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En el claustro religioso ayudando a mi vecino, mis monjitas

Relato enviado por : learcu el 26/07/2015. Lecturas: 6168

etiquetas relato En el claustro religioso ayudando a mi vecino, mis monjitas   Estudiantes .
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Resumen
Como me abraza y casi me destroza mi miembro esta monjita a al liberarse de todas sus emociones corporales y sobre todo de las sexuales. Nos acariciamos...


Relato
A mis 18 años espero terminar este año mi estudio superior y recibirme de ingeniero algo que me ha costado sacrificios a mí como a mis padres.

Resido en una residencia al lado hay una gran matricería de uno de mis profesores, este me solicita como vecino que lo apoye en su trabajo que debe realizar en un claustro de monjas religiosas, en el no puede entrar cualquier persona y si este es hombre menos.

Para realizar el trabajo se debe solicitar el permiso de dos diócesis religiosas y solo se podría trabajar de nueve de la mañana a tres de la tarde sin descanso y sin alterar el orden de las monjas. Se permitirían tres personas un jefe constructor y sus dos ayudantes bajo la responsabilidad del jefe constructor que no debería moverse de la obra. Me dice mi vecino y profesor que el no puede permanecer todas esas horas en ella, pero necesita un jefe de construcción capaz, serio, responsable y de su confianza, ese eres tú, me dice. Le digo que bueno, pero yo elijo las dos personas que me acompañaran, acepta… elijo a uno de los antiguo carpintero un hombre de 63 años y a una mujer pintora y empastadora, lo eléctrico lo veo yo le digo es mi especialidad después cobro… bueno me dice te lo pagaré.

Al día siguiente llegamos y fuimos recibidos por la madre superiora, bien dice ud. se va le dice a mi profesor y me deja en manos de este joven constructor… sepa le dice mi profesor que este joven este año recibe su titulo de Ingeniero Eléctrico no es cualquier jefe es uno de los que son de mi confianza.

La monja me mira y dice que edad tienes 18 años digo. Mm., joven aquí no tenemos monjas jóvenes todas somos de edad madura sobre los 30 me dice, y te dejaré responsable de ti y la obra a sor Martinica, ella sabe como quiero la obra. Luego la llama me la presenta y se va.

Me quede con la sor Martinica, comenzaremos a reparar la capilla digo llamo a los operarios y comenzamos, a media tarde tenemos raspados todos los surcos estrías de la pared por reparar.

Nos vamos por la hora hasta el día siguiente mientras los operarios trabajan le pido a sor Martinica que me diga cual es el problema eléctrico que tiene, me lleva hasta las celdas en ellas me muestra los problemas todos de fácil solución., los reparos y a medio día ya están listos. Sorprendida me dice si puedo repararle un problema extra en la bodega, vamos a la bodega, es una boca de lobo por lo oscura y me dice si se puede instalar luz.

Sor Martinica me iba narrando su vida mientras recorríamos hacia ese sótano, era una mujer que me confiesa de 36 años, por su vida en claustro demostraba menos edad, su bata que vestía de color marrón no permitía apreciar su cuerpo, había ingresado a los 20 años a este por no tener me dice otro hogar que el de un seminario por que toda su vida la pasó en un orfanato, su edad juvenil en una casa de reposo de monjas mayores y ella piensa que fue muy buena elección, pero tenía una duda y me la hace. Tú ¿tienes novia?, has estado a solas con ella y la has acariciado por que lo que es a mí nunca he sido manoseada por un hombre…, llegamos al sótano y en bromas le digo si deseas te manoseo para que sepas la pasión que despierta en una mujer cuando un hombre desea a estar con ella y quiere copular con su pareja.

Me mira entre asustada y sorprendida, en esa bodega tenían de todo acumulado, pero me extraño que a la luz de mi linterna y la mínima luz solar que ingresaba todo estaba ordenado y no digo limpio, pero si aseado. Tropezamos con varias cosas y una era una vieja cama media deteriorada, pero era una cama…, ella se sienta en esta y me dice… bueno manoséame, quiero saber que se siente cuando un hombre demanda de una mujer… la miro y digo después vas con el cuento a la superiora y yo fuera por manosearte…, no me dice la superiora es manoseada por el padre Juan y yo por nadie…, me arrodillo a su lado y sin medir consecuencias meto mis manos entre sus piernas acariciándola en sus rodillas, asustada me dice que haces, sin oponerse, luego recojo sus vestiduras y beso sus piernas con mis labios, comienza a quejarse…, no que haces… Después de estar en esta posición cambiarnos esta y ella se recuesta en esa cama… está entregada a mis maniobras carnales, siente como acaricio sus muslos, como aflojo su bata en la parte superior no lleva corpiño y sus maduros pechos quedan libre y bien parados donde estaban excitados al sentir mis manos en ellos, sus pezones se notaban en ellos como una guinda pidiéndome muérdeme, succióname…, no puedo dejar pasar la ocasión y los besos, esta mujer rebotó en esa cama estremeciendo su cuerpo, mis manos suben sus faldas dejándome a mi mirada a pesar de la débil luz unas piernas encantadoras y su entrepiernas cubierta por un ancho y casi infantil calzón, el cual retiro…, ella a nada se opone mas ya excitada y creo que caliente por las caricias o por lo menos alborotadas por estas, me permite mis movimientos ayudándome en estos. Respiraba entrecortada, de repente gemía, sus manos crispadas agarradas a su falda arremangada, tener ese cuerpo así libre a mi disposición y sin oposición me desesperaron y le dije te voy a cubrir y serás mi mujer… Colocándolo en la entrada de su vagina, comienzo a introducir mi glande pero me detengo y la mira a los ojos como pidiendo su aprobación, a lo que me dice adelante cariño, violéntame, lo estoy deseando, hazme el amor y conviérteme en tu mujer. Y una vez dicho esto empecé a penetrarla lentamente y sin pausa sin detenerse hasta que no pudo entrar mas, había encontrado su himen, ella sentía como se habría paso a través de su vagina, sentía como se la llenaba con mi carne, si no que mas allá de su himen que se rompe, sentía que le entraba en el alma; pero en ese momento mi macho empieza a moverse, se movía de manera lenta pero con fuerza, ambos disfrutando de cada envite. Así estuvimos largo rato, hasta que cambiamos de posición para colocarme sobre él y así poder cabalgarlo a mi ritmo; de esta manera podía introducir su pene a conciencia, lo podía sentir en lo mas profundo de mi, sintiendo un molesto tope en el interior de mi coño, era mi himen roto, ese pequeño dolor era a la vez una placentera molestia; subía y bajaba sobre ese pene, ese pene que me estaba dando un placer sin igual, lo hacia como haciendo sentadillos para luego con el pene totalmente en mi interior hacer círculos con mis caderas, para combinar con movimientos de adelante hacia atrás. Nuevamente me gira de posición y ahora es él el que me empotra con deliciosos meneos de entrada y sacada de ese pene en mi vagina, me sentía repleta, mientras enredaba mis piernas en su espalda.

Me tenía abierta a su placer mis piernas mientras ocupaba deliciosamente mi vagina con su grueso, duro y largo pene, gemía, me descorazonaba sentirme saciad quería mas, en eso siento en mi interior una sensación desconocida y gimiendo, sacudiéndome sentía como mi vagina se vaciaba como orinándome, pero al mismo tiempo me estremecía agitada por unas desesperadas ansias de romper ese pene en mis entrañas, y me resignaba encogido mi cuerpo a pertenecer a este macho. Prontamente mi cuerpo se relaja entregándome a su libre esfuerzo de poseerme y como me menea tomando mi cuerpo como parte de su vida vaciando en mi interior unos tibios y espesos chorros de espermas que al sentirlos pareciera que me arrancaban el corazón

Como me abraza y casi me destroza mi miembro esta monjita a al liberarse de todas sus emociones corporales y sobre todo de las sexuales. Nos acariciamos unos minutos mas luego ella me dice que basta debe volver a sus labores, nos vestimos nos acariciamos prometiéndonos que al día siguiente nos volveríamos a ver.

Al día siguiente me esperaba para ir a la bodega sor Martinica acompañada por una compañera sor Virginia esta era mas mayor en edad me confesó 42 años y los representaba… Ella era la monja guía de las relaciones de la clausuradas con la comunidad exterior.

Vamos a la bodega donde muestro el trabajo, no me doy cuenta, pero Martinica a cerrado la puerta con cerrojo, al entrar noto cambios en el camarote esta ordenado y con una frazada sobre él, extrañado miro a las monjas y descubro que sor Virginia a comenzado a sacar sus ropajes, mientras Martinica se queda vigilante en la puerta, no tengo que pensar mucho para actuar y acercándome a Virginia comienzo a acariciarla mientras se desnuda como respinga y reza esa monja, Dios dice permite por favor conocer los favores del placer, luego se entrega abrazándome, besándome, la recuesto en el camarote y ella se deja besar sus piernas y que mi boca introduzca en su vulva mi lengua, llorisquea al tiempo que se estremece abriendo lo que mas puede sus piernas, manoseo sus pequeños senos sucumbe estresada meneándose en el camarote, ya sin mis ropas me acomodo sobre su cuerpo, suave… me dice… despacio que me va a doler…, gimiendo al sentirse empalada por mi pene entre sus piernas y siente como su vagina comienza a acomodar en su interior a mi dilatado, grueso, duro pene, mientras se agita perforada su vagina hasta mas allá de la mitad y siente como su himen es perforado dando un pequeño grito que no se si es placer o dolor, comenzamos una loca entrega de nuestras pasiones de uno a otro cuerpo, muy monja será, pero su traqueteo es delicioso y lo mantenemos por unos diez minutos mientras le saco y penetro mi pene en su vientre, como gime y me abraza desesperada de pasión. De pronto me atrapa contra su cuerpo y me entrega sus orgasmos entre alocados y gimoteados suspiros bañando mi pene con sus efluvios vaginales al tiempo que me exige mis espermas para ser bañada por mi semen su matriz. En verdad lo ha hecho con tanta pasión su apareamiento que me deja agotado. No me entero cuando se va y la reemplaza Martinica a mi lado desnuda acariciando mi cuerpo y besándome.

A lo menos diez minutos estuvo arremetiendo contra mi cuerpo hasta que comenzó a responder mi juventud y mi pene comenzó nuevamente a fortalecerse, endurecer, incrementar y ensanchar.

Nuevo apareo y ambos entre clamores de dicha y placer llegamos a un delicioso estado de encanto y a pesar de lo cansado inundé su matriz con mis espermios, mientras ella se deleitaba gozosa entre mis piernas adulándome y satisfaciéndome.

Finalizado el trabajo no he vuelto a ese convento a pesar que uno una vez a insinuaron una visita a este.



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