Sabina y su cuñada Regina

Pasan casi cuatro meses y recibo una llamada de Sabina, me informaba que se cambiaba de casa ya que su marido a medias con su cuñado se habían comprado una casona grande y con gran terreno en la capital. Curioso diez días después estaba en esa casona visitándola, me presento a su cuñada una mujer de unos 30 años para su edad su cuerpo estaba bien nada de gorduras y sus pechos y nalgas eran bonitos y merecían ser admirado, su nombre Regina a pesar de llevar ya cuatro años de casada no tenía hijos. No es que no los desee, me dice, pero mi marido aun no se la puede para embrazarme.

Comento con Sabina sus palabras y esta me dice ahora que convivimos cerca me he dado cuenta que Manolo el esposo es puritano y solo tiene sexo los sábados, el domingo es de Dios y los otros días hay que trabajar…. Yo su esposa lo mando a buena parte con sus reglas, me dice.

Una vez en la semana le digo, no crees que es muy poco digo, Sabina me mira y me comenta por eso esta anda siempre de mal humor, anda insatisfecha, esta semana está imposible. Habría que calmarla le digo… me mira y me dice, oye me vienes a ver a mí o deseas acostarte con ella…, con ambas le respondo y ella me dice eres un malicioso semental, aunque tienes razón esta bien zamarreada en la cama cambiaría de humor.

Sabina comenta algo con Regina y sale de compras para el almuerzo, al salir esta Regina se me acerca en la cocina y me dice si es verdad lo que has comentado con mi cuñada, soy una mujer excitante y caliente y lo poco que me aparea mi marido me tiene neurasténica. Tienes acaso un remedio para esto… la miro y digo ¡Si!, si deseas te lo doy…. Me mira sorprendida y me dice ¿cual es?, y se gira... la cojo entre mis brazos por detrás la atraco contra la mesa de cocina y le subo sus polleras descubriendo que no usa calzones, acaricio sus poderosas nalgas mientras bajo mi pantalón y calzoncillo dejando libre mi excitado pene, que clavo sin misericordia contra su trasero…, buscando entre sus piernas su vagina, ¡que haces!..., alcanza a decirme cuando comienzo a penetrar su cueva vaginal, el sentir mi pene penetrar esa apretada vagina me trastorna… ella se mueve tratando de impedirme el ingreso del pene en su cavidad vaginal, lo único que logra es que este se acomode mejor al agitarse y se introduce hasta su útero…, ¡tengo marido! Oh… ah… soy casada me dice, y al sentir como late mi pene su vientre se excita y deja de luchar… ¡ahg!, duele…¡oh!…¡ah!… gime arrebatada al sentirse completamente embutida, y abre sus piernas para no ser mal tratada en la unión carnal que ese hombre le dará quiera o no ella, comienza a sentir placer al movimiento de ese obstinado erecto, duro, ancho y caliente pene que palpita en su vagina entrando y saliendo de esta. Traslada a su macho profanador hasta su cama, no sabe como es capaz de mover sus piernas trasladándose mientras el juvenil macho la trasgrede penetrándola y cargándose en su espalda. Mientras recibe caricias de este macho en su nuca y cuello que la excita y comienza a gemir de gusto, su marido jamás la acariciaba, esas delicias eran exquisitas y su ardiente cuerpo las recogía y acumulaba estimulándose aún más, se tira sobre la cama con su semental clavándole su vagina a lo perrito. No era esa fría mujer en esa cama, la cama era la misma, pero su actitud y su integración al vaivén del apareamiento era otra, este enérgico reproductor la sabía incitar, remover y estimular en la entrega de su parte en la unión de sus cuerpos, gemía, me balanceaba, se revolvía ardiente y sentía como hasta la ultima fibra de su cuerpo se entregaba a este macho que desde hoy sería su amante…, su marido no valía nada en comparación a su nuevo amo y dueño de sus pasiones carnales. Siente como sus orgasmos acumulados por años empiezan a emerger y apretuja sus piernas angustiada por el ímpetu de sus entregas amatorias, solicitando al macho que se detenga para saborear estos placeres, este no la complace y sigue penetrándola duramente hasta vaciar sus fluidos en la matriz de la hembra entusiasmada en el evento amatorio, siente en su matriz las descargas tibias no de unos chorros sino de verdaderos ríos de semen en ella que compara con las gotas que deposita su marido en su útero. Que delicia, que placer llego al cielo en este enlace carnal no solicitado, pero muy bien logrado. Pensaba quien había logrado mas placer el violador o ella la violada en este enlace.

Separa a su nuevo amo y le dice seré tu amante y tu mi nuevo marido, pero con compromiso de seguridad y respeto en las veces que nos ensamblemos en unión carnal, no deseo ser repudiada por deslealtad a su marido. De acuerdo, respeto.

Vuelve Sabina y me encuentra junto a Regina en su dormitorio, ella no es una ignorante en estas eventualidades y sabe que su cuñada fue poseída mientras ella iba de compras…

Por la tarde me dice ahora me toca a mí tal como le toco a mi cuñada y me arrastra a su dormitorio en donde salimos una hora después ella sonreía feliz, este macho se había unido con ella en un entusiasta y delirante apareamiento dejándola satisfecha y aliviada de sus sensualidades, además habían conversado de sus relaciones ahora que su cuñada se agregaba al tren del amor.

Vuelvo al día siguiente y solo está Regina su cuñada había salido, al entrar en casa ella me recibe con sumisión y acata mis ordenes… ha salido a recibir solo cubierta con unos pantaloncitos muy diminutos y una amplia blusa, esta fue la primera en salir de su cuerpo, luego los pantaloncito y desnuda la recuesto en su cama y me desnudo para proceder a activarla y excitarla. No me costo mucho y diez minutos mas tarde estábamos disfrutándonos y gozándonos en su cama, Regina es una mujer ardiente y desea calmar por un buen tiempo su temperamento. Que mujer, que hembra como se meneaba y sucumbía al placer de un buen coito…

Colocándole mi miembro en la entrada de su vagina, comienzo a introducir mi pene, me detiene y me mira a los ojos como pidiendo mi aprobación, a lo que le digo vamos cariño gocemos…, si, si me dice lo estoy deseando, hazme el amor y conviérteme en tu mujer… conviérteme en mamá.

Una vez dicho esto por parte de ella, empecé a penetrarla lentamente al principio, sin pausa, sin detenerme hasta que no pude entrar más. Sentía como se habría paso a través de su vagina mi pene, sentía como la llenaba ya no en la carne, si no que mas allá......en el alma; pero en ese momento Regina empieza a moverse, se movía de manera desesperada, con fuerza, ambos disfrutábamos de cada arremetida. Así estuvimos largo rato, hasta que me dice casi implorando entre jadeos… me entrego, soy tuya… goza conmigo.......riégame lanza tus chorros dentro de mi amor… ¡ah…, oh!... gime venciéndose arrebatada mientras me abraza… suspira un par de veces y me dice me embarazaste, tendré un hijo tuyo… soy tu mujer.