Una noche de pación erótica

Era una noche tranquila tu descansaba en la cama, la luz de la luna entraba por la ventana bañando tu cuerpo semi desnudo, solo cubierto por una ligera batita. Cuando entre por esa puerta dirigiéndome a donde tu descansaba lentamente empecé a recorrer tu cuerpo con mis labios y mis manos fuertes y a la vez suaves se posaron en tus pechos solo la luna iluminaba tan bella escena, donde empecé a desnudarte lentamente sin dejar de saborear esas gotas de dulzura que brotaban de tus senos, algo que no olvidare fue cuando por tu respiración me indicabas que siguiera dándote ese ligero masaje en tus glúteos que tan redondos y bien formados. Aceptaban mis caricias yo disfrute de tus caricias y ligeros quejidos salían de tus labios.
Pedí que te dieras la vuelta, aceptaste con mis labios primero y detrás de ellos mis manos recorrí tu espalda tan blanca como la misma nieve mas tu cuerpo candente a punto de explotar recorrí toda tu espalda con mis labios al llegar a tu bellas nalgas con ligeros mordiscos saboreé nuevamente esas mieles de gotitas de sudor seguí por tus piernas hasta llegar a tus bellos y lindos pies diste un giro brusco ofreciéndome tu bella y jugosa cueva a lo que momentáneamente ignore deslizándome por tus lindas y torneadas piernas al llegar a tu monte de Venus mis manos se deleitaron jugando en tu vello púbico en eso un quejido mas fuerte me indicaba que disfrutabas de el placer mientras mi boca se recreaba nuevamente sobre tu vientre tan plano seguí por que ante mis ojos se levantaban como dos montañas esos pechos que durante tanto tiempo añore comerlos esos pezones que fuertes parados pedían que fueran mordidos que se levantaban en señal de reto deseando ser probados por mis labios buscando encontrar en ellos un poco de calma a mi sed de pación que para ese momento yo como tu estábamos deseosos de disfrutar más pude contener mis impulsos ya que quería seguir disfrutando de tu cuerpo que parece un vino rosado de Calafia el cual quería beber pero no de un solo trago sino degustar como los buenos vinos después de chupar y mamar esos pechos regrese por tu vientre savia por tus quejidos que era el momento preciso de saborear tus jugos que abundante mente salían de aquella cueva de placer que con tus piernas abiertas me ofrecías en señal de reto y enfado por que durante un rato fue ignorado mas al posar mis labios en tus labios vaginales un quejido a un mas fuerte dejaste escapar por tu boca y por tu cueva un torrente de pación inundo mi boca mas no fue suficiente ya que en pese con ligeras mordidas en tu clítoris a disfrutar tus movimientos de cadera y en tu boca a rítmicos quejidos escapaban de ella mas no quede conforme mis manos se posaron en tus pechos mi lengua jugaba entrando y saliendo de tu cueva del placer a ritmo del movimiento de tus caderas mis manos labios dientes y lengua disfrutaban de de tu espectacular cuerpo hasta ese momento deseoso de placer nueva mente un chorro de delicioso y rico placer fue depositado nuevamente en mi boca una de mis manos se deslizo por tu espalda hasta llegar a tu ano donde se deleito de lo lindo jugando en el hoyo negro que también quería que fuese atendido a lo que acudí a la cita con mi lengua dando pequeños golpes con esta a lo que reacciono de la manera que yo deseaba me pedias con pequeños pero insistentes susurros que te hiciera mía de un golpe y de forma precisa entro de un solo golpe hasta los testículos en ese momento una nueva ola de placer recorrió tu cuerpo dándome aquel placer que escurría de tu cueva la cama nos quedo chica mas la alfombra nos sirvió de placentero encuentro y la luna hacia brillar como diamantes esas gotitas de sudor que avía en todo tu cuerpo, lo más placentero ante mi vista fue cuando estando sobre mi cuerpo (la posición de acaballo) tus senos en un ligero vaivén al ritmo de tus caderas en el sube y baja del dominante placer al sentir que te venias nuevamente acometiste nuevamente con más fuerza los embates del placer no quedo todo porque me ofreciste tu culo ante la luz de la luna esas nalgas eran un regalo de dioses mas no quería estropear tan placentero espectáculo el cual me dedique a contemplar mas con tu mirada sin decir nada volteabas a verme sin hablar que ese era mi regalo por mi buen comportamiento era tanto mi deseó que al penetrarte a los embates en el fue llenado de mi leche que al retirarme de ti el ver como escurría por tus nalgas mi leche me existe nuevamente volviendo a penetrarte por tu cueva no sé cuantas horas de pación tuvimos lo único que recuerdo antes de que ambos quedáramos desfallecidos por el placer que los primeros rallos de luz aparecían en el oriente