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Orgía, violación, sexo con adolescente y una reunión de "gente de cúpula"

Relato enviado por : charly_bo el 07/07/2014. Lecturas: 11661

etiquetas relato Orgía, violación, sexo con adolescente y una reunión de   Orgias .
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Resumen

...yo estaba penetrando su concha, otro hombre se la metía por el cul…

La tomé de las tetas, se las comencé a chupar, como dije, parecían de adolecente, eran tiernitas nomás.

Pronto escuché que Miguel decía.

-“Siente zorrita mi leche hirviente. Siente como te lleno el cul… de mi semen”.

Todo indicaba que Miguel le estaba mandando sin condón y que le estaba eyaculando directamente dentro su cul…

La chiquilla dejó de moverse un rato, no sé si terminó pero en medio de lo que me la cabalgaba rico se detuvo. Por alguna razón la levanté de encima de mí, le di la vuelta y la acosté en el sofá. De la misma forma en que al principio se la tiraba mi comandante (patas al hombro) me la comencé a tirar.




Relato

Cuando estaba en mi último año de cadete para oficial de ejército, me encontré con una serie de hechos que marcaron mi vida para siempre. A mis 22 años ostentaba el grado de brigadier mayor y tenía la preferencia de varios de los jefes.

No tardé en hacerme conocer y lograr hacerme nombrar algo así como el “preferido” del nuevo comandante.

Pronto me dijo que me iba a dar algunas “tareas especiales” a cambio de darme buenos días de franco y descanso como ventaja. Acepté obviamente y veía que se me venía una vida de cadete de último año más fácil que la que mis camaradas iban a tener.

El comandante, luego de algunos días, me dijo que me correspondía mi primera misión.

-“Este sábado y domingo tienes que hacer trabajo especial para mí y te irás desde este lunes hasta el otro lunes de franco”

-“Es su orden mi  coronel”.

Sábado por la mañana mandó a que me busquen al dormitorio.

-“Chino. Te llama mi coronel. Dice que te apures”.

-“En seguida voy mi capitán”.

Me estaba esperando en su vehículo y me llevó con él. La verdad no sabía de qué se podría tratar la misión que me iba a encomendar.

Llegamos a una casa en una zona muy elegante. Me ordenó bajar del auto, y entramos.

-“Quítate el uniforme. Espera aquí a Miguel, que es quien te dará instrucciones. Ponte ropa civil”.

-“Es su orden mi coronel”.

Luego que me señaló el baño de servicio. Entré ahí y me saqué el uniforme quedándome en ropa civil.

De pronto apareció un tipo algo corpulento.

-“Hola, me dijo William que estabas aquí- Soy Miguel”.

Luego de saludarme y darme la mano, me indicó, ese tal Miguel que por cierto era el hermano del comandante de mi unidad, que mi misión iba a ser velar por la seguridad del lugar, ya que esa noche iba a haber una reunión “especial”.

Se puso interesante cuando me entregó un traje negro, por cierto nuevo y un  “handie” o “walkie talkie”, el cual me dijo que era para coordinar bien con el demás personal y avisar en caso de alguna contingencia.

Mientras hacía un recorrido por el perímetro de la casa, me llamaron de manera urgente a la entrada del lugar.

Cuando llegué, me habló el coronel:

-“Van a llegar unas hembritas. Tienes que estar para el control”.

Pese a que no sabía de qué se trataba, le dije como siempre que era su orden y me puse a esperar.

En eso llegó una vagoneta de lujo que se estacionó en la puerta. Al abrirse las puertas bajaron de ella como siete mujeres realmente hermosas.

-“Adelante señoritas”.-Dijo el coronel a tiempo de sonreír y darles la bienvenida.

Entraron una a una a la casa.

La verdad me quedé idiota con esas bellezas en el lugar. Estaban como para comérselas. No había una que no tenga buenas curvas, buenos culos y tetas.

Las reunió en la sala.

-“Bien. Como verán esta noche recibiremos a personas muy importantes. Gente de la cúpula alta del gobierno. Gente que debe sentirse realmente satisfecha con sus servicios”.

Ahí me di cuenta de que iba a ser seguridad de un evento lleno de gente importante con costumbres, tal vez pasadas de límite.

-“Él es mi encargado de seguridad. Cualquier problema le buscan. Va a coordinar con los seguridad de los invitados”.

Todas me miraron y me sonrieron. Dejándome perplejo.

Pónganse cómodas y alístense. Les dijo el coronel mientras se salía.

-“Tú controlas de que todo esté bien. Cualquier problema le modulas a Miguel”. Me recomendó.

Lo gracioso fue, en parte, que me quedé en esa sala sin esperarme que las mujeres que habían llegado se iban a empezar a desvestir. Cosa que hicieron sin la menor vergüenza.

Yo quise disimular, pero no pude. Cuando vi a las primeras dos liberarse las tetas, me quedé como tonto. En eso una de ellas, me hizo reaccionar.

-“Ey. En vez de mirarnos, ¿puedes ordenar que nos traigan unas toallas?”. Me dijo sonriendo por mi expresión obvia de sorpresa.

-“Claro que sí. Disculpen”.

Tome el “handy” y llamé al servicio doméstico para que cumpla la petición de  las señoritas.

Ya en el patio, no se me quitaba la imagen de esas hembrotas desvistiéndose. No pude evitar tener una erección.

En eso vino Carlos, el portero del lugar.

-“¿Te sorprendieron esas perritas que llegaron verdad?”

-“La verdad, que sí”.

-“¿Las viste desnudas”?

-“A dos o tres de ellas les alcancé ver las lolas”.

-“Qué inútil. Acércate a la sala donde están. Entras con la excusa de preguntar si ya no necesitan algo más y de seguro que miras más de una teta y un sapo más”.

Me quedé algo inmutado, pero decidí hacerlo. Me armé de valor y sin tocar la puerta me metí.

-“Disculpen, pero venía a ver si ya no necesitan algo…”

Al ingresar vi a dos de ellas totalmente desnudas, caminando de un lado a otro. Dos estaban con los senos al aire en unas sillas y las otras tres boca abajo sobre los sillones.

Nadie se inmutó por mi presencia y sólo una de ellas (una de las totalmente desnudas), se me acercó con la mayor naturalidad.

-“No te preocupes muñeco. Ya no necesitamos nada por ahora. Te lo haremos saber de lo contrario”:

No sé si se me notó la erección, pero realmente ese cuerazo me hizo poner firme la “vara”.

Me salí del lugar y me fui a dar una ronda para que al caminar me venga algo de  “relajación”.

Al regresar por el lugar, vi que Carlos espiaba por la ventana de la sala; al verme me llamó con una seña.

-“Es el momento de la prueba que va a hacer los jefes a las zorras”.

-“¿De qué se trata?”.

-“Tú sólo espía”.

En eso me acomodo y vi el interior de la sala por la ventana. Las mujeres estaban en semicírculo frente al coronel y su hermano Miguel que les decía:

-“Bien preciosas, es el momento de que veamos si van a estar a la altura de los invitados de esta noche”.

En eso se le acerca a la primera.

-“Bien mi amor. ¿Cuál es tu nombre esta noche?”.

-“Brigitte”.

-“Bueno Brigitte. Te voy a pedir que pongas las manos en la nuca, como si fuera a arrestarte un pinche policía”.

La mujer obedeció y Miguel se puso detrás de ella. De un momento a otro llevando sus manos por delante, la tomó de las tetas y se las apretó ligeramente, y luego las movió, les agarró los pezones y pues se las terminó de tocar por completo.

-“MMMmmm, están buenas. Como que más tarde yo seré uno de los que las pruebe del todo”.

Una por una les hizo hacer el mismo procedimiento de poner las manos en la nuca para luego agarrarles las tetas.

La verdad, se me paró a full y como que empecé a soltar líquido por mi verga.

El coronel se encargó de ir una por una a agarrarles del sapo y tomarlas de las tetas a una que otra.

Era increíble como ellas no decían nada y se dejaban hurgar con toda libertad.

Lo serio fue cuando el hermano de mi comandante agarró su “handy” y moduló:

“Chino. Ven de inmediato donde las chicas”·

Carlos, me dijo que era un suertudo empedernido y que si tenía la oportunidad de tocar aunque sea las tetas y la concha de una de ellas, no me niegue ni pierda la oportunidad.

Desde luego que disimulé un momento y me incorporé.

-“Ordene señor”.

-“¿Qué te parecen las chicas?”.

-“Lindas mi teniente coronel”.

Pero no seas pura opinión. Agárrales las tetas, sus conchitas si quieres una por una y da una opinión certera.

No podía creer lo que me estaban pidiendo. Pero haciendo caso a las recomendaciones de Carlos que de seguro estaba aún espiando. Me les acerqué y de frente les fui tocando con algo de timidez las tetas.

En eso se acerca Miguel.

-“¿Qué acaso nunca has agarrado tetas?”

-“Sí señor, sí lo hice”.

Le respondí a tiempo que más de una de ellas, incluida la que estaba tocando, se reían de mí.

-“Pero meté mano a sus conchas. ¿No eres hombre carajo?”. –Me dijo el coronel haciéndome sentir aún más avergonzado.

Con algo de timidez le toqué a la primera, luego de lo cual, la segunda, llevó con su mano a la mía hacia su entrada “del placer”.

-“Este muchacho pero”.- Dijo Miguel, luego de lo cual me mandó salir.

Carlos me agarró en la puerta:

-“Qué carajos de suertudo que eres. La verdad esa suerte no la tiene cualquiera. Te manoseaste a siete hembrotas. Yo me las comía ahí mismo”.

-“Hay Carlos, me puse nervioso. Me hice reñir como te habrás dado cuenta”.

Al poco tiempo empezaron a llegar invitados. Se notaba su importancia porque venían en movilidades de lujo. Algunos con uniforme militar de altísimos grados. Otros con seguridad digna de ministros o cosas por el estilo, en fin. Lo interesante estaba en que conmigo coordinaban los equipos de seguridad y me veían como “el importante del lugar”.

Al poco tiempo me di cuenta que las siete contratadas iban a servir de camareras pero con ropa elegante. Con trajes formales y algunas joyas que les prestaron para la ocasión.

Pronto se las veía sentadas en las rodillas de alguno que otro de los poderosos invitados, quienes al calor del alcohol, de a poco se las iban aprovechando, metiéndoles mano y haciéndoles propuestas sexuales que satisfacían en las recámaras de la casa.

Para mi sorpresa se me acerca Miguel:

-“Chino. Ahorita van a llegar más chicas. Tienes que mostrarles la sala donde se deben preparar e indicarles que deben apurarse porque todo ya empezó”.

Luego de dar por entendido que recibí la orden. Esperé hasta que llegaron dos vagonetas y ya no una sola.

-“Disculpe. Aquí están las chicas para el coronel Montero”.

-“Muy bien. Soy el jefe de seguridad. Que bajen que las voy a guiar”.

Se bajaron como 12 mujerones más de las vagonetas y junto con Carlos las llevamos a la sala donde debían arreglarse.

Pronto entraron y se empezaron a alistar. Esta vez yo actué diferente.

-“Bien señoritas. Por seguridad tengo la orden de revisar lo que trajeron. Para eso las necesito a todas desnudas y con sus pertenencias a un lado”.

Sin siquiera decir una mínima palabra, se desvistieron en mi delante e hicieron un círculo dejando sus cosas a un lado.

Yo no sabía cómo disimular. Pero me acerqué primero a sus pertenencias, carteras y de más. Me hice al que revisé y luego me puse frente a ellas.

-“Muy bien. Ahora voy a revisar si están al nivel de los invitados de la noche”.

Me les acerqué y una por una las tomé de las tetas y les pasé la mano por sus conchas. Pero esta vez, al estilo de Miguel, les hice poner las manos en la nuca y por la espalda les agarraba sus poderosos senos.

Luego de la gran hurgada para mi deleite, les dejé ordenado que se apuren. Salí de la sala, humedecido y con la verga sólida.

Era increíble la cantidad de hembras que había tocado en una sola noche.

Pronto vino Miguel con unas copas encima.

-“Chino. Está bueno tu trabajo. Te cuento que ese chancho del General Peñaloza se vomitó sobre una de las delicias que contratamos. La verdad es que la ducha de la sala donde se alistan la están ocupando. Quiero que la acompañes a la ducha de atrás, de los cuartos de servicio y vigiles que nadie la siga”.

Así fue. Salió Sandra, que era su nombre de esa noche, con el traje con vómito, bien enojada y a regañadientes.

-“Ve con él. Te llevará a  la ducha de atrás”.

-“Acompáñame por favor”.- Le dije.

-“Qué carajos con ese viejo de mier… Venirme a vomitar”.-Decía ella mientras la llevaba al baño de atrás.

Pasa, le dije. Le hice entrar a una de las habitaciones que tenía entrada al baño.

Ella se desnudó sin más ni menos. Se sacó el vestido vomitado y se quedó  con la lencería de primera que llevaba.

Me miró con picardía al notar mi asombro.

-“¿Qué te parece este juego de lencería?”.

-“Lindo”.-Fue lo único que pude responder.

-“Pues ya me las tocaste ¿verdad?”.-Me dijo al subirse el sostén y mostrarme las tetas.

-“Ahora quiero que me digas si te gustaron o no”.-Me dijo seguidamente.

Yo me quedé mudo un rato, pero reaccioné.

-“Sí. Están lindas”.

-“Espérame aquí. Tal vez salga y te permita hacerlo de nuevo”.

Se entró a la ducha y me dejó con la alucinación de tal vez poderme deleitar con ese mujerón.

Se tardó como 15 minutos que parecían eternos, pero salió.

-“¿Sabes? Eres afortunado, en poderme tomar las bubis gratis. No sabes el precio que les cobro a los hombres que quieren hacerlo”.-Me dijo en un tono muy sensual y provocador.

-“¿A sí? Pues definitivamente soy afortunado”.

En eso Sandra, se me acerca, me besa los labios y se agachó frente a mí; sin que lo pueda creer, bajó mi cremallera y sacó mi pene erecto llevándoselo frente a la boca.

-“Si pensaste que fuiste afortunado en tomarme de las tetas. Pues qué pensarás de esto”.

Ahí me empezó a chupar la verga con maestría.  No resistí mucho y eyaculé en su boca. Ella se tragó mi semen en parte y en parte se lo vació en las tetas.

-“Vaya. Realmente estabas cargado. Fue un gusto descargarte algo”.-Me dijo con un guiño de ojo, mientras me pedía que saliera mientras se arreglaba.

Me sentí en las nubes. Pero definitivamente, esa noche debía tener una concha. Fue genial vaciar mi semen en la boca de Sandra, pero debía penetrar una de esas conchas que había tocado con las manos.

Luego de que Sandra salió con otro traje, la acompañé a la fiesta donde ya se notaba un ambiente de más degeneración por el alcohol.

El coronel se me acercó.

-“Hijo. Todo va depender de ti, para que salgan las cosas bien”.

-“No se preocupe mi coronel. Estamos a sus órdenes”.

Con el pasar el tiempo me tocó ver de todo. Ya estaban casi todos ebrios, las chicas también.

No faltaba el que se bajaba ahí mismo el pantalón para hacerse  hacer mamar la pija delante de todos.

La mayoría se encontraba agarrándole de las tetas a la mujer que tenía. Los más osados les bajaban el calzón y ahí mismo las poseían. En fin una fiesta romana en pleno siglo XXI.

La luz ya era tenue y los de seguridad tenían órdenes de controlar cualquier infiltración de cámaras u otros artefactos que registren el bacanal que se armó.

La verdad no me percaté si todos los “intercursos” eran con condón o no, pero estoy seguro que en más de una ocasión se corrió el riego de contraer una enfermedad o provocar un embarazo.

Bueno, ahí estaba yo. Había tomado dos copas y tenía el deseo incontenible de sentir una de esas vaginas introduciendo mi pene.

En eso se me acercó Ivana, una de las hembrotas.

-“Llévame al baño de abajo y me haces lo que quieras”.

Como música para mis oídos, la tomé de la mano, la saqué del lugar, la llevé por las escaleras a la sala de abajo y la conduje al baño, donde entró a vomitar. Se tardó un poco, pero al salir me vio a los ojos y me dijo:

-“Las promesas son deudas. Tómame papacito”.

No lo pensé dos veces, la tiré en el sofá, le liberé primero las tetas y se las empecé a chupar con excitación.

-“Eso papito… No es lo mismo que sólo tocarlas, ¿verdad?”.-Me decía empezando a gemir.

Mi poderosa erección aún dentro del pantalón se notaba y le apuntaba a su vagina aún tapada por la tanga.

-“Libérame papi. Saca esa pija y húndemela hasta el fondo”.

Por fortuna sí tenía un condón que había alistado. Saque mi verga dura, la forré con él  y haciéndole a un lado la tanga, descubrí su concha  y le metí la verga de un empujón.

Se sintió caliente y delicioso pese al condón.

-“Así papi… Así muñeco… tírame con toda tu fuerza”.-Gemía Ivana mientras la penetraba profundo y a un ritmo salvaje.

Así seguí hasta que no resistí y con un gemido profundo, sentí que mi semen salía a chorros de mi verga a la punta del condón.

Ivana me dijo que lo disfrutó y que estaba mucho mejor que lo que esos viejos borrachos podían hacerle sentir,

-“Muñeco. Acabando la fiesta regreso para que me vuelvas a tirar”.-No te vayas a ir.

-“No lo haré muñeca”.-Le respondí.

En eso escuché que me llamaban por el handie:

-“Teniente, venga pronto a la cocina, se están peleando”.

Recién estaba reaccionando del polvazo que había tirado  y como pude me incorporé y corrí al lugar. En efecto, dos de los invitados, a mi parecer un militar de alto grado y un diputado o algo así, pero del gobierno, casi se agarran a cuchillazos. Felizmente los seguridad de cada uno, evitaron el desenlace fatal.

-“¡Qué pasó aquí!”. –Entré con tono de gran autoridad”.

- “Este hijo de p..  me ha querido matar”.- Me dijo la autoridad del gobierno.

-“Tú serás el hijo de p… lame cul… del gobierno”. –Le respondió el militar-

-“Te voy a hacer dar de baja cabrón, te has jodido, ni idea tienes de lo que te va pasar”.

Al ver que eran personas de alta cúpula los que discutían, no sabía que decidir. Sin embargo los de sus correspondientes equipos de seguridad, estaban esperando que disponga algo.

-“Bien señores. Por favor acompañemos al caballero abajo y ustedes llévense a su jefe a la sala sin hacer mayor polémica”.

Felizmente mi instrucción fue acatada sin mayor problema. El militar de alto grado fue llevado a la sala, donde la música estaba fortísima y todo mundo en su mambo. Al gobernante lo llevamos a la sala de abajo donde se alistaban las mujeres. Al llegar instruí que lo hagan sentar.

-“Señor. Descanse un momento. Póngase a la altura de quien es y nos evitaremos de seguir peleando”.

Dos de sus seguridad se pusieron en la puerta y se calmaron los ánimos. Hasta que me llamó el hombre en cuestión.

-“Hazme un favor muchacho. Quiero que me traigas un buen culo, ya que voy a estar un momento solo, necesito distraerme”.

En eso salí y busqué a Miguel. Me dijeron que en una habitación estaba con 3 de las hembrotas y que iba a tardar. Al regresar donde estaba el miembro del gobierno para decirle que debía esperar un momento, casi me caigo de la impresión. El seguridad en la puerta me dijo que no podía entrar en ese momento, a lo que le pregunté por qué, en lo que él me dijo:

-“Mi jefe es un degenerado. Estaba peleando con ese general (ahí me enteré de su grado), porque son amantes. Sí, como lo oye. Entre ellos se hacen el favor cuando se chupan”.

Me quedé cojudo al oír decir eso, pero me puse peor cuando me dijo:

-“Ahorita bajó el viejo (el general), se metió y creo que se están tirando”.

Me hice al que me fui porque ese seguridad no sabía que yo conocía la ventana por donde había espiado por primera vez a las hembrotas que habían llegado en la mañana. Me acerqué y vi una escena que me impactó mucho más…

El dichoso ministro, diputado o lo que sea que haya sido, estaba sobre el sofá boca abajo y el famoso general se lo estaba tirando por detrás. Digamos una escena homosexual cualquiera, pero lo más jodido fue cuando entró una de las mujerotas y se desnudó. El general le pidió que le chupe la verga. Me dio mucho asco ver que se la empezó a chupar luego de que la tenía en el culo del otro tipo. Pero así fue, de paso que mientras al general se la chupaba, ese otro, le empezó a manosear la concha y las tetas. Todo apuntaba a bisexualismo y degeneración total. De pronto el general se echó en la alfombra, el otro tipo se lo montó de espaldas y como en película porno, la mujer se montó en él. De manera que mientras se lo tiraba el general, él se tiraba a la mina. Era tremenda la escena.

Me quedé un rato perplejo, pero me di cuenta que debían ser escenas de lo más corrientes en esferas de personas supuestamente “selectas y de respeto”.

Me fui a dar una vuelta por el salón a modo de controlar. Ya estaban todos “netos”, muchos dormidos, vomitados en su ropa, abrazados a alguna de las mujeres. Las mujeres igual, todas totalmente ebrias. Me fui al jardín y me encontré a una de ellas. En su semiconciencia me dijo:

-“Papito quiero que me tires. Necesito ahora mismo un hombre, no un viejo borracho”.

En eso le di la vuelta, le desaté el vestido, le subí el brasier, la tomé de las tetas, mi verga se puso firme, le subí la parte de abajo del vestido y cuando le separé las piernas y la hice agachar…

Me detuve por no tener otro condón.

-“Qué pasó papi. No quieres poseerme. Vamos hazme rico, méteme tu rica verga”.

-“Espera, no tengo protección”.

En eso, de un bosillo “secreto” de su tanga, sacó un condón y me lo dio.

-“Pontelo rápido. Quiero tu verga yaaaaaaaaa”.

Lo saqué del sobre y me lo puse. La hice agachar y de una se lo hundí…

-“Mmmmmmmmm, que rica concha. Ella gimió y casí gritó”.

Empecé a meter y sacar con fuerza y rapidez, la tomé del cabello, del cuello. Ella gemía y gemía, yo no aguantaba y eyaculé con un orgasmo delirante.

-“Qué rico papi. Eres un hombre de verdad”. –Me dijo mientras se incorporó, se arregló la ropa y se fue.

Pese a lo intenso del polvo. Necesitaba otro. Pero esta vez tenía que tirarme una loca por el culo.

Volví a la sala donde el general con el del gobierno protagonizaron su orgía y me encontré a la mujer que se tiraron, sola en un sillón.

Ya no había nadie más. Entré y aseguré la puerta. Me le fui y le dije:

-“Ey, no debes estar aquí, sigue la fiesta”.

Ella se paró.

-“Lo siento. Ahora regreso”.

-“No, espera. Primero quiero tenerte”.

-“Eres un pinche seguridad” - me dijo-. Estaba ebria aún.

-“¡¡Qué!!”.

-“Los hombres que me tiran, pagan mucho dinero. Tú ni por sea caso tienes eso”.

Será lo poco que tomé o mi orgullo herido, que no me gustó lo que dijo. Le metí un revés, la tiré al suelo, le quité la ropa. Y la puse de 4 contra el sofá.

-“Ey, hijo de p.. no me vas a violar. Te costará caro”

Me volví más loco, le apreté las tetas, luego le agarré del cabello.

-“Zorra, a mí no me cagas”.

Tomé su cartera donde obviamente tenía condones. Saqué uno y sin hacer caso a sus gritos. La empecé a tirar con fuerza. Primero por su vagina que estaba lo suficientemente abierta, pero de un rato a otro se la apunté al culo. Ella gritó que no, pero de a poco se abrió también y se la metí toda. Ahí ella lo empezó a disfrutar pese a la ira y yo metía y sacaba con fuerza y gozo. No soporté más y eyaculé con intensidad.

-“Maldito. Vas a ver”.-Me decía la tipa maldiciendo y llorando.

En eso escuché en el handie la voz de Miguel, obviamente ebrio.

-“Chino, vente a la habitación de arriba al fondo. Ahora mismo”.

No le respondí, pero luego de arreglarme corrí al lugar, dejando a la tipa que acababa de poseer.

Al llegar, habían como 4 seguridad en la puerta.

-“Pase teniente. Lo está esperando don Miguel”

Luego de ingresar, me enfrenté a otra escena extrema.

Miguel estaba sentado en un sillón, tenía una cerveza en la mano izquierda, con la otra tomaba de la nuca a una de las tipas que se la estaba chupando “de 4 patas” frente al sillón. A esa misma tipa arrodillada, se la estaba tirando un viejo, de seguro amigo de Miguel, por detrás.
A un costado de la habitación, el coronel se clavaba en un sofá “patas al hombro” a una jovencita que yo no había visto entrar, pero que se notaba que tendría entre 16 y 17 años.

-“Chino. Entra. Diviértete a lo grande con nosotros. Hiciste un gran trabajo y quiero recompensarte”. – Me dijo Miguel, con un tono de ebrio y excitado.

-“Desgraciado. Por ser tan pendejo, te has ganado venir aquí”. –Me dijo el coronel haciendo una pausa a la tirada que le estaba poniendo a la jovencita.

-“Quítate la ropa y acércate para que te la chupe esta perrita”.-Volvió a dirigirse a mí el coronel-.

Dudé un momento, pero me saqué el pantalón y el bóxer. Me acerqué al sofá donde el coronel se tiraba a esa chica y ella sin más ni más, me empezó a pajear hasta que se enduró mi verga. Mientras mi comandante le horadaba la concha, se llevó mi vara a la boca y me la comenzó a chupar con maestría.

Mmm, que rico se sentía, lo hacía con cuidado, pese a que daba pequeños gemidos por la penetración del teniente coronel.

-“Se siente rico, no desgraciado”.-Dijo el  coronel-.

-“Sí señor, está delicioso”.

Cuando de a poco sentí que terminaba, mi comandante me pasó un condón.

-“Yo ya terminé. Acaba de darle tú”.-Verás que aún apreta rico su conchita.

Saqué mi pene de la boca de esa chiquilla, me forré el pene con el condón, me le fui entre las piernas y se la hundí.

Todo apunta a que el teniente coronel estaba a media erección, porque con la firmeza de la mía, le hice gemir fuerte. Parece que recién sintió algo realmente duro dentro de ella. Fue delicioso tirarla, lo hice a buen ritmo y al parecer lo disfrutó.

Cuando estaba cerca del orgasmo, vi que Miguel apareció a lado mío y dijo.

-“Recuestate en el sofá. Ella que te monte”.

-“Pero señor…”

-“Obedecé carajo….”.

En eso dejé de meter y sacar de la concha de esa mujercita y me acosté de espaldas en el sofá, cuando ella se paró.

-“Ahora súbete en su pija, se veía que la estabas disfrutando”.

Ella obedeció, de a poco se clavó mi vara de nuevo y comenzó a disfrutarla. En eso Miguel se le fue por detrás y la hizo agachar.
Pronto percibí que la penetró por el cul…

Ella empezó a gritar, de dolor y placer. De alguna forma me gustó la idea de que estaba mientras yo estaba penetrando su concha, otro hombre se la metía por el cul…

La tomé de las tetas, se las comencé a chupar, como dije, parecían de adolecente, eran tiernitas nomás.

Pronto escuché que Miguel decía.

-“Siente zorrita mi leche hirviente. Siente como te lleno el cul… de mi semen”.

Todo indicaba que Miguel le estaba mandando sin condón y que le estaba eyaculando directamente dentro su cul…

La chiquilla dejó de moverse un rato, no sé si terminó pero en medio de lo que me la cabalgaba rico se detuvo. Por alguna razón la levanté de encima de mí, le di la vuelta y la acosté en el sofá. De la misma forma en que al principio se la tiraba mi comandante (patas al hombro) me la comencé a tirar.

Ella lo empezó a disfrutar de nuevo y seguí y seguí hasta tener mi último polvo, que por cierto ya fue con algo de dolor, por haber sido ya varios y por ya no tener mucho semen que votar.

Me incorporé y vi que Miguel le comía las tetas a la otra mujer, pero ya no la penetraba. Mi comandante quedó en un sillón tomando su trago.

-“Bien chino. Le has hecho sentir realmente a la hembrita. Creo que apenas tiene 15 o algo así. Eres bueno. Mientras eres joven tienes que aprovechar esa potencia. Regresá a tu puesto, cuidado nos roben o pase alguna estupidez”.

-“Es su orden mi coronel”.

Salí con algo de sentimiento de culpa. Yo tenía mi hermanita de 15 años y pensé en ella. No me entraba a la cabeza cómo esos tipos de supuesto buen estatus social llegaban tan bajo al punto de cometer delitos. No me imaginaba qué clase de cochinadas y degeneraciones más podrían hacer.

Esa “reunión” terminó a las 11 de la mañana del día siguiente. Con montón de condones usados votados por ahí. Vómitos, incluso sangre, y pues el lugar como campo de batalla.

Yo aparte de disfrutar, me sentí mal por la chiquilla y la que forcé. Cuando le comenté al coronel que casi obligué a una de las mujeres a darme el culo, se rió a carcajadas y me dijo que no me preocupe, que ellas ni se enteraban de lo que les había pasado mientras se les pague. Como esas “reuniones”, me tocó estar en varias, seguro de que el día que yo tenga un “buen grado” podría tal vez poder ser un anfitrión o invitado de honor.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:54) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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