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Tengo un novio sádico, y nuestra víctima fue mi inocente marido…

Relato enviado por : narrador el 08/11/2010. Lecturas: 26462

etiquetas relato Tengo un novio sádico, y nuestra víctima fue mi inocente marido…   Sado .
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Resumen

Estando hace par de meses, en la cama de un motel con mi novio, después de que estuvo clavándome su hermosa verga por mi apretado culito, me encontré sobre la mesa de noche un periódico, en el que destacaba la noticia de que una pareja fue asaltada en su casa, que mientras mantuvieron al marido atado, pero obligándolo a observar todo lo que sucedía, mientras que a ella la obligaron a mantener sexo, vaginal, oral y hasta anal, con sus atacantes, ante la amenaza de que de negarse, los golpearían a los dos, hasta dejarlos muertos.



Relato

Yo por unos instantes, me quedé soñando despierta, imaginándome que mientras estaba en casa con mi esposo Guillermo, entraban par de tipos y luego de someternos a mí esposo y a mí, lo obligarían a él a presenciar mi violación.

Ha se me olvidó decirles que estoy casada desde hace unos cuantos años con Guillermo, pero eso no me impide que tenga un novio, con el que me acuesto, y lo satisfago en todos sus antojos sexuales. Ya que como me dijo, mí terapeuta sexual, soy masoquista selectiva, ya que mientras a mi esposo no le acepto que me falte el respeto de ninguna manera o forma, con mi amante disfruto plenamente, de todas y cada una de las veces que me veja o mal trata sexualmente.


Bueno estaba soñando despierta, cuando Ernesto mi novio, me ha dado una tremenda nalgada, que me dejó toda su mano bien marcada, sobre mi nalga Izquierda. De inmediato me preguntó en qué pensaba, y se lo conté, después de eso me dijo un día de estos te visitó en tu casa para que me presentes al cornudo de Guillermo.


Ernesto le tiene muy mala voluntad al pobre de Guillermo, y eso que ni lo conoce personalmente, simplemente porque es mi marido. En par de ocasiones, volvimos a hablar del tema y en una, mientras me encontraba tragando su verga con mi boca, Ernesto me dijo como lo podríamos hacer, para no levantar sospechas sobre nuestra relación, ya que a la hora de la verdad, Guillermo es el que paga todas mis cuentas, y sin saberlo hasta algunas de las de Ernesto.


Al poco tiempo estando en el apartamento de Ernesto me presentó a Ignacio, un gran amigo de él, un tipo de casi dos metros de alto, corpulento, y con unas manazas que nada más de verlas me impresionaron. De momento sin avisarme nada, ante la presencia de mi novio, el tal Ignacio se me fue encima, en un abrir y cerrar de ojos me arrancó la ropa, y me tiró sobre el sofá. Ernesto simplemente nos observaba, como su amigo estaba a punto de violarme frente a él, y a mí inútilmente defendiéndome.


Ignacio me sujetó por el cabello, y de un jalón me tiró sobre el sofá, y si él es bien grande, para colmo yo soy bien bajita y delgada, ya que apenas mido un metro cincuenta y un centímetros, y no llego a pesar ni cincuenta kilos. Rápidamente a pesar de mis intentos de salirme del sofá, el monstruoso ese separó mis piernas y en un pestañar me ha clavado toda su verga sin consideración alguna. No fue hasta que vi el rostro de Ernesto, que vine a caer en cuenta de que todo había sido por orden de él. En consecuencia dejé de tratar de defenderme y simplemente comencé a disfrutar de lo que el gigantón ese me estaba haciendo, aunque el muy pendejo se vino muy rápido.


Después de eso, sin decirme una sola palabra, Ernesto se colocó tras de mí, y dirigiendo su verga contra mis nalgas, al mismo tiempo que me insultaba tachándome de putona, y de perra, me penetró por mí culito, como a él y a mí nos gusta. Al tiempo que le ordenó a su amigo que me pusiera a mamar su verga, que para un tipo de su tamaño realmente no me pareció ser tan grande, como me la había imaginado cuando me asaltó sobre el sofá.


Esa mañana Ernesto hizo conmigo lo que le dio gusto y gana, aparte de que encima de todo se puede decir que me obligó a dejar que su amigo, también me hiciera lo que le diera la gana, y me dijera lo que se le antojase. Al terminar, mientras me recuperaba de todo lo sucedido, me preguntó Ernesto ¿Qué te parece si hacemos algo así, pero frente a tu marido?

Yo realmente lo disfruté de todo lo sucedido en especial de la manera tan bruta que el tal Ignacio prácticamente me violó, contra mi voluntad, por lo menos al principio. Después de eso, entre los tres, fuimos preparando un plan, de cómo ellos entrarían a la casa, mientras que yo le iba dando detalles, como las ventanas, y puertas que serían de más fácil acceso, así como sobre la alarma que mi marido después de comprarla e instalarla, la mayoría de las veces se le olvidaba dejarla conectada.


El detalle era que todo debía ser sumamente convincente, así que yo esperaba que nuestra actuación, pareciera lo más realista posible, tanto para convencer a Guillermo de que todo era cierto, como para que yo disfrutar de lo que sucediera, ya que Ernesto fue bien claro al decirme que esa parte no la discutirían conmigo, para que yo también disfrutase de la sorpresa.


Así que un viernes en la noche, cuando Guillermo y yo nos disponíamos a salir, supuestamente a cenar fuera de la casa. Cuando salí del baño, apenas cubierta con una pequeña toalla blanca, me encontré con que Guillermo mi marido se encontraba semidesnudo atado, en una de las butacas que tenemos en nuestra habitación, su rostro mostraba una gran cantidad de golpes, que le hincharon y amorataron ambos ojos, sangraba tanto por la boca como por su nariz. A su lado una persona extremadamente alta, vestida completamente de negro, usando guantes del mismo color, y un pasa montañas también de color negro, apuntaba un revolver contra su cien, mientras que su acompañante, vestido de igual forma, cuando vi en las condiciones que se encontraba mi marido, me puse a llorar y a gritar, de manera brusca me tapó la boca, al tiempo que por la forma en que me agarró por el brazo, hizo que la toalla blanca se me callera al piso dejándome completamente desnuda ante los ojos de todos. De inmediato la gruesa voz del que me agarró, dijo en un tono bastante amenazante, si das un solo grito más te vuelo la cabeza de un tiro, y lo mismo va contigo, y al decir eso apuntó su arma a Guillermo, para luego continuar diciendo, queremos que colaboren con nosotros, por las buenas, de lo contrario la lamentaran.


Después de unas pocas preguntas, sobre la ubicación del dinero y joya que teníamos guardados en casa. Sin dejar que recogiera la toalla, el asaltante que me tenía sujeta, me obligó a sentarme en la cama, mientras yo fingía, no poder dejar de llorar en silencio. Después de eso él mismo recogió todo el dinero y joyas que había en casa, y abrió la pequeña caja fuerte que Guillermo tiene en nuestra habitación, de la que sacó algo más de dinero.


En cierto momento me dio la impresión de que el par de asaltantes se pensaba retirar, lo que en parte me tenía desconcertada, cuando de momento, acercándose a mí, el que parecía ser el jefe dijo, dirigiéndose a su alto y corpulento acompañante. Bueno ya que estamos con tanto tiempo libre, que te parece si disfrutamos un rato antes de irnos. Los ojos de Guillermo de inmediato se abrieron desmesuradamente, sabiendo lo que esas palabras podían significar. Ya había comenzado a protestar cuando el gigantón a su lado le dio otro golpe, haciéndole callar, para de inmediato amordazarlo.


Yo me sorprendí, más por el golpe que le dieron a Guillermo que por lo que dijo el asaltante, cuando el que daba las órdenes, dijo viéndome a los ojos, en un tono frio y pausado, señora se lo voy a decir una sola vez, y espero que me entienda, así que deje de llorar. De lo contrario, le meto un tiro a su marido entre ceja y ceja, y de todas maneras mi compañero y yo haremos lo que nos dé la gana, ¿entendió? Estaba tan excitada al escuchar esas palabras, que el asaltante volvió a repetir ¿entendió? A mí no me quedó más remedio, que decir que si en un tono apenas audible, pero bastante convincente. Después de eso se dirigió a Guillermo y mientras nuevamente le apuntaba a su cabeza, le dijo, se ve que su mujer lo ama mucho, y hace todo lo que usted le dice, así que le voy a quitar la mordaza, y le va a decir a su mujercita, que a mi compañero y a mí nos complazca en todo aquello que le ordenemos, de lo contrario, no va ser a usted a quien le daremos un tiro, sino será a ella a quien le desfiguraremos su hermoso rostro a golpes.


Sabiendo que esas palabras de, que los complaciera en todo aquello que me ordenasen. Significaban que ellos dos, harían conmigo lo que les diera la gana, y que él no podía protestar, ya que de hacerlo, o él recibía un tiro entre ceja y ceja, o a mi me desfiguraban el rostro, a golpe. Además su tono de voz dejaba entre ver que no estaban jugando, y que sus amenazas las podían cumplir fácilmente.


A Guillermo le costó trabajo decirme esas palabras, pero finalmente las dijo, mientras que yo no dejaba de llorar. Una vez que Guillermo me dijo eso, yo les dije a los dos delincuentes, él ya cumplió con su parte, pero yo no voy hacer lo que ustedes me digan sin importar la cantidad de golpes que me puedan dar, fue cuando el jefe del grupo, amartillo su arma y tras ponerle un silenciador, la colocó frente a la frente de Guillermo, diciéndome. No señora en ese caso lo que haremos será matarlo a él, y después no divertiremos con usted, pero a la mala.


Guillermo estaba blanco y pálido, como un papel, yo al escuchar tan perversa amenaza me quedé callada de la impresión, y no quedándome más remedio que decirles luego. Esta bien, haré lo que ustedes me ordenen, pero no le hagan daño a mí marido.

Las piernas de mi esposo, fueron aseguradas a la butaca, al igual que sus brazos, y torso. Tras lo cual el jefe sacando su miembro y haciéndole una señal a su compañero, que de igual forma también sacó su verga, me dijo. Por ahora lo que deseo es que nos las mames a los dos, primero a mí y luego a mí amigo.


Por lo que sentada frente a Guillermo sin poder dejar de verlo, me tuve que arrodillar frente al jefe de los asaltantes y agarrando su miembro entre mis dedos, poco a poco y como si eso me causara repulsión, lo fui dirigiendo a mi boca, hasta que él colocó sus manos sobre mi cabeza, y por un corto rato, mantuvo su verga dentro de mi boca. Quizás para otra personas eso es algo extremadamente denígrate, y repulsivo. Máxime, si una se ve obligada hacerlo frente a su marido. Pero para mí en eso fue algo extremadamente excitante, aunque ocultando el morboso placer que sentía al sentirme denigrada de tal manera frente a Guillermo, quien al principio cerró sus ojos, para no ver lo que me obligaban hacer, pero quizás por curiosidad o quién sabe qué, poco a poco fue fijando su vista en mí.


Así estuve un corto rato, mamándole la verga al jefe de los delincuentes, hasta que él mismo me ordenó detenerme, ya que según dijo en voz alta, que deseaba darme por el culo. Casi de inmediato, su compañero tomó su lugar, también obligándome a que me pusiera a mamar su verga, frente a mi marido, quien en esos momentos ya no dejaba de ver, todo lo que me estaban obligando hacer frente a él.


A diferencia del Jefe, su compañero colocó sus manos sobre mi cabeza, la que estuvo guiando mientras le mamaba su verga, hasta que de momento, el otro tipo se colocó tras de mí y dándome una ardiente y deliciosa nalgada me dijo en voz alta, como para que mi marido lo escuchase. Bueno señora prepare ese culo que quiero comérmelo ahora mismo. Desde luego que yo me hice la sorprendida, y los ojos de Guillermo se abrieron más todavía, al escuchar lo dicho por el delincuente. Justo en ese instante sentí el cálido semen, del otro tipo invadía mi boca y garganta, el cual me vi obligada a tragarme en gran parte.


Una vez que terminé de mamarle su verga al más grande, el otro me obligó a levantarme y a que me acostase boca abajo en el borde de la cama, ante la continua mirada de mi marido, después de eso se bajó los pantalones, y manipulando su verga comenzó a pasarla entre mis nalgas, untándole algo de su propia saliva, e introduciendo ligeramente sus dedos dentro de mi apretado culo. A los pocos instantes comencé a sentir el caliente glande de mi agresor, como penetraba por atreves de mi esfínter, yo exagere algo el dolor que sentí, hasta pidiéndole casi llorando, en repetidas ocasiones que me lo sacase, que me dolía mucho.


Conociendo a Ernesto como lo conozco, al escucharme decir eso, con más ahincó y fuerza me penetraba una y otra vez ante los desorbitados ojos de mi esposo Guillermo. Al tiempo que comenzó a insultarme, llamándome puta y obligándome a que le dijera, dame más duro papacito lindo, y a repetir una y otra vez a la fuerza, me encanta que me des por el culo soy tu puta.


Cuando él terminó de venirse dentro de mi culo, me quedé con mis nalgas bien abiertas frente a la mirada de mi esposo, hasta que nuevamente me pusieron a mamar, la aflojada verga del grandote, la que en cosa de unos pocos segundos se volvió armar y ponerse bien dura. Mientras que el jefe, me obligaba a que con mis propios dedos me acariciara el coño en repetidas ocasiones, frente a Guillermo. Tras lo cual el tipo grande me agarró como si yo fuera una muñequita de papel, y prácticamente me tiró sobre la cama, para de inmediato colocarse sobre mi pequeño cuerpo y recibir su verga dentro de mi coño.


Ya la cara de Guillermo no expresaba emoción alguna, solo se mantenía observándonos, como ese mastodonte me clavaba su verga una y otra vez, al tiempo que su jefe, me pasaba su verga por mi cara, al tiempo que continuaba insultándome y obligándome a decir cuanta barbaridad se le ocurría, hasta que el gigantón, también finalmente se vino dentro de mi coño.

Yo pensé que todo había terminado, pero no fue así, de momento Ernesto en su papel de jefe y envuelto en toda esa ropa negra, me obligó a ir al baño para que me aseara, y diciéndome una y otra vez, en voz alta para que mi marido lo escuchase, si le llegan hacer un examen médico, no van a encontrar nada de ninguno de nosotros dos, señora. Pero casi de inmediato y en voz baja, me preguntó si lo estaba disfrutando, a lo que yo dándole un tremendo beso le dije al terminar de besarlo que sí.


Al regresar a la habitación, me tomó por el brazo y me llevó hasta frente a mi marido, y dándome un empujón me dijo. Ahora puta, quiero que le mames la verga al pendejo este, eso no lo habíamos planeado, y hasta estuve a punto de negarme, pero un buen pellizco de Ernesto en una de mis nalgas, me convenció de que le hiciera caso, así que a pesar de lo atado que se encontraba Guillermo, saqué su miembro del interior, y para mi sorpresa, se encontraba bastante en forma y hasta con algo parecido al semen en su punta. Lentamente comencé a chupar el miembro de Guillermo, a pesar de lo desagradable que me resultaba hacerlo, pero al mismo tiempo, el ser obligada hacerlo por Ernesto, me excitaba tremendamente.


Así estuvimos por un buen rato, cuando de momento el grandullón, usando una afilada navaja, cortó los amarres. Yo dejé de mamar la verga a mi marido, y siguiendo las órdenes de Ernesto, me acosté en la cama con mis piernas bien abiertas. Tras lo cual, le ordenaron a Guillermo que se me pusiera encima, y que me penetrase con su verga. Los dos hicimos caso, y una vez que Guillermo y yo comenzamos a movernos sobre la cama, la cosa es que ni mi marido ni yo nos dimos cuenta de cuando los dos delincuentes desaparecieron.


Guillermo a diferencia de muchas otras ocasiones, me apretó con fuerza contra su cuerpo, diciéndome de manera repetida, quiero darte por el culo, quiero darte por el culo, hasta que yo envuelta en la excitación del momento le dije que si, casi de inmediato, sacó su verga de mi coño y zas que me lo clava entre mis nalgas, sentí su verga como entraba y salía de mi ya no tan apretado culo una y otra vez, al tiempo que con sus manos me apretaba divinamente todo mi coño.


Hasta que finalmente, tanto Guillermo como yo disfrutamos de un tremendo clímax. Después de que descansamos los suficiente, le comenté que antes de llamar a la policía me vestiría o por lo menos me pondría una bata, cuando Guillermo, agarrándome de la mano me dijo, no te preocupes por el dinero ni por las joyas, el seguro lo cubre, pero sobre la violación y todo lo que nos hicieron y como nos lo hicieron mejor nos mantenemos callados.


Si nos preguntan estábamos en la cama terminando de tener sexo, cuando aparecieron tres delincuentes, y deja que yo los describa, que luego que tomaron el dinero y las joyas, me golpearon y se marcharon sin hacernos más manda, de inmediato continuó diciéndome. Mira mi amor es mejor que digamos eso, a que tengamos que pasar la vergüenza de decir que te violaron, te sodomizaron y te obligaron a mamar sus vergas, y para colmo de males frente a mis ojos, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.


Cuando finalmente como a la semana me volví a reunir con Ernesto y estando en la cama mientras me tenía clavada sabrosamente por el coño, le conté lo bien que la había pasado, y le dije lo que Guillermo le había contado a la policía. Fue cuando Ernesto me dijo. La próxima vez que Ignacio y yo los visitemos, de seguro tu marido, estará encantado, de que comamos el culo nuevamente, de lo contrario eso sería lo primero que le hubiera dicho a la policía, y ya te estaría pidiendo el divorcio, aunque tú le hayas salvado la vida, supuestamente.



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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 20:42) dice: SEX? GOODGIRLS.CF


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