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Una de esas tardes con mi masajista

Relato enviado por : JuliusCaesar06 el 13/07/2008. Lecturas: 3388

etiquetas relato Una de esas tardes con mi masajista .
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Resumen
Como pasamos una tarde de tantas de placer con mi incomparable terapeuta, Ricky


Relato
Pasa el tiempo y las sesiones con mi masajista se han transformado en incendios dificiles de apagar. En verdad, ya no son mas sesiones. Son encuentros para tener un sexo ardiente, intenso, libre, apasionado y sin absolutamente ninguna restricción. Me confieso abiertamente un fanático de mi terapeuta a quien sigo llamando asi para que nadie crea que es otro, pero es mi mismo Ricky, el que me desarma por completo cuando me toma para sí, el que derrite cualquier defensa u obstáculo para el placer, el que se me ofrece con amor y generosidad y el que me posee con una pasión indescriptible. Hay momentos en que pareciera que nos vamos a fundir uno en el otro, ya sea cuando me penetra o cuando nos devoramos hambrientos nuestros penes. Sus manos se transforman en una extensión de mi cuerpo cuando me lo explora y mi interior conoce cada caricia de la que es capaz cada uno de sus dedos, su mano entera , su lengua, su adorable verga, sus huevos y toda su piel. Suele suceder que no comencemos con una ida a la camilla y la siguiente excitación mutua hasta entregarnos. A veces comienza más afectuosamente pero inevitablemente termina con ese frenesí erótico que ocupa mis pensamientos a cada instante, extrañándolo cuando se demora. Me gusta a veces llegar a su casa, donde siempre nos encontramos, y encontrarlo con esa sonrisa cálida y enternecedora. Apenas cierra la puerta me abraza con ambos brazos alrededor de mi cuello y me va besando debajo de mis orejas, me recorre con la puntita de la lengua su borde, me cierra los ojos y me los besa, me roza los labios levemente no dejándome que se los atrape. Me respira suavemente sobre la piel del cuello haciendome cosquillear la excitación. Oprime sus caderas contra las mias haciendome sentir el contacto de su exquisito pene contra mi vientre y yo me restrego contra él para excitarlo y hacer que me desee más. Asi llegamos hasta su amplio sillon y él o yo nos sentamos mientras el otro se arrodilla frente a frente y lo hace cerrar los ojos para comenzar con el delicioso camino. Cuando me toca a mi llevarlo, me gusta mirarlo con su expresion tan tierna y sus ojos cerrados. Se los beso y paso mi lengua por sus parpados y los recorro hacia sus mejillas y sus orejas, pero ahora juego con mi lengua dentro de ellas porque siento instantaneamente la presión de su entrepierna contra mis nalgas cuando me hace sentar en su falda. Su cuerpo se contonea para acomodarse mejor y hacerme sentir el anticipo de la gloria. Cuando por fin llego a sus labios, ya los tiene entreabiertos, y su respiración fresca se va tornando más agitada. Me dijo que le gustan mis besos y yo se los doy generosamente. Recorro sus labios con los mios, haciendo que se aferren unos a otros hasta sentir que separa sus dientes y deja asomar su lengua. Alli comienza el verdadero reto al autocontrol, para no abalanzarme sobre él desesperadamente. Me deja la lengua relajada, sin endurecerla y se la lamo, y chupo como si fuese un caramelo. El me deja hacerlo sin actuar. A medida que aumenta mi fuego, voy buscando ir más adentro de su boca y poniendo mi lengua en punta, busco por debajo de la suya para sentir como segrega cada vez más saliva que juntos bebemos como elixir. Presionandolo asi bajo su lengua voy haciendo que el también vaya moviendo sus armas y son sus manos las que empiezan a acariciar mi cuello, mi espalda, mis caderas, acomodándolas para hacerme sentir y él mismo sentir mi cuerpo. Me acaricia los muslos por fuera y por dentro, llegando a mi pene con sus caricias o deteniéndose donde sabe esta mi hendidura con su hoyito glotón. En algún instante, sus manos o las mías comienzan a despojar de su ropa al amante y se van descubriendo sus perfumadas axilas, que no tardo en besar ya que están impecablemente depiladas. El descubre mi torso y se entretiene acariciando el vello, jugando con mis pezones que parecen piedritas por lo duros que se ponen. Voy besando su pecho, mordisqueándolo a veces, y nos separamos por unos instantes para desprenderle al otro su pantalón. Nos restregamos uno contra el otro mientras nos los quitamos y dejamos para el final sacarnos nuestra última prenda ya que nos vamos al gabinete a la colchoneta. Hasta alli llegamos entrelazados y deteniéndonos a cada paso para tocarnos por encima y por debajo de nuestros boxers, que muestran sus bultos insolentemente. Ambos conocemos ya bastante nuestros cuerpos y nuestras reacciones ante cada estímulo, por eso Ricky me lleva virtualmente ensartado en sus dedos lubricados generosamente, y hasta me hace caminar en puntas de pies. Yo voy tomado de su adorada verga, Tratando de mantenerla lo más dura posible, acariciándole su capullo y deslizándole la piel suavemente para descubrirlo y taparlo alternativamente. Cuando Ricky me da un poco de espacio, lo refriego contra mi rajita buscando que aunque sea me penetre unos centímetros. Casi nunca me deja hacerlo sino que levanta su pene para que se apoye en mi espalda y pasa su mano por delante de mi pene y la hunde entre mis piernas buscando llegar a mi agujerito que, resignado a no poder tener el premio mayor se entrega entusiastamente a los juguetones dedos ofreciéndoseles para que jueguen a las escondidas en su interior. Excitados y ansiosos llegamos a nuestra colchoneta de amantes y nos dejamos caer entrelazados con piernas, brazos, bocas, sexo y solo nos aseguramos que este cerca el imprescindible frasco de gel lubricante. Forma parte de nuestras vidas ya que sin el no podríamos hacer ni una parte de lo que disfrutamos en nuestros encuentros. Me gusta recostarlo a Ricky boca arriba y pedirle que se quede quieto. El sabe cuanto me gusta su grueso y venoso pene en mi boca. No es tan largo como para provocar ahogos, aunque llega bastante profundo en mi garganta, pero su grosor me hace sentir la plenitud del sexo oral y tengo adoración por el. Entonces lo abrazo por las nalgas, haciéndole levantar las caderas y me dedico a besar a todo lo largo y todo alrededor de su tronco con sus venas bien marcadas que hacen sentir el palpitar en mi lengua. Tomo su capullo como si fuera un biberón y lo succiono haciendolo entrar y salir hasta que se pone tan duro que se queda adentro. Ese es el momento para apretar con mis brazos fuertemente las caderas de mi dulce masajista y hacer que su exquisito pene se pierda dentro de mi boca y llegue a mi garganta. Sacandolo apenas para respirar normalmente, giro y muevo mi cabeza para que toda su divina pija roce contra mi lengua, mis mejillas, mi garganta y mis labios se apoyen bien contra la base del tronco no dejando ni el más minimo resquicio afuera, es decir, devorarme literalmente ese irreemplazable totem de carne. Sentir que Ricky contrae sus nalgas para ir más adentro me vuelve loco de placer y doy rienda suelta a todos los gemidos, murmullos, sorbidas y grititos de placer hasta que siento que mi amante arquea su espalda y comienza con el incomparable gemido previo a su orgasmo que enloquece mis sentidos. Ahi juego todo y para dar unos milimetros mas a su amada verga saco mi lengua y la apoyo sobre sus huevos moviendola despaciosamente. Asi siento como los chorros de semen agridulce y caliente del dueño de mi cuerpo y de mi sexo pasan por su conducto y se esparcen por mi boca y mi garganta. Espero entonces sosteniendo a mi amante aferrado hasta que su pene comienza a relajarse y se lo voy succionando y jugando con el en mi interior hasta que queda blandito. Le quito hasta la ultima gota de sus jugos y de su semen. Alli los dejo para compartirlos en el prolongado beso con el que nos ponemos a reposar unos minutos antes de seguir entregandonos a nuestra pasión.
No nos hace falta ni hablar. Conociéndo cada reacción del otro, sabemos cuando es el momento oportuno para reanudar el juego. Si comenzamos por mi agujerito, le toca que lo mame. Si su verga fue la homenajeada, es mi hoyito el que comienza a reclamar. Habitualmente nos quedamos abrazados durante veinte o más minutos, dejándonos adormecer con nuestros cuerpos muy juntos. Habitualmente el coloca su pene entre mis nalgas, blandito y yo se lo oprimo ligeramente para sostenerlo en mi rajita. Cuando pega su vientre contra mi cola y yo empujo hacia el, queda en posicion para seguir jugando una vez que tome nuevas fuerzas. Aprovechamos para acariciarnos y lo hacemos con inmenso cariño y sensualidad. Cuando él desliza sus manos hacia mi entrepierna yo le acaricio sus brazos y le separo los muslos para que tome lo que el desee. Siempre lubricados, me va acariciando el bajo vientre, me frota el pene suavemente, descubriendo mi capullo y esparciendo sus jugos. Con mucho cuidado me hace pequeños masajitos circulares en el ojito de mi verga que suelta más y más lubricante. Hunde sus manos por debajo de mi escroto y me toma los huevos y el pene dentro de sus manos y me frota. para ese entonces ambos estamos sintiendo nuevamente el fuego abrasador y sus movimientos son más intensos. Siento endurecerse su adorada polla entre mis nalgas y me refriego contra ella. Sus manos me buscan más y más adentro y yo le respondo abriéndole generosamente mis muslos y acomodando mis caderas para que sosteniendo su henchida verga contra mi cola el pueda juguetear con sus dedos alrededor y dentro de mi hoyito. Su trabajo es artesanal y me enloquece. Son momentos en que pierdo todo control sobre mi mismo y me retuerzo, le ruego que me haga suyo, que me penetre, que se meta entero dentro de mi, gimo como una perra en celo, le pido más y más, me vuelvo insaciable. El lleva sus dedos magistralmente para abrir mi puertita trasera un poquito más cada vez, entonces mete primero un dedo de cada mano y hace una suave fuerza hacia afuera, enganchando por dentro mi esfínter, y siento como el aire exterior penetra y refresca mi ano. Sigue luego con dos dedos de igual modo y ya me tiene practicamente con la dilatación adecuada. Mete dos o tres o cuatro dedos y los gira cuidando de no forzarme ni lastimarme. Esa delicadeza suya para poseerme es algo que valoro enormemente en Ricky. Sigue jugando con sus manos, abriendome las nalgas y tomando su verga me la apoya en mi rajita para hacerme sentir su calor. Inevitablemente llego al límite de mi aguante. Llego al punto en que creo que el corazón se me va a detener por el deseo y le pido, le ruego, le gimoteo que por favor me penetre. No siempre se conmueve rápido y a veces sigue con penetraciones de sus manos más profundas en mi ano, acariciándome el interior de mi esfinter y mi recto. Pero tarde o temprano sabe que no aguanto mucho más, no el orgasmo sino la locura del deseo y si estamos en esa posición de cucharita me sienta y se acomoda debajo mío. Asi, me hace levantar mi colita y con una mano acomoda el capullo de su adorada verga en la entrada de mi ojetito que se desespera y me empieza a hacer bajar lentamente para que toda su gruesa espada se vaya clavando implacablemente dentro de mi. No puedo expresar las oleadas de amor, de deseo, de pasion, de ansiedad y de lujuria que me recorren de punta a punta. Cada nervio de mi agujerito esta en vibrante tensión sintiendo como se va deslizando la hermosa cabeza, con su borde bien resaltado, rozando las paredes de mi ano en su recorrido hacia mis entrañas. Siento cuando ese reborde llega al fin del ano y pasa con una especie de chasquido que me hace vibrar. Sin detenerse, voy sintiendo que mis entrañas van dejando paso al grosor del amado invasor y el tronco me hace sentir el relive de sus venas en la sensible piel de mi anito. Cuando esta por llegar a la raiz, Ricky me hace un golpecito final y hace entrar su pene dentro mío hasta el fondo. Mis visceras abrazan todo el cuerpo y la cabeza de su deliciosa polla y la excitan para que haga su juego de entrar y salir. Generalmente en este momento deseo estar mirando su cara y para eso me doy vuelta, perfectamente ensartado, sintiendo como si fuera una rueda sobre su eje. Entonces él me comienza a acariciar mi pene y a mover sus caderas buscando una mejor penetración y un mejor contacto interior. Yo acaricio todo su cuerpo y lucho para no acostarme sobre él para besarlo porque eso provocaría perder algun centimetro de su deliciosa pija de dentro mio. Entonces el levanta sus rodillas flexionándolas y da movimiento a sus caderas, permitiendome acercar mi cuerpo al suyo sin dejar de tenerla toda, íntegra dentro mío. Cuesta mucho jugar mucho tiempo con los niveles de ardor que nos poseen y mientras él comienza a agitarse y a hacer más pronunciados y voluptuosos sus movimientos de cadera yo comienzo a gemir, otra vez en mi desesperación por sentirlo cuando me llena mi colita de su leche cálida. No quisiera que alguien me escuchara porque diría que soy la perra más reventada, tal mis reclamos por más penetración, más dilatación, más verga, más macho dentro de mi colita. Tomo sus nalgas con mis manos y empujo con fuerza para que me ensarte bien a fondo y comienzo a sentir como me va llenando mi anito con su lechita exquisita. Yo también estoy a punto de estallar y a Ricky le gusta este instante porque el tiene su verga aun dura, empapada de mis fluidos anales y de su semen y yo tengo mi polla ardiendo, con el capullo afuera goteando su lubricante, estimulada por el roce interno de la verga de mi amante y por el roce externo de sus manos. Sin dejarnos perder ni un segundo, nos ponemos en sesenta y nueve y recogemos una pierna para dar apoyo a la cabeza del otro y nos tomamos fuertemente de las nalgas para hundir nuestras vergas en nuestras bocas. Mi lechita, ya casi hirviendo y urgida por salir, se vuelca en la boca de Ricky que la exprime con una mano mientras con la otra me sigue penetrando mi colita. Yo le limpio su verga pasandole la lengua y bebiendo cada gota de los jugos mezclados con semen que trae de mis entrañas. Asi nos quedamos hasta que nuestros cuerpos se aquietan aunque nuestras mentes ya van pensando que nueva fuente de placer podemos buscar en nosotros. Siempre, de regalo, nos preparamos para separarnos besando nuestros cuerpos. Yo se que le causa gran placer que bese sus nalgas y su cola, penetrándola delicadamente con mi lengua. El sabe que cualquier cosa que me haga me vuelve igualmente loco de placer asi que da rienda suelta a su creatividad besando mi ano o acariciándolo suavemente con pequeñas penetraciones de sus dedos, lamiendo mis huevos o jugueteando con mi polla en su boca. Inevitablemente llega el momento de separarnos y nos vamos apartando sin ganas pero afortunadamente felices de haber podido tenernos y poseernos el uno al otro con ese grado de pasión. Con el pensamento puesto en la proxima ocasion, nos ayudamos a vestirnos, nos acariciamos un poco más, nos besamos y nos acercamos a la odiosa puerta que al abrirse me llevará lejos de todo ese inigualable placer. Adivino una cierta melancolía en sus ojos. Quizás el querria que me quedara y pasara la noche con él pero hay ciertas apariencias que quiero conservar y también, es muy cierto, no quisiera que abusar de tanta felicidad terminara por convertirla en rutina. Pronto nos veremos nuevamente con algunas ideas que ya van bullendo en mi mente.

Nota: Estos relatos con mi masajista son fruto de mi fantasía, pero es una fantasía que aun no me atrevo a hacer realidad, por falta de decisión, por falta de ocasión o porque nunca fui seducido por un hombre gay que lograra derribar esa ultima barrera y que tuviera las características de mi amante Ricky. Pero creanmé que al escribirlo lo imagino vividamente y siento el deseo arder en mi bajo vientre. Me gustaria recibir comentarios de aquellos hombres y mujeres que pasan por la situación de indecisión ante los reclamos de su bisexualidad. Mi correo es auctoritas01@hotmail.com Mis más cordiales saludos a todos los lectores de este increible foro erótico.

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:26) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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