Tecnología de punta

A pesar de conocerlo de años, Tomas aun no podía decir si su amigo era un genio, un loco o un pervertido. Cuando lo conoció en la universidad, Sergio era uno de los más galanes de la facultad y nunca le faltaban mujeres para sus aventuras sexuales, pero después, el sexo se volvió su obsesión, aunque no como todos hubieran imaginado... no.

Sergio era una de las mayores mentes científicas de la actualidad, por lo que muchos veían su trabajo, la creación de “Mecanismos Auxiliares de la Sexualidad” como un desperdicio de talento. Su trabajo iba más allá de los vibradores, vaginas de goma o muñecas. El había experimentado con controles de ondas cerebrales para potenciar el orgasmo, preservativos en aerosol y otros tantos experimentos increíblemente bizarros, por eso, cuando lo llamo con expresión excitada, diciéndole que había culminado con uno de sus mayores proyectos, Tomas no sabía exactamente a cual se refería; presa de la curiosidad, acudió al taller apenas salió de su trabajo.
-El señor Herrera no está, pero dijo que usted vendría. Si quiere pude pasar al taller a esperarlo.
La mujer que le abrió la puerta lo dejo sin aliento: era imposible decir que era realmente lo más atractivo de ella, pues su cuerpo, la cara, la voz... todo era perfecto. No pudo evitar pensar que, si era la asistente de Sergio en sus “pruebas de campo”, el hombre no se la pasaría nada aburrido.

Entro al lugar, que estaba sembrado de todo tipo de aparatos, cada uno más impresionante que el anterior: penes que entraban en erección al tocarlos, vaginas artificiales que generaban un calor similar al del cuerpo humano, y... ¿Sería posible?

Tomas tomo el aparato en sus manos, más parecido a un control remoto que otra cosa. El mismo solo tenía tres teclas. Una de encendido/apagado, y dos flechas, que decían someramente “libido +” y “libido -“. Tomas se quedo frio. En algún momento, Sergio le comento de la posibilidad de afectar el deseo sexual a distancia, por medio de ultrasonido, según él, un aparato como ese haría que cualquier hombre o mujer cayera rendido a los pies del usuario. Tomas pensó por un segundo que era imposible, pero... si fuese cierto.

Apunto el control a la joven y oprimió el botón de “libido +”. Súbitamente, la muchacha levanto la mirada y le guiño el ojo coquetamente. No era nada extraordinario, pero considerando que ignoraba el nombre de la chica.

Tomas se armo de valor, y sin más volvió a apuntar el aparato, dejando el botón presionado. La mujer levanto la mirada y se lamio los labios lentamente, camino hacia el con pasos sensuales. En un solo movimiento, levanto la cabeza dejando caer el cabello hacia atrás, mientras que tomándose la blusa, la abrió violentamente, haciendo que los botones salieran disparados por el tirón.

El control se le deslizo de los dedos casi de forma automática.

No hubo palabras o alguna otra indicación. La mujer lo tomo de la nuca, pegando sus senos, aun prisioneros del sostén, al pecho de él, le beso los labios apasionadamente, deslizando su lengua dentro de su boca. Tomas no era un hombre tímido, pero esa reacción lo dejo completamente pasmado. Apoyo las manos en la pared, mientras ella lo empujaba violentamente. Las manos de la chica fueron a los botones de la camisa y los desabrocho con autentica desesperación. Tomas respiraba violentamente, sin poder concebir ese cambio tan violento. Por un lado, era una fantasía echa realidad, pero por otro, ignoraba que tanto “control” tendría el sistema. No descartaba que, cuando la mujer saliera del trance, posiblemente se encontraría bastante disgustada. ¿Era posible equiparar esto a una violación?

Alcanzo a ver de reojo el control, aun en el suelo. Con la presión del cuerpo de la chica, simplemente era imposible agacharse a alcanzarlo. Trato de pensar como llegar hasta él, pero el sonido del cierre de su pantalón al abrirse lo saco de toda reflexión. A pesar de la tremenda excitación, la mujer se movía con una seguridad asombrosa, tomo su miembro con delicadeza, pero firmemente, empezó a estimularlo con calma.
-Por Dios- pensó Tomas -¿Cómo puede uno concentrase así?
Lo cierto es que, nervioso y asustado como estaba, su cuerpo respondió al estimulo y en ese momento específicamente, era algo que no le estaba gustando.

El próximo movimiento fue definitivo: abrazándolo con fuerza, le beso los labios, y fue girando su cuerpo hacia abajo, ayudándolo a recostarse. El estaba sinceramente resistiéndose, pero la mujer estaba tan excitada que ello le daba una fuerza notable. Aun en el suelo, ladeo la cabeza ligeramente, alcanzando a ver el control. Estiro la mano, pero aunque cerca, no lo estaba lo suficiente.

Con la vista clavada en el aparato, no se percato cuando ella simplemente hizo a un lado el puente de la panty y, apenas alzando la falda, deslizo el mismo dentro de ella con facilidad. Las sensaciones no pudieron ser más encontradas. Por un lado, el placer recorrió su cuerpo, sintiendo la tibia piel de ella pegada a su cuerpo. Por otro lado, solo una idea cruzo por su cabeza... “Ya me llevo la...”.

Aprovechando los violentos movimientos de la joven, Tomas se las fue arreglando para que en cada rebote, pudiera recorrer su cuerpo un poco, de modo que el control estaba cada vez más cerca. Desafortunadamente, sintió como las manos de la joven lo tomaban de las muñecas y, sin aviso, las llevaron a sus pechos.
-Apriétalos por favor, así... así.
Tomas reacciono mecánicamente y cuando se dio cuenta, ella apretaba sus palmas contra los senos. Simplemente no había más que hacer.
-Ya estoy cerca, pero quiero que acabemos juntos, por favor- susurro ella en un tono muy sensual.
A pesar del nerviosismo, el se sentía estimulado y también sentía un orgasmo muy próximo.
-No, si termino dentro, y ella no se está cuidando... me lleva, me lleva.

Al sentir venir el clímax, hizo un último intento de retirarla. Pero como única respuesta, ella se abrazo fuertemente a él. A pesar de todo, fue uno de los orgasmos más violentos que hubiera sentido, pero todas las precauciones en su cabeza no le permitieron disfrutarlo.

El cuerpo de la chica se estremeció y en medio de alaridos, tuvo un orgasmo, que no había duda, fue muy intenso. Tomas vio la oportunidad y, estirando el cuerpo, alcanzo el control. Lo apunto hacia la joven y pensando aun en que explicación le iba a dar -ninguna de ellas creíble- apretó el botón de apagado.

La muchacha se quedo súbitamente rígida, y cayo secamente al lado de Tomas, todos los miembros desarticulados. Casi de manera instantánea, se enfrió violentamente. Con un sincero pánico, Tomas se la quito de encima, asustado al ver sus brazos y cabeza colgando como... una muñeca.

Recuperándose a duras penas de la sorpresa, Tomas no tuvo más que admitir que, efectivamente, Sergio había completado una de sus obras maestras.