Otra aventura de China

En otra ocasión les hablé de mi amiga China y de como realizamos nuestra fantasía de un trío con un desconocido. Habían pasado unos meses desde ese encuentro, en los que por razones de mi trabajo me había ausentado de la ciudad. Mi regreso coincidió con el inicio del verano, que en esta ciudad es muy caluroso y húmedo; lo primero que hice luego de instalarme fue telefonear a China. Ella me saludó muy alegre y quedamos en juntarnos para tomar unas cervezas. Al cabo de un par de horas, yo estaba esperando en la terraza de mi bar favorito, cuando una aparición sensacional levantó más de una mirada: China y una amiga a quien no conocía atravesaban el lugar hacia mí. China es, como recordarán, morena, pero se había teñido el cabello de rubio rojizo, en mi ausencia había perdido unas pocas libras, y obviamente se sentía orgullosa de ese logro. Lucía una camiseta ceñida y de escote pronunciado, que resaltaba su magnífico par de tetas, y una minifalda negra que descubrían sus piernas y le apretaba el culo de tal manera que no hacía falta mucha imaginación para adivinar la parte posterior del tanga que llevaba puesto. Su amiga, a quien china me presentó con una sonrisa luego de darme un beso en la mejilla como María, también era un bombón: como de 1,65 mts., ojos grandes, rubia, con una boquita de mamadora, traía puesto un top blanco deportivo, a través del cual se transparentaban unos pechos medianos pero de pezones grandes y oscuros, y un pantalón también blanco de esos semitransparentes y amplios que parecen faldas, y que a contraluz dejaba ver sus piernas. Mi sonrisa debe haber abarcado toda la terraza porque con esa presentación yo ya sabía que China me tenía un regalo muy especial de bienvenida.
Tomamos asiento, ordené las cervezas, y en seguida entramos en confianza. China me preguntó por mi viaje, luego yo pregunté por sus andares en este tiempo, y María me informó que había ingresado hacía poco a la empresa de China. “Nos hemos vuelto muy cercanas”, me aclaró China con una sonrisa pícara, al tiempo que ponía una mano en un muslo de María. La cosa pintaba muy bien. Ordenamos una segunda vuelta y seguimos charlando por un rato; el calor y las cervezas empezaron a hacer su efecto, conforme pasaba el tiempo la terraza se fue vaciando en beneficio del interior con aire acondicionado, finalmente nuestra mesa se quedó sola y animada por esto, China me atrajo hacia sí y me dio un gran beso en la boca. María pareció incomodarse algo, pero entonces inesperadamente, China se volvió hacia ella y la besó. Mi verga se puso dura como un palo al observar a la pareja de bellas mujeres besándose apasionadamente. Sin pensarlo más, y pretextando el agobiante calor les propuse continuar la reunión en mi apartamento, situado apenas a una cuadra del bar.
Aceptaron encantadas; mientras subíamos en el ascensor a mi lugar, China se ubicó entre María y yo, arrinconó a María contra una pared, pegó sus nalgas contra mis caderas y juntó sus pechos con los de su amiga, mientras la besaba en el cuello y acariciaba sus tetas. Llegamos al departamento con María prácticamente desnuda de la cintura para arriba, y China con los pezones paradísimos, yo le había metido la mano entre las piernas en el ascensor y pude comprobar no sólo que su tanga era realmente mínima, sino también que estaba mojadísima; yo por mi parte lucía una tremenda erección. Nos dirigimos directo a mi habitación, China arrojó a María a la cama, colocándose sobre ella, con habilidad terminó de sacarle el top y el brassier, dejando al descubierto sus pechos y los pezones morenos y erectos, con gusto tomó el más cercano en su boca y lo besó, con su lengua lo lamió lentamente. María suspiraba y se contorsionaba, luchando con su propio pantalón para quitárselo. La mini de China se había alzado más arriba de sus nalgas, descubriendo su culo magnífico y la línea del hilo dental que llevaba puesto. Aproveché el embelesamiento de las hembras para desnudarme.
Con un ágil movimiento María hizo rotar a China, de manera que ésta había quedado abajo y con las piernas abiertas, la tanga blanca que traía puesta se pegaba a su chocha, la abundante pelambre negra de su pubis se desbordaba por los costados. María le ofrecía a China sus dos tetas, y ésta alternaba sus mamadas entre uno y otro pezón, María apartó con sus dedos la tanga de China y empezó a acariciarle la vulva, luego metió un dedo que sacó empapado de jugos, se lo llevó a la boca y suspiró degustándolo. La blusa de China salió volando, sus senos redondos y grandes, de pezones perfectos redondos, morenos y dulces se convirtieron en el centro de la acción para María, quien agarró un seno y lo acarició circularmente, apretándolo con los dedos endureciéndolo aún más. Yo ya no pude resistir, me ubiqué al otro lado de China y agarré la otra teta mamándola intensamente. Mi boca se encontró con la de María, nuestras lenguas acariciaban al mismo tiempo cada lado del seno de China, encontrándose en la punta del pezón y entrelazándose. China gemía, con una mano agarró mi verga, con otra retiró el bikini de María descubriendo su sexo depilado, de labios hinchados y con un gran clítoris erecto. Ayudé en el trabajo, terminando de retirar la prenda interior de María e introduje dos dedos en su sexo, encontrándolo encharcado, así mojados en sus jugos, pasé a acariciarle el ano, dilatándolo primero con un dedo y luego con dos.
Los gemidos de las dos hembras se habían sincronizado, María se movió para que pudiéramos penetrarla mejor, al tiempo que ella metía sus dedos en la chucha de China. Miré al rostro de China, con sus ojos me pedía que le diera a mamar mi pene, comprendiéndola, me puse a la altura de su rostro y esos labios que sabían como trabajarme se tragaron el glande y luego todo el tronco. Mis propios suspiros se unieron a los de las chicas, notando el cambio María se dirigió hacia abajo, de un solo movimiento sacó la falda y tanga que todavía tenía puestas China, hundió su cabeza entre las piernas y se apoderó del peludo sexo de su amiga. Yo sentí la nueva excitación de China en mi propia verga porque ésta empezó a chuparla con más intensidad. Los cuerpos de China y María estaban cubiertos de sudor, toda la habitación olía a sexo, las sensaciones eran gloriosas y sentía que estaba a punto de eyacular, para evitarlo saqué mi pene de China, lo que fue aprovechado por María para acomodarse encima de ella en el clásico 69. China aceptó gustosa el nuevo sabor y metió su lengua en el interior del sexo depilado de su amiga, cubriéndolo de saliva, yo aproveché el espacio que había en la cama para situarme detrás de María, disfrutando primero de la vista de su ano, parcialmente abierto, y la lengua de China que se alternaba entre los labios y el interior de la vagina. China se movió y empezó a acariciar con su lengua el ano de María, preparándolo para mi penetración, metí mi verga en la boca de China para completar la lubricación, la saqué y en un solo movimiento, suave pero continuo, metí el glande en el apretado agujerito de María, esta dio un respingo, se relajó apretándose y concentrándose más en mamar el sexo de China, completé la penetración y empecé a culearla con más rapidez.
China se detuvo un momento, y dijo “cuidado vayas a acabar, eso es para mí”. Yo estaba excitadísimo, pero no cerca de terminar, de hecho cuando paso cierto nivel de excitación, me cuesta terminar, lo que me venía de perlas en esta situación. De repente María arqueó su espalda, echó su cabeza para atrás y pegó aún más su sexo a la boca de China, dejando escapar un grito. Pude sentir las contracciones de su orgasmo que se transmitían a su recto. Luego se relajó sobre el cuerpo de China, dejándose caer a un lado, saqué mi pene, me coloqué encima de China y la penetré, su sexo se apoderó completamente de mi verga, como si fuera una gata cogiendo, sus piernas se elevaron y cruzaron detrás de mi cadera para hacer la penetración más profunda. Yo me volqué completamente alternando mis besos entre los golosos labios de China que estaban empapados del sabor de María, y sus pezones cubiertos de saliva y sudor. China alcanzó rápidamente su propio orgasmo, cuando terminó de venirse saqué mi verga de su chocho y moví a los dos hembras de manera que pudiera alternar entre sus dos bocas, estuve así no más de un minuto, con un grito solté el lechazo más largo y abundante que había largado en mi vida, cubriendo los precios rostros y los torsos de las dos hembras de semen, para terminar ellas se lamieron una a la otra, tragándose mi corrida.
Esa noche nos quedamos los tres dormidos después de tanta acción, dando comienzo al que habría de ser el verano más aventurero de mi vida, al menos hasta ahora. Ya les contaré en otra ocasión alguna de esas historias.