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Mi vecinita me obligó a follarla

Recaredo Rey Relato enviado por : Recaredo Rey el 07/03/2012. Lecturas: 239143

etiquetas relato Mi vecinita me obligó a follarla   Vecinas .
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Resumen
Mi vecina me pidió que cuidara a su hija, y esta me obligó a que la fornicara con amenazas y chantaje


Relato
Hasta hace poco me consideraba un hombre normal. Tengo 38 años, trabajo en una compañía de seguros en la capital. Vivo en un bonito piso en una urbanización de las afueras... Hasta que la semana pasada alquilaron el piso de al lado. No me enteré hasta que a eso de las siete de la tarde llamaron a mi puerta. Abrí y una fascinante mujer de unos treinta y tantos años se presentó:
- ¡Hola, soy Miriam, tu nueva vecina! Me acabo de mudar con mi hija Luna y esta noche tengo guardia en el hospital donde trabajo de enfermera. El caso es que no me he podido organizar y no tengo a nadie que pueda quedarse con la niña. Por favor, necesito que te quedes en mi casa con ella, no te va a dar problemas... Seguro que te podré devolver el favor... Mira, tengo la cena lista, así que solo tenéis que cenar, ver un poco la tele y acostaros... Tengo una cama de látex comodísima... Yo vuelvo a las siete, antes de que la niña se levante... Me vas a decir que sí, ¿verdad?
Lo cierto es que me pilló de sorpresa, y no podía decirle que no a una mujer tan guapa y atractiva.
- De acuerdo, te haré el favor... Pero me lo tienes que devolver un día, eh.
- O.K., no sabes lo agradecida que te estoy. Dentro de media hora me voy...
Y regresó a su casa. Yo metí en una bolsa mis cosas de aseo y en unos minutos ya estaba llamando a su puerta. Ella misma me abrió.
- Has llegado justo a tiempo. Me voy, que llego tarde al hospital. Mi hija está duchándose, tú pasa y ve conociendo la casa. Ponte cómodo y considérate en tu casa.. Haz lo que quieras... Ah, ya le he dicho a Luna que ibas a venir a cuidarla... Bueno, en realidad ya sabe cuidarse sola, pero era mejor que estuviera acompañada por la noche. Chao.
Miriam se fue ligera y yo cerré la puerta. El piso era muy parecido al mío, y se le veía acogedor. La cocina muy amplia, el salón espacioso con un sofá aparentemente cómodo. Un pasillo conducía a los dormitorios, el de la niña pequeño con una cama muy bonita y adornada muy alegremente con muñecos de peluche, y el de la madre más grande con una cama superespaciosa. Como Luna no salía, decidí entrar al cuarto de baño donde se estaba duchando. Pensé que se trataba de una cría, pero la mampara semitransparente indicaba que tenía algunos años más: era alta y delgada y parecía tener un bonito cuerpo. Estaba de espaldas y con el ruido de la ducha no me escuchó, así que le di unos golpecitos en la mampara. Se llevó un buen susto. Instintivamente abrió, por lo que pude contemplar en todo su esplendor el magnífico cuerpo desnudo de la chica. Su cara era preciosa, con unos ojos de color caramelo, unos labios pequeños pero carnosos y el pelo rubio y largo. Las tetas eran pequeñas y muy levantaditas, parecían flanes, con unos pezones también pequeños e inflados, las nalgas duras y apretaditas, las piernas largas y maravillosas y el coñito lo tenía precioso, con un pubis hinchadito, unos pelitos de niña púber y unos labios vaginales como los de su boca, carnosos, apetitosos y abiertos, dejando a la vista impúdicamente su atractivo clítoris.
- Hola, soy Raúl, el vecino. Pensé que eras más pequeña...
- Bueno, no soy tan mayor, tengo 16 años.
La niña no se avergonzó de que la viera desnuda, ni siquiera hizo por taparse o por cubrirse con la toalla. Yo no pude evitar quedarme extasiado contemplando su precioso cuerpo y ella se dio cuenta.
- ¿Te gusta mi cuerpo? ¿A que estoy muy buena?
- Claro que sí, tienes un cuerpo muy bonito.
- ¿Me ayudas a secarme la espalda, por favor? Siempre se me queda mojada.
- Faltaría más, princesa...
- ¡Ay, qué hombre más galante! Gracias.
Le puse la toalla sobre sus hombros y le sequé la espalda mientras admiraba su magnífico culito y sus esbeltas y tiernas piernas.
- ¿Te seco también el trasero? -me atreví a preguntarle.
- Por mí como si me secas entera, jajaja.
- No pude resistirme y sequé con gran excitación aquel cuerpo mojadito. Cuando le secaba las tetas mi polla creció y pugnaba por salir, y cuando llegué a su sabroso chochito, creí que iba a reventarme. Cuando acabé Luna me pidió que le echara un poco de leche hidratante por todo el cuerpo. Por la cabeza me pasó un pensamiento obsceno (echarle en el cuerpo la leche que estaba reteniendo dentro de mí), pero me contuve. Me puse crema en mi mano y la extendí muy bien por su espalda y continué por sus nalgas y sus piernas. Ella se inclinaba hacia delante para sacar el culito y así poder extenderle mejor la leche.
- No te cortes, Raúl, tú masajéame bien las nalguitas, que luego se me pone muy seco, sobre todo alrededor del agujero.
Y yo, complaciente, acariciaba todo su trasero con lascivia contenida, intentando que no se me notara la gran excitación que tenía. Disimuladamente le pasaba la mano por la raja hasta llegar a su orificio anal, en el que introducía levemente mi dedo índice, como involuntariamente. Cuando pasaron unos minutos, se dio la vuelta mostrándome su preciosa y tierna delantera así como su chochito adolescente.
- Por favor, me puedes poner leche por delante, pero hazlo con delicadeza, que tengo las tetitas sensibles...
La niña me estaba poniendo a cien. Creí que iba a tener una polución, tal era el picor tan descomunal que tenía en mi verga erecta. Puse leche directamente en su pecho y con suavidad la fui extendiendo por sus levantaditas tetas, luego bajaba por su vientre hasta llegar al pubis, luego subía hacia su cintura y manoseaba como un pervertido sus insinuantes caderas. Después sus tiernos muslos y el resto de sus esbeltas piernas.
- No se te olvide darme por las ingles y por la vulva, Raúl...
- Claro que sí, preciosa. Lo que tú me pidas.
Y llevé mi lujuriosa mano a su mojadito coño -que la muchacha estaba más caliente que yo- y ella se retorcía de gusto mientras gemía y me decía:
- ¡Qué bien lo haces, Raúl! Le voy a decir a mi madre que te haga un contrato fijo para que vengas a cuidarme cuando ella tenga que trabajar... ¡Uuuuummmm, qué gusto! Dame bien por la rajita, que tengo que cuidarla para que esté bonita.
- La tienes preciosa -le contesté mientras frotaba libidinosamente la vulva de arriba a abajo. Igual que por detrás, le metía disimuladamente algunos dedos entre sus labios vaginales y frotaba su clítoris a sabiendas de que la iba a calentar aún más. Luna no podía evitar gemir escandalosamente sin disimulo, mientras me pedía:
- ¡Metémelos un poco más, por favor, que me gusta mucho!
Fue entonces cuando recuperé un poco de cordura. Me di cuenta de que estaba llegando demasiado lejos. Se trataba de una chiquilla de tan solo 16 años y yo estaba allí para cuidarla. Haciendo un tremendo esfuerzo dejé de acariciar sus intimidades y me aparté de ella.
- ¿Por qué has parado, Raúl? Te he dicho que me gustaba mucho.
- Por eso, Luna, eres una niña y no está bien lo que estamos haciendo. Ahora tú te vas a vestir mientras yo me doy una ducha para refrescarme.
Sin pensar que me podría ver la estaca completamente tiesa, me desnudé para meterme en la ducha. Tenía líquido seminal saliéndome por la punta del pene y a la niña no se le escapó el detalle.
- ¿Y ahora qué vas a hacer, te vas a masturbar ahí dentro mientras yo lo hago aquí fuera? Eso sí que no está bien. Aunque soy joven tengo ya mis necesidades sexuales, y desde hace unos meses vengo follando con tíos de todas las edades, algunos mayores que tú, así que si no lo hacemos es porque eres tonto. Anda, ven aquí y métemela...
Ciertamente la tentación era grande, pero seguía pensando que no estaba bien, era muy jovencita para mí.
- Lo siento, Luna, sabes que estoy deseando follarte, pero no puede ser, no insistas más.
- Pues más lo voy a sentir yo cuando le cuente a mi madre que me has metido un dedo por el culo y luego me has estado masturbando un rato. Así que o echamos un polvo o se te va a caer el pelo cuando le diga que has abusado de mi inocencia.
La amenaza parecía cierta. Mi atrevimiento con la chiquilla podía pagarlo caro si no aceptaba su chantaje. No me quedó más remedio que aceptar.
- Si lo hacemos no se lo vas a contar a nadie, ¿no?
- Pues claro que no. Será nuestro secreto, Raúl. Y ahora métemela que ya no aguanto más el picor.
Mi verga seguía completamente dura y su coño totalmente mojado, así que nada más sentarse en la encimera del lavabo y abrirse de piernas le introduje mi falo y me puse a follarla frenéticamente. Aunque me gusta mucho follar, llevaba ya casi un mes que no echaba un polvo, por lo que cogí a la chica con muchas ganas. Su cuerpo era realmente apetitoso y tierno, y con el movimiento del meteysaca se le movían sus tetitas de manera realmente excitante. Luna tuvo varios orgasmos seguidos, pero yo me resistía a correrme, no quería eyacular para poder disfrutar mucho tiempo de tan rico yogur. Me pidió cambiar de postura y así hicimos varias veces. La penetré en cinco posturas diferentes. Después de una hora follando Luna me dijo:
- Oye, que yo ya me corrido muchas veces, cuando tú quieras te corres también, y si es dentro mejor, me gusta sentir fluir la leche caliente dentro de mi vagina.
La puse en el suelo a cuatro patas para follarla como a una perra, y como ella me pidió, después de cinco minutos de coito salvaje me corrí dentro de ella. El polvo fue tremendo y ella al mismo tiempo tuvo tal orgasmo que no pudo contener los gritos de placer y éxtasis. Cuando me recuperé le saqué la polla del chumino y le propuse ducharnos juntos.
- ¿Que dices? Si yo me acabo de duchar y me has echado la crema hidratante...
- Era por si querías lavarte un poco el coñito, como te lo he llenado de semen...
- Precisamente, te he dicho que me gusta sentirlo dentro de mi vagina... Además, después de cenar quiero otro polvo igual.
- Yo creo que será mejor dejarlo estar. Con este polvo me retiro de follar niñas de 16 años.
- Pues yo creo que te equivocas, porque si no me echas todos los polvos que te pida, mi madre se va a enterar de que me has masturbado y además me has follado durante más de una hora.
Con aquella amenaza me tenía atado de pies y manos. Tenía que acceder a su chantaje. No sé si ello me enfurecía o me alegraba enormemente. Aunque no me parecía ético lo que había hecho, lo cierto es que nunca antes me había excitado tanto ni había gozado tanto follando con una tía.
Luna se puso unas braguitas y yo me metí en la ducha. Cuando salí ya se había ido. Me puse una muda que me había llevado y dirigí mis pasos hacia la cocina. Allí estaba, semidesnuda, con un delantal puesto para no mancharse el cuerpecito.
- He preparado un poco de pasta para cenar -me dijo sirviendo unos macarrones a la boloñesa en unos platos-. ¿Te apetece algo más?
- Me apeteces tú, princesa. Cuando acabemos de cenar te voy a comer enterita...
- ¿Por qué no empiezas ahora por el coño? -me preguntó mientras se quitaba el delantal. De quitarle las braguitas me encargué yo. La eché sobre la mesa y le hice un sabroso cunnilingus. Le metí mi lengua dentro de la vagina alternando con mordisquitos en los labios mayores y en el mismo clítoris. La chiquilla parecía haberse vuelto loca de los gritos que profería. El chochito lo tenía completamente mojado y no tardó en tener un explosivo orgasmo.
- ¡Aaaaaaaaahhhhhhh! ¡Qué gustoooooo! ¡Méteme la polla y fóllame, por favor!
- Tuve que acceder a su petición y de nuevo la cabalgué tras penetrar su precioso chumino con mi durísima polla llena de leche, que descargué después de diez minutos de estar follando.
- ¡No la saques todavía, deja que descargue hasta la última gota! -me pidió la muy putilla.
Yo la dejé dentro mientras nos besábamos y acariciábamos. Después de unos minutos, y aprovechando que no se me deshinchaba, empezamos otra vez a movernos con el consiguiente picor genital. De nuevo la locura, Luna se puso a gritar y yo notaba que me iba a correr de nuevo. Ella también lo notó y me pidió:
- ¡Sácala y correte en mi plato de macarrones!
Siguiendo sus instrucciones y cuando me venía el chorro de semen, la saqué y cubrí sus macarrones con mi leche blanquita. La muy perra me dijo que tenía hambre y que nos sentáramos a comer. Se comió los macarrones rociados con mi esperma con gran avidez:
- ¡Uuuummmm, están riquisimos, mejor que con queso rallado! Deberías probarlos.
- Me gustan más tus sabrosos jugos vaginales. Si me permites...
Pinché unos macarrones con el tenedor y se los metí con cuidado en su vagina para que se impregnasen bien de sus fluídos. Luego me los llevé a la boca y ciertamente me resultaron muy ricos.
- ¡Extraordinarios! La próxima vez que venga a cuidarte te voy a sacar tus líquidos vaginales y los voy a echar en la cena.
Terminamos de cenar y nos fuimos al sofá para ver un rato la tele. Sin ningún pudor ya, los dos nos tumbamos desnudos y yo la abrazaba tocándole sus ricos pechos. Así se quedó dormida. Era ya casi medianoche y la desperté para irnos a la cama.
- Vamos, Luna, hay que irse a la cama, que mañana hay que levantarse a las siete y media.
Medio dormida se fue al cuarto de baño, se cepilló los dientes, orinó y se lavó el chochito. Yo también me aseé y la acompañé a su cuarto. Se metió desnudita en la cama y yo mismo la tapé con la sábana.
- ¿Quieres que me acueste contigo? -le pregunté.
- Eres un degenerado -me contestó-. Que tengo sólo 16 años. Yo todavía no me he acostado con ningún hombre...
- Pero si hemos estado follando antes...
- Una cosa es follar y otra acostarse y dormir juntos. Anda, vete a tu cama... ¡y gracias por la velada!
La dejé en su cuarto y me fuí al otro dormitorio para acostarme y dormir. La cama era muy cómoda y espaciosa, así que al poco de apagar la luz me rindió el sueño. Estuve durmiendo muy a gusto, hasta que me depertó Luna, que había entrado en la habitación y se estaba metiendo en mi cama.
- Raúl, que he cambiado de opinión. Estoy muy solita en mi cama y te echo de menos.
La niña estaba completamente desnuda, dispuesta para follar de nuevo. Yo estaba también desnudo, lo que aprovechó Luna para agarrarme la polla y acariciarla ricamente con sus pequeñas y suaves manos. Cuando la puso completamente tiesa y con líquido seminal brotando levemente por la punta se me colocó sentada encima, se la metió en el coñito y, con unos movimientos rítmicos y extremadamente sensuales, realizamos un coito salvaje y excitante. En pocos minutos la chiquilla se corrió dando gritos, y como yo aguantaba mi eyaculación, aún le dio ocasión de tener varios orgasmos más. Finalmente yo también me corrí entre gritos, tal era el placer que me había ocasionado la fornicación con Luna. Fue tal la cantidad de semen que le metí en la vagina, y como estaba en posición sentada, que salió de su vagina una parte de la leche, que fluyó por sus muslos y manchó un poco la sábana. Esto me preocupó porque al día siguiente lo vería su madre y no sé qué pensaría, posiblemente que me había hecho una paja en su cama.
Después de un rato la niña se quedó dormida abrazada a mí. Me levanté y la llevé en brazos a su cama, para que cuando viniera Miriam no viera nada raro. Para ello, limpié su coñito con una toallita, le puse unas braguitas y una camiseta, la arropé y le di un beso de buenas noches en sus carnosos labios. Luego me metí en mi cama para dormir un poco. Eran ya cerca de las 4 y había que descansar de tanto sexo y desenfreno.
Pero no me dio tiempo a dormirme. Escuché cómo abrían la puerta y entraban en el dormitorio. Era Miriam que ya estaba de regreso. Encendió la luz pequeña y tenue de la mesita de noche.
- Hola, Miriam, ¿ya estás de vuelta? Pensé que vendrías más tarde... -le dije incorporándome un poco.
- Sí, es que han hecho el cambio de turno antes por unos ajustes, pero tú sigue durmiendo, la cama es grande y cabemos los dos.
- Como digas, a mí me parece bien.
Miriam se fue al baño a asearse un poco y en unos minutos volvió, completamente desnuda, y aunque había poca luz, se veía perfectamente su magnífico cuerpo, con unos pechos perfectos, un vientre liso, una cintura sensual, unas piernas delgadas y esbeltas y un coño completamente depilado. Se colocó delante de mí, yo creo que para que pudiese admirar su espléndido cuerpo. Cuando comprobó que estaba despierto, contemplando su exquisita desnudez, me dijo:
- Por favor, vecino, ¿puedes correrte?
Su pregunta me dejó sorprendido, no me esperaba tanto atrevimiento. Algo nervioso le contesté:
- Contemplando tus maravillosas curvas, tus tetas y tu coño depiladito tan apetitoso puedo masturbarme y correrme o si lo prefieres te puedo echar un polvo...
- Bueno -me dijo con cara de sorpresa-, yo me refería a que si podías irte al otro lado de la cama, es que a mí me gusta dormir en este lado, pero ya que lo has propuesto la verdad es que estoy muy caliente y no me vendria mal follar un poco antes de dormir.
Miriam me quitó la sábana que me cubría y se me echó encima para acariciarme y besarme. Cuando comprobó la dureza de mi pene, se sentó encima, como su hija, y empezamos con el meteysaca del coito hasta que al cabo de pocos minutos se corrió dando gritos, como su hija. Como yo retenía mi eyaculación, a Miriam le dio tiempo a tener varios orgasmos más, como a su hija, y finalmente me corrí llenando de leche caliente su vagina, e igual que a su hija, era tal la cantidad que parte se le escapó y fluyó por sus muslos hasta alcanzar la sábana, justo donde estaban los restos del semen que se había escapado del chochito de su hija.
- ¡Vaya! -exclamé- , hemos manchado un poco la sábana.
- No te preocupes por eso, machote, y ahora quiero que la metas por el culo...
Pensé que no iba a poder, pero era tal la excitación que tenía con aquella mujer que la verga seguía completamente tiesa. La puse en posición, dilaté su orificio anal con mis dedos y un poco de saliva y le introduje suavemente mi estaca hasta el final. Miriam se retorcía de gusto y se le notaba que tenía un orgasmo tras otro. La forniqué como se fornica a una perra en celo, la cabalgué un buen rato hasta que volví a correrme, esta vez con menos cantidad de semen pero más cantidad de excitación. Cuando creí que íbamos a descansar, me pidió:
- Quiero comerte la polla hasta que te corras, tengo hambre y quiero tu leche para tragármela...
Esta vez pensé que ya no iba a poder, estaba extenuado, pero hice un último esfuerzo. No quería que sospechara que me había estado ventilando a su hija. Afortunadamente, me resultaba muy agradable esa mujer, me excitaba muchísimo, además era guapísima, se parecía mucho a su hija pero lógicamente tenía más experiencia y me gustaba más practicar sexo con ella. Se puso a chupármela hasta que me corrí con un poco de semen, ya no mucho, pero suficiente para que Miriam saboreara con gran lujuria y lascivia mi leche tan rica para ella. Caí rendido junto a ella y nos abrazamos hasta quedarnos dormidos, no mucho tiempo porque enseguida sonó el despertador, eran ya las siete y media y había que levantarse. Miriam, medio dormida, acertó a decirme.
- Por favor, vecino, ¿puedes despertar a mi hija antes de asearte?
- Es que estoy desnudo y con la polla sucia del semen... -le contesté-. Luego la levanto.
- Por favor -insistió-, es que si no se le va a hacer tarde. La despiertas y te vuelves, ni te va a ver, anda, porfa.
No me quedó más remedio. Entré al cuarto de la niña y la llamé:
- Luna, tienes que levantarte, que son las siete y media.
- Vale -me respondió despertándose-, pero abre la ventana antes para irme despabilando.
Subí las persianas y abrí un poco la ventana para que se aireara el cuarto, pero no me dio tiempo a irme. La niña me vio desnudo y me pidió que me acercara. Al hacerlo me vio la polla con los restos de mis eyaculaciones.
- Tú has estado follando con mi madre, seguro. Pues yo quiero chupártela un poco.
Me agarró el pene, lo acarició y se lo metió en la boca. Le dio unas chupadas exquisitas, y con la punta de su lengua me provocaba una cosquilla tremenda en la punta de mi polla, hasta que después de varios minutos volví a tener otra eyaculación, esta vez en la boca de Luna, que igual que su madre, se tragó todo el semén.
- ¡Uuuuummmm, qué leche más rica! ¡Este desayuno me ha gustado mucho!
La dejé que se duchara y se vistiera y yo me fui al dormitorio de Miriam, donde estaba el baño principal, para ducharme y vestirme yo también.
- Has tardado mucho, vecino, ¿es que Luna no quería levantarse?
- Sí, sí, es que hemos estado conversando un poco.
- Por cierto, no te he preguntado antes, ¿qué tal anoche con mi hija, te dio mucho quehacer?
- Que va, tu hija es un encanto. No me importaría volver a quedarme otra noche para cuidarla.
- Pues me das una alegría, porque la semana que viene tengo otra vez guardia...
Y así fue cómo me convertí en el semental de la madre y de su hija. Hoy vuelvo a su casa a cuidar de la niña. Espero tener suficiente leche para las dos...


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Comentarios enviados para este relato
betza (9 de July de 2013 a las 21:44) dice: me encanto y me justo mucho.... hasta me moje..

carlosshadow54 (4 de January de 2013 a las 17:42) dice: que buen relato madre e hija

dominguiri (27 de April de 2012 a las 23:08) dice: eso si es vida no joda

Alexguetta80 (25 de March de 2012 a las 05:07) dice: joder t qe rayado estas yo te pudiera ayudar con la de 16 yo tengo 17

richard6969 (25 de January de 2013 a las 00:35) dice: Chulada de relato. Quede con la verga tiesa y mojada para que me la mame mi novia.

felipepan (20 de September de 2012 a las 01:15) dice: vas a terminar tomando la pastilla azul,sino te tendran que ayudar

katebrown (18 de October de 2022 a las 20:23) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

culona69 (13 de March de 2012 a las 02:18) dice: quieres a Paola o a mi? jiji besos amo me encanto


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