Para Gael

Para Gael, uno de los momentos más sensuales del día era el baño de las 22:15. Con el tiempo, lo había convertido en todo un ritual.
Cenaba frugalmente, nada más llegar del trabajo: Un sándwich vegetal o mixto. Aunque,a veces, prefería dos buenas tostadas de pan con tomate.
Se comía aquello en el sofá, paladeando cada mordisco. Paseándolo por su boca, como pasearía la lengua por el rojo glande de su amo, hasta llegar a sus pelotas, para tragárselas de un golpe.
Siempre que se sentaba en aquel sofalón negro, adornado con cojines verde manzana, lo hacía, completamente desnuda, con las piernas abiertas y sus labios mayores rozando, como un beso, la suave funda.
Mediante un regular vaivén, columpiándose lentamente, de adelante, hacia atrás, friccionando su clítoris con cada balanceo.
Cuando notaba hervir su pubis, se tumbaba, todo lo larga que era, sus increíblemente sexis, 167 centímetros, separaba los muslos y, estirando los dedos índice y corazón, para utilizarlos como una ganzúa, que abriera las puertas de su coño, perfectamente rasurado.
Las falanges se doblaban nerviosas, buscando, ansiosamente, el capuchón que recubría su botoncito del placer.
Ocho minutos de estimulación vaginal, mezclada con pequeños tirones en los piercings i apretones, cada vez más frenéticos, bastaban, para que un mar de flujos inundara el negro tapizado.
Entonces, llevándose los dedos a la boca, los lamía golosamente y, esbozando una pícara media sonrisa, susurraba:

- Gael, estás hecha una puerca, necesitas un buen baño-

Ya en el aseo, se arrodillaba, dejando expuesto su redondísimo trasero, como si esperara que su Señor la agarrase de la cintura y leendiñase toda su virilidad por el recto.
Siempre que Gael trataba de girar la llave del grifo del agua caliente, notaba como el frío alicatado de la bañera, se le pegaba a sus labios externos, produciéndole un indescriptible escalofrío.
Creyéndose sola, entró en la bañera, dejando que el agua caliente cubriese toda su figura, proporcionándole una profunda relajación.Echó su cabeza hacia atrás, de modo que su pelo flotaba, como ovillos castaños, deshilachados de una sedosa madeja.
Cuando más tranquila estaba, oyó chirriar la puerta. Sin tiempo para reaccionar, notó una palma en la boca. Eso la descolocó por un instante,dos segundos, hasta que sus hermosos y asustados ojos verde oliva reconocieron a su Señor.
Entonces, se destensó y le dejó hacer.
Él descendió hasta su cuello y presionó levemente.

- Dime cómo lo quieres- musitó Lobo, con voz calmada-

Ella entendió y, rápidamente, agarró su codo y apretó dos veces, indicando que quería más presión.
Lobo acarició la yugular de su dulce perra, y la pulsó, como si de una cuerda de guitarra se tratase.
El dolor y la falta de aire excitaron sobremanera a Gael.
Era un espectáculo ver como sus esponjosas mamas subían y bajaban, en parte, buscando arrancar un centílitro cúbico de oxígeno, pero, también, debido a la sensación de estar completamente a merced de su dueño.
El culmen de la calentura y el consiguiente orgasmo de Gael, le vino cuando Lobo amasó su teta izquierda y la mamó, con gula y deseo.