LOS CUATRO JUNTOS...

LOS CUATRO JUNTOS. Los fenómenos astronómicos, siempre han llamado mucho la atención del ser humano, y los eclipses son uno de los más observados. Cierta noche, en la cual se podría ver un eclipse de luna, mi esposa y yo salimos en busca de un lugar desde el cual se pudiera observar. Acudimos a un lugar donde se congregaba bastante gente, pero la noche era fría y el cielo estaba cubierto de nubes. Luego de esperar bastante tiempo, cuando ya nos íbamos para la casa nos encontramos con una pareja muy singular, el médico de mi esposa y su mujer. Todos ellos se conocían desde la época de estudios en la universidad, por lo cual, fácilmente nos integramos y en busca de otro lugar para mirar el fenómeno natural, partimos hacia las afueras de la ciudad. Un rato después, en un lugar solitario y poco iluminado sacamos los carros de la vía y nos bajamos a observar. Eran casi las once de la noche, el eclipse estaba en su plenitud y aunque las nubes no permitían ver claramente lo que ocurría, el cielo se tornaba rojizo y se sentía un frío muy peculiar. Estábamos deleitados con el espectáculo, quizá por el fenómeno en sí mismo, por el trago de licor que habíamos tomado, por la alfombra verde de césped y por la agradable música que salía de uno de los carros. En este ambiente tan especial bajo aquel hermoso cielo, empezamos a bailar con la suave melodía que se dejaba escuchar, era increíble la sensación que se sentía! Cuando bailábamos pude observar que los ojos del médico no se desprendían del cuerpo de mi esposa; ya conocedor de sus aventurillas, busqué la forma de intercambiar de pareja, lo cual no fue muy difícil, podía ver ahora, como sus cuerpos se juntaban de una manera bastante especial, cada centímetro de sus cuerpos se unían el uno contra el otro. Aunque trataba de que mi compañera de baile estuviera de espaldas a ellos, también la acercaba hacia mi, en busca de calor y también por la excitación que tenía. Hubo un momento en que las manos del médico se escondían juguetonas dentro de la chaqueta de mi esposa, ante lo cual hice el comentario de que yo estaba en desventaja, pues mi compañera tenía un grueso saco cerrado, ella me respondió metiendo sus frías manos dentro de mi, lo cual aumento aún más la excitación que ya tenía, haciendo que me le acercara más, hasta casi respirar en su oído, también podía sentir la de ella, rápida y cálida, además ahora mi cuerpo se acercaba al de ella haciéndole sentir la dureza de mi ser! La pasión, al igual que el cielo estaban al rojo vivo, mi esposa era acariciada en todo su cuerpo y sus labios no se querían separar, nosotros hacíamos exactamente lo mismo.

La música se detuvo un instante y subimos a uno de los carros, allí continuaron los besos y las caricias las cuales ahora eran más agresivas y emocionantes. Veía como mi esposa, semidesnuda, se deshacía mamando su verga a la vez que movía su cadera ante las caricias que recibía en su húmeda vagina; era fascinante, a mi me ocurría lo mismo, aunque con un poco de incomodidad ya que estaba en la parte de adelante.


Las luces de un carro que pasaba cerca de donde estábamos, nos sacó de nuestro encanto. Con las parejas cambiadas partimos hacia el apartamento de ellos. Allí el ambiente era totalmente diferente, había calor y mayor comodidad. El vino y la música nos llevaron de nuevo a los besos y las caricias. Yo no dejaba de mirar a mi esposa, disfrutaba inmensamente al escuchar sus gemidos que aunque tenues estaban llenos de placer al sentir como danzaba su clítoris al ritmo de una lengua, veía cómo sus manos cogían, acariciaban, apretaban y hasta aruñaban, no podía dejar de mirarla, yo hacía lo mismo a mi compañera y ella hacía otro tanto, pero como yo gozaba, era viendo a mi mujer, que parecía insaciable, ahora era ella la que succionaba aquella gran verga, le daba chupetones desde la raíz hasta llegar al glande para luego hacerla perder dentro de su boca, yo no recordaba que ella me mamara así, eso me emocionaba, pero lo que más ansiaba era el verla clavada, pero esto no lo hacían, parecía que no estaba dentro del repertorio, entonces decidí penetrar a mi compañera, qué gusto me estaba dando, cuando vi que ellos también se antojaron, mi esposa estaba sentada sobre su verga, sus ojos estaban ensimismados, perdidos de placer, sus manos apretaban todo lo que cogían, su cadera danzaba cada vez más rápido, su orgasmo se aproximaba y finalmente llegaba simultáneamente con el mío! Un momento sencillamente inolvidable!


Luego de un breve relax, yo estaba haciéndole el amor a mi esposa, quizá como nunca se lo había hecho, la sentía maravillosa, más sensual y atractiva, la amaba infinitamente. El cansancio nos embargaba a los cuatro, pero me sentía en deuda, mientras que mi esposa y el médico abrazados dormitaban, tome a mi compañera de juego e hicimos el amor de la manera más hermosa e intensa y plenamente concentrado en ella. Luego me confesó que había tenido en ese momento el orgasmo más grande de su vida.