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Por mentirosa y habladora, me convertí en una cualquiera

bareta Relato enviado por : bareta el 03/04/2013. Lecturas: 8677

etiquetas relato Por mentirosa y habladora, me convertí en una cualquiera   Infidelidades .
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Resumen
Por ganosa y cliente, le mentí a mi esposo sobre una supuesta infidelidad, lo que me llevó a convertirme en una verdadrea zorrita.


Relato
Cierto día, estando en la sala con mi esposo, molesta y resentida descargué mis ahogados sentimientos, comentando:
Te conozco con 2 años de novios y 5 de de casados y los pretextos que pongas ya no importan, a mis 28 de edad tengo necesidades sexuales y hace tiempo que no las cumples en nuestro matrimonio y aunado a eso, antier osaste decirme que por trabajo, no llegabas en la noche a casa, por lo que te hago una simple pregunta:
-¿Coges con otra o te volviste maricón?
-¿Maricón yo?, ¡No, soy muy hombre!, ¡Y tengo obligaciones en el trabajo!
-Después de 2 meses de no tocarme, ¿En casa no tienes obligaciones maritales?
-¡Aquí el hombre sigo siendo yo!
-¿Si andas con otra mujer, no hay problema?, ¡A mí ya se me antoja coger con quien sea!
-¡Eso sí que no!
-¡Mí pregunta es sencilla!, ¡Contéstala!
-¡Ni ando con otra ni soy maricón!, ¡Está claro!
-¡Pues antier vino tu primo Blas y como no has demostrado lo que dices, rompió lo que nunca me pediste!
-¡No chingues!, ¿Qué te hizo?
Yo estaba caliente y con ganas cuando llegó Blas a buscarte, venía borracho y con deseos de seguir la fiesta, como no te encontró, me pidió que le invitara una cuba, mientras se la tomaba habló del desperdicio de vieja que tenías y que muchos quisieran cogerme, pero que era una lástima que no dejaras que nadie se me acercara. Mi coño se aceleró y como no ibas a venir esa noche, tajante respondí:
-¡Aunque tengo marido, mí panocha no tiene dueño, lo malo es que no hay quien se aviente!
-¡Primita!, ¡Faltaba más!, ¡Yo te mamaría y cogería!, pero… ¿Aguantarías por todos lados?, contestó rápidamente.
Al principio me alarmé el pensar que me cogiera por atrás, nunca me habían dado por ahí, pero viendo el inconveniente estado en el que se encontraba, supuse que a lo más que llegaría, sería a darme una rica mamada y dejarme bien caliente, por lo que le seguí la corriente, sabiendo que tú no llegarías esa noche.
-¡Pinche Blas!, ¿Y qué más?, inquirió mi esposo.
-Pues le dije que por atrás lo tenía nuevecito y que ni tú lo habías tocado.
Trastabillando, se me acercó, apretó y sobó deliciosamente mis nalgas y preguntó:
-¿Te gustaría sentir la verga aquí adentro?
-¡Hijo de la chingada!, se fue sobre lo nuevo, gritó mi esposo.
-¡Ya carajo!, ¡Si me sigues interrumpiendo ya no digo nada!, exploté.
Tras el silencio y la incertidumbre de mi marido, continué:
Me recargó en esa pared, mientras me besaba el cuello y las orejas, desabrochó mi vestido que resbaló al suelo, luego quitó mi sostén, por unos minutos chupo y mordió mis senos y los parados pezones, me tenía ardiendo y ansiosa, se hincó frente a mí, acariciando mi coño notó lo mojado de mi tanga y de repente, rompiendo mis calzones contempló mi delineada y bien rasurada panocha y dijo:
-Una vez te espié en el baño, pero tenías una enorme mata de vellos que no dejaban ver bien esta rica panochita.
Me separó las piernas y hundió su cara entre mis muslos, comenzó a darme tremendas mamadas y a jalar mi endurecido clítoris con sus labios entre mis plácidos -Ayyy-, -Ohhh-, -Ayyy-, -Ohhh-. Cuando se levantó, su boca estaba embarrada con saliva y con abundantes líquidos que me originó, luego me alejó un par de pasos de la pared me volteó, con mis brazos completamente extendidos, mis manos quedaron recargadas en la pared, mis chiches colgando y mi trasero bien prado y a su disposición, primero separó mis piernas, luego las nalgas y sentí que su lengua lamía y picoteaba dilatando el novato ano, apuntó su verga en la entrada, al primer empujón, con mi lastimero -Ahhhhhhhhh-, entró la dura y rica cabeza, sentí que me desgarraba pero el dolor era menor a las ganas de estar traspasada, con lo que ávida y ganosa empecé a mover mi trasero al sentir un par de nalgadas y cómo me iba entrando una tranca gorda y larga en el culo, por debajo veía las enormes bolas como se bamboleaban al acercarse a mi ardiente rajada, me hizo echar la cara hacia atrás, abrir la boca y exclamar un fuerte -Uuuuuuuuuuuuggggggggggggg-, al dar un fuerte empujón, con lo que lo enterró su verga hasta el fondo diciendo:
¡Pinche primita!, ¡Eres tan puta que ya te lo engulliste toda!
¡Sí!, ¡Sí!, ¡Síguele!, ¡Dame más!
Me tomó de las caderas y dando enérgicas embestidas me sacó un plácido –Huuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyyyy-, al provocar un dulce y delicioso orgasmo, con lo que de mi rajada empezaron a caer hasta el suelo grandes gotas de mis jugos, con los tallones de verga en cada sacada y metida me hacia gemir de dicha, me tenía vibrante y enloquecida, de repente se zafó, me levantó un poco más las nalgas y empezó a hundirlo suave y placenteramente por mi coño, entre mis ricos -Ohhhh-, -Uhhhh-, Ahhhh-, -Huuyy-, ya teniéndolo hasta el fondo, tuve otra rica y suculenta corrida con pausados y sentidos –Papi, Papiiiiiiiiiiiii, Papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiitttttttttoooooooooooooooooo-. Cuando se percató que me aflojaba, dijo:
-¡Piche puta!, ¡Ya te vaciaste dos veces y yo ni madres!, ¡Para llenarte de leche te quiero acostadita!
Me llevó como corderito hasta la recámara, ahora la que trastabillaba era yo, al caminar no podía juntar mis piernas, estaba bien abocardada, me sentó en la orilla de la cama y en ese momento me percaté del monumental y estupendo pito que me había comido por ambos agujeros y que estaba frente a mí cara.
Mi esposo estaba pasmado y absorto, con un gran bulto bajo su bragueta y solo dijo:
-¿Y luego?
La tuya es grande, pero la de Blas la supera ¡en todo!, y no quise desaprovechar la oportunidad.
-¡Ajá!, ¿Y qué hiciste?
Pues me la llevé a la boca, apenas entraba pero pude darle unas buenas y excelentes mamadas, hasta que dijo:
-Hay primita, con lo puta que eres, que bueno que no te cabe en los oídos, si no, hasta por ahí lo quisieras.
Solté la deliciosa verga para reírme, de lo que se valió para ponerme boca abajo a lo largo de la cama, recargó su cuerpo sobre mi espalda y me volvió a perforar el culo, para mi dicha, tuve otro rico y satisfactorio orgasmo, él empezaba a vibrar de lo caliente que estaba, por lo que exigí:
-¡Por adelante!, ¡Mételo adelante!, ¡Dale verga a mi coñito!
-¿La putita lo quiere de nuevo en su panocha?
-¡Sí!, ¡Sí!, ¡La puta quiere tu verga en su coño!, gemí suplicante.
Me volteó, encogió mis piernas y acomodó su pito en el ansioso acceso, con un movimiento, cayó sobre mí hundiendo hasta el fondo la deliciosa verga y me comenzó a cabalgar entre mis ¡que rico!, ¡Así, así, dame más!, ¡que sabroso me coges!, ¡Así, apretando mis chiches, clamó:
-¡Ya no aguanto!, ¡Me vengo, me vengo!
Contraje mi coño, oprimiendo la fabulosa verga y apreciando más fuertes los rozones, en el momento que exhalé un fuerte y profundo –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-, -asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-, sentí que inundaba mi interior, un borbollón de ardiente y cálido néctar, la rociada no cesaba, notaba la presión de los chorros de leche escupir hasta el fondo de mi coño.
Minutos después sin que percibiera ya su borrachera, se vistió y dejándome completamente desfallecida sobre la cama con mi rajada emanando una gran cantidad de semen, dijo:
-¡Cuantas veces quiera mi putita verga, nada más me avisa!
Al concluir la narración de mi experiencia, noté que me había puesto temblorosa, caliente y bien cachonda, mi calzón ya estaba empapado con mis jugos y mi cuerpo ansioso de sentir otra buena cogida, mi esposo impávido solo se me quedó viendo, al ver que no había otra reacción de su parte me levanté para ir a la cocina, al pasar frente a él, me jaló, caí boca abajo sobre sus piernas como niña a punto de ser castigada, rápidamente alzó la amplia falda y me bajó los calzones, pensando que me iba a nalguear, quise enderezarme pero no me dejó, una de sus manos me empujaba la cabeza hacia el asiento del sillón y con la otra, de improviso, enterró un dedo en mi culo moviéndolo tenuemente, mientras que yo gemía asustada ¡No, no!, ¡Que haces!, ¡No!, ¡Por favor!, ¡No!, él dijo:
-¡Con que mi mujercita se volvió toda una puta!
El dolor que me provocaba, poco a poco se esfumó, los lastimeros gemidos se tornaron de placer en -Ahhh, Huuu, Ohhh-,
sin sacar el dedo de mi trasero, me dejó de rodillas en el suelo con mi pecho en el sillón, noté que se hincaba tras de mí y escuché el ruido de su cremallera al bajar, separó mis nalgas y su endurecida verga presionó mi pequeño agujero, con un fuerte empujón, la hundió hasta la mitad, entre mis lamentaciones de -Ahhh-, -Ahhh-, -Ayyy, -Ahhh-, -Ayyy-, -Ohhh-, -Ayyy-, algunas lágrimas salieron de mis ojos, pero ya amoldada al espesor de su verga la empecé a disfrutar, cuando la enterró en su totalidad, yo ya estaba completamente excitada y ganosa, siguió tallando fuertemente hasta que me provocó un delicioso orgasmo con un –Ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm-, sacó su verga y sin mover mi posición, la clavó en mi enardecida pepita de un solo golpe, con el meneo de mi trasero y mis contracciones vaginales, me la estaba comiendo y disfrutando deliciosamente, con lo que tuve otro plácido y rico orgasmo exclamando:
-¡Así cariño, así!, ¡Síguele dando!, ¡Así, así!, ¡Más, más, maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!, después de unos segundos, se zafó y exclamó:
-¡Le voy a dar mi crema por el culo a la puta de mi mujer!
-¡Es que…!
No pude decir más, intempestivamente me perforó el cicirisco, lo acepté gustosa, sus furiosas arremetidas me enloquecían y de mi babeante coño emanaban grandes gotas de mis jugos, otro buen orgasmo me hizo estremecer y suplicar:
-¡Rómpelo!, ¡Mételo todo!, ¡Sigue cogiendo!, ¡Sigue dándome tu verga!
-¿Le gusta a la putita el pito por el culo?, preguntó.
-¡Me encaaaaaaaaaaaaaaaaaanta!, respondí.
Continuó tallando por unos minutos, hasta que lo impetuoso y caliente de sus mocos inundó mi hoyo posterior, luego se levantó y admirando mi flácido y agitado cuerpo con los hinchados y ensanchados orificios escurriendo el néctar procesado, burlonamente dijo:
-¡Pues Blas no la tiene tan ancha, con lo apretado que estaba el culo, parece que yo se lo inauguré a la puta de mi esposa!
-Amor, la verdad es que…
-¡Ya, ya!, ¡Pendeja!, mejor dime que tu deseo era coger y sentirlo por atrás.
-¡Bueno, sí!, pero lo de Blas…
¡A que la chingada!, lo de mi primo lo inventaste por caliente, ganosa y puta, el día que no pasé la noche aquí, fue porque me tocó cuidar a Blas en el hospital, tenía 5 días por congestión alcohólica y apenas salió ayer, así que él no pudo reventarte el culo, además yo sentí como te lo destrocé por primera vez. Con lo caliente, zorra y piruja que te has vuelto, no dudo que después andes ofreciendo las nalgas por ahí, pero te anticipo, solamente yo puedo decidir con quién coges.
-¿Me vas a convertir en una cualquiera?, pregunté admirada.
-¡Si por ti fuera, traerías una verga enterrada todo el día!, ¿O no?
-¡Bueno!, ¡Sí me gusta coger, pero no es para tanto!
-¿Pero si quieres coger con otros?, inquirió.
-A veces, pero…
-Pues ya está, el primero que sea Blas, para que no andes inventando pendejadas y que realmente se llenen tus hoyos.
-Si tú quieres, pero nada más Blas.
-¡Vas a dejarte con quién yo diga!, ¡Hasta se me hace que te puedes echar dos al mismo tiempo!
-¿Con dos?

Ese día verdaderamente me cogió Blas (que sí la tiene mejor que mi esposo) y espero ansiosa lo que mi esposo traiga, pero me encuentro ávida por hacer un trío.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:59) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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