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Un gran regalo...

Relato enviado por : narrador el 04/12/2013. Lecturas: 6567

etiquetas relato Un gran regalo...   Confesiones .
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Resumen

Un gran regalo...

 

Durante mí despedida de soltera, varias de mis más intimas amigas, decidieron hacerme una que otra travesura. Entre todas me regalaron una que otra prenda intima, además de un extravagante dildo, de medidas increíbles.




Relato

Yo al ver su descomunal medida, pensé que ni loca llegaría ni tan siquiera a pensar en usarlo. Ya que era algo verdaderamente grande, y descomunal. Tanto que cuando mi esposo una vez que ya nos habíamos casado lo llegó a ver, me dijo. Definitivamente quien te regaló eso, debe pensar que debes estar sumamente desesperada, como para llegar a usarlo. Bueno finalmente le pusimos un viejo sombreo encima y lo dejamos como parte de la decoración de nuestra habitación. 

 

Como a los seis meses de casada, mi esposo que es militar, fue asignado al medio oriente, específicamente lo ubicaron en Kabul, desde luego sin posibilidad alguna que yo lo volviera a ver durante los próximos doce meses. Bueno al principio tanto a él como a mí nos afectó mucho, aunque yo me había hecho el firme propósito de jamás serle infiel, durante el primer mes, no le voy a negar que la idea me rondó por la cabeza un sin número de veces.

 

Pero gracias a Dios y a la tecnología, y como mi esposo se encuentra a cargo de las telecomunicaciones, prácticamente a diario, por medio del internet, nos comunicábamos a diario. Pero ya al mes a pesar de lo mucho que nos amamos, comenzábamos a sentirnos aburridos, por lo que no fue hasta que a mi esposo se le ocurrió pedirme que por favor me quitase algo de ropa frente a la cámara de la computadora, para él poder verme.

 

Desde luego que yo acepté de inmediato, y durante varios días hable con él, quitándome la blusa y quedándome  estando en sostén, hasta que un día, se me ocurrió sorprenderlo colocando la computadora y la cámara en nuestra habitación, para una vez que hicimos la conexión, yo que me encontraba cubierta con una manta, me la quité para quedar completamente desnuda ante la cámara, para que mi esposo me pudiera ver. 

 

Edward se sorprendió mucho al verme así, y durante toda esa conexión estuvimos hablando de las muchas cosas que juntos  haríamos los dos, una vez que él regresara de Kabul. Durante las siguientes conversaciones entre nosotros, yo siempre estuve desnuda, pero a pedido de mi esposo comencé acariciar mis senos, y posteriormente mi vulva, pasándome los dedos suavemente, una y otra vez, hasta que mientras escuchaba sus palabras diciéndome lo que pensaba hacerme a su regreso, yo continuaba introduciéndome los dedos dentro de mi mojado coño. Hasta que un día, mientras conversábamos, y yo ansiosamente enterraba mis dedos dentro de mi coño, al mismo tiempo que le mostraba mis nalgas. Mi esposo de momento me preguntó si esa cosa bajo aquel viejo sombrero, que se encontraba sobre el gavetero de la cama, era lo que mis amigas me habían regalado, en mi despedida de soltera.

 

Yo al principio, ni idea tenía de lo que él me estaba hablando, pero al darme cuenta de que se trataba, desde luego que le dije que sí. Fue cuando Edward me pidió, que lo agarrase, así que sacando mi mano derecha de mi vulva, estiré mi brazo y fácilmente alcancé, aquel regalo que me hicieron mis amigas. Ya al tenerlo en mis manos y después de que le quité el viejo sombrero que le habíamos puesto encima, me le quedé viendo de arriba abajo.            

 

De inmediato asombrada le pregunté ¿Tú no querrás que trate de introducirme esto?, ni loca que estuviera, además creo que me reventaría toda por dentro si trato de hacerlo. De inmediato Edward me dijo. No es que quiera que te lo metas todo, tan solo quiero ver cómo te tocas el coño con eso. Así que por favor, compláceme, y juega con eso un rato para que yo te vea. Lo cierto es que su manera de pedírmelo, bastó para que yo me decidiera a complacerlo.

 

Por lo que sentándome sobre la cama con mis piernas bien abiertas, después de que entré al baño y lo lavé para quitarle el polvo acumulado sobre eso, tomándolo con ambas manos, comencé a pasar lo que sería la inmensa cabezota, por sobre mi coño. Lentamente, y ligeramente presionándolo contra mi cuerpo, cuando a medida que yo estaba haciendo eso, me di cuenta que con relativa facilidad, yo misma me iba introduciendo el monstruoso dildo ese, dentro de mi vagina.   

 

En cierto momento cuando ya tenía casi la totalidad de ese inmenso glande de latex color carne, dentro de mi coño, pensé en retirarlo. Pero de inmediato escuché la vos de mi esposo, por las bocinas de sonido de la computadora, pidiéndome qué continuara, y al levantar la vista en el monitor de la computadora vi su rostro extremadamente atento a todo lo que yo hacía, sin dejar de parar de decirme. Sigue a ver cuánto te cabe. Creo que no me quedó más remedio que el continuar presionando el dildo contra mi coño, y sintiendo como a medida que yo seguí presionándolo contra mi cuerpo, se iba abriendo paso dentro de mi vagina. Hasta que llegué a un punto en que, me había entrado mucho más de la mitad, y entendí que ya no me podía entrar más.  

 

De inmediato comencé a sacarlo, y apenas sentí que ese tremendo glande, que ya estaba a punto de aparecer, me provocó súbitamente volvérmelo a enterrar muy adentro de mí. Por lo que frente a la cámara nuevamente sujetando con ambas manos ese tremendo dildo, lo volví a enterrar lentamente y por completo dentro de mi coño. Al  mismo tiempo que en el monitor podía observar, la gran cara de asombro que ponía mi esposo. Así lo seguí haciendo una y otra vez, y cada vez con mayor rapidez.

 

Sin dejar de gemir por el intenso, y profundo placer, que el estar haciendo eso producía en mí. Escuchando a Edward, repetir de manera apasionada, decirme. Sigue, dale, mi amor que tú puedes. Esa tarde frente a la computadora, actué como una verdadera loca, al disfrutar de una serie de múltiples orgasmos, como nunca antes los había disfrutado, y quedando tan y tan agotada, que finalmente, quedé recostada sobre nuestra cama, con mis piernas bien abiertas, sin sacar de mi cuerpo esa enorme cosa, y mi coño chorreando profusamente.

 

Cuando vine volviendo a tener las fuerzas suficientes, la conexión ya se había caído, luego me dijo mi esposo, que él mismo la tumbó, ya que apenas me recosté, entró a su puesto uno de sus compañeros. Así que tremendamente súper satisfecha, extraje ese enorme dildo, de mi coño. Sin tener la menor idea de cómo pude introducírmelo casi todo. Posteriormente y hablando con mi ginecóloga, ella me comentó que las paredes de mi vagina eran bien elásticas, razón por lo que lejos de dolerme, o hacerme daño. Me produjo ese inmenso placer y satisfacción.

 

Claro que en la siguiente conexión que realicé con mi esposo, él me explico porque había tumbado la conexión, y yo la razón por la cual pude enterrarme por completo semejante dildo dentro de mi coño. Fue cuando Edward, me propuso por aquello de que no fuera a ser que alguien entrase al puesto y me llegase a ver, disfrutando de semejante cosa, y para él no tener que estar dando explicaciones, que desde ese momento en adelante, me cubriese el rostro con alguna exótica mascara. Así si alguno de sus compañeros llega a verme, no podría reconocerme.  

 

La verdad es que tras escucharlo decirme eso, todo lo que me pidió me pareció de lo más razonable. Es más les confieso que en ciertos momentos, después de que mi esposo me dijo, que alguien más aparte de él me podía llegar a ver. Aunque nunca se lo he dicho a Edward, en ocasiones me imaginó, o sueño despierta, que alguno de sus compañeros de armas de mi esposo, se quedaban boquiabiertos al observarme introduciéndome ese enorme dildo frente a la cámara, cosa que hasta ahora nunca ha sucedido, gracias a Dios.

 

Así que prácticamente una o dos veces en semana, yo frente a la cámara, para que mi esposo me viera, me introducía el regalo que me hicieron mis amigas. En Ocasiones lo ponía en posición vertical, y doblando mis rodillas, me lo iba introduciendo por completo, frente a mi esposo. Además posteriormente en un sex shop, y a pedido de Edward adquirí otro de esos juguetes, no tan grandes, ni gruesos, como el que me regalaron mis amigas.

 

La idea que en cierto momento se me ocurrió, para sorprender a mi esposo fue comenzar también a introducirme, pero por mi apretado culito, alguno de esos los juguetes. Y en efecto para Edward fue una agradable sorpresa el ver como uno de esos dildos me los tragaba por mi culo, y por mi coño, una y otra vez.

 

Bueno ya falta menos tiempo para que mi esposo regrese de Kabul, y la verdad es que lo espero con ansiedad, para aparte de que hagamos muchas de las cosas que me ha prometido, vea en vivo, y a todo color como disfruto de todos mis grandes juguetes. 

 

 


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Comentarios enviados para este relato
IsaLizy (7 de December de 2013 a las 09:58) dice: Por supuesto que a mí me gusta INTRODUCIRME cositas, pero narrador, no repitas tanto esa palabra o cualquier otra.

katebrown (18 de October de 2022 a las 21:50) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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