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Una historia verdadera 2ª parte

Relato enviado por : Anonymous el 25/01/2011. Lecturas: 4217

etiquetas relato Una historia verdadera 2ª parte   Amor filial .
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Resumen
Posterior a los gemelos, me enredé con un vecino, amigo de la familia


Relato
Una historia verdadera ( parte 2 )
La historia de mis hermanastros que ya conté, se entremezcla con otro personaje, un vecino amigo de mi padrastro y conocido de mi mamá que tenía su casa justo al frente. Este individuo, era aficionado a las revistas de monitos a pesar de sus treinta años. Mickey, Buggs Bunny, el Pato Donald, Tribilin, etc, eran sus preferidas y también las mías. Tenía un centenar de ellas y un día, de vuelta del kiosko donde las compraba, me lo encontré en el negocio de papá y me mostró las revistas nuevas. Le pedí una prestada y de inmediato me pasó la que yo quise. Después me la devuelves me dijo. Claro respondí. Aldo que era su nombre, vivía al frente con su mamá, una tía vieja y una hermana menor que iba al mismo colegio mío pero en distinto curso. No éramos grandes amigas pero conversábamos algunas veces y cuando comenzó a gustarme el sexo le comenté lo mucho que me atraía su hermano Aldo.
Estás loca me dijo, es muy mayor. Nos reímos ambas. Bueno, la revista fue leída por todos nosotros y pedí permiso para ir a devolverla, fui y Aldo me hizo pasar a buscar otra o las que quisiera, elegí tres y volví a casa. Lo encontré muy amable y buen mozo, me gustó más aún. Bien…, la rutina de ir y cambiar las revistas se repetía a diario y se hizo costumbre que fuera a su dormitorio a seleccionar tres revistas cada vez. Un día me senté en la cama como lo hacía siempre y él se sentó a mi lado para comentarme la gráfica de las ilustraciones, yo me sentí nerviosa. A ver, me dijo, muéstrame Tío Rico, coqueteando le contesté que no y el quiso quitármela, jugando por supuesto, me tiré encima de las revistas y el trató de arrebatármelas metiendo su mano debajo de mi pecho, pasó rozándome uno de mis pezones y sentí un escalofrío increíble, tomé su mano y la mantuve sobre mi pequeña mama, me di vuelta sin soltar su mano y, sin saber qué hacía, moví su mano sobre mi pecho provocando una caricia que él no buscaba. Saqué mi mano entonces y mi mama quedó bajo la suya.
Comenzó a acariciar lentamente provocándome un placer que no había sentido antes. Se detuvo y me dijo que me llevara las revistas. Muy confundida me fui. El estaba rojo y evitó mirarme a los ojos. Mañana me las devuelves me dijo y salió del dormitorio.
Quien sabe que pensó de mí, que vergüenza sentía reflexionando en casa, mientras los gemelos me disfrutaban siguiendo la rutina de siempre aunque, a veces me penetraban vaginalmente provocándome algún placer. Me imaginaba que era él quien estaba conmigo para gozar más. Quería que fuera él quien me tomara pero se veía difícil. Leí las revistas y con mucho temor partí después de dos días a devolverlas. Yo sabía que estaba porque lo vi pasar a las cuatro de la tarde. Al llegar, el corazón me latía aceleradamente porque no sabía como se iba a portar. Me saludó y me hizo pasar. La tía estaba durmiendo la siesta, la hermana había salido a casa de una compañera y su mamá andaba de compras en el centro, todo eso me lo explicó él una vez dentro del dormitorio. Me senté en la cama y él a mi lado, lo provoqué haciéndole cosquillas en sus rodillas y él siguió el juego empezando por mis axilas y buscando el roce con mis mamas, reaccioné rápido, poniéndome de espaldas para favorecer sus caricias que me deleitaban y me ponían caliente en forma increíble. El se tendió a mi lado sin dejar de acariciarme y me besó el cuello.
Yo me apegué a él y , sin darme cuenta, instintivamente, hacía movimientos pélvicos contra su pene que ya se mostraba como un buen bulto. Lo besé con besos de niña, no sabía besar y él me tomó las mejillas, apretó mi boca haciendo que se abriera y me besó largamente recorriendo mis labios y mi lengua una vez que me pidió que la sacara. Estaba tan caliente que solo deseaba que me chupara las mamas, que me acariciara la concha y que me hiciera lo que quisiera, pero él se lo tomaba con calma seguro que pensando que yo era una niñita de apenas trece recién cumplidos. No me ha llegado la regla le dije. Me miró y me besó, pasó sus manos debajo de la polera y lamió mis mamas, yo no hallaba qué hacer y deslicé las mías hacia su paquete y lo manoseé por encima del pantalón. Lo sentí durísimo. Traté de bajar su cierre, él se puso de espaldas y me ayudó. Bajé un poco su pantalón y metiendo mi mano por debajo del slip, tomé su pene que me pareció enorme. Sentí que algo tenía que hacer, lo agité un poco, salió del slip y sin pensarlo dos veces, lo besé muchas veces hasta que me lo metí en la boca y comencé a mamarlo. El me afirmaba la cabeza con una mano para que no fuera tan rápido seguramente y me recorría la vagina con la otra provocándome el delirio más grande que mujer alguna haya sentido.
Se sintió el ruido de un puerta al interior y él se desprendió de mí, arregló su ropa cambiándose a la cama del frente mientras yo me subía el calzón y arreglaba mi polera justo en el momento en que su mamá preguntaba si queríamos bebida para pasar el calor .y nosotros ojeábamos disimuladamente sendas revistas. Ella no se percató de nada y nada comentamos de lo acontecido, hasta que llegó la hora de irme. Lo miré a los ojos y le dije después vuelvo, sin saber si habría otra vez. Yo encontraba que había ido muy lejos. Me preguntó a que hora salía del colegio y que él tenia vacaciones en el trabajo. Quedó de irme a buscar si yo quería. Y así lo acordamos. .Yo tomaría un bus hasta un determinado lugar donde el me cargaría para ir a la playa a un roquerío muy hermoso No era común que la gente fuera a la playa en la época en que ocurrió todo así es que me imaginé cosas buenas.
En el colegio me hice la enferma para retirarme dos horas antes según lo acordado y se realizó el plan. En el auto ya me metía la mano entre las piernas y yo ponía la mía en su paquete, íbamos con todo y yo me sentía súper caliente y dispuesta a todo. Bajamos y nos escondimos entre una enormes rocas que nos protegían del viento y de la eventual mirada de los curiosos que afortunadamente no se veían por ninguna parte. Me tomó la cabeza y me dio un beso enorme. Quedé casi sofocada. Luego desabotonó mi blusa, metió sus manos por debajo y comenzó a acariciar como él sabía mis pequeños pechos que respondían con lujuria a su contacto. Yo llevé mis manos a su entrepierna y bajé su pantalón. Metí la mano debajo de su calzoncillo y él se lo bajó hasta los tobillos. Tomó mi cabeza y me hizo arrodillar quedando su pene frente a mi boca, supe que hacer. Me lo metí de un golpe en la boca y lo recorrí lentamente circundando su glande, raspando suavemente con mis dientes de niña su pene entrando y saliendo de mi boca. ¡Cuidado con morderme! recuerdo que me dijo. Yo no pensaba en eso solo quería que gozara más que nunca para que no me fuera a despreciar por otra.
Yo tenía que ser la mejor para él si es que tenía otra mujer. Mientras, me sobaba las crecientes tetas que recibían sus caricias excitándome hasta el éxtasis. Me hizo poner de pie y me sacó la falda del uiforme. Me había puesto un pequeño bikini rojo que no opuso dificultades para retirarlos tampoco. Me acarició la concha con uno de sus dedos y luego con toda su mano y comentó ¡que rica eres! Ya te están saliendo los pendejos me dijo,¿ has tenido la regla?, me preguntó, le dije no, aunque ya me había sucedido la semana anterior y estaba totalmente limpia desde dos días atrás. Déjame ver me dijo y tomándome de ambos brazos me subió a un roca que quedaba a la altura de su cabeza y me abrió las piernas quedando mi concha expuesta a su mirada. Me dio un poco de vergüenza pero cerré los ojos .Acercó sus labios a mi concha y le mandó un lenguazo que me estremeció luego con delicadeza y conocimiento me hizo gozar hasta que acabé con un largo gemido de placer. Me bajó, se puso de espaldas a la roca y me preguntó si quería seguir, le dije que haría todo lo que él quisiera. Me hizo poner mis brazos en su cuello, me levantó hasta la altura de su pene, lo abracé con mis piernas a la altura de los muslos y su pene quedó listo para penetrarme. Mientras tanto, me besaba el cuello, lo cual me enloquecía y yo buscaba su boca.
Tomó su miembro con la mano derecha lo puso contra mi concha y me dijo empuja. Comencé poco a poco a moverme hacia delante y atrás, ahora sí tenia un pedazo grande que se introducía a mi ritmo en mi vagina. El placer era inimaginable. Nada que ver con los gemelos que no me producían orgasmos con sus penetraciones. Esto era sexo con mayúsculas. El sujetaba mis glúteos con sus dos manos. Yo estaba pegada a él haciendo entrar y salir su pedazo duro como palo con movimientos en los cuales me ayudaba empujando y soltando mi trasero. Me hizo aumentar el ritmo mientras aceleraba su respiración y de repente con un quejido de placer se vació dentro de mí. Sentí el fuego de ese liquido caliente dentro de mí y se produjo un orgasmo interminable que me sacudió entera.
Yo quería más así es que seguí con un ritmo endemoniado, con fuerza que no sé de donde saqué por unos cuatro o cinco minutos haciéndolo acabar por segunda vez y provocando un segundo orgasmo que me dejó exhausta. Ya relajados comenzamos a vestirnos de nuevo, ambos satisfechos. Un hilillo de semen escapaba entre mis piernas lo cual solucioné con un trozo de papel higiénico que me facilitó. Me pidió que le limpiara el pene con la boca y lo hice sin ningún asco porque me había proporcionado los mejores momentos de mi incipiente vida. No puedo dejar de mencionar que me dijo que para él yo era la más rica mujer que había tenido y que mi pasión por el sexo le encantaba, que teníamos que seguir viéndonos en distintos escenarios y así fue.
Así, antes de los catorce tuve un amante real. No tenía miedo a quedar embarazada porque recién me había indispuesto y en el colegio me habían enseñado que el riesgo a la fecha era nulo Aldo nunca acababa dentro de mí en período fértil. Una vez lo quiso y se puso un condón, no me gustó. Se le terminaron las vacaciones, luego vino el verano y tuve con Aldo encuentros en su casa, donde seguí llegando con el pretexto de las revistas, ninguno tan espectacular como el de la playa pero más relajados. Aprendí a cabalgar sobre él y hacíamos el 69 como forma de precalentamiento. Nunca nos pillaron y lo de mis hermanastros siguió como una rutina pero no les permití acabar dentro de mí, desde que comencé a indisponerme porque ellos no tenían fecha ni respeto por ellas. Para satisfacerlos les permitía acabar en mi boca tragándome su semen.
Lástima que todo termina siendo una rutina.


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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:16) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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