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UNA JORNADA DE SEXO QUE CASI ACABA CON MI VIDA

Relato enviado por : Oscar Verica el 22/03/2011. Lecturas: 6352

etiquetas relato UNA JORNADA DE SEXO QUE CASI ACABA CON MI VIDA   Maduras .
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Resumen
Una de mis mejores experiencias fue una sesión de sexo que casi acaba con mi vida. Aún me recuerdo inerte sobre la cama y ella seguí acaricándome.
Cuando logro que por sexta vez tuviera una erección, sentí imposible que hubiese una más.
No lo había visto ni en las películas y no culpo a nadie que se niegue a creer.
Tenía la cara en sus pies y no me queria mover, o no me podía mover, pero con sus técnicas lograba de nuevo que alcanzara otro orgasmo, me senti verdaderamente exprimido por aquel tsunami de sexo.



Relato
Aquella señora estaba como quería, con una mirada penetrante, miraba con el seño un poco arrugado, se veía tan seria, tan formal, tan mandona, tan sexy.
Quiza cuarenta años, ojos negros, cejas altas, pestañas abundantes, de nariz respingada, labios gruesos y el inferior un poco más. A primera vista parecía una dama altanera.
Solía usar vestidos de seda y hablar poco con los practicantes que llenabamos el salón y obviamente la agoviabamos con muchas preguntas, de las más tontas, a veces.
La ví desde lejos y me gustó, sentí una extraña sensación de deseo y aún no me explico por qué.
Usaba un vestido estampado color beige y formas anguladas café oscuro, tenía un cinto grueso; el vestido llegaba a sus rodillas, poco escote y mangas cortas, llevaba un broche sobre su seno izquierdo de color dorado, unas zapatillas doradas y tenía las pantorrillas torneadas, exquisitas, sus pies se veían tan pulcros, delicadamente arreglados, ella tan formal.
Pensé en lo aburrida que sería su vida atendiendo jovenes como yo, respondiendo cientos de preguntas, cuales más estupidas: donde esta tal cosa, que hago ahora, con quien hablo, etc. Además ella se veía que no era de la profesión, simplemente tenía un trabajo administrativo, y; sin embargo, era la encargada de atendernos a todos. Dejé que todos mis compañeros de prácticas le hicieran las preguntas que quisieron, yo estaba sentado en una de las salitas a regular distancia, esperando que ella saliera de aquel ajetreo para poder hablarle con tranquilidad.
Cuando finalmente llegué ante ella, no pude menos que echarme a reir, no tenía nada inteligente que preguntarle, sería otra pregúnta estúpida y nada más.
Levantó una ceja y con mucha cortesía y firmeza parecía que me diria: "y usted que quiere". Pero no fue así, con voz lenta me pregunto de forma muy sensual y con un leve vaiven vertical de su cara, "y usted joven que desea"
Paré de reir, estupefacto, no diria una estupidez, piensa pronto Oscar.
Después de la breve pausa le dije: Mire yo la deseo a usted... y mucho, la he estado viendo toda la mañana desde allá y solo quería decírselo, perdone pero no me podía ir sin decirselo.
Esta vez ella levantó las dos cejas tan alto que parecía se le saldrían de la cara, lentamente movió la cara hacia los lados y al ver que estaba sola me dijo, mira muchacho guapo, todas las chicas de por aquí querrian salir contigo, por que vienes aquí y me dices eso a mí.
Porque es usted la que me interesa, es usted en quien he pensado en las últimas semanas, creo que es por eso, pero no hay otra razón.
Que vas a hacer al respecto, me preguntó.
Bueno quiero invitarla a salir hoy por la tarde.
¿Tienes coche? Sí, si tengo, uno viejito pero funciona bien y es muy cariñoso.
Ella sonrió, y se tapo la boca con una mano. Por momentos me sentía derrotado, pero cuando casi me daba la vuelta, me dijo: "Mira si de verdad me quieres invitar a salir, te espero el sábado a las diez de la mañana en la puerta. Esta puerta. Si hombre. ¿Cual otra?
No dije mas y me fuí, sintiéndome también idiota por la parte final de nuestra conversación, pero me sentía muy aliviado y alegre, me sentía triunfante, había logrado lo que veía casi inalcanzable.
En la mañana llegue pronto al lugar, eran las 9:30 se me había olvidado que el tráfico es como el 20% de lo normal, pensé que la esperaría, pero ella venía caminando sobre la calle, avance un poco y se subió al auto, nos dirigimos a un lugar que ella sugirió, me extraño que lo hiciera con tal precisión, nos tomamos dos cervezas y después de una charla superficial, pero entretenida, me dijo bien llevame donde quieres que vaya. Estabamos muy cerca del mejor motel de la ciudad, así que me dirigi al mimsmo. En cuanto entre el vehículo le di un beso, su boca estaba fresca, deliciosa y con saliva abundante, fue un beso muy largo y apasionado, nuestras lenguas recorrieron todos los rincones de nuestra boca y finalmente le mordi suavemente su labio inferior y le dije, este labio me tiene enfermo de amor. Ella estaba encantada, me confesó que no le gustaba su boca, que le parecia ajeno a la belleza tener un labio inferior más grande que el superior, yo le dije que no era así, que es lo más sexy que he visto.
Me desvistió con mucho cuidado, dando besitos suaves y tiernos sobre mi piel, casi no me tocaba, apenas podía sentir la textura de sus labios y su respiración cada vez que se acercaba, pero me besabo todo, me beso mis manos, mis brazos, mi pecho, mi estomago, cuello, espalda, no dejo ninguna parte sin darme un beso de aquella naturaleza, yo estaba parado y ella se sentó en la cama, me desabrochó el pantalon, y mi ropa interior con mucha calma, muchísima calma, yo no estaba ansioso, sino impresionado por aquel ritual, me estaba dejando llevar por la generosa autoridad de Lorena, o la Señora Lorena. No le pregunté si era casada, viuda, divorciada o soltera. Al cabo, nada de eso me interesaba, sólo queria sentirla, estar con ella.
Ya estaba desnudo, ella me seguía besando, me beso el palo, pero igual con besito suave en la punta, me besaba las piernas, las nalgas y todo mi cuerpo.
De pronto me percaté que ella estaba con ropa y me senté a la par suya, le dije que me volvían loco sus pantorrillas y le tome los pies uno por uno descalzándola.
Empece a sobar aquellas pantorrillas, que realmente me volvían loco, no podía creer que estaba ahí sobándolas con la mayor ternura que podía, de pronto las empece a lamer, estaba deliciosas, me daban muchas ganas de morderlas pero cuando le pase la lengua por las rodillas dio un suspiro enorme, ella ya se estaba desabrochando el brassiere, le besé sus pies, tenía tanta saliva en la boca como nunca, fuí subiendo por sus piernas y en el camino salte su calzón que le venía deslizando con las manos, hasta llegar a su parte más íntima, olía genial, olía a señora, a limpio pero a pusa, me quedé viendo hacia su panito, le salìa una deliciosa linea de carne y unos bellos como de dos centímetros le adornaban las orillas.
Los sentí en la nariz y en mis labios, antes de posar mi lengua humeda en aquel delicioso mollete.
La sostuve ahí, sin movimiento esperando que la humedad de mi lengua se trasladara a su cuca y de alguna manera pedía que aquellos liquidos se derramaran en mi boca.
Los labios vaginales perdieron su compostura y se fueron derritiendo al contacto con mi lengua, que fue penetrando entre ellos, era una sensación exquisita, sentía como aquella liga deslizante permitia que mi lengua se fuera a fondo, venían cantaros de miel; exacto como lo había imaginado. Intentaba que no escurrieran sobre mi barbilla pero no lo podía evitar, movia mi cabeza para introducir mi lengua lo mas hondo que pudiera y sacarla sobando una de las paredes vaginales, primeo la derecha, despues la izquierda hasta quedar como sanguijuela prendido de su delicioso clítoris.
Ya sentía sus pies en mis hombros, incapaz de hacer fuerza para despegarme de su deliciosa concha, más parecían halarme hacia ella. En tal posición, tambien se abultaba el delicioso volcan trasero de tierno cartílago, pidiendo un poco de cariño.
¡Válgame mujer! ¿Como haces para rasurarte de esa forma perfecta éste hoyito tan escondido?
Me comí ese mollete como media hora sin perder la atención del ojete menor, a quien también le propiné una mamada bestial, le hundía la lengua en el culo y la nariz en la concha, estaba lleno de liquidos, estaba en Disneylandia.
Despues de unas contracciones acompasadas, detenidas y experimentadas, un par de arqueos de espalda y un fuerte apretón de mis muñecas a la altura de sus senos, parecía que había tenido un intenso orgasmo.
Para mi sorpresa se incorporó inmediatamente, me acostó sobre la cama y se sentó sobre mí, fue una cabalgada de poesía, no era exagerada en sus movimientos, era una cabalgada de "high tech", con armonía, con ritmo y con pasión. Se dejaba caer suavemente pero firme, parecía que podía sentir con su vagina cada milímetro de carne que le entraba, parecía que tuviese un escaner y que disfrutara cada una de las venas que tengo en la verga.
Yo podía sentir todo su interior, los tramos lisos y los rugosos en aquel delicioso tunel de carne, también podía sentir el tope que se estiraba hacia atras para dejar que afuera mis huevos asentaran en su nido.
Las contracciones de su vientre eran también perfectas, no apretaba mucho porque no quería hacerlo, solo lo suficiente para que nuestras partes genitales percibieran su entorno y disfrutaran de aquella sensación de brisa, hallándose atascadas hasta el fondo.
Mi mente estaba tratando de procesar todas las sensaciones, cuando de pronto se interrumpieron, ella sintió los estartores de mi venida y se salio de inmediato llevando su boca a mi pene que hacía muecas en el aire, mientras llegaba el relevo.
Sin tocarlo con los labios depositó mi glande en el calor de su boca, yo estaba en deliciosa exaltación, tratando de contener mi derramamiento, cuando sentí como se metía toda la verga en la boca, sentí como se apartaban sus amigdalas y se introducía en sus entrañas, no pude más. En un desfallecido orgásmo afloje la cuerda y sentí como se volcaban los caudales de semen por todo el conducto de mi palo hasta llegar a su desconocido destino. Mi verga pulsaba en la garganta de Ligia y oía un ahhggg,
aaaahggg, sordo y gutural, al tiempo que sus ojos saltones me veían como pidiendo misericordia sus manos se aferraban más a mis nalgas para introducirse hasta el fondo el tolete.
Ella apenas estaba calentando motores y yo ya había alcanzado el clímax de una forma extraordinaria, pensé que aquello era el fin, pero como dijo Churchil, no era el principio del fin, ni el fin del principio, era apenas el principio del principio.
Como apenas les he contado el medio tiempo del primer polvo, porque ella aún no obtenía un orgasmo y siendo que lo interesante es que fueron siete orgásmos los que casi acaban con mi vida, les dejaré lo que falta para una segunda parte. Siempre que a alguién le interese, porque la verdad es que quizá fué más la apoteósico de aquella jornada que lo que pueda compartirse de la misma. Así que si os interesa, por favor dejen un mensaje.







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Comentarios enviados para este relato
wilmer r. Andrade G. (5 de April de 2011 a las 02:22) dice: Muy Bueno

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:05) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

luis torrealba (12 de April de 2011 a las 21:46) dice: Comienzas llamandola Lorena y terminas llamandola Ligia, que vaina es esa hermano, sera q estuvo tan bueno el polvo q quedaste loco. Saludo hermano.


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