Terapia de recuperacion

Estas dos frases estaban todavía en su cabeza, y siempre que las recordaba lo único que podía decir es “triste Juan” y “tarugo de mí”. A fin de cuentas, fue él quien acepto el reto, fue él quien efectivamente dio dos vueltas en el aire... y fue él quien término rodando escaleras abajo. Considerando la cantidad de golpes que se dio, el Doctor le dijo que había tenido suerte de solo romperse un tobillo. Aun así, la idea de estar cerca de dos meses inmovilizado -y posiblemente mas según avance la recuperación- no le hacía nada de gracia, y menos al tener que pasar aun dos días hospitalizado “en observación”.

El hubiera preferido un cuarto individual, pero sus papas no estaban en ese momento para gastos, así que se tuvo que conformar con el Seguro Social. Y aun así, era afortunado, pues su habitación era doble, no como otras tantas en donde se albergan más pacientes. Por otro lado, el tipo con el que estaba no era tampoco un problema; había sido llevado de emergencia esa misma mañana, por una apendicitis, e igualmente estaba en observación. Había intentado ser agradable, e incluso le pregunto por su accidente. José no quiso comentar mucho, no por otra cosa, si no porque, ya con veinte años cumplidos, decir que se había accidentado con una patineta no lo hacía sentir especialmente orgulloso.

Este era, sin duda, el momento más difícil del día. Su familia ya se había retirado desde hace un buen rato, pues el Doctor les aseguro que, por la naturaleza de la lesión, no tenía caso que se quedaran con él. Ya comenzaba a atardecer, por lo que no había ya tiempo de visitas. Lo único que le quedaba era intentar oír sus Walkman, o tratar de hacer platica con Cesar, su compañero de habitación.
-¿Quiénes vinieron a visitarte era toda tu familia?- le pregunto, solo para pasar el tiempo.
-Si, solo falto mi novia. Ella suele ser una persona muy ocupada, pero te sorprendería el ingenio que tiene. Solo me mando decir que luego me tendría una sorpresa. No hay tanta bronca, pues espero que mañana me den de alta, aunque realmente me encantaría verla.

Cesar se notaba muy relajado, ninguno de los dos sestaba en estado delicado, era prácticamente un hecho que no permanecerían más de dos días en el hospital. Por ello no sintieron la necesidad de establecer algún lazo, sino que los dos conversaron de manera ligera, conscientes que solo era para pasar el tiempo. Al final el sueño fue venciendo a José, que se acomodo lo mejor que pudo y se decidió a dormir un poco.

No tenía idea de que hora era o cuanto había dormido. Lo cierto es que el yeso no dejaba que su sueño fuese muy profundo, lo cual explica que se despertara con el leve murmullo.
-¿Mi vida?- susurro Cesar muy quedamente.
José siguió fingiendo que estaba dormido, pero abrió los ojos ligeramente.
Al lado de la cama estaba una de las mujeres más hermosas que él hubiera visto. La chica tendría unos veinte o veinticinco años, y le sonreía al enfermo de manera picara, o cuando menos eso creyó ver entre la oscuridad reinante.
-Te dije que te tenía una sorpresa- dijo, besándole los labios apasionadamente.
Era ya bastante noche, por lo que era imposible que la hubieran dejado entrar como visitante. No me imaginaba como, pero la mujer se las ingenio para colarse en una hora en la que era prácticamente imposible que lo hiciera.
-Relájate mi amor, te tengo algo que va a hacer que te sientas mejor.
-Pero, amor...- dijo, señalando a José con la mirada.
-Esta dormido, no tiene por qué darse cuenta de nada.

Antes que él pudiera decir una palabra más, la mujer levanto la sabana lentamente, relamiéndose los labios con anticipado deleite. José sabia como eran las batas de hospital, por lo que no le costó trabajo adivinar sus intenciones. Ella estaba del lado opuesto de la cama, lo que le permitió ver con toda claridad como tomaba el pene entre sus manos y lo acariciaba cariñosamente. A José le llamo la atención que el mismo estuviera flácido, y más considerando que el suyo comenzaba a crecer con rapidez. En realidad, los hechos habían tomado a Cesar desprevenido, por lo que aun no reaccionaba como se debe. Sin embargo, esos pensamientos seguramente serian los últimos que pasarían por la mente de José en esos instantes.
-Mmm, creo que nuestro amigo necesita una pequeña ayuda... ¿No?- dijo, al tiempo que comenzaba a masajearlo ligeramente.

A José le temblaban las manos, pero se contuvo pensando que cualquier movimiento y se descubriría que no estaba dormido. Por tanto, hizo acopio de fuerza de voluntad y se limito a ser un simple observador.
La mujer movió la mano lentamente, haciendo que el miembro reaccionara con rapidez. Ella sonreía con satisfacción, viendo como crecía lentamente en su mano.
-Debió haberte dolido mucho... ¿No?- apostillo, pasando la mano lentamente por lo que, a primera vista, seria la cicatriz.
Los movimientos de su mano eran en extremo cuidadosos, pero eso hacía que resultaran más excitantes.
-No te preocupes, voy a ser muy cuidadosa- fue lo último que dijo antes de introducirlo en sus labios con delicadeza.
Su cabeza se movía lentamente, volteando a ver a Cesar de hito en hito, con una cierta preocupación. El cerraba los ojos, aferrándose a las sabanas y mordiendo sus labios con fuerza para evitar algún ruido comprometedor. Eso provoco incluso que, en un momento, ella se detuviera, viéndolo con cierta preocupación.
-¿Qué paso cielo, te lastime?
-No, al contrario. Sigue así. Pero no como siempre, así si sería algo doloroso.

La muchacha se limito a sonreír y su boca volvió a la labor que iniciara. Con sus manos inicio una leve caricia en el bajo vientre, pero casi de inmediato puso de la mano de lado, con cierta aprensión. José mantenía sus ojos entrecerrados, aunque por dentro estaba en un estado de absoluta agitación. Estaba haciendo un gran esfuerzo para que su respiración no se oyera agitada, e incluso pretendió que parecieran los calmado y relajados suspiros de una persona dormida. La mujer, por su parte, opto por alejar sus manos del cuerpo, así que con algo de nerviosismo dejo que sus labios hicieran todo el trabajo. Era obvio que tenía cierto miedo de lastimarlo, pero si hubiera visto la cara de Cesar con cuidado se hubiera percatado que nada estaba más alejado de la realidad.
De repente Cesar tenso su cuerpo totalmente y un súbito espasmo sacudió su cuerpo, la mujer movía su cabeza rítmicamente, recibiendo los chorros tibios en su boca. En ese momento José cerró los ojos, tratando de ignorar la escena; de otra forma nada le garantizaba poder controlarse.
Después vino un beso largo y apasionado, y una tierna despedida musitada apenas. Cuando estuvieron solos de nuevo, Cesar se acurruco y caso de inmediato cayó en un profundo sueño. Para él había sido una excelente forma de relajarse, aunque para José fue la garantía de no poder conciliar el sueño durante toda la noche.