Mónica 13

Mónica 13

De visita en la casa donde trabajaba Diana, logré meter en la heladera cuya puerta tenía botones, al gusano que se resistía a morir.
Recordando que estuvo dentro del anito de Diana sin llegar a escupir, marcaba tremendamente el pantalón debiendo disimularlo con una bandeja mientras le llevaba gaseosa a Laurita.

Debía asegurarme que no contase nada involucrándola en el sentimiento de culpa, mencionando que el padre se enojaría de enterarse que estuvo mirando mientras se la metía a Diana. Sonriendo contestó que él no, pero la madre seguro.

Haciéndome el tonto pedí que explicase la diferencia, su madre era extremadamente rígida pero al papito le gustaba jugar con ellas, ese plural implicaba que Diana participaba...
La empleada llegaba con la comida y esta vez se sentó a la mesa para almorzar, la silla le resultaba algo baja a Laurita pidiendo subirse a mis piernas.

Comía lentamente como una señorita educada mientras sentía una dureza crecer debajo de la colita, tomándola por las piernitas la acomodé para que el garrote le quedase al centro de las nalguitas y sonriendo comentó que al fin estaba aprendiendo a jugar bien. Ya no pude quitarle las manos de su tibia pielcita y se enfriaba mi comida, pero deseaba comerme a esa nenita tentadora.
Cuando la mano reptando lentamente llegó al borde del calzoncito, separó las piernas para dejarme pleno acceso al enfundado conejito, mientras el dedo dibujaba sus contornos no pude evitar acariciarle el tajito. La nena movía el trasero para acomodarse bien el gusano mientras le sugería abrirme el pantalón aduciendo que le raspaba las piernas.

Esta vez tenía la barra candente sintiendo la tibia piel de Laurita, no pude evitar desplazarle la bombachita para tocarle la puchita en vivo y en directo mientras le mordía la orejita. La nena no tenía un goce específicamente sexual pero le agradaban mucho los jueguitos prohibidos, preguntándole si el papito se la metía por el tajito, dijo que solamente el dedo.
Quise hacer algo nuevo para que no se aburriese dejando el glande apoyado en la boca del conejito sugiriendo que se moviese un poco para que el gusano saludase al conejito.

Ella ponía carita de esforzarse para se le abra la chuchita diciendo que le molestaba un poco, esta vez le tapé la boquita con mis labios besándola mientras la cabeza del gusano babeante se abría paso en su virginal chuchita. No le entró el glande completo pero tampoco deseaba lastimar a la nenita, solamente variar el jueguito para que no se aburriese. Tomándola de la cintura, susurré que no se la empujaría a mayor profundidad habiendo demostrado ser una nena grande que aguantaba se la metiesen por la puchita.
Laurita percibía el temblor de mis piernas ordenando a Diana, "-- apurate que ya le viene --", la empleada se arrodilló mientras la nena se bajaba y tomando el gusano con la mano se lo metió en la boca para ahogarlo, el pobre escupía hasta el fondo de su garganta y valientemente se tragaba los lechazos a medida que salían.

Quedé desparramado en la silla con el pito colgando afuera. Las mujercitas se reían de mi aspecto derrotado y mientras Diana iba a enjuagarse la boca abracé a Laurita acariciándole la cola por debajo del vestidito, le decía que el jueguito fue muy divertido y regresaría otro día para que me enseñase más.

Volví a casa contento de haber evitado la tentación de visitar a Moni, al final lograría sacármela de la cabeza. Parece que mencionar su nombre actuó como una brujería invocándola, estaba quitándome el calzado cuando contestando el repiqueteo del teléfono su voz se me incrustaba en el oído, hace unos minutos deseaba no verla jamás y ahora se me endurecía el pito solamente al escucharla.
Diciendo que Mary pasaría el fin de semana con su madre, me pidió que la llevase ya que era en las afueras de la ciudad. Debí negarme de plano pero solamente me salió "--por supuesto mi amor--".

Recogiendo a Mary no me alcanzaban las manos quitándole el guardapolvo escolar para verla bien, no podía hacerle nada en la calle pero le arreglaba el cabello diciendo que estaba preciosa. Fue indicando el camino pero no sabía muy bien, estábamos adentrándonos por una calle de tierra y tuve que detener el coche no aguantando las ganas de abrazarla.
La vecindad parecía desierta y la senté en la falda para tenerla apretadita lo más cerca posible, esa criatura me despertaba instintos desconocidos deseando besarle todo el cuerpito sin parar.
Le comía la inocente boquita mientras la mano se perdía entre sus piernitas, quería chuparle la conchita allí mismo pero no era posible. Al final hallamos la casita, quedé demudado al comprobar los orígenes humildes pero sin demostrar nada fuimos a llamar a la puerta de chapas.

Salió una chica algo más joven que Moni abrazando a Mary mientras decía extrañarla mucho, la criatura también se aferraba al cuello de la madre.
Estaba por retirarme cuando solícitamente me hizo pasar para beber algo, temía hallar al abuelo-padre pero la tapera estaba vacía. Llegó con un vaso de vino y pensé que eso ofrecerían a las visitas por aquellos lares, apenas probé un sorbito.

Su hija se estaba sentando en mis piernas mientras la madre sonreía agradeciendo que nos llevásemos tan bien. Por un instante temí que el padre degenerado tocase indecentemente a Mary pero calculé que el viejo apenas podría con la chica grande.
La nena relataba los nuevos games de su computadora mientras pensaba que la madre ni tendría idea de esas cosas, inadvertidamente tenía las manos apoyadas en las piernitas de la chiquita pero la madre lo vería como algo natural.
Al costado de la cama grande había un colchón en el suelo consolándome que la criatura al menos no dormiría con ellos, preguntándole si tenía novio contestó triste que estaba solita debiendo cuidar del padre mayor. Me imaginaba cuan mayor sería cuando la dejó preñada pero al menos no sería un peligro para Mary.

La mandé que trajese algo de comer pasándole abundante dinero para que compre de todo, los ojos de la madre se abrían grandotes al ver tantos billetes y al salir la chiquita, preguntó si era el novio de Moni extrañada ya que la hermana prefería las mujeres.
Le conté que solamente eramos amigos íntimos sin decirle que estaba loco por Moni, al saber que no tenía novia se puso más confianzuda acariciándome la pierna mientras contaba sentirse muy sola sin un hombre en su vida. Deduje que al padre ya no se le paraba dejando a la madrecita con las ganas.

Comentando que estaba juntando dinero para comprarse unas ropitas, separó las piernas exhibiendo una bombachita raída donde se escapaban unos pelitos. Le pasé otros billetes preguntando si alcanzaba y la pobre pensó que debería pagarme en especias, diciendo que la hija se tardaría en llegar del almacén me arrastró al colchón sugiriendo que podríamos echarnos un rapidito.
Casi ni se me levantaba el pito del estupor, en esa casa eran todos muy explícitos y le pedí que solamente me la chupase con los pantalones puestos por si volvía la nenita. Con gran maestría me abrió la bragueta y tomando al gusano por el pescuezo le aplicó respiración boca a boca, la condenada chupaba muy bien y antes de pensarlo le estaba acabando en la boca.
Por suerte todo fue rápido al entrar la criatura arrastrando unas bolsas casi tan grandes como ella, había comprado provisiones como para un regimiento y seguro no pasaría hambre el fin de semana.

No había tenido tiempo de guardarme la herramienta tapándome con las manos, inocentemente Mary vino a sentarse encima mientras la madre reía sonoramente, le causaba gracia que su hija tuviese eso bajo su potito, el gusano se estaba durmiendo mientras la mujer desarmaba las bolsas maravillada ante tantos alimentos. Su hija estaría pensando porqué andaba con el pito por fuera al sentirlo en su colita y cuando la madre no miraba pude acariciarle disimuladamente el tajito mientras sonaba el celular. En la casa no había teléfono pero la nenita usaba tecnología de punta, pasándome el aparato era la tía.
Preguntando si habíamos llegado bien, estaba por decirle que casi había acabado en la concha de su hermana pero hablamos de trivialidades. Con voz melosa pedía que nuevamente le hiciese de chofer y tenía una sorpresa para mí.

Pensaba que esta chica me hacía gastar en gasolina como si fuese Rockefeller pero accedí, Moni lograba cualquier cosa que me pidiese.
Pensaba quedarme dentro del auto esperándola pero fui hasta el local de ventas, mi amorcito imposible me recibió con un abrazo y beso haciéndome pensar que ahora le tocaba a ella actuar la comedia del novio.

Salimos con Moni prendida del brazo sobreactuando ya que estábamos fuera de la vista, dentro del auto pidió que tomase por una avenida mientras se sentaba pegadita y melosa. La cabeza me daba vueltas por el comportamiento extraño pero disfrutaría todo lo posible percibiendo la tibieza de su cuerpo.
El corazón me latía con más fuerza al reconocer el barrio a donde nos dirigíamos, era el de Lucrecia. Casi doy la vuelta por la rabia de que me enrrostre a su amante, pero ya estábamos delante de la casa y Lucrecia esperando en la puerta.
Vestía elegante pollera cortita que la hacía ver sensual, amplio escote y sin los anteojos. Pensé que ambas se sentarían atrás pero Moni la besó sin abandonar el asiento delantero, mi alumna saludó con un beso en mi oreja dejándome un zumbido en el tímpano con su cariñito.

Vuelta a su casa, Moni mantenía la mano apoyada en mi pierna mientras la chicata me revolvía el pelo desde atrás. Pensé que sería una venganza y buscaban enloquecerme, decidiendo guardar la compostura para ver hasta dónde llegarían debería aguantar mi merecido castigo.
Cuando llegamos al departamento buscaba con la mirada a Mary hasta recordar que la había dejado con su madre, estaba sólo entre dos mujercitas peligrosas y debería mantener la guardia alta.
Mónica pidió que preparase café mientras ellas se cambiaban y acomodaba los pocillos aliviado que al menos no me drogarían o alguna maldad similar.

(continuará)