo del espectáculo.

Fui a sentarme a su lado acariciándole la cabecita, ella no me conocía en ese estado salvaje y no sabía cómo explicarle, solamente tomé su carita entre las manos para besarla dulcemente, ya no me importaba si la madre nos vería y quería borrarle esas imágenes algo violentas de la mente. Ella estaba en la edad en que hasta el viento enamora y debía ser una etapa llena de cariño para su vida, abrazándola dulcemente le pedí perdón hablando quedamente en su orejita.
Tomándole la manita estaba por pedirle permiso a la madre para llevarla a mi departamento cuando ella asintiendo con la cabeza autorizaba que esté un rato a solas con su hija.

Yo tenía una máquina flamante y cuando le ofrecí la anterior los ojitos de Vero brillaban de alegría por el regalo tan anhelado, preguntando si podríamos llevarla a casa ahora le dije que faltaba el monitor, mañana compraba uno para armar todo nuevito.
Le dije que se acomodase en el sillón mientras preparaba unos platitos para picar y gaseosa, esta vez ya le quitaba las miguitas de los labios robándole besitos mientras ella se reía alegremente, había logrado quitarle esos feos recuerdos de la retina.
Le expliqué que no era doloroso para la madre sentir el ano ultrajado violentamente, que en las relaciones de pareja aveces se usaba esa salida como entrada pero amorosamente, riendo le dije que era como hacer caquita hacia adentro.

Sus carcajadas y un poco de rubor demostraban que se imaginaba estar pujando sobre el inodoro pero en sentido inverso.
No la quise tocar en un sentido sexual, solamente abrazarla mucho y hacerla sentir querida, sus dulces besitos indicaban que era el modo apropiado en este momento, al final la mandé a su casa mientras me recordaba conseguir el monitor.

Pensaba obsesivamente en Moni, deseaba verla pero al mismo tiempo sacarla de mi vida, al final enfilé hacia la concesionaria pero me estacioné en el parque. Deseaba estar solo y ordenar mis confusos pensamientos, estaba sentado cavilando cuando un criatura se acerca preguntando si había visto a Diana. Yo no tenía idea quién era esa persona pero a la nenita le parecía natural preguntar por su nombre, explicando que era la mucama la tomé de la manita y nos fuimos a recorrer el parque buscándola.
Estaba sentada hablando con un muchacho que se retiró velozmente temiendo que fuese el padre, la nenita fué corriendo a su encuentro y me senté a su lado amonestándola por no cuidar a la criatura. Vestía una especie de guardapolvo celeste y pensé que sería su uniforme, un par de botones del escote estaban desabrochados haciéndome imaginar que deseaba conquistar al muchacho exhibiendo las tetitas.

Iniciamos una conversación donde relataba lo traviesa que era Laurita, la chiquita ya había salido corriendo pero la teníamos a la vista. Al contarle que reparaba computadoras personales dijo que la patrona le había regalado una viejita que no funcionaba, si le saldría caro dejarla bien. Yo no tenía idea del modelo y la presunta falla aconsejando que debería revisarla para presupuestar, al incorporarse le sugerí que se arreglase el escote para evitar miradas indiscretas, algo avergonzada se puso bien la ropa.

(continuará)

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