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Presencié la desvirgada de mi prima

Relato enviado por : charly_bo el 04/06/2012. Lecturas: 66551

etiquetas relato Presencié la desvirgada de mi prima   Primera vez .
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Resumen
...“Hay primita, te falta despertar por lo visto. Mira, como te habrás dado cuenta nosotras no tenemos manguerita ahí abajo, tenemos un sapito. ¿Y sabes para qué sirve?”.-Me dijo.
-“Claro, por ahí hacemos pipi las niñas”.-Le respondí.
-“Si, pero sirve también para otra cosa”.- Alegó.
-“No se prima, a ver cuéntame, ya me has hecho dar curiosidad”.-Le supliqué.
-“Está bien. Mira, nosotras tenemos sapito para que los hombres metan su pipi ahí, ¿Entiendes?...



Relato
Vivíamos en una población con mi hermano mayor y mi mamá; mi padre nos había abandonado hace mucho tiempo. Mi mamá era enfermera y trabajaba en el pequeño hospital del pueblo. Para entonces yo tenía 2 años menos que mi hermano mayor.
Un día escuché hablando a mi madre con mi tía, su hermana, acerca de un empleo que le ofrecieron en la ciudad y que había aceptado; me emocionó mucho la idea de ir a conocer la ciudad, pero mis ilusiones se desmoronaron cuando mi madre nos dijo a mi hermano y a mí que nos iba a dejar con la tía Fátima.
Mi hermano no dijo nada, pero yo, llorando le dije que quería ir con ella. Mi madre me abrazó y me consoló diciéndome que ella se iba sola primero, que al cabo de un año cuando se instale bien, volvería por nosotros para que estudiemos en la ciudad.
No me terminaba de resignar, cuando llegó el día en que mi madre nos dejó. Fue una despedida muy triste.
Bien, como comenté tenía mi hermano mayor, Rodrigo, nos llevábamos bien, pero a veces peleábamos. Mi tía Fátima era muy buena. Lo que no mencioné es que tenía dos hijos, mis primos, Eliana y Martín. Cabe mencionar que con ellos y mi hermano hicimos un grupo de juego y diversión que prometía mucho.
Como eran aún las vacaciones todos los días jugábamos todo tipo de juegos. A veces Martín y mi hermano se iban a la cancha y con Eliana nos quedábamos jugando juegos de niñas. Otras veces cuando ellos estaban jugábamos entre todos a las escondidas y cosas así.
La estábamos pasando bien, Eliana y yo ayudábamos a la tía Fátima con los quehaceres y la armonía no faltaba en la casa. Mi mamá nos llamaba seguido y le decíamos que la extrañábamos y ella nos decía lo mismo.
Un día cuando estábamos con Eliana ella me confesó que le gustaba un chico de la casa vecina que yo conocía y me preguntó mi opinión; a eso le dije que estaba nomás bien y nos reímos.
Entonces ella me dijo que me diría un secreto pero que le jure que no le diría a nadie; obviamente le dije que sí por la curiosidad. Fue entonces que me dijo que ese chico, que se llamaba Miguel llegaba todas las tardes de jugar futbol y se bañaba al aire libre en la parte trasera de su casa, y que Eliana tenía un lugar desde donde lo veía sin que él se de cuenta.
A eso me dijo que si quería irlo a ver yo más. A un principio me dio vergüenza, pero la curiosidad de la edad me ganó y le dije que sí, que vayamos a espiarlo.
Esa misma tarde me llevó por detrás de su casa, donde había un montecito, me mostró un árbol y me hizo trepar muy despacito, nos acomodamos, estuvimos como 15 minutos y cuando ya me aburría y me disponía a bajar, apareció él, con una toalla en su cintura y de ahí para arriba, desnudo, con un bañador, jaboncillo y shampoo.
Eliana me dijo que no me moviera y me quede en silencio, Miguel acercó unos baldes de agua a su alrededor y de pronto se sacó la toalla quedando desnudo por completo. La vista que teníamos lo mostraba de perfil, veíamos la mitad de su trasero, pero se notaba su pene colgando.
Me impresioné mucho pero me gustaba verlo y más me gustaba ver como se pasaba el jaboncillo por sus partes.
De pronto, noté que de tanto tocarse su pene, se le empezó a poner duro hasta que lo tenía parado, eso era algo nuevo para mí y más aún ver como se lo empezó a frotar de arriba abajo con su mano.
Miré a Eliana y ella estaba hipnotizada contemplándolo. De pronto pude ver en su mirada, placer, gozo y se vio bien claro el momento en que disparó con su pene un líquido blanco que fue a dar al piso de su patio. Se echó mucha agua más para terminar de bañarse, se puso la toalla y se entró a su casa.
Recién cuando vimos que se entró nos bajamos del árbol y nos retiramos con Eliana.
Yo no sabía qué decir, no comprendía lo que había visto, pero menos comprendía porque había sentido un “cosquilleo” en lo bajo de mi vientre.
-“¿Qué te pareció?”.-Me dijo Eliana.
-“La verdad, me gustó, está guapo”.-Le respondí.
-“Le viste bien su pajarito”.-Me volvió a decir.
-“Si, pero de pajarito, se volvió en pajarote. ¿Viste cómo le creció?”.-Le contesté.
-“Casi siempre lo hace. Eso es hacerse la paja. Todos los hombres lo hacen desde que se les para”.-Me dijo con naturalidad Eliana.
-“¿Enserio?, ¿tú crees que Martín y Rodrigo se hacen eso también?”.-Le pregunté.
-“De tu hermano, no se. Pero el mío es pajerísimo, siempre que se baña se lo hace y a veces en la noche en su cama, cree que yo no me doy cuenta”.-Me dijo.
-“Oye, ¿y sentirán rico?, ¿para qué se hacen eso?”.-Le dije con curiosidad, ya que se notaba que Eliana todo sabía.
-“Obviamente, sienten como cuando nos culéan. ¿Sabes qué es eso no ve?”.-Me dijo sorprendiéndome.
-“No prima, ¿qué es eso de culean?”.- Le dije sorprendida.
-“Hay primita, te falta despertar por lo visto. Mira, como te habrás dado cuenta nosotras no tenemos manguerita ahí abajo, tenemos un sapito. ¿Y sabes para qué sirve?”.-Me dijo.
-“Claro, por ahí hacemos pipi las niñas”.-Le respondí.
-“Si, pero sirve también para otra cosa”.- Alegó.
-“No se prima, a ver cuéntame, ya me has hecho dar curiosidad”.-Le supliqué.
-“Está bien. Mira, nosotras tenemos sapito para que los hombres metan su pipi ahí, ¿Entiendes?. Es como donde ellos lo guardan”.-Me empezó a contar de lo más natural.
-“Pero, ¿por qué hacen eso?. No entiendo”.-Le dije en tono de asombro.
-“Eso es culear, dicen que se siente riquísimo, que tanto nosotras como ellos lo disfrutamos. Que también se le dice hacer el amor. Todas las que tienen cortejo lo hacen con ellos”.-Me siguió diciendo.
-“Pero, ¿no duele?, además cuando te meten el pene al sapito, ¿lo tienen que tener grande como lo tenía Miguel cuando se hizo eso de la paja?”.-Le interrogué de nuevo.
-“Claro que si, si lo tienen chiquitito y blando no te hacen sentir rico”.-Me dijo con naturalidad.
-“Oye y nosotras ya podemos hacernos culear con un chico”.-Le dije con algo de inocencia aún.
-“Mmmm, no se tú, pero para poder, te tiene que haber bajado la regla. A mí ya me bajó hace como dos meses. ¿Y a ti?”.-Me dijo.
Yo si sabía lo que era la regla, mi mamá me había estado preparando para cuando me venga por primera vez, sin embargo no me había mencionado nada de lo de estar con hombres.
-“Aún no, pero creo que pronto me bajará”.-Le respondí.
-“Seguro que sí prima, porque tetas ya tienes, igual que yo”.
En eso se levantó la blusa y me mostró el par de senos que ya le estaban creciendo, en eso yo me toqué los míos, y aunque estaban pequeños todavía ya se dejaban notar.
Después de esa charla con mi prima, me asaltaron las interrogantes. Me entró una curiosidad enorme de ver como se “pajeaba” mi primo Martín, de manera que se volvió mi obsesión y fui planeando la forma de verlo en el baño.
De a poco fui estudiando el bañero que teníamos en la casa y pude ver, donde hacerle un hueco que no se notara. Así que me puse manos a la obra y logré abrirlo. Era perfecto y estaba segura que no lo notaría.
Esa tarde no pude espiar a Martín porque mi tía nos puso a ayudarla a Eliana y a mí. Pero al día siguiente cuando regresó con mi hermano de jugar futbol, me acomodé en el lugar y me puse a observarlo.
Al principio noté que se estaba bañando con el calzoncillo puesto, debo confesar que casi me pongo a rezar para que se lo quite. Hasta que de pronto, no se lo sacó, pero se lo hizo a un lado, liberando su pene a medio pararse. No tardó nada en hacérselo parar del todo y comenzó a hacerse la paja. Una vez más sentí esas cosquillas en mi bajo vientre al verlo hacer eso y de pronto ver, cómo chisgueteaba ese líquido que salió disparado de su pene.
Yo me quedé de nuevo hipnotizada, porque la vista era de poquísima distancia comparada con la que le vimos al vecino.
No me pude mover ni cuando Martín se salió del bañero, ni cuando mi hermano se metió también a bañar en él. Debo contar que también vi desnudo a mi hermano, pero él no se hizo la paja como Martín.
Cuando terminó mi hermano y se fue, recién me moví de mi lugar me fui a mi cama y me asaltaron las dudas.
Me empezó a interesar el asunto, quería saber cómo se sentiría que te metan sus penes agrandados y duros en el sapito. Me lo miraba y me preguntaba si el mío era capaz de soportar un pene así de crecido.
En esa etapa de dudas y “despertares” me vino la primera regla, poco después de cumplir los doce años.
Eliana me dijo que ahora sí estaba lista y que era cuestión de elegir con quien. También me dijo que tenga cuidado, porque de esa forma se embarazan las mujeres, que ese líquido lechoso que votan los hombres de sus penes, te embarazaba y terminabas teniendo un hijo.
En fin, con mi prima ya nos enteramos de lo mínimo. Me di cuenta que estaba empezando a ver con deseo a Martín, que se me estaba “antojando” ser desvirgada por él y hacerme culiar por primera vez.
Estaba dispuesta a hacerlo, aunque me daba miedo. Eliana me dijo que lo iba a hacer su cortejo al vecino Miguel y que con él iba a culear. A mí me quería hacer arreglar con su amigo de él, pero no me gustaba.
Un día llegó Eliana diciéndome que ya era corteja oficial de Miguel y que cualquier día de esos le iba a dejar que la culee, porque él ya se lo había pedido.
Desde ese día perseguía a mi prima sin que se de cuenta cuando iba a encontrarse con Miguel ahí en el montecito de a lado de la casa. Me ponía a buena distancia, pero que se notaba todo y los espiaba. Me volví experta en espiar sin hacerme ver.
Pude ver cómo primero se besaban en la boca por largo rato. Luego veía que Miguel metía sus manos bajo la blusa o polera de Eliana y le acariciaba los senos; notaba que a ella le gustaba que le haga eso.
Veía como ella le agarraba por encima del pantalón su pene, que de seguro lo tenía duro.
La primera vez solo llegaron a eso. La siguiente, Miguel le subió la polera, le desabrochó el sostén y le dejó al descubierto los senos, ahí se los chupó y vi como mi prima se retorcía.
Esa vez también, solo llegaron hasta ahí. Me excitaba mucho ver eso, sentía que la excitación me vencía. Necesitaba que un chico me haga lo mismo, pero no encontraba quien. Pensaba tontamente en meterme en secreto con Miguel y pedirle que no le diga nada a Eliana, pero sería descabellado; venía de nuevo la imagen de mi primo y me daban deseos de hacerme hacer mujer con él. En fin, era tortuoso.
Al día siguiente, mi tía me mandó a hacer unas diligencias, y al regresar, para mi desgracia, vi que Eliana no estaba, de seguro ya se había ido a ver con Miguel. Sin pensarlo corrí al montecito y no los encontré. Empecé a buscarlos sin hacer ruido, hasta que escuché voces, viniendo de un pozo donde a veces nos bañábamos.
-“Es la primera vez que un hombre me ve desnuda”.-Decía Eliana.
-“Y vaya que eres una hembrota ya. Tienes todo bueno”.-Le contestaba Miguel.
-“Tú también eres un machote”.-Dijo Eliana de nuevo.
Ahí no escuché más y me acerqué lentamente.
Vi, como Eliana estaba sin nada de la cintura para arriba, pero con calzón, debajo de Miguel que estaba solo en calzoncillo. Al parecer ya había decidido hacerse culear con él.
Miguel le empezó a besar el cuello, luego a chupar sus senos, y ella lo disfrutaba.
De un rato a otro, sin oponer ella resistencia, Miguel le bajó el calzón y quedó al aire su sapito con pocos pelitos aún, ahí vi como él también se bajaba el calzoncillo y liberaba su enorme pene. De verdad lo tenía muy grande y me venían dudas sobre si podría entrar todo en el sapito de mi prima.
-“Por favor despacito, más que dolor, quiero sentir rico”.-Le dijo Eliana.
-“Seguro mi vida. Abre bien las piernas y relájate”.-Le contestó colocando la punta en la entrada del sapo de Eliana.
Ahí me sentí tan excitada que tuve la necesidad de acariciarme la entrepierna, pues como que el cosquilleo estaba más intenso. Noté como se mojaba mi sapo.
En ese momento, Miguel arrodillado delante de mi prima que abrió bien las piernas, colocó su pene duro en el sapito de ella y empezó a empujar lentamente, primero Eliana hizo gesto de dolor, pero le pidió que siga, hasta que para mi sorpresa, entró todito.
Ahí vi, como Miguel empezaba a sacar y meter su pene del sapo de Eliana, pude notar como ambos lo disfrutaban. Se veía que lo gozaban y yo me moría de ganas de sentirlo también.
Se vio que mi prima tuvo sus primeros orgasmos y de seguro Miguel, votó toda su leche dentro del sapo de Eliana, así como votaba en el piso de su patio cuando se pajeaba.
Cuando terminaron, Miguel se separó y se acostó a lado de Eliana.
-“Pucha que me llenaste de leche”.-Dijo ella con una sonrisa.
-“Mi amor, estuvo riquísimo. Espero que no te haya dolido mucho”.-Contestó él.
-“No mi vida, un poquito al principio pero luego solo fue rico”.-Dijo Eliana.
-“Auch, te saqué sangre, mira”.-Dijo Miguel luego de tocarse el pene.
-“No importa, eso es señal de que me hiciste mujer”.-Dijo ella y lo empezó a besar.
De ahí se metieron en la poza y aproveché para irme. No lo podía creer, había presenciado la desvirgada de mi prima y tenía yo, el sapo mojado del deseo de sentir lo mismo.
Me fui decidida a hacerlo, no importaba si era mi primo, Miguel o mi mismo hermano, si como lo leen, estaba loca del deseo y pues para qué negarme, con algo de ignorancia respecto a barreras sociales y normas sobre meterse con familiares cercanos. Solo me importaba sentir un hombre como había sentido Eliana.

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Por eso dedica 30 segundos a valorar Presencié la desvirgada de mi prima. charly_bo te lo agradecerá.


Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 19:49) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

rigo119955 (11 de November de 2012 a las 05:01) dice: yo te pedo ayudar tengo 17 anios ??


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