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Un viaje de negocios X

Relato enviado por : NuriayPascual el 10/04/2009. Lecturas: 5827

etiquetas relato Un viaje de negocios X .
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Resumen
La visión de Nuria de la etapa cenit en el viaje por Rumanía.


Relato
Había visto retirarse a aquella mujer con paso seguro hacia otras mesas que había en el local. Me disculpé un momento y fui caminando hacia el baño.
Pierre se dedicaba ahora a mirar a Pascual y a su mujer que parecían hablar sobre algo muy interesante a juzgar por la forma de mirar de mi novio a la francesa. Sin duda el tema giraba en torno a algo si no sexual, al menos sí con carga erótica.
La Madame estaba en la barra charlando con unos clientes y cuando pasé por su lado se giró y me llamó. Comenzó a hablarme en rumano y le dije que no sabía hablar su idioma; me preguntó si sabía inglés, a lo que tuve que responderle que no, por último sonrío y me dijo que por lo menos dominaría el francés, y devolviéndole la sonrisa le dije que si.
Desde donde estábamos charlando Hilarianna y yo no podían vernos mis compañeros, por lo que después de enterarme cuál era exactamente la función de la señorita con la que estaba hablando, decidí darles una sorpresa a mis amigos. Le pedí a la Madame que me enseñara algunas de las habitaciones que estaban a nuestra disposición y al final me decanté por una de clara inspiración sado.
La habitación era muy amplia; en el centro había una gran cama redonda con una serie de sobresalientes alrededor de hierro. Hilarianna me explicó que eran para sujetar las esposas y todo aquello que sirviese para atar a los esclavos. En uno de los lados de la habitación había barrotes, también de hierro, colocados simulando espalderas de cualquier gimnasio. Varios sillones y sillas alrededor de la cama, todos ellos en cuero negro, parecían estar dispuestos para ver la escena que pudiera producirse en el lecho como si se tratara de un cine. El resto de las paredes y el techo estaban recubiertos por espejos, lo que hacía que las imágenes centrales rebotasen una y otra vez hasta el infinito.
Un enorme armario de madera, y pintado de negro llamó mi atención, y al preguntarle a Hilarianna, me respondió estirando su mano hacia él invitándome con ese gesto a que lo abriera. No me hice de rogar, y al abrirlo pude observar toda una colección de “juguetes” y ropa sado como no había visto nunca: consoladores enormes, bolas chinas, bocados, látigos, esposas, arneses, cuerdas, fustas y ropa de cuero y látex hasta donde mi pobre imaginación podía alcanzar.
Si aquello era lo que había en el armario solo había que buscar quien pudiera manejarlo como un experto/a.
Con esa idea en mi cabeza, pregunté a la mujer que había guiado mis pasos hasta allí si disponían de servicio de “acompañamiento” para la utilización de aquel arsenal. Con una sonrisa en la boca, Hilarianna me dijo que la siguiera a otra habitación donde podría elegir a mis acompañantes de esa noche. Entramos en otra habitación decorada como una oficina; en el centro había una mesa de reuniones bastante grande, y en uno de los lados una mesa con un ordenador. Nos sentamos en la mesa del ordenador y ella me dijo que le dijera el número de personas que quería y el sexo de las mismas. Le pedí que fueran tres mujeres y dos hombres y que a ser posible, las mujeres fueran todas con cabello negro y con las tetas de buen tamaño. Pinchó en una de las carpetas del ordenador y aparecieron toda una serie de bellezas morenas vestidas con ropajes de cuero y sujetando o utilizando varios de los instrumentos que yo había visto en el armario de la que iba a ser esa noche nuestra habitación.
Después de ver las más de 30 fotos que tenía en la carpeta, elegí 3 chicas al azar. La Madame iba a apuntarme los nombres de las chicas en un papel, pero le dije que no se molestara, que yo no iba a llamarlas y que creía que el resto tampoco. En cuanto a los chicos, le dije que si podía ser, que me mandara un par de tíos cachas, que me daba igual el resto.
Sólo una cosa más le dije: a mis amigos hay que llevarlos allí sin que se enteren de a dónde van. Quiero que sea una sorpresa.
Volví con mis compañeros y me encontré a Pascual en mi lugar ya todos embelesados viendo otra de las actuaciones en directo que ofrecía el local. Esta vez eran dos chicos y una chica follando sobre una silla. La tía estaba totalmente empalada por dos rabos inmensos y no paraba de gemir de placer. Hice una seña a la camarera y se acercó con otra ronda de cubalibres, lo que hizo que los acompañantes masculinos dirigieran su mirada hacia la chica que se acercaba. Y no era para menos: la rubia de impresionantes pechos, disimulados apenas por la gasa del vestido minúsculo con una minifalda un poco más corta que lo que exige el pudor nos sirvió la nueva ronda. Dedicó unas palabras en rumano a los chicos, nos sirvió las copas y se fue.
No sé si era por el alcohol o por el espectáculo de sexo en vivo, pero tanto Denisse como yo, parecíamos estar expectantes y listas para cualquier cosa que pudiera surgir. A nuestros chicos les pasaba igual, solo que a ellos se les notaba todavía más, ya que sus pantalones sufrían un anormal abultamiento en la zona de la entrepierna. La cosa estaba muy caliente, y Denisse no dejaba de toquetear, siempre por encima del pantalón, la polla de mi novio que le correspondía con suaves caricias en los pezones y besos en el cuello. Pierre los miraba, y de tanto en tanto, pasaba su mano por mis muslos, haciendo pequeñas arremetidas hacia el interior de mis piernas.
Viendo que la cosa no iba a aguantar mucho, antes de que nos pusiésemos a follar como locos, hice una seña a la relaciones públicas que Hilarianna me había indicado pidiéndole que nos llevase a nuestro “aposento”. La chica se acercó a nosotros y nos llevó hasta el pasillo. Una vez allí, se acercó el negro del primer número que habíamos visto esa noche con unos antifaces negros en la mano. Tapó los ojos de mis tres acompañantes en primer lugar, y cuando llegó a mí, cogí el que me iba a poner indicándole que no era necesario, que era yo la que había pedido el numerito. Con los ojos tapados, condujimos a mis compañeros hacia el nuevo emplazamiento de placer.
Una vez llegamos a la habitación fui yo quien colocó a cada uno de mis compañeros donde quería que se situaran: a Denisse la esposé de pie a las espalderas dejando bastante espacio entre ella y la pared para que pudieran jugar con ella los dos amiguitos al tiempo. A Pascual lo desnudé de cintura para abajo y lo tumbé en la cama atado de pies y manos dejando bastante separación entre sus piernas y colocándole una almohada bajo los riñones. Tenía la polla a punto de estallarle de lo excitado que se encontraba a pesar de que no le gusta mucho que le tapen los ojos. Por último senté a Pierre en una de las sillas y lo esposé también con los brazos hacia atrás a esta.
Cuando lo tuve todo bien atado, me senté en un sillón enfrente de los tres (había escogido estratégicamente los sitios para verlos a los tres perfectamente) y pedí al moreno que les quitara los antifaces.
Se miraron los tres y luego a mí, y el francés me preguntó con tono de sorpresa:
¿Es que a ti no te han atado?.
He sido yo quien ha pedido esto. Espero que disfrutéis del jueguecito que os he preparado.
Me levanté de mi sillón y abrí la puerta. Entraron primero las tres chicas. Dos de ellas llevaban el pelo recogido en una larga cola de caballo. La primera de ellas llevaba puesto un corpiño de cuero negro que dejaba sus tetas fuera para que todo el mundo pudiese observar el tamaño de aquellos pezones que parecían dos capuchas de un boli; en la parte inferior llevaba un liguero negro, de cuero también, sujeto a las botas de látex que le llegaban a medio muslo. La segunda de las chicas, la que se había dejado el pelo suelto, llevaba un vestido ajustado de látex rojo con unos círculos alrededor de las tetas que se las dejaban fuera; medias rojas con blonda y zapatos rojos de charol con un tacón metálico. La última de las chicas llevaba una especie de bañador hecho de tiras de cuero negro con un enorme consolador negro pegado; medias de blonda negras y botas de tacón completaban su atuendo.
Mis tres acompañantes estaban boquiabiertos, y totalmente empalmados con la sola visión de aquellas tres hembras, pero no sabían que la cosa no quedaba ahí. Cuando hubo entrado la última de las chicas, pasaron los dos fornidos muchachos vestidos únicamente con unos tangas de látex negro semitransparente, que dejaban ver la inmensidad de aquello que intentaban ocultar, y unas botas de motorista de cuero.
Pascual se dio cuenta enseguida de que mi obsesión de reprimida estaba siendo demostrada, una vez más, por mi afán voyeurista. Sabía que yo no iba a entrar en el juego porque mi único objetivo era hacerle entender que estaba entrando en aquella historia con todavía algún que otro prejuicio.
Miré a mis compañeros uno por uno a los ojos y les dije:
A partir de ahora no quiero oír ni una sola palabra. Sólo quiero escuchar vuestros gemidos de placer.
Coloqué a la chica del arnés al lado de Pascual junto con la del vestido rojo. Llevé a la otra con Pierre y a los chicos con Denisse.
¡Que empiece la función!, dije mientras volvía a sentarme en mi sillón.
Las chicas que estaban con Pascual comenzaron su labor: mientras la de rojo iba desnudando y lamiendo su pecho, la del arnés fue hacia el armario y volvió con una fusta y dos látigos. Se repartieron sus posesiones: la fusta para la de rojo y los látigos para las otras dos.
Al mismo tiempo que esto ocurría, los chicos habían empezado a “trabajar”. Se colocaron uno delante y otro detrás de Denisse. El que estaba detrás le desabrochó la camisa dejando en la boca del otro los abultados pechos de la francesa. El chico de delante mordisqueaba los pezones de la francesa mientras que el de atrás le subía la falda pasando sus manos por el culo y la rajita de mi amiga.
Con tanto sobeteo, la francesa empezó a gemir y sin querer se le escapó un “¡Mon Dieu!” que hizo que me levantara de mi sillón, fuera hacia el armario, cogiera una fusta roja con el mango en forma de consolador y me dirigiera a ella. Llegué donde se encontraba esposada, retiré a los muchachos y di un fuerte golpe con la fusta en el culo de mi amiga. Se volvió con cara de sorpresa hacia mí y le dije:
He dicho que ni una palabra.
Ahora era cuando se dieron cuenta de quien mandaba.
Volvía a mi sitio y observé como disfrutaba mi novio con aquellas dos lenguas paseando por todo su cuerpo. Sin tocar su polla, sin ni siquiera acercarse a ella, aquellas dos zorras habían conseguido que la verga de mi novio creciese como nunca. Cuando la del arnés consideró que estaba bastante dura, acercó su boca hacia ella y con un rápido movimiento se retiró dándole un fuerte latigazo en la punta de aquel capullo rosado. Pascual soltó un grito de dolor que pronto se convirtió en placer cuando vio que la de la fusta empezaba a golpear a la otra chica dejándole el culo totalmente rojo. Cuando más concentrado estaba, la de rojo le cogió del pelo y empezó a pasarle la fusta por los pezones, por el vientre, por las ingles y por sus testículos.
Sigue, sigue. Alcanzó a decir mi novio.
Me levanté del sillón y le golpee con mi fusta en la cara. Fue un golpe seco que le obligo a mirarme.
Chist, le dije poniendo la fusta sobre mis labios.
Esto te pone cachonda, ¿verdad?, acertó a decirme justo cuando al oírlo le golpee otra vez con la fusta en el muslo, muy cerca de la polla.
Que aquí solo hablo yo, le contesté en tono seco y autoritario.
Asintió con la cabeza y me retiré a mi sitio nuevamente a disfrutar del espectáculo.
La chica que estaba con Pierre no dejaba de golpear sus muslos y acariciar su verga con el mango de su látigo. Le pellizcaba los pezones con fuerza y daba mordiscos en la punta de su polla. De pronto se abrió de piernas frente a él y se sentó en su polla con un golpe seco. Comenzó a cabalgar con fuerza sobre su polla mientras lo cogía del pelo tirando con fuerza hacia atrás. Con el mango del látigo golpeaba su propio culo y los testículos de Pierre que no paraba de gritar de placer.
La del arnés se puso de rodillas poniendo su verga de plástico frente a la cara de Pascual que empezó a engullirla mientras la otra chica se colocaba detrás de la primera y le cogía los pezones con las uñas. La del arnés movía su cintura hacia delante y hacia atrás cada vez más rápido. Me levanté sin que mi novio se diera cuanta, estaba demasiado ocupando chupando aquella polla, me acerqué al armario y embadurné el mango-capullo de mi fusta con vaselina. Llegué hasta la cama y separé las piernas de mi novio metiendo mi cabeza entre ellas. Pascual creía que se la iba a chupar y dejó lo que estaba haciendo un instante para mirarme a la cara. Comencé a chuparle los testículos y la chica de rojo, adivinando mis intenciones me ayudó a levantar las piernas separadas de mi novio. Yo chupaba sus huevos y su culo, la chica de rojo chupaba su polla y la del arnés le obligaba a hacerle una “felación”. Estaba punto de correrse y le metí mi juguete por su pequeño ojete. Lo pillé totalmente por sorpresa y explotó en un orgasmo increíble en la cara de la rumana.
Los dos chicos habían pasado ya al supercoño de la francesa. Pascual daba sus últimos estertores orgásmicos y giró la cabeza para ver a su amiga. El chico que estaba detrás de Denisse le sujetaba una pierna en alto para que el otro pudiera lamerle el coño con facilidad. El lamedor se levantó mostrando su verga dura, y poniéndose delante de ella, le pasó la polla un par de veces por su coño mojado. A la francesa parecía que iba a darle algo. El chico se apoyó en las espalderas y el otro acercó una silla, se sentó en ella, giró a la chica hasta que la puso frente a él y la sentó sobre su polla. Denisse comenzó a subir y bajar muy deprisa, como si necesitase toda esa polla dentro de ella. El otro chico se colocó detrás de ella y le tocaba las tetas desde atrás metiéndoselas en la boca a su compañero. Denisse tuvo su primer orgasmo y fue ralentizando el ritmo de la penetración. El chico de detrás se arrodilló y empezó a lamer el culo de la francesita mientras se pajeaba; la obligó a ponerse de pie y la subió sobre su polla. Estaban los dos de pie, ella rodeó la cintura del muchacho con sus piernas para ayudarle en el movimiento. El de atrás se escupió en la mano y restregó su salivajo en el culo de mi amiga y en su propia polla. Le metió un dedo por el culo, y cuando menos se lo esperaba, introdujo su verga por aquel pequeño ojete. Aquello tuvo que dolerle… pero solo unos instantes. Sin dejarle descanso, entre los dos chicos la iban subiendo y bajando para meterle bien aquellas dos pollas. Denisse se corrió nuevamente; los chicos la bajaron, la desataron y la obligaron a arrodillarse frente a ellos para chupar aquellas dos vergas.
A punto de correrse, uno de los chicos se sentó nuevamente en la silla y el otro obligó a la francesa a que se la chupara al que estaba sentado. Se arrodilló detrás de ella y se la volvió a meter por el culo, ahora con mucha más facilidad porque lo tenía totalmente dilatado. Los muchachos se corrieron al mismo tiempo; uno en la cara y las tetas de la francesa y el otro dentro de su ojete.
Aquellas corridas me pusieron totalmente a tono, y pude observar que a mi novio también volvieron a ponerlo en forma.
Todavía con los gritos de placer de Denisse en mis oídos, oí como Pierre se corría al mismo tiempo que la chica que cabalgaba sobre él.
Los lacayos soltaron a la francesa y a su marido y les pedía a los cinco (los dos chicos, Pierre, Denisse y la chica que estuvo con el francés) que se marcharan a seguir la “fiesta” a otra habitación.
Hablad con Hilarianna y que os dé otra suitte. Mañana nos vemos en el desayuno, les dije guiñándoles un ojo.
¿Es que todavía hay más?, preguntó Pascual.
Le volvía a pegar con la fusta en el pecho.
¿Te he dado permiso para hablar?, le dije.
Me miro entre sorprendido y enfadado, pero no dijo nada.
Retiré a las chicas hacia un lado y mandé a la del arnés a que lubricara su juguete. Solté las piernas de Pascual, luego sus manos y lo obligué, con ayuda de dos fustazos, a arrodillarse en la cama. Lo eché hacia delante dejándolo atado a cuatro patas. Me pasé el mango del consolador por mi coñito totalmente mojado y le dije:
Tu fiesta no ha terminado. Prepárate para el broche final.
Entre la chica de rojo y yo le pusimos otra vez su polla al 100% del rendimiento con pequeños toquecitos de fusta, lametones y golpes secos en su culito rojo ya por los golpes. La chica de rojo se tumbó bocarriba, coloqué la almohada bajo su cabeza para que llegara bien a la polla de mi novio y empezó a mamársela.
¡Qué mamada!. Se notaba solo con verla que era una verdadera experta.
La engullía entera, lamía sus huevos y metía los dedos en su culo. Volvía a comérsela hasta la base y tocaba sus testículos con las uñas dándole pequeños pellizcos. Cogí la vaselina y embadurné bien el ojete de mi novio. Pascual gemía como una perra en celo. De vez en cuando lo golpeaba con mi fusta y pasaba el mango por su perineo totalmente lubricado con la vaselina y la saliva de la chica.
Llamé con un gesto a la chica del arnés y le indiqué que le comiera el culo a mi novio, a lo que ella aceptó gustosa. Su lengua recorría el ojete y yo estaba a punto de morir de la excitación.
Lo teníamos a nuestra merced. Yo mandaba y ellas me obedecían.
Levanté a la chica del arnés y le hice acercarse a mi novio por detrás. Sin previo aviso metió la enorme tranca de plástico en el culo Pascual y comenzó a moverse muy despacio. Ahora entraba casi entera y él decía entre gemidos:
¡Así, así!. Fóllame bien el culo.
La chica sujetaba el arnés con una mano y con la otra se acariciaba los pezones. Su coño, igual que el mío, estaba totalmente empapado. La otra, debajo de mi novio, seguía chupando, parecía que no se cansaba nunca.
La obligué a parar de chupar, y sin que la otra sacara la polla del culo de mi novio, la de debajo se escurrió poniendo su cara debajo de la de mi novio y subió sus piernas aferrándose a las caderas de aquel. En esa postura, Pascual la penetró por el coño y empezó a bombear. Con sus bombeos su polla entraba en el coño de la muchacha al tiempo que él también era follado por la otra chica.
Con esta postura y esas penetraciones no tardaría en correrse, por lo que decidí volver a mi asiento a esperar el final.
La chica que estaba debajo, a la que mi novio penetraba, se corrió al mismo tiempo que él. Los dos gemían y se convulsionaban como locos en el momento del éxtasis.
La chica del arnés salió del culo de mi novio y los tres se tumbaron en la cama con la respiración todavía agitada por el esfuerzo.
Desaté a Pascual y les dije que fueran a ducharse los tres. Salieron de la habitación y me tumbé en la cama recordando lo que acababa de presenciar. Aunque excitada, me sentía agotada y no tardé en quedarme dormida.

Para cualquier cosa:
pynrelatos@hotmail.com

Nuria y Pascual

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Comentarios enviados para este relato
katebrown (18 de October de 2022 a las 21:54) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

katebrown (18 de October de 2022 a las 19:27) dice: SEX? GOODGIRLS.CF

NuriayPascual (12 de April de 2009 a las 13:54) dice: MUCHAS GRACIAS CORONEL, SIEMPRE ES UN PLACER ESCRIBIR PARA QUE NOS LEA GENTE COMO TÚ.

trenko (11 de May de 2009 a las 13:55) dice: Voy a leer todos los capitulos de este libro. REs la ostia de xintante. Vaya novia mas golfa.

NuriayPascual (10 de July de 2009 a las 15:31) dice: gracais a ti trenko..golfa golfísima

coronelwinston (10 de April de 2009 a las 14:02) dice: Saludos pareja. En vuestra línea. Bien escrito, bien redactado e interesante trama. Recibir un saludo. Y sigo pensando lo mismo, no me explico las pocas visitas. Deben gustar más otras ordinarieces......


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