Me dejé follar gratis

Mi nombre es Sheila y voy a contar cómo me dejé follar gratis por todo el que quiso. Tenía entonces 14 años pero arreglada y maquillada aparentaba al menos 18. Aproveché que mis padres iban a estar fuera de casa todo el día para poner un anuncio en Internet en la sección de contactos y masajes eróticos: "Sheila, chica joven y guapa con cuerpo de escándalo se ofrece gratis (solo mañana sábado) para dar masajes eróticos y recibir vergas por cualquiera de mis agujeros". Luego ponía mi correo y mi teléfono.

Después de publicarlo me puse muy nerviosa, me excitaba mucho ser penetrada por desconocidos, aunque ya había echado unos cuantos polvos con amigos y algunos profesores. Tenía bien ganada mi fama de puta, pero no me importa, yo soy así y al que no le guste que se joda.

Para mi sorpresa, a los pocos segundos de poner el anuncio empezaron a llamarme y a escribirme a mi correo. Después de media hora ya había contestado a unos 20 correos y unas 10 llamadas indicándoles la dirección. Tuve que apagar el teléfono y el ordenador... o me iba a encontrar con un montón de gente al día siguiente.

Pero me pasé citando. A las nueve de la mañana del sábado (ya estaba solita en casa), llamaron a la puerta. Yo estaba en tanguita y sujetador para calentar el ambiente. Abrí y ¡sorpresa! había una fila de unos diez tíos para entrar. Los dejé pasar a todos, pero no cerré la puerta porque seguían llegando. Les pedí que por orden de llegada se fueran desnudando y penetrándome por donde quisieran. Me quité el sujetador y el tanga y me coloqué sobre la cama. Durante varias horas me estuvieron follando por el coño, por el culo y por la boca. Estaba muy excitada y disfrutando de todas las vergas que probaba (algunas espectaculares). Creo que algunos repitieron polvo. y si no calculé mal debieron ser más cincuenta penetraciones. Hubo dos que lo hicieron a la vez, uno por la vagina y otro por el ano. Estaba todo manchado de semen y de mis propios flujos vaginales debido a tantos orgasmos como tuve. Me sentía como una perra callejera en celo. Tenía el coño y el culo llenos de leche caliente, y la boca y los labios escoriados de tanta verga derramando líquido. Uno de ellos, mientras otro me sodomizaba se puso a mearse encima de mí. ¡Me encantó! ¡Me excitaba tanto sentirme ultrajada, humillada! Por fin, quedó un tío solo, que me la metió por detrás y por delante. A ninguno le importó llenar su polla con la leche de los demás, que no dejaba de fluir de mis agujeros como si fuesen pequeños manantiales. El tipo se fue y cerré la puerta. Estaba agotada, sin fuerzas... ¡pero encantada con la experiencia! Haciendo un esfuerzo limpié la casa a fondo porque estaba todo lleno de semen y orina. Me di una buena ducha y me puse mi pijamita. Justo a tiempo, mis padres estaban de regreso.

- ¿Qué tal, hija, cómo ha ido el día?

- Pues he estado todo el rato en mi cuarto estudiando, ni siquiera he comido.

- Pues vente a la cocina -dijo mi madre-, que te voy a poner unos huevos con salchicha y un vaso de leche.

Yo me reí por dentro pensando en la cantidad de huevos y salchichas que había saboreado y en la leche que había tragado con tanto gusto, y solo con pensarlo me empezó a picar el coño y tuve un pequeño orgasmo...