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Un momento de profesionalismo infiel.

Relato enviado por : Anonymous el 05/06/2006. Lecturas: 4530

etiquetas relato Un momento de profesionalismo infiel. .
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Resumen
“Una de las tantas noches que Pedro me viene a buscar a la salida de la Farmacia, justo a la hora del cierre, recibimos una llamada telefónica de un huesped del hotel de al lado, solicitando si le podíamos enviar un medicamento y dar un inyectable.”




Relato
Muchas veces me he preguntado, cuánto tiempo tendré que pasar así. Somos un matrimonio de 32 años de casados él 55 (Pedro) yo 54 años. Tenemos tres hijos todos ellos mayores de 20 años. Con Pedro siempre nos hemos llevado muy bien, aunque en el terreno sexual las cosas han tenido bastantes altibajos. Al principio mi marido era una tormenta de energía y vitalidad, llegando a tener juntos no menos de 3 orgasmos por noche...y eso que no soy poli orgásmica. Es evidente que él era muy bueno en la cama, a pesar que yo no lo dejaba hacer todas las cosas que a él se le imaginaba. Por razones de salud, desde hace algún tiempo Pedro ha querido tener relaciones normales pero no ha podido. La inflamación de su próstata ha sido la causa de mi insatisfacción y la de él, ya que le inhibe llegar a tener un orgasmo en situación de normalidad. Pedro me ha confesado que cuando se masturba, no le sucede eso, aunque reconoce que tarda mucho más que antes en eyacular. Él dice que luego que yo le expreso mis ganas de tener relaciones, se angustia porque se sabe menos capaz que antes y quiere satisfacerme de otras formas, que si bien me excitan, no llegan a completar el éxtasis que sentía antes.
Por mi parte no tengo ningún problema en ponerme loca de excitación en cuanto me empieza a acariciar y a besar, especialmente en las partes íntimas; pero siento que me está faltando algo que sería la frutilla arriba de la torta.
Soy la dueña de una farmacia y dos por tres debo a hacer entregas de medicamentos a domicilio. Pedro es profesor de la Universidad.
Hasta acá relaté las actuales condiciones en la que me encuentro.
Lo que les contaré es absolutamente verídico y me sucedió por ser tan confiada, tan honesta e inocente a la vez y por sobre todas las cosas, por ser mujer algo insatisfecha sexualmente..
Una de las tantas noches que Pedro me viene a buscar a la salida de la Farmacia, justo a la hora del cierre, recibimos una llamada telefónica de un huesped del hotel de al lado, solicitando si le podíamos enviar un medicamento y dar un inyectable.
Normalmente los inyectable se dan en la propia Farmacia y lo da el auxiliar en enfermería que ya se había ido y que es mi empleado, pero como estábamos por cerrar, me ofrecí para alcanzarle el medicamento y darle yo la inyección en su habitación, se lo propuse y me contestó textualmente “Si se anima, yo no tengo problemas, al contrario, las mujeres dan mejores inyecciones que los hombres, y especialmente en mi caso”. Me dijo que se llamaba Juan, y que estaba en la habitación 812, o sea octavo piso habitación 12.
Rápidamente preparé todo y le pedí a mi esposo que me esperara en el auto, que enseguida bajaba.
Mientras él me esperaba cómodamente en el auto escuchando música, yo iba en el ascensor hacia el octavo piso. Al llegar siento cierta inseguridad porque es la primera vez que daba un inyectable a un hombre fuera de la farmacia y a solas, por lo que me empecé a inquietar, por si se pudiera propasar. Traté de sacar esos pensamientos de mi cabeza, ya que era un caso seguro, estando dentro de un hotel que quedaba al lado de mi Farmacia y la persona era plenamente identificable por el personal del hotel, por lo que no me debía preocupar.

Arribé a la Nº 12 y golpeé tres veces. Me respondió una voz gruesa de hombre joven,: “puede entrar, la puerta está abierta, luego ciérrela con el cierre, por favor”
Hice lo que me pidió y me dirigí hacia él. En ese momento cuando lo veo de cerca, observo que era mucho más joven que lo que aparentaba por teléfono. Según en conocimiento del desarrollo corporal de mis hijos, no debería tener más de 16 años. Fue cuando le pregunté, si el inyectable era intra muscular, sub cutáneo o intravenoso, para escoger la jeringa indicada, y me contesta que es sub cutánea, ya que el lugar en donde debía inyectarle era en el nacimiento del pene, el que debía estar absolutamente fláccido para que hiciera más efecto y doliera menos.
En realidad, yo nunca había dado un inyectable ahí, y menos en sin haberme advertido cuando me llamó a la farmacia. Ahí recordé sus palabra, si me animaba él no tendría problemas y más si era una mujer. Cuando caí en lo que quiso decir me di cuenta que este chico de 16 años era más avispado que muchos o por lo menos que mis hijos a esa edad.
Traté de concentrarme y volviendo al tema le pedí que se preparara mientras yo aprontaba todo.
Cuando me doy vuelta con tos pronto para inyectarle, veo con admiración, pudor y un poco de excitación que Juan tenía una tremenda erección, razón por la cual debíamos posponerla. Le pregunté si quería que me fuera de la habitación para que el se sintiera más tranquilo y pudiera bajar su erección, me contestó que de ninguna manera. Que normalmente no le pasaba eso, que su excitación se debía a que era la primera vez que una señora tan guapa como yo le iría a inyectar en ese lugar tan íntimo y en mi opinión sobrecogedor (en todo sentido). Agregó que le sería imposible bajar su excitación si no eyaculaba y que iría al baño. Se dirigió a él, cerró la puerta y supongo que se estaría masturbando. Al rato sale con una erección mayor diciéndome que era imposible eyacular, que no lo fuera a tomar a mal, pero que él me pagaría más por ayudarlo a eyacular. Al principio me opuse terminantemente, que se creía que yo era una puta. Fue ahí cuando Juan me contesta, que su enfermedad consistía en disfunción circulatoria en su pene y que el inyectable era para regular las erecciones y/o la flaccidez, que se trataba de un tratamiento a largo plazo; y que su madre muchas veces le ha ayudado a eyacular y él estaba acostumbrado a eso y era por este motivo es que se había atrevido proponérmelo.
Al cabo de esta explicación, mi concha estaba absolutamente empapada y mi libido estaba a cien, ya que además toda esta conversación se daba con él delante de mí absolutamente desnudo y con una erección que ahora sí la podía medir imaginariamente de no menos de 30 cms.
El tiempo pasaba y mi esposo me esperaba abajo, yo ya tenía todo pronto y me tenía que ir. Por lo que resuelvo ser expeditiva y aceptar su ofrecimiento en la medida que él se tapara su cara con una toalla.
Juan aceptó inmediatamente, trajo una toalla y se tapó toda la cabeza, sentándose en el sofá y estirando sus piernas, quedando semi horizontal,
Me acerqué a él y lo empiezo a pajear lentamente con mis ojos cerrados para no excitarme. No eyaculaba nunca, cuando me dice, cuando pasa esto mi madre me chupa la pija y ahí termina todo. Probé hacerlo con mucha delicadeza, ya que el tamaño era bastante más grande que mi boca y mucho mas grande que la de mi marido. Igualmente sucedió que estaba muy lejos de eyacular y su erección era cada vez más imponente.
Yo ya excitada, con toda mi concha empapada. Traté de mantenerme como una verdadera profesional de la medicina que hacía todo esto por la salud de Juan. Habrían pasado no se, creo que 10 minutos, una eternidad cuando me dice que probáramos otra cosa. Me propuso penetrarme y si no eyaculaba enseguida, me pagaría igual y que fuera lo que Dios quisiera. Sus palabras me enternecieron tanto que me compadecí de él. Era evidente que su erección no era síntoma de placer. Fue cuando me entró una sensación de desafío, de ver hasta qué punto toda mi experiencia en el terreno sexual me podía ayudar para solucionar este problema, que por otra parte ya me estaba llevando 20 minutos y mi esposo me esperaba abajo.
Acepté su pedido y me senté sobre él, cuando siento que exhala con un dejo de placer, y comprobando que eso sí le haría bien. Me excité tanto por ello, ya que me aceptara como mujer y la forma que lo estaba haciendo, moviendo mi cadera en forma circular y abajo y arriba, que por otra parte hacía ya casi 3 años no tenía ese placer.
La penetración fue completa, o mejor dicho casi completa, ya que su tamaño era impresionante u superaba mi capacidad de atraparlo todo. No obstante sentí un temblor generalizado desde la cabeza a mis pies, al verme penetrada por semejante aparato cálido y duro como una roca. Las penetraciones se hacían cada vez más continuadas y profundas, por lo que no pude aguantar más y llegué a mi primer orgasmo con facilidad, mientras él si bien se lo notaba totalmente motivado y excitado, aún no había eyaculado.
En pleno momento de satisfacción y en cierto modo de sensación de dependencia de él, ya que era el único hombre que me estaba haciendo pasar muy bien como mujer que soy, desde hace mucho tiempo atrás.
Juan se dio cuenta del dominio que estaba ejerciendo sobre mí y sin perder el tiempo me pidió que se levantara y con un movimiento de cadera imperceptible casi, hacia delante, le dejara penetrarme por el culo. Yo no le repsondí y él tomó la iniciativa y lo hizo con una gran habilidad penetrándome completamente por detrás. En ese instante, llegué a mi segundo orgasmo; mientras él con absoluto dominio de la situación, seguía bombeando a fondo sin eyacular.
Luego me pidió que le lavara su pene y se lo mamara, para poderme eyacular en mis pechos. Cosa que hice con una rapidez tal que se sorprendió, atrapándole su glande y muy especialmente la cabeza, con mis labios y mi lengua, la que se movía activamente sobre su frenillo.
Fue en ese momento que siento que su pija empezó a latir con una intensidad que era fácilmente perceptible a los ojos de cualquiera. Por eso con más intensidad comencé a succionarlos, de tal forma de exprimir absolutamente todo cuanto saliera de ese tremendo aparato; cosa que hice sin desmayo y sorpresas. Fue ahí que me avisó que retirara mi boca que iría a eyacular y yo me hice la que no oí, seguí chupándosela activamente hasta el momento que empezó a eyacular a chorros, los que me pegaban en el fondo de mi garganta, que por la experiencia que tenía fue todo mío; llegando todos sus líquidos a mi estómago, no sin antes saborearlo como un manjar; ha estas alturas esta vez formalizando mi tercer orgasmo en 50 minutos..
Recién así pude ver cómo su pija se fue achicando hasta dar con un tamaño normal de reposo, lo que me permitió proceder a aplicarle el inyectable.
Me agradeció infinitamente mientras yo estaba saboreando los restos de esperma entre mis, me dijo que era una diosa y que dentro de muy poco me llamará de nuevo para la segunda dosis.
Luego me despedí, no sin antes decirme que si podía venir otro día a aplicarle la inyección, a lo que le contesté que con mucho gusto pero sin mi esposo esperándome.
Cuando bajé, Pedro me preguntó qué había pasado que me había demorado tanto, ocurriéndome decirle que al inyectarlo se había desmayado, por lo que tuve mucho tiempo dedicada a la tarea de volverlo en sí para luego proceder a lo que había ido. Me dijo si me había pagado y le respondí que no porque me pagará al otro día cuando fuera a darle la segunda dosis.

catarata@yahoo.com.ar

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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