Mónica 14

Mónica 14

Estaba preparando café para tres personas, Moni con su amante aparecieron por la cocina y no pude evitar una carcajada, le había prestado a Lucrecia un deshabillé cortísimo y se le asomaba la bombachita sin agacharse, el de Mónica era el tradicional que me hacía castañear los dientes.

Nos fuimos al sillón y sentándose una a cada lado, no se animaban a iniciar la conversación. Me percaté que Moni estaba enterada de mi perverso juego con su compañera y traté de aliviar la venganza pidiéndoles disculpas por haber sido tan cruel.
Lentamente se les fue aflojando la lengua al relatar que tenían emociones cruzadas, el sentir a un hombre haciéndoles cositas sexuales confundían sus inclinaciones pensando que podrían ser bi.

No me convencía que esto no fuese parte de una revancha y con cara de póquer pregunté si habían decidido sus inclinaciones, al responder al unísono que para averiguar eso me habían invitado quedé petrificado. Debería hacerles sentir cosas lindas para aclararles la mente, al final sería usado como rata de laboratorio para que las chicas gozasen.

De todos modos no estaba mal, podría estar con Moni pero aguantando ojos indiscretos. Preguntando si bajaba a buscar comida Lucrecia dijo que vayamos ya mismo al dormitorio, esta chica estaba algo desesperada...
No permitieron que me tocase la ropa, cuatro manos me desvestían con parsimonia hasta quitarme los calzoncillos quedando con la mirada clavada en el aparato que tomaba volumen lentamente. Tumbándome al centro de la cama pasaban las manos por todo mi cuerpo, me sentía un ET siendo examinado por científicos pero las manos de Moni me producían escalofríos.

Mi amorcito imposible relataba que la había desvirgado y deseaba que Lucrecia disfrutase las mismas sensaciones, no podía decirle que tampoco era virgen ya que se la metí estando sedada pero debería hallarle la vuelta.
Debía actuar como un médico a punto de realizar una cirugía, deseaba besar a la chicata y masajearle las tetitas pero me limité a bajarle la bombachita, pensaba bajar la boca hasta allí pero estaba mi tesorito observando atentamente, quería ser testigo presencial en este momento crucial en la vida de su compañera.

Para acrecentar la fricción mantuve sus piernas juntas mientras apuntaba a su vagina, estaba un poco húmeda pero cerradita por la postura, apoyando el glande en la entradita se la metí de golpe arrancándole un gritito de dolor. Permaneciendo quieto dentro de ella la consolaba explicando que la primera vez siempre dolía un poco pero ahora comenzaría a sentir placer.
Esta vez separé sus piernas terminando de metérsela hasta el fondo muy lentamente, al tocarse nuestras pelvis lograba excitarle el clítoris directamente haciendo movimientos circulares mientras la tenía ensartada al tope.

Los suspiros indicaban que estaba gozando con la barra de carne enterrada en su puchita, y había pasado el tormentoso procedimiento de la desvirgación. Esta vez la bombeaba despacio haciéndola vibrar cada vez que la tenía toda adentro, tuve que aplicar mucha concentración para no vaciarme dentro de ella hasta que explotó con una seguidilla de gemidos absorbidos por la boca de Moni que deseaba beberse ese instante compartido.
Las miraba besarse siendo la primer vez que observaba una escena Les, la barra de carne palpitaba dentro de ella con el gusano furioso queriendo escupir.

Le pedí disculpas por la brusquedad inicial explicando que debía atravesarle el himen rápidamente para causarle menos dolor, preguntando si le ardía allí abajo asintió con la cabeza al tener la boca ocupada con los labios de Moni. Bajando la cara besé amorosamente la ultrajada puchita, ya no era el frío profesional de antes, ahora aplicaba todo el cariño posible para hacerla sentir bien. Recién había tenido un orgasmo pero al chuparle la conchita tenía acceso con la lengua a zonas antes vedadas, lengüeteando desde la vagina hasta el anito le pasaba un dedo por allí pero sin metérselo por el culito. Al tomar entre los labios el inflamado clítoris doblaba la espalda del placer causado, espero que fuese el método entre mujeres...
Yo estaba con el trasero en pompa comiéndole la puchita a Lucrecia cuando siento una mano acariciarme la zona, apretando el ojete con fuerza no pude impedirlo cuando Moni introducía lentamente un dedito en mi zona sagrada. No era doloroso pero sabiendo que era el dedo de Moni que me invadía el culo casi eyaculo en seco, acelerando la lengua logré brindarle un segundo orgasmo a la chicata.

La pobre estaba despatarrada sobre la cama y jadeando por la reciente batalla. Acostándome detrás de Moni le dije que ahora le tocaba a ella sentir algo entrándole por el culito, pero no le gustaba la idea pidiendo que se la meta por la puchita. Era mi ángel pidiendo eso y no podría negarme, antes quería tenerla bien mojadita y excitada, aparte moría por chuparle la conchita a mi tesorito.
Zambulliéndome entre sus piernas le comí el conejito con todo el amor, adoraba esa puchita hermosa pero quería dejarla con las ganas para luego metérsela desde atrás. Creo que lengüeteaba esa vaginita con demasiado ahínco al percibir que se sacudía mientras le chupaba el chochito.
Dándome prisa para que no dejar bajar su excitación me ubiqué detrás de ella para metérsela en esa posición, entraba resbalando con facilidad y solamente cuando la tenía ensartada por la mitad se notaba algo más estrecha. Esta vez podía bombearla al mismo tiempo que le otorgaba placer con el dedo, su vagina parecía absorberme el miembro cuando cuando apoyaba la pelvis peluda contra sus nalguitas. Al tenerla metida hasta el fondo suspiraba fuertemente y tuve que contenerme hasta lograr un orgasmo simultáneo, ríos de leche se depositaban profundamente dentro de Moni mientras Lucrecia observaba pero sin animarse a besarla.

Quedé en el medio abrazando a las dos chicas mientras comentaban que definitivamente les agradaba jugar a ambos lados de la cancha.
Ellas dormitaban mientras veía la boca entre abierta de Lucrecia, debía besarla amorosamente pidiéndole perdón por los malos ratos que le había hecho pasar, pasando mi cuerpo encima de ella miraba de reojo a Moni que no se despertase, la mirada de la chicata era dulce sin pizcas de rencor cuando deposité los labios sobre su boquita besándola tiernamente.

Yo quería seguir ayudando con sus decisiones pero sonriendo informaron que ahora les tocaba jugar entre ellas y sin testigos, me sentía frustrado por ser usado tan vilmente pero al menos le había chupado la conchita a mi amor.

Volviendo a casa reflexionaba que todas me usaban, hasta mi vecina y recordé que debería darle un poco de cariño antes que se retobase.
Tomando una taza dispuesto a pedirle azúcar si atendía el marido, salió ella anunciando que el esposo hoy no vendría a casa, con mirada temerosa que pediría estar con su hija le comuniqué que deseaba estar un ratito con la madre.
Me llevó de la mano hasta el dormitorio y tuve hacérselo en la pose del misionero mientras le masajeaba las tetazas. Cuando estaba llegando su orgasmo le pregunté si podía pasar la noche en la pieza de su hija, supongo que en otro momento no hubiese permitido eso, pero el siiiiiii alargado correspondía a su clímax sumado al permiso.

Vero estaba en su camita mirando una revista, se alegró muchísimo al verme entrar y aún más al conocer que la madre me había permitido pernoctar allí.
Me quité la ropa volando que cayó al piso junto a la revista de la nena, nos abrazamos como si fuésemos una parejita sin vernos durante largo tiempo, entrelazando los dedos entre su cabello besaba su naricita y boca sin decidirme que hacerle primero.
Para eliminar alternativas decidí que toda su piel debería ser recorrida por mi boca, desde las orejitas, el cuello, sus hombros y sobre todo sus pezoncitos. Quería chupárselos mucho antes que le saliesen tetitas de verdad, la barriguita y ombligo fueron la siguiente estación para terminar en su conejito. Deseaba morderlo así enfundando, observar cómo aparecía una señal de humedad en la bombachita indicando que la nena estaba a punto caramelo.

Al final no aguanté más quitándole la suave prenda para lamerle bien el tajito, se retorcía sintiendo la puchita chupada con fruición hasta desarmarse debajo de mi boca. Nos dormimos abrazados y con una paz completa.
A las 2 de la madrugada se despierta nerviosa anunciando que iba al baño para hacer pis, le estaba por sugerir que largase la meadita en mi boca pero sería demasiado, solamente le pedí que no se lavase allí abajo deseando hacerlo con mi lengua.
Me dijo que era un cochino mientras sonriendo pícaramente apretaba el gusano que también había despertado.

Al retornar a la cama preguntó si no me daría asco, como toda respuesta le separé las piernitas para higienizarla bien, le chupaba la conchita con deleite pero sin dejarla llegar al clímax, necesitaba que estuviese dispuesta para metérsela debidamente.
Por la misma razón apliqué más lengua a su anito que antes, aflojando el esfínter hasta meterle un dedo en el culito le pedí que se recueste dándome la espalda.
Con el gusano babeante apoyado en el fruncido hoyito, le dije que hiciese fuerza hacia atrás ensartándose solita a gusto, la pobre pujaba sin lograr que le entrase el glande cuando le dije que debería estar relajada, respirando hondo se quedó quietita para reiniciar la invasión de su intestino.
Esta vez le entró la puntita y la pobre jadeaba por el esfuerzo, pasando la mano para tocarle la puchita fue elevando su grado su excitación mientras sentía la barra de carne entrándole por el culito, la tenía con medio garrote ensartado por el anito y no queriendo forzarla le pedí quedase quieta mientras se acostumbraba a sentirse rellenada.

El dedo en su tajito estaba haciendo efecto y traté de llegar al clímax junto a ella, sacándosela casi del todo volvía a metérsela lentamente viendo como el gusano desaparecía dentro del hoyito marrón para emerger triunfante y otra vez zambulliéndose en las profundidades del delicioso anito. Cuando ella convulsionaba de placer le regué el intestino con leche enterrándosela un poco más profundo en el culito.

Le tuve que limpiar cuidadosamente el dolorido ano que largaba semen y peditos, la pobre había hecho caca hacia adentro y aun no retornaba el aspecto fruncido original, solamente al chuparle el culito un rato largo.
Le puse bien la bombachita y nos dormimos abrazados hasta que vino la madre a despertarla para desayunar, no quedaban rastros de la aventura y estábamos durmiendo plácidamente en brazos del otro, no se podría quejar la tetona...

(continuará)